“Si las chusmas fueran flores mi barrio seria un jardín”, así se puede leer en el paredón frente a la oficina en la cual trabajo, bien podría decir “mi pueblo” en vez de mi barrio, es que somos pocos y nos conocemos mucho.
A menudo, donde vivo, las noticias se conocen primero de boca en boca y luego, y solo a veces, son ampliadas y reflejadas en los medios. De manera que uno debe aprender a relacionar la calidad de la información en base a quien la emite, es decir uno debe “tomar las cosas como de quien viene.”
Los medios como concepto, en su simplificación más básica, son gente que te cuenta cosas, las diferencias se encuentran en el receptor. Es natural que ante una novedad que nos trae un allegado, uno lo interpele ¿Quién te lo dijo? ¿Cómo te enteraste? ¿De donde lo sacaste?, por alguna razón solemos exigirle mas a quien conocemos de toda la vida que a alguien que leemos sin haberlo cruzado nunca. Hace poco, un grupo de gente se planteó las mismas preguntas acerca de un emisor, el resultado hubiera sido penoso de tratarse de un cara-a-cara, el 50% de su información no contenía respaldo alguno, sobre el 50% restante solo se citaron 12 fuentes diferentes.
Se hace notar en mi pueblo, pero la figura existe en casi cualquier grupo social, el “metepua”, el que “te hace la cabeza” es aquel que decide qué contarte pensando siempre en un interés que le es propio, el que busca que se actúe de cierta forma inducida por su mensaje.
A la larga, no es difícil detectar a estos personajes, pero si lo es desenmarañar la trama de información que han armado. Aunque todos sepamos de la pobre calidad de su información y conozcamos sus intereses personales, nos vemos obligados a aclarar los tantos, a enfrentarnos al trabajo agotador de desarmar el enredo que nos involucra y cuando no nos involucra hasta nos vemos tentados a creerle.
Pasa el tiempo y esta persona va quedando sola, de tanto aclarar ya no quedan ganas de escucharlo, y la credibilidad se va perdiendo, cuando el momento llega, cuando solo lo escuchan los que disfrutan de su mentira, suele intentar cambiar la estrategia, pero somos pocos y nos conocemos mucho y hasta él sabe que es tarde.
lo mas rescatable resulta ser el criterio de verdad que podemos llamar»por decantacion»en el sentido de que el tiempo y la experiencia van demostrando selectivamente como aislar al mentiroso.