A pocos días de que el Senado de la Nación vote en contra del proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, la efervescencia de los que se opusieron con uñas y dientes a su sanción, parecía haber disminuido.
En este contexto, cuando los representantes mediáticos pertenecientes a los mal llamados “ grupos pro vida” habían mermado en sus apariciones en los panales de debates televisivos, se viralizó un video de un programa que conduce la ex modelo Gisela Barreto, en el que participó como invitada la senadora por la provincia de Salta Cristina Fiore Viñuelas. El programa tiene una duración mucho más extensa, pero en una edición que no alcanza los tres minutos, se puede apreciar la continuación de una línea argumentativa sumamente deficiente y con un fuerte componente de datos falaces que evidentemente buscan generar un impacto que horrorice a sus espectadores. Cuando en pos de argumentar una postura es necesario recurrir a ideas falaces es porque existe un interés oculto, porque el hecho implica una pérdida de privilegios inminente para algún sector interesado, o simplemente porque el único objetivo es negarles a otras personas el acceso a las libertades. Y si, en ocasiones, esto último puede suceder por pura satisfacción.
El programa se realizó un día después de que se llevo a cabo la sesión en la cámara alta. Como consecuencia del resultado de la misma se puede ver a la conductora festejando, de la mano de la senadora, una suerte de triunfo. Ante esta situación se activa la primer alarma: vemos personas que celebran que todo siga igual que antes. Algo no está bien.
Ante todo, corresponde preguntarse si el hecho de que la lucha por la ley de aborto legal haya desembocado en una masificación de tal magnitud, no refiere que algo del status quo está quedando obsoleto. Y luego, respecto de estas dos señoras, surge la inquietud acerca de si lo que les sucede es que no advierten esa presión social que ejercen millones de mujeres pidiendo a gritos ser escuchadas, o si quizás lo advierten pero tienen propuestas alternativas para terminar con los embarazos no deseados. En cuanto a esto último, es de destacar la importancia que repentinamente le empezaron a otorgar a la Ley de ESI los defensores de las dos vidas.
Lo impactante de este caso es que los discursos de Gisela Barreto y de la senadora Cristina Fiore Viñuelas no se encuadran en ninguna de estas dos variables, y se ubican en un nivel superado que, no obstante lo anterior, demoniza la educación sexual integral.
Sin pelos en la lengua, la conductora no titubea al afirmar que los nuevos programas de educación sexual contemplan talleres de masturbación entre niños y niñas, como así también que estos y estas vean películas pornográficas en el ámbito escolar. Sin perjuicio de mencionar que habla de “incitar” a lxs chicxs a la igualdad de género. Una frase que activa la segunda alarma: resulta que no solo se oponen a ampliar derechos sino que además manifiestan abiertamente su intención de continuar sosteniendo los privilegios que conlleva la desigualdad basada en las diferencias de género, en el sistema patriarcal.
La bestialidad de comunicar datos plagados de mentiras sin mencionar fuentes e intentar boicotear una herramienta fundamental como es la educación, habla de una irresponsabilidad exponencial que crece aun mas cuando una legisladora se alinea con ese discurso.
Si de verdad se quiere conocer que programas son contemplados en la ley, basta con googlear “Ley Nacional 26.150” y desechar, en menos de cinco minutos, las palabras de Gisela Barreto. Por otra parte, y aunque no sea esta una función exclusiva del poder legislativo, los representantes del pueblo deben velar por la efectiva aplicación de las leyes que hayan promulgado, mas no pareciera lo más apropiado estar avalando su tergiversación en los medios de comunicación.
En las redes sociales se pueden leer algunas críticas hacia quienes replican el video entendiendo que el hecho de seguir dándole entidad podría ser contraproducente. Es que el mensaje es tan abrumador que asusta la idea de que una sola persona pueda hacerle lugar a la catarata de desinformación. Sin perjuicio de ello, quizás este caso es interesante en términos de exponer los fines verdaderos que persiguen los detractores de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Y lo que es claro con este ejemplo es que esos objetivos distan del discurso pacifico de salvar todas las vidas ( que es un eufemismo en su máximo esplendor), más bien pareciera ser que lo sucedido el pasado ocho de agosto les permitió dar rienda suelta a sus verdaderas pretensiones. No hemos escuchado en el video de referencia un solo ejemplo de cómo salvar las dos vidas del pañuelo celeste. De hecho, esa idea ya forma parte del pasado y ahora resulta que van por desacreditar la importancia de la educación sexual, que es tan necesaria para que -entre otras cosas- los pibes y las pibas puedan advertir situaciones de abuso intrafamiliar o puedan reconocer rápidamente cuándo una relación es violenta.
Paralelamente al surgimiento de estos discursos en detrimento de la aplicación de la ley de ESI, vale destacar que la gestión de gobierno actual recortó los recursos destinados a su implementación efectiva, por ejemplo, cuando despidió a un tercio del personal del Ministerio de Educación de la Nación capacitado en el Programa de Educación Sexual Integral, en el año 2016. Asimismo, y luego del cimbronazo que generó el primer “Ni Una Menos” (que también sacudió al Estado pidiéndole intervención urgente en la problemática de la violencia machista), en el año 2015 el Ministerio de Educación organizó las Jornadas Federales “La violencia contra las mujeres: las escuelas como escenario de protección de derechos”. A partir del año 2016, también dejaron de realizarse.
Las posiciones son múltiples y seguramente existan ciudadanxs que se opusieron a esta ley por priorizar los derechos del niño por nacer. Todas las opiniones son validas. Sin embargo, cuando se trata de representantes del pueblo o de comunicadores que acceden a cualquier tipo de información y pueden elegir no replicar mentiras, resulta dificultoso respetar esas posturas. Y no por el hecho de defender la preponderancia de un derecho sobre otro, sino por hacer una utilización mentirosa del discurso, en perjuicio de los derechos conquistados (como la ley de educación sexual integral) para negar la adquisición de un nuevo derecho.
La calle habla. Grita. Exige. Reclama. La calle son las pibas que van a buscar respuestas a sus necesidades. Las pibas no niegan el disenso. No mienten. Y si: las pibas se politizan. Y lo hacen con la idea clara de que la política es la herramienta para modificar un escenario que las somete, las invisibiliza, les niega la autonomía. Del otro lado, actores sociales que se niegan a la legalización del aborto pero que además subestiman nuestra inteligencia hablándonos de que los preservativos no previenen el contagio de enfermedades. Otros, nos quieren hacer creer que existen violaciones intrafamiliares sin violencia, o pretenden desacreditar la importancia de la educación sexual integral.
A la luz de estos hechos, es preciso replantearse adonde estamos parados y paradas. Es importante abrirnos a preguntas, interpelarnos una y mil veces para decidir adonde posicionarnos y, sobre todo, cuestionar los discursos hegemónicos. En este sentido, no es un dato menor poner atención a los fundamentos que utilizan los referentes de cada postura. Sobre todo, porque nada se terminó. Y porque es urgente tomar conciencia de las necesidades de quienes representan al futuro.