A tres meses de la muerte de Néstor Kirchner parece que es momento de reflexionar sobre el proceso que se inició en 2003 y que lo tuvo como uno de los dos actores principales junto a su esposa Cristina Fernández. Para ello analicemos los dos períodos por separado.
Gobierno de Néstor Kirchner: Sería redundante aquí señalar los logros del gobierno de Néstor Kirchner, ya que después de su muerte hasta los medios que más acérrimamente lo combatieron recurrieron a ellos en sus ediciones homenaje (un milagro K verdaderamente), por lo que sólo diremos que logró sacar al país de la cesación de pagos más grande de su historia, disminuyó fuertemente los índices de pobreza y desempleo, canceló totalmente la deuda que teníamos con el FMI, librándonos de la sujeción a las políticas económicas ortodoxas dictadas por ese organismo, le devolvió a la política el valor insustituible en toda sociedad, algo que había perdido en Argentina desde la década de los noventa, el país es reconocido mundialmente por su política en materia de derechos humanos y en el afianzamiento de la justicia al limpiar la Suprema Corte de Justicia. Si se observa con atención, casi todos estos logros, impensados en el 2001, tienen el común denominador de ser factores básicos de un país, de ser piezas fundamentales para el funcionamiento de una república, para el rescate del estado y de la autoridad presidencial como factor aglutinador de la sociedad y de la voluntad del pueblo como actor de su propio destino, algo ausente desde la década menemista o quizás más atrás. En política internacional se dedicó a insertar nuevamente al país en el mapa mundial, a través del Mercosur y la Unasur, además de cambiarle la cara al país en el concierto mundial de países. Esta no es otra cosa que una breve muestra de los logros del kirchnerismo en el gobierno. Es decir, para resumirlo en una figura: el kirchnerismo y el pueblo pusieron al país de pié.
Gobierno de Cristina Fernández: Algunas de las medidas adoptadas por la presidenta Fernández fueron la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, la creación de un polo científico-tecnológico en Buenos Aires, integrado por tres institutos: Ciencias Sociales y Humanas, Ciencias Biomédicas y Biotecnológicas y Ciencias Exactas y Tecnológicas, la creación del Ministerio de Producción, el rescate de Aerolíneas Argentinas, reestatización de la fábrica de aviones de Córdoba, la reestatización de los fondos de jubilación y pensión, recuperándolos para el mercado nacional, la generalización de la asignación familiar por hijo, la Ley de Medios, los dos aumentos anuales por ley de las jubilaciones, la liberación de las transmisiones de fútbol, la creación de la TV digital y de HD gratis, además de continuar con el proceso de crecimiento de la economía como nunca antes se había visto, incluso superando las influencias perjudiciales de la mayor crisis económica mundial desde la crisis del 30, el afianzamiento de la inserción de Argentina en Latinoamérica mediante el Mercosur y la Unasur, y en el mundo a través del Grupo de los 20 y ahora presidiendo el G77 más China. De nuevo, ésta es sólo una muestra incompleta de sus medidas de gobierno.
Si analizamos ambos gobiernos veremos que comparten la ideología y la visión del presente argentino y latinoamericano, pero los momentos, circunstancias y contextos difieren bastante. Difieren los obstáculos y los enemigos domésticos: los del segundo período de gobierno son mayores, más poderosos y la batalla que declararon contra él es a todo o nada. Hagamos un breve repaso histórico. El emporio Clarín pasó de un seguimiento muy parecido a un apoyo en los primeros años de Kirchner a una confrontación feroz en los últimos de Kirchner y en los primeros de Cristina, luego del rechazo kirchnerista a la presión del multimedio para que el gobierno apoye su compra de Telecom, y luego de que el matrimonio resistiera la “sugerencia” de Magneto de retirar la candidatura presidencial de Cristina en 2007 (como denunció el mismo Kirchner en el programa de TV “6, 7, 8”). Vemos también que ambos gobiernos partieron de un universo electoral muy distinto: Kirchner tenía sólo el 22% de votos (aunque hubiese ganado la frustrada segunda vuelta con más de 60%), en cambio Cristina logró un 45% de los votos. Kirchner pudo ir remontando esos guarismos con medidas políticas y año tras año, pero desistió ser reelecto (cuando era número puesto) y apoyó a su esposa como medida estratégica para evitar la tarea de los medios concentrados que, según la táctica de Magneto, consistía en pegarle a los gobiernos en su segunda etapa para que caigan y así disciplinar al siguiente, por supuesto de distinto signo ideológico, como lo venía haciendo el conglomerado mediático (Clarín, La Nación, La Razón, Papel Prensa) desde el 83. Pero, a poco de andar, el gobierno de Cristina perdió imagen pública y votos debido a errores propios y aciertos de la oposición mediática-patronal agraria, como por ejemplo el resultado de la revuelta de la patronal cerealera exportadora contra la resolución 125 en 2008. Las elecciones del 2009 pusieron negro sobre blanco los guarismos de la opinión popular y, aunque el Frente para la Victoria efectivamente ganó las elecciones por un pequeño porcentaje, la derrota de Kirchner en la provincia de Buenos Aires marcó el subsiguiente clima político asumido tanto por la oposición como el oficialismo. Sin embargo, en lugar de recurrir a lo que la historia argentina aconsejaba ante una derrota: conceder, defenderse o desensillar hasta que aclare y luego entregar el poder a la oposición, el gobierno de Cristina hizo lo contrario: duplico la apuesta, aceleró, profundizó el modelo y tomó medidas afines al proyecto político que nació en 2003 que incluso su marido no había querido o no había podido tomar. En la fase Kirchnerista las corporaciones apoyaban la mayor parte de las medidas de gobierno para sacar al país del infierno porque les convenía, o se oponían a algunas sin la osadía y desvergüenza que lo harían en la fase Cristinista. Aunque el grupo Clarín obtuvo concesiones del gobierno en los primeros años de Kirchner debido a la correlación de fuerzas vigente, pasó a una oposición salvaje cuando el kirchnerismo se independizó de sus debilidades iniciales y levantó vuelo propio, y más aún cuando el Cristinismo o Fernandismo (para llamarlo de alguna manera) lo desangeló ante la sociedad y lo enfrentó abiertamente. Esto marcó el clima político de casi todo el gobierno de Cristina.
La sociedad durante estos años se comportó de acuerdo a sus intereses particulares y generales; ellos muchas veces coincidían y por eso el gobierno 2003/2007 no sufrió una oposición salvaje como sufrió y sufre el gobierno 2007/2011. Esto se debe mayormente a que los objetivos del gobierno de Cristina Fernández chocan abiertamente con los intereses del establishment. Veamos en detalle esto: la fase Cristinista o Fernandista se fijó desde el comienzo objetivos menos primarios, como se suele decir: de segunda generación, ya que los más básicos ya estaban logrados o estaban en proceso de serlo, y es allí donde se pudo ver que las alianzas entre el gobierno y distintos sectores de la sociedad empezaban a crujir o a estallar directamente. Sin embargo, la muñeca conductora de la presidenta pudo capear bien las resistencias e incluso los embates de los conglomerados del establishment que se veían afectados con sus medidas, aún a pesar de las derrotas y vueltas a fojas cero de algunas de ellas. Paradójicamente, los guarismos de imagen e intención de voto del gobierno de Cristina Fernández, luego de caer abruptamente en el 2008/2009 parecen imitar la trayectoria ascendente del gobierno anterior y acercan al oficialismo a un triunfo electoral en octubre, lo que daría al kirchnerismo/cristinismo un tercer período de gobierno consecutivo, algo inédito en la historia argentina. Pero esto no es fruto de la casualidad ni de algún “viento de cola” electoral sino que es fruto de una gestión enfocada en un programa de gobierno coherente con la plataforma inicial y complementario o superador del realizado en el gobierno anterior.
Se ha especulado bastante con que el kirchnerismo sería la fase superior del peronismo, utilizando la vieja fórmula leninista. Preferimos, en cambio, especular, quizás en forma impertinente, que el Cristinismo puede ser considerado la fase superior y superadora del Kirchnerismo. Dejamos para otro momento el debate sobre si el peronismo tuvo varias fases (Primer y Segundo peronismo con Perón, Peronismo Camporista, Tercer Peronismo con Perón, Peronismo neoliberal con Menem y Peronismo K con Néstor y Cristina) y nos remitimos tan sólo a caracterizar ahora las dos etapas del proceso iniciado en 2003 y que finalizará, según las últimas encuestas, en 2015.
Hemos visto que las medidas de gobierno de Cristina Fernández son claramente un paso adelante en el rumbo fijado en 2003, una secuela lógica y perfeccionadora del plan de gobierno de entonces, una segunda mano de pintura del modelo político-económico iniciado por Néstor Kirchner cuando el país se caía del mapa económico, político y social mundial. Por eso es inútil comparar ambos gobiernos con el propósito de dictaminar cuál es mejor o peor. Ambos son claramente etapas de un mismo proceso político, y tienen el estilo particular de cada uno de sus conductores. No reconocer esto o pretender conferirle la propiedad del proceso (para bien o para mal) únicamente a Kirchner es hacerle el juego al prejuicio machista que determina caprichosamente que sólo un hombre tiene la capacidad de conducción política y la tenacidad necesarias para dirigir un país (cosa refutada hasta el hartazgo por la historia mundial) además de desconocer las capacidades políticas de Cristina Fernández, evidentes en toda su carrera política, ya sea como diputada, senadora y presidenta de la Nación. Naturalizar la supuesta debilidad de Cristina Fernández ante la muerte de Néstor Kirchner, ya sea de parte de una oposición política y mediática con la intención de limar el gobierno actual, o por parte del oficialismo, en forma no intencionada, ya sea endiosando o subrayando en demasía los logros y habilidades del desaparecido líder del modelo sin subrayar lo suficiente las capacidades y logros de Cristina, sólo contribuye a disminuir las aptitudes de la presidenta y su gobierno, olvidando que la dupla política de Santa Cruz era eso: una dupla aceitada que ejercía el poder y el liderazgo político que fue capaz de remontar un país prácticamente desahuciado por el mundo y por la mayoría de sus habitantes después del 2001. Cristina contribuyó en el gobierno de su marido tanto como Néstor en el de ella. Quien diga lo contrario no estuvo al tanto de la política de estos últimos 10 años, posee velados prejuicios machistas o una segunda intencionalidad política. La historia se encargará de desahuciar estos argumentos, por eso abordemos ahora el análisis final.
Así como el peronismo vino a enriquecer y completar la ímproba tarea del yrigoyenismo, colocando a la Argentina en el siglo XX en cuanto a los derechos sociales y políticos, podemos afirmar que Cristina Fernández llegó al poder para enriquecer y completar la tarea de su marido. En este breve repaso se pudo apreciar que las medidas tomadas por el cristinismo pertenecen a un estadio superior del proceso iniciado en 2003, es un nuevo piso construido sobre los cimientos del kirchnerismo, un paso adelante en la construcción del mismo modelo de país. Aunque suene a perogrullada, debemos concluir que cada gobierno tiene la impronta de su ejecutor, evitando utilizar el torpe cliché de endilgarle a Néstor Kirchner la solitaria autoría del modelo. Es por todo esto que postulamos que el cristinismo (o fernandismo) puede ser considerado la fase superior del kirchnerismo.
El desafío ahora para el cristinismo es construir sobre ese piso consolidado, no ceder ni retroceder en la tarea realizada, en los logros colectivos y enfrentar la difícil tarea de elaborar y ejecutar políticas con el horizonte del 2015 que mantengan el rumbo fijado y que profundicen y enriquezcan el modelo pero, además, debe arreglárselas para lograr algo que ninguno de los procesos o movimientos políticos argentinos jamás lograron en doscientos años de historia: gestar una descendencia política que afiance sus logros y renueve el cuerpo del conglomerado político, y forme los futuros dirigentes del nuevo o renovado movimiento político que nació en el siglo XXI de las cenizas de un peronismo que se inmoló en el fuego menemista. Esa tarea, ese desafío, de ser superado, marcará un verdadero hito en la política argentina.
Este post de Basurero me parece muy bueno y enriquecedor,comparto sus apreciaciones.Lo unico que no me llega es lo de»fernandismo»porque solo lo asocio con aquello de «la mascara de Fernando»en cuanto a la interpretacion de la»Revolucion de Mayo»de 1810.
Basurero veo que tu aporte es esencial en estos momentos. Se necesita poner blanco sobre negro con respecto a lo actuado por el gobierno. Despejar la paja del trigo, ver qué nos queda de estos dos gobiernos (en mi opinión muy positivo). Sin embargo hay un velo, llámese medios hegemónicos de la comunicación, que no permite a la ciudadanía descubrir la potencialidad de lo realizado, y no hablo de que no saben qué se hizo sino a qué dará lugar en el futuro lo que se hizo, que si lo analizamos por lo hecho en los 90 podemos concluir que si en ese tiempo las medidas adoptadas destruyeron al país de la mano larga del neoliberalismo (inscripto actualmente también en el mismo Movimiento Peronista) hoy es a la inversa, ya que la dirección es inversa, y en mi opinión contribuirá a la reconstrucción de nuestro querido país. Por lo tanto a estar atentos durante las elecciones partidarias abiertas ya que son muchos los que levantan el estandarte de la P sobre la V pero son pocos los que verdaderamente entendieron las exigencias de la hora actual.
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