En qué año llegó a YPF?
–Ni bien me recibí, en el ’92, de ingeniero en la UBA, entré a trabajar en YPF. La quiero como a la familia. YPF me paga el máster en Harvard, debido a que los costos son altísimos y nunca lo podría haber hecho. Entre la educación gratuita y el título de ingeniero, más el máster que me pagó YPF cuando tenía control estatal, es mucho lo que le debo al país y es lo que me motiva a apoyar esta recuperación en estos momentos.
–¿Ingresó durante la gestión de José Estenssoro?
–En el ’92 ya estaba Estenssoro, en el ’93 entra capital privado –siempre manteniendo el control el Estado,– esa famosa Acción de Oro– y principalmente management argentino. Durante esos años, YPF era un motivo de orgullo: la Universidad de Harvard escribía casos y estudiaba el caso de YPF que compró una petrolera en Dallas, en EE UU.
–La presidenta le hizo un reconocimiento a Estenssoro en el Parlamento…
–YPF era una multinacional argentina de excelencia, compramos la Maxus en Dallas, con yacimientos en Indonesia, en África. Todo eso se empieza a revertir en el ’99 con la llegada de Repsol. Y el punto de inflexión es principalmente el relegamiento por parte del Estado de esa Acción de Oro, que es el poder de veto sobre decisiones de la Compañía.
–¿Cuál fue su cargo dentro de la empresa?
–El último cargo fue director de Marketing. A Marketing reportaban distintos sectores como el Servicio Técnico, la calidad de los combustibles, los negocios de conveniencia de las estaciones de servicio, la capacitación del personal de estaciones de servicios y demás. Era una Dirección importante porque maneja las variables como en cualquier empresa, y una de ellas es el precio de los productos. Teníamos una altísima capacitación porque la fijación de precios implica una responsabilidad social muy alta. Un día el director de Marketing amanece mal y dice “hoy aumenta el gasoil”, entonces sube el transporte, el riesgo país, la pobreza, cosas que dudo que en estos últimos años de management no argentino se hayan tenido en cuenta.
–¿Estuvo hasta un año después de llegados los españoles?
–Menos, ellos llegaron a mediados del ’99 y yo renuncio el 28 de febrero del 2000. En mi telegrama hablo de hechos contrarios a los intereses de la Nación que implicaban vaciamiento. Con la YPF argentina teníamos un gasoil de 55 cetanos, que es una medida de calidad del combustible. Ese es un gasoil muy bueno, a nivel europeo y lejos lo mejor que había en Latinoamérica. Una de las primeras instrucciones que me da el nuevo management español es llevarlo a los 50 cetanos. Les dije, “si, todo bien, pero bajando el precio”. Me dicen que no: “lo llevamos a 50 (abaratándolo, porque al gasoil le ponés menos aditivos). Lo tenés que bajar y mantener el precio.”
–¿Qué opina de que se le atribuya el vaciamiento a una mala política energética?
–Es una falacia que carece de rigor histórico. Es fácilmente demostrable lo contrario porque lo que se está haciendo es volver a tener el control sobre la empresa más grande el país. A la luz de que las reservas están en la mitad de lo que estaban en esa época y que no hay nafta en las estaciones los fines de semana, no hay que ser ingeniero del Balseiro para saber que desinvirtieron. Está bien sacar a Repsol, nadie se puede oponer a eso.
–¿Cuando el Estado vendió su Acción de Oro no pudo evitar este tipo de políticas?
–En el último Balance, el director por el Estado, Roberto Barata, se opone a esta política de dividendos, pero la votación es once a uno. Pre Repsol, el Estado tenía poder de veto. Cuando estaba Estenssoro, los dividendos estaban siempre muy por debajo del 100% de las utilidades. Con Repsol, se les daba 200. Y esos billetes salieron de los bancos, son la deuda, y están en el balance de YPF.
–Usted es muy crítico de la gestión de Repsol…
–La empresa me había puesto en la lista de potenciales presidentes de YPF en el futuro, era el director más joven, y viene una empresa cuya trayectoria en el gerenciamiento de negocios petroleros era cuestionable o inexistente y toma control de una compañía que dos años atrás estaba comprando empresas en Dallas, que es donde “inventaron” el petróleo. Daba hasta un poquito de vergüenza ir a EE UU a hablar con los tejanos y darles indicaciones.
–¿Como calificaría a los distintos presidentes y sus gestiones en YPF-Repsol?
–Volvemos a lo que se dice que el vaciamiento comienza por las políticas de este gobierno. Nada más alejado de la realidad, sino que es casi un modus operandi de la gestión de Repsol. Vienen con una política de dividendos muy agresiva, y eso que tuvo dos conducciones un poco enfrentadas al principio (Alfonso Cortina y Antonio Brufau), pero la política de dividendos no se modificó.
–¿Cree que Cristina está pensando más en el modelo del año ’99 que en el del año ’92?
–El modelo Estenssoro, básicamente, los pilares que tenía eran: control estatal, poder de veto del Estado; y Estenssoro actuaba en forma coordinada con las políticas estatales que fijaba la administración nacional. Nunca lo discutió. Otro pilar era que no se podía hacer todo solos, se requieren inversiones y hay empresas que saben hacer una cosa; otras empresas, otras. Brasil tiene la mayoría de sus yacimientos mar adentro, con una tecnología de perforación totalmente distinta a la de Neuquén por ejemplo, que están en tierra. ¿Van a perforar en plataforma? ¿Quién es el socio natural? Petrobras. ¿Vamos a perforar en yacimientos de mucha profundidad como Neuquén? Asociémonos con la Exxon. El capital privado tiene que estar. Estamos comprando el 51 por ciento. La acción seguirá cotizando en Nueva York, y hay que explicárselo a los inversores: los inversores minoritarios de YPF. Están queriendo instalar una idea de que no se respeta la seguridad jurídica, que este es un país anti capitalista, y es todo lo contrario.
–¿Cuáles son los pasivos ocultos de YPF?
–Existen dos tipos de pasivos: el que se puede ver en el balance, que es público, que se duplicó, y debemos hacernos cargo nosotros, y que se da por esta política de dividendos porque al sacar más plata que la ganada se la pedían a los bancos. La deuda se duplicó en cuatro años. Hay otros pasivos que son intangibles, como la relación directa que existe entre una política de dividendos alta asociada a un riesgo país alto, ese riesgo está asociado al encarecimiento de la plata en Argentina para cualquier cosa. Vas a pedir plata y es caro. Eso hay que cuantificarlo, no está en el balance. Escuché también que primero hay que pagar, después expropiar. Pagar cuánto. Repsol dice 10 mil millones de dólares. Qué funcionario público lo aceptará, es la plata de los contribuyentes. Veamos todo y que se pague lo que sea justo, pero evaluando todos los pasivos.
–El proyecto se remonta más al control del Estado como en el ’99. También tuvo administraciones no muy eficientes, como en el gobierno del alfonsinismo, con una política no muy feliz. ¿No se hacen cargo de las barbaridades que hicieron, no?
–Algo llegué a ver de esa empresa. La flota aérea más grande del país no era Aerolíneas. Era YPF, y los aviones no se usaban para transportar a un herido de un yacimiento hacia el hospital: eran para el hijo del presidente, sus primos, y sus viajes. Era un despilfarro, y todo eso se cortó. En este momento también se cortarán otros. Hay que tomar decisiones valientes. Los estadistas pasan por ese lado: toman decisiones que se tienen que ver en el largo plazo.
–Una de las cosas que hace la ley es declarar de interés público la actividad hidrocarburífera. ¿Qué consecuencias puede tener?
–Afuera del país, y algunos medios contrarios a la administración Kirchner pretenden instalar una idea de que esto es una confiscación, que no se paga, que atenta contra la seguridad jurídica. Nada más lejos de la realidad porque, en el mundo de las empresas, son moneda común las adquisiciones. La única diferencia es que el que está comprando es un Estado nacional, que tiene otros mecanismos, hay una Constitución, declararlo de interés público, se evalúa a la empresa y se paga. No hay confiscación, no encuentro el punto de fisura donde se esté violando la seguridad jurídica.
–Lo dice La Nación cotidianamente…
–Si, y cotidianamente tiene una solicitada que vale 30 mil dólares. Yo soy ingeniero y lo que digo es que lo que no se puede medir, no existe. No deberíamos confundir los intereses de algunos medios. La Nación no es una ONG, tiene fines de lucro. Este es un país libre, todo el mundo puede decir lo que quiera, pero debemos ser vehementes en aclarar estas cosas. Hay que explicarlo muy bien, y los argumentos están de nuestro lado. Que no hagan aparecer la recuperación del paquete controlante de una sociedad anónima como una cruzada anti inversores, porque es un disparate. <