El dirigente de PRO Miguel Del Sel dijo, ante público, en tranquilidad y con plena conciencia, que la presidenta CFK es una «vieja chota hija de puta», y que le gustaría revolearle un plato de comida por la cabeza de una patada, en medio de lo que se pretendía una rutina humorística en la que no ahorró improperios discriminatorios para nadie. Una semana después, Axel Kicillof fue atacado salvajemente por una patota miserable formada por pasajeros de un viaje a Colonia, Uruguay en clase turista de Buquebus, en el que regresaba de vacacionar en familia, ante el llanto de sus dos hijos, ambos menores de 5 años, lógica y visiblemente alterados por el ataque que sufría su padre.
Se trata de establecer conexidad, si se entendiera que existe, entre ambos episodios; y de rastrear las motivaciones que pudieran originarlas.
La horda de canallas que atacó a Kicillof reclamó por las restricciones que se dispusieron sobre el acceso al dolar para turismo o ahorro, supuestamente diseñadas por el viceministro de Economía, habitualmente acusado, cual si ello constituyera delito, por marxista desde las usinas de la prensa comercial dominante. Reprochaban que el funcionario hubiera accedido a divisas para su excursión.
El Banco Central argumentó, en un informe publicado durante la última semana de julio (analizado por Alfredo Zaiat), sobre el control de cambios: «Las preferencias por acumular activos externos por parte de agentes económicos locales con capacidad de ahorro deberían, en contextos de estrés actual o potencial, subordinarse a otros usos más eficientes de los dólares disponibles (…) pagar las importaciones de bienes y servicios, cancelar los intereses y las amortizaciones de la deuda pública y privada, y a la acumulación de un nivel de reservas internacionales compatibles con el esquema de flotación administrada del tipo de cambio.»
Explica que hubo «(…) la menor cosecha producto de la sequía (y por ende, menores exportaciones) y la aparición de un significativo déficit en la balanza comercial energética. (…) elementos derivados de la crisis internacional (…) reducciones en las ventas externas hacia nuestros socios comerciales, resultado de una caída en la demanda en esos países, que ocurrió simultáneamente con las devaluaciones de sus monedas (Brasil). La combinación de estos eventos puntuales, algunos de los cuales son de carácter transitorio, generó un escenario de menor holgura en el sector externo. (…)»
Y añade: «(…) es relevante preguntarse si es apropiado que un país que ha sabido aprovechar el cambio del escenario internacional para remover una de las grandes limitaciones para el desarrollo, tenga que volver a toparse con este límite, pero ya no como consecuencia de una restricción estructural sino porque una parte de su población percibe que la dolarización de sus ahorros podría llegar a ser la estrategia que maximice un retorno financiero privado (…)»
Agregando: «La cuestión clave radica en determinar si toda la economía argentina debe convalidar los costos que significarían modificar bruscamente su tipo de cambio ante alteraciones en la oferta y demanda de dólares originada en razones exclusivamente financiera. Para afrontar esa situación, requiere ponderar otros interrogantes (…)»
¿Debe, en las condiciones internacionales señaladas, el sector público endeudarse externamente para financiar la mayor demanda de divisas de la parte de la población que desea dolarizar una parte de sus ahorros? ¿Debe fomentar en forma subsidiaria que otros agentes privados o jurisdicciones subnacionales se endeuden para obtener esos fondos? ¿Debe facilitar todas las reservas internacionales que le sean demandadas? La respuesta es negativa a esos tres interrogantes, como a la opción de la devaluación.»
En definitiva, la cuestión pasa por determinar si un ciudadano, en tanto integrante de la sociedad, está dispuesto a realizar un sacrificio individual en función de un objetivo colectivamente –y democráticamente, cabría agregar– juzgado como superior. No parece ser positiva la respuesta a dicha pregunta por parte de un gran sector de la sociedad argentina, formateada por las limitantes que impuso a la idea de proyecto común de Nación lo actuado por el Proceso de Reorganización Nacional. Y en consecuencia se reacciona. El menemismo, como tiempo cultural, más tarde, agregó la consagración del interés propio como el único válido.
Miguel Del Sel, por su parte, casi llega en 2011 a gobernador de la provincia de Santa Fe; arribó a tal posición de expectativa a caballo de la popularidad que le granjeó su carrera como humorista; y también de la gobernación desastrosa del doctor Hermes Binner, que llevó a la provincia casi hasta la quiebra tras haberla recibido con anchos márgenes superavitarios. Es decir, Del Sel es el prototipo de dirigente trasplantado a la acción pública desde la actividad privada, práctica diseñada por el menemismo durante los años noventa, a tono con la prédica neoliberal, consagratoria del individualismo más extremo –«sálvese quién pueda»– y entrega al sector privado de tanta función estatal como sea posible.
Uno de los teóricos máximos del Estado minimalista o subsidiario, Robert Nozick, lo expresó sin dobleces: “(…) las personas no están obligadas a ayudar a aquellos menos afortunados (…)”. (Nozick, R. “Anarchy, State and Utopia”, Blackwell, Oxford, 1984, pág. IX). En el mismo sentido, para Milton y Rosa Friedman “una sociedad que pone la igualdad por delante de la libertad terminará al final sin igualdad ni libertad”. Cualquier parecido con frases oídas en un caceroleo no es mera coincidencia.
El experimento que capitanea Maurizio Macri resulta, en la práctica y desde el discurso, heredero indiscutible de aquella tradición.
El cómico es, además, productor pecuario, actividad gracias a la cual, confesó él mismo, es millonario; no obstante lo cual fue capaz, apenas un instante después de dicho reconocimiento, de efectuar un reclamo respecto de la actividad que –se insiste, según el propio Del Sel– lo hace rico al entonces presidente Néstor Kirchner. Tampoco parecen pertenecer a los sectores más sufridos del plexo social quienes vituperaron a Kicillof en abrumadora y cobarde superioridad numérica.
La complejidad conceptual de las expresiones acá analizadas, nula en ambos casos, frente a una situación que la demanda en grande, como se desprende del informe del BCRA reseñado, expresa, por contraste, la rabia de la impotencia de quienes se saben derrotados y sin razón. ¿Por qué quienes no van más allá de la cortedad del “yo quiero hacer lo que se me canta con lo mío y lo demás no me importa” o del humor básico y chabacano de Midachi iban a saber a plantar sus disidencias con mayor altura y espesor argumentativo?
La respuesta, así las cosas, parece ser clara: nadie que ostente un nivel de vida aceptable tiene voluntad de ofrecer su aporte personal transitorio en medio de una coyuntura complicada en procura de reducir daños equitativa y mayoritariamente a la población globalmente considerada. Y son capaces de cobrarles por mano propia a quienes dispongan lo contrario.
La guerra declarada por las empresas dominantes del negocio infocomunicacional contra el gobierno nacional nunca puede obviarse, tampoco en esta oportunidad, habida cuenta que contra La Cámpora se ha dispuesto una persecución delatoria que ya roza los límites de lo vergonzoso –incontable cantidad de veces en el caso de Axel Kicillof– y trae reminiscencias del pasado más sangriento y doloroso, cuando la militancia se homologó a categorías delictivas.
Cuando Del Sel vomitó de la forma en que lo hizo, la pregunta era si formaba parte de un arranque aislado o si, por el contrario, representaba algo o a alguien; ahora está claro. Siguen, por el momento, siendo expresiones reducidas: resta comprobar el peso de las mismas a la hora de las urnas.
La modalidad misma de estas expresiones parece estar transmitiendo que en las urnas ‘no pasa nada’ con ellos.
Eso es intranquilizador.
Pablo, hace un año que no entraba a esta página, y veo que seguís igual de trasnochado que antes. Te felicito por la constancia. Me pregunto quien te pagará por tu militancia. Saludos.
50% Randazzo, 50% Julián Domínguez.
Randazzo te pagó con un DNI y un pasaporte.
Si alguien no putea a Cristina, debe ser por que le pagan. Un año después Ignacio sigue con las mismas giladas. Coherencia.
«Axel Kicillof fue atacado salvajemente por una patota miserable formada por pasajeros»
Jorge Giles es un poroto al lado tuyo.
Quería poner «una horda de hijos de setenta camiones llenos de putas», pero queda feo.
Pablo, felicitaciones, podría firmar abajo.
Y a vos Ignacio quién te paga?
Para aclararle a los que no saben: la «primera» de Buquebus, es, en la práctica, lo mismo que la clase Turista de Buquebus. Por lo tanto el argumento de que Kichi viajaba en turista pueden ir dejandolo de lado. Insisto, en «primera» en BQB viaja cualquier pelado, porque no cuesta más dinero. Muchas veces hasta te lo dan de onda.
En honor a la verdad, hay DOS tarifas: no se llaman ‘turista’ y ‘primera’ sino ‘primera’ y ‘primera especial’. Cuestión de nombres y de marketing.
http://www.buquebus.com/BQBWebV2/web/Compra
¡Grande Feliciano, veo que ha sabido desentrañar lo esencial del post!