Por Manuel Torino
E n tiempos de oscurantismo estadístico en la Argentina, la mirada experta de Ernesto Kritz cobra especial relevancia a la hora de analizar las cifras de empleo y pobreza, precisamente dos de las banderas que más agitó el kirchernismo para justificar lo que dio en llamar la década ganada.
Luego de retirarse de SEL Consultores, el economista, que vuelve al ruedo en un año electoral como uno de los cinco directores de Poliarquía, dialogó con El Cronista WE.
l La década de gestión kirchnerista se ha adjetivado hasta el hartazgo. En materia de empleo, ¿qué balance hace usted de estos 10 años?
– Si uno toma la década en su conjunto, el balance es positivo en la medida en que se considere como punto de partida la crisis post-convertibilidad. Desde 2003 al primer trimestre de 2013 se lograron generar unos 3,5 millones de empleos y creo que es uno de los logros más importantes del kirchnerismo. Sin embargo, si se bucea al interior de la década, en el caso del empleo hay una diferencia significativa entre los primeros cuatro años de Néstor Kirchner y los posteriores de Cristina. En el primer período, el crecimiento del empleo fue excepcionalmente alto, con tasas de hasta el 9% y un promedio de 5,5% mensual. Esto permitió una rápida recuperación de la situación laboral y de la social, porque se venía de un alto desempleo y de una caída fuerte en el salario real que había llevado la pobreza al 50%. Cuando termina la administración de Kirchner, se había logrado bajar más de 20 puntos la pobreza y reducir la indigencia a la mitad.
l ¿Qué cambió durante el cristinismo?
– Ya hacia fines de 2007 se observa que la curva de crecimiento del empleo empieza a desacelerarse, prácticamente sin solución de continuidad. Hoy hay un situación de estancamiento, con sectores como el formal privado que han perdido ocupación. De hecho, el único crecimiento que hubo en estos últimos años fue el empleo público, con los efectos fiscales que esto supone. Mucho tiene que ver con las condiciones del punto de partida: en 2003 la situación social era pésima para la gente. Pero visto desde la macro y desde las empresas, eran óptimas para crear empleo a bajo costo. Había una enorme capacidad ociosa en trabajadores y en equipos. Lo que quiero decir es que la recuperación del empleo y los salarios no fue pese a la crisis sino, precisamente, por la crisis. Pero en 2008, a medida que los recursos ociosos se fueron modificando y que el costo laboral empezó a aumentar, y en coincidencia con la aceleración de la inflación, el Gobierno decidió continuar con la política expansiva que había sido muy exitosa antes, pero que ya no era conveniente. Es decir, lo que sirve para explicar el crecimiento de los primeros años de kirchnerismo, puesto con el signo contrario, sirve para explicar la actual desaceleración y el estancamiento del empleo y del salario real.
l ¿Cuáles son las perspectivas del mercado laboral para el segundo semestre?
– Los números del primer trimestre indican que no fue muy bueno en materia de empleo y de salario real. Lo que pase en los próximos meses dependerá de la economía y de la inversión. Si la economía crece al 2%, como coinciden muchos economistas, no veo muchas posibilidades de reacción en el mercado de trabajo.
l La tasa de desempleo subió al 7,9% en el primer trimestre. ¿Qué sugiere esa cifra?
– Hasta ahora las mediciones alternativas no arrojan grandes diferencias con las del INDEC. Yo diría que la cantidad de empleo total es aceptable. Sin embargo, frente a esta tasa promedio, en el conurbano de Buenos Aires, que es el mercado de trabajo más grande del país, alcanzó el 9,4%. No me atrevo a decir que va a llegar a 10% este año, pero dudo que baje.
l ¿Cómo ve las paritarias?
– Ya el año pasado las veía complicadas porque se habían demorado con respecto a negociaciones anteriores. Y este año vienen todavía más demoradas, así que las veo muy complicadas. Primero, porque al Gobierno le resultó muy difícil imponer una pauta salarial del 20% y después porque tuvo que desplegar todos sus esfuerzos para que los convenios no pasen del 24 ó 25%. De todas maneras, creo que va a estar en principio cerrando cerca del 25%, lo cual significa que el salario real va a estar más o menos con la inflación.
l ¿Este escenario puede afectar el nivel de consumo?
– Si tenemos por una parte un empleo y un salario real estancados o creciendo muy poco, la masa salarial, es decir, la cantidad de plata que tienen los asalariados para gastar, da un indicador de lo que puede pasar con el consumo privado. Además, las encuestas que hay sobre confianza en los consumidores muestran una caída importante. Por otra parte, todavía hay mucha gente que sigue cobrando salarios del año pasado, aunque es esperable que eso se corrija en estos meses.
l Los informes privados hablan de más de 10 millones de pobres mientras que para el Estado hay 2,2. ¿Qué efectos tiene llevar adelante políticas sociales con semejantes diferencias de diagnóstico?
Lo del INDEC es un sinsentido. El costo de la canasta básica alimentaria según sus cifras vale $ 24, lo cual significa que físicamente se compran cerca de unos ocho kilos de comida por día. Eso es imposible. Una de las serias consecuencias en términos estadísticos que tiene la distorsión del índice de precios es que lleva a cifras de pobreza que no se condicen con la realidad. En La Rioja, según el INDEC, no hay pobreza. Sin embargo, el anuncio de la Presidenta por el aumento de la AUH del 35% no solo reconoce la inflación, sino que es la primera vez que supera en términos reales a los ajustes anteriores que solían ser del 25%. En el fondo, son señales que indican que hoy ni siquiera el Gobierno toma en cuenta los datos del INDEC. Pero tampoco tiene ningún parámetro para saber cuál es el resultado de esas políticas sociales. Sin una buena medición es imposible hacer una buena regulación.
l ¿Cómo están hoy los niveles de pobreza en comparación con los primeros años de kirchnerismo?
– El último dato de pobreza no discutido es del segundo semestre de 2006. En ese entonces, la pobreza había sido del 26,9%. Desde entonces, probablemente ha bajado, y yo creería que hoy anda por el 22 ó 23%, pese a que no hay demasiada evidencia estadística para afirmarlo. Con los mismos datos del INDEC uno se encuentra con que en los sectores de menor ingreso per cápita la situación sigue siendo mala. Por otra parte, una medición reciente de la UCA tiene una hipótesis de máxima que, a su vez, me pareció la más realista, que da una pobreza del 26,9%. Es exactamente igual a la de 2006.
l ¿Cómo cree que pueden impactar el estancamiento del empleo y las cifras de pobreza de cara a las legislativas de octubre?
– Si se compara con las últimas dos elecciones, lo que uno encuentra es que en el caso de 2009 las variables ocupacionales venían empeorando en los tres trimestres previos a los comicios y que en el caso del 2011 esas mismas variables venían mejorando. Hoy están empeorando y en ese sentido la situación es similar a la previa del 2009, pero solamente estamos hablando del primer trimestre y todavía no sabemos qué va a pasar en los dos trimestres que quedan hasta octubre. Según nuestros sondeos, la gente ve con preocupación esto: el 50% se reconoce preocupada por perder el trabajo. Si la situación se mantiene, debería impactar negativamente en las posibilidades del oficialismo, pero aún es prematuro aventurar una hipótesis sobre el efecto en las elecciones. z we
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Luego de retirarse de SEL Consultores, el economista, que vuelve al ruedo en un año electoral como uno de los cinco directores de Poliarquía, dialogó con El Cronista WE.
l La década de gestión kirchnerista se ha adjetivado hasta el hartazgo. En materia de empleo, ¿qué balance hace usted de estos 10 años?
– Si uno toma la década en su conjunto, el balance es positivo en la medida en que se considere como punto de partida la crisis post-convertibilidad. Desde 2003 al primer trimestre de 2013 se lograron generar unos 3,5 millones de empleos y creo que es uno de los logros más importantes del kirchnerismo. Sin embargo, si se bucea al interior de la década, en el caso del empleo hay una diferencia significativa entre los primeros cuatro años de Néstor Kirchner y los posteriores de Cristina. En el primer período, el crecimiento del empleo fue excepcionalmente alto, con tasas de hasta el 9% y un promedio de 5,5% mensual. Esto permitió una rápida recuperación de la situación laboral y de la social, porque se venía de un alto desempleo y de una caída fuerte en el salario real que había llevado la pobreza al 50%. Cuando termina la administración de Kirchner, se había logrado bajar más de 20 puntos la pobreza y reducir la indigencia a la mitad.
l ¿Qué cambió durante el cristinismo?
– Ya hacia fines de 2007 se observa que la curva de crecimiento del empleo empieza a desacelerarse, prácticamente sin solución de continuidad. Hoy hay un situación de estancamiento, con sectores como el formal privado que han perdido ocupación. De hecho, el único crecimiento que hubo en estos últimos años fue el empleo público, con los efectos fiscales que esto supone. Mucho tiene que ver con las condiciones del punto de partida: en 2003 la situación social era pésima para la gente. Pero visto desde la macro y desde las empresas, eran óptimas para crear empleo a bajo costo. Había una enorme capacidad ociosa en trabajadores y en equipos. Lo que quiero decir es que la recuperación del empleo y los salarios no fue pese a la crisis sino, precisamente, por la crisis. Pero en 2008, a medida que los recursos ociosos se fueron modificando y que el costo laboral empezó a aumentar, y en coincidencia con la aceleración de la inflación, el Gobierno decidió continuar con la política expansiva que había sido muy exitosa antes, pero que ya no era conveniente. Es decir, lo que sirve para explicar el crecimiento de los primeros años de kirchnerismo, puesto con el signo contrario, sirve para explicar la actual desaceleración y el estancamiento del empleo y del salario real.
l ¿Cuáles son las perspectivas del mercado laboral para el segundo semestre?
– Los números del primer trimestre indican que no fue muy bueno en materia de empleo y de salario real. Lo que pase en los próximos meses dependerá de la economía y de la inversión. Si la economía crece al 2%, como coinciden muchos economistas, no veo muchas posibilidades de reacción en el mercado de trabajo.
l La tasa de desempleo subió al 7,9% en el primer trimestre. ¿Qué sugiere esa cifra?
– Hasta ahora las mediciones alternativas no arrojan grandes diferencias con las del INDEC. Yo diría que la cantidad de empleo total es aceptable. Sin embargo, frente a esta tasa promedio, en el conurbano de Buenos Aires, que es el mercado de trabajo más grande del país, alcanzó el 9,4%. No me atrevo a decir que va a llegar a 10% este año, pero dudo que baje.
l ¿Cómo ve las paritarias?
– Ya el año pasado las veía complicadas porque se habían demorado con respecto a negociaciones anteriores. Y este año vienen todavía más demoradas, así que las veo muy complicadas. Primero, porque al Gobierno le resultó muy difícil imponer una pauta salarial del 20% y después porque tuvo que desplegar todos sus esfuerzos para que los convenios no pasen del 24 ó 25%. De todas maneras, creo que va a estar en principio cerrando cerca del 25%, lo cual significa que el salario real va a estar más o menos con la inflación.
l ¿Este escenario puede afectar el nivel de consumo?
– Si tenemos por una parte un empleo y un salario real estancados o creciendo muy poco, la masa salarial, es decir, la cantidad de plata que tienen los asalariados para gastar, da un indicador de lo que puede pasar con el consumo privado. Además, las encuestas que hay sobre confianza en los consumidores muestran una caída importante. Por otra parte, todavía hay mucha gente que sigue cobrando salarios del año pasado, aunque es esperable que eso se corrija en estos meses.
l Los informes privados hablan de más de 10 millones de pobres mientras que para el Estado hay 2,2. ¿Qué efectos tiene llevar adelante políticas sociales con semejantes diferencias de diagnóstico?
Lo del INDEC es un sinsentido. El costo de la canasta básica alimentaria según sus cifras vale $ 24, lo cual significa que físicamente se compran cerca de unos ocho kilos de comida por día. Eso es imposible. Una de las serias consecuencias en términos estadísticos que tiene la distorsión del índice de precios es que lleva a cifras de pobreza que no se condicen con la realidad. En La Rioja, según el INDEC, no hay pobreza. Sin embargo, el anuncio de la Presidenta por el aumento de la AUH del 35% no solo reconoce la inflación, sino que es la primera vez que supera en términos reales a los ajustes anteriores que solían ser del 25%. En el fondo, son señales que indican que hoy ni siquiera el Gobierno toma en cuenta los datos del INDEC. Pero tampoco tiene ningún parámetro para saber cuál es el resultado de esas políticas sociales. Sin una buena medición es imposible hacer una buena regulación.
l ¿Cómo están hoy los niveles de pobreza en comparación con los primeros años de kirchnerismo?
– El último dato de pobreza no discutido es del segundo semestre de 2006. En ese entonces, la pobreza había sido del 26,9%. Desde entonces, probablemente ha bajado, y yo creería que hoy anda por el 22 ó 23%, pese a que no hay demasiada evidencia estadística para afirmarlo. Con los mismos datos del INDEC uno se encuentra con que en los sectores de menor ingreso per cápita la situación sigue siendo mala. Por otra parte, una medición reciente de la UCA tiene una hipótesis de máxima que, a su vez, me pareció la más realista, que da una pobreza del 26,9%. Es exactamente igual a la de 2006.
l ¿Cómo cree que pueden impactar el estancamiento del empleo y las cifras de pobreza de cara a las legislativas de octubre?
– Si se compara con las últimas dos elecciones, lo que uno encuentra es que en el caso de 2009 las variables ocupacionales venían empeorando en los tres trimestres previos a los comicios y que en el caso del 2011 esas mismas variables venían mejorando. Hoy están empeorando y en ese sentido la situación es similar a la previa del 2009, pero solamente estamos hablando del primer trimestre y todavía no sabemos qué va a pasar en los dos trimestres que quedan hasta octubre. Según nuestros sondeos, la gente ve con preocupación esto: el 50% se reconoce preocupada por perder el trabajo. Si la situación se mantiene, debería impactar negativamente en las posibilidades del oficialismo, pero aún es prematuro aventurar una hipótesis sobre el efecto en las elecciones. z we
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