Con la mira en 2015
¿Podría ser Scioli quien rompa esta maldición bonaerense de un siglo y medio?, se pregunta Fraga. Y se responde: Es una posibilidad. Nadie estuvo tan cerca. Scioli tiene un gran instinto político. Es un fenómeno político muy interesante, en la medida en que logra, muchas veces, desvincular su imagen de los giros políticos que va tocando. Para el analista político, aunque las PASO no hayan dado un buen resultado en ojos del oficialismo, el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, cuyo nombre suena con fuerza como candidato por el Frente para la Victoria a la Presidencia 2015, es una figura absolutamente presidenciable.
Alguien podría decir que el giro de una actitud de confrontación con Cristina Kirchner a un alineamiento firme con ella, debe haber pagado un costo político. No es así. En 2009, fue el segundo candidato de Kirchner, perdió la elección y, cuatro meses después, volvía a aspirar a la Presidencia. Scioli sabe leer adónde está la sociedad y, a través de gestos, más que de discursos, se pone en esa línea. No es casual que hoy Massa y Scioli, los dos candidatos con mejor imagen, en alguna medida, aunque sean antagónicos, están reflejando un cierto estado de la sociedad, sostiene.
No obstante, Fraga es cauto. Mucho puede pasar en política. Mucho, en los 28 meses que separan a las próximas elecciones presidenciales. 28 meses antes de que Raúl Alfonsín fuera electo, su candidatura era imposible, porque vivía Ricardo Balbín, a quien no le podía ganar una interna. 28 meses antes de la elección de Carlos Menem, faltaban todavía nueve meses para que Cafiero ganara la provincia de Buenos Aires. 28 meses antes de Kirchner, tampoco se pensaba que el gobernador de Santa Cruz pudiera ser presidente. En estos tres liderazgos, 28 meses antes no sólo no eran los candidatos probables sino que casi no parecían posibles. De cualquier modo, creo que hay algo irreversible: la entrada de Buenos Aires en la política nacional con figuras que pueden ser presidentes: dos bonaerenses, un gobernador y un intendente, como los más probables 28 meses antes de la elección, agrega.
Las últimas elecciones presidenciales dejaron una sorpresa: el exgobernador de la provincia de Santa Fe, el socialista Hermes Binner, se llevó un 17% de los votos, quedando segundo, tras el 54% del que suele jactarse Cristina Fernández de Kirchner. No obstante, según Fraga, Binner, como Mauricio Macri, no logra consolidar una referencia a lo que es la construcción de una alternativa de poder no peronista. Aparece la dificultad que tiene el no peronismo para generar una alternativa política unificada, una dificultad se ha acentuado desde la crisis del 2001. La política argentina del siglo XIX y del siglo XX fue bipartidista. La crisis se llevó al bipartidismo, el sistema de partidos históricos de la Argentina. Ya van tres elecciones -2003, 2007 y 2011- que el peronismo se despliega con tres candidatos: el kirchnerismo y parte de la oposición. Sumado, da 2/3 de los votos. El radicalismo no fue opción en 2003, no colocó candidato en 2007 y en 2011, la candidatura de Ricardo Alfonsín, fracasó. En la provincia de Buenos Aires, con los tres candidatos de facción peronista (Massa, Insaurralde y De Narváez) se llevan algo más del 75% de los votos.
En línea, Fraga considera que el peronismo, al que califica, al mismo tiempo, de doctrina, partido, movimiento, ideología y cultura, ha ido ampliando su capacidad de representar sectores complejos, ambiguos y contradictorios. Tiene la oferta para la demanda. La política discursiva pierde espacio, prioridad, y pasa a ser más relevante la política gestual. En la política gestual, en el peronismo, viene un Scioli, viene un Massa.
En tiempos de acefalía, el exgobernador de la provincia de Buenos Aires y vicepresidente de Carlos Menem, Eduardo Duhalde asumió con gusto la Presidencia de la Nación entre 2002 y 2003. Volvió a intentar acceder a la jefatura de Estado en las presidenciales de 2011 pero apenas arañó el 5% de los votos. En política nunca hay nada definitivo. Pero Duhalde no tiene demasiado tiempo para recuperarse de la derrota. No quiere decir que no sea un hombre de consejos, que no pueda volver a jugar un papel en la articulación de la política. Pero pareciera difícil que en 2015 pudiera ser un candidato, electoralmente, capaz de competir con un Scioli o con un Massa. Habrá que ver si, de cara a 2015, la maldición mantiene su esencia. z wen Título: La maldición bonaerense. Por qué los gobernadores de Buenos Aires no llegan a la Casa Rosada
n Autor: Rosendo Fraga
n Editorial: Pa
n Páginas: 352
n Primera edición: julio de 2013
¿Podría ser Scioli quien rompa esta maldición bonaerense de un siglo y medio?, se pregunta Fraga. Y se responde: Es una posibilidad. Nadie estuvo tan cerca. Scioli tiene un gran instinto político. Es un fenómeno político muy interesante, en la medida en que logra, muchas veces, desvincular su imagen de los giros políticos que va tocando. Para el analista político, aunque las PASO no hayan dado un buen resultado en ojos del oficialismo, el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, cuyo nombre suena con fuerza como candidato por el Frente para la Victoria a la Presidencia 2015, es una figura absolutamente presidenciable.
Alguien podría decir que el giro de una actitud de confrontación con Cristina Kirchner a un alineamiento firme con ella, debe haber pagado un costo político. No es así. En 2009, fue el segundo candidato de Kirchner, perdió la elección y, cuatro meses después, volvía a aspirar a la Presidencia. Scioli sabe leer adónde está la sociedad y, a través de gestos, más que de discursos, se pone en esa línea. No es casual que hoy Massa y Scioli, los dos candidatos con mejor imagen, en alguna medida, aunque sean antagónicos, están reflejando un cierto estado de la sociedad, sostiene.
No obstante, Fraga es cauto. Mucho puede pasar en política. Mucho, en los 28 meses que separan a las próximas elecciones presidenciales. 28 meses antes de que Raúl Alfonsín fuera electo, su candidatura era imposible, porque vivía Ricardo Balbín, a quien no le podía ganar una interna. 28 meses antes de la elección de Carlos Menem, faltaban todavía nueve meses para que Cafiero ganara la provincia de Buenos Aires. 28 meses antes de Kirchner, tampoco se pensaba que el gobernador de Santa Cruz pudiera ser presidente. En estos tres liderazgos, 28 meses antes no sólo no eran los candidatos probables sino que casi no parecían posibles. De cualquier modo, creo que hay algo irreversible: la entrada de Buenos Aires en la política nacional con figuras que pueden ser presidentes: dos bonaerenses, un gobernador y un intendente, como los más probables 28 meses antes de la elección, agrega.
Las últimas elecciones presidenciales dejaron una sorpresa: el exgobernador de la provincia de Santa Fe, el socialista Hermes Binner, se llevó un 17% de los votos, quedando segundo, tras el 54% del que suele jactarse Cristina Fernández de Kirchner. No obstante, según Fraga, Binner, como Mauricio Macri, no logra consolidar una referencia a lo que es la construcción de una alternativa de poder no peronista. Aparece la dificultad que tiene el no peronismo para generar una alternativa política unificada, una dificultad se ha acentuado desde la crisis del 2001. La política argentina del siglo XIX y del siglo XX fue bipartidista. La crisis se llevó al bipartidismo, el sistema de partidos históricos de la Argentina. Ya van tres elecciones -2003, 2007 y 2011- que el peronismo se despliega con tres candidatos: el kirchnerismo y parte de la oposición. Sumado, da 2/3 de los votos. El radicalismo no fue opción en 2003, no colocó candidato en 2007 y en 2011, la candidatura de Ricardo Alfonsín, fracasó. En la provincia de Buenos Aires, con los tres candidatos de facción peronista (Massa, Insaurralde y De Narváez) se llevan algo más del 75% de los votos.
En línea, Fraga considera que el peronismo, al que califica, al mismo tiempo, de doctrina, partido, movimiento, ideología y cultura, ha ido ampliando su capacidad de representar sectores complejos, ambiguos y contradictorios. Tiene la oferta para la demanda. La política discursiva pierde espacio, prioridad, y pasa a ser más relevante la política gestual. En la política gestual, en el peronismo, viene un Scioli, viene un Massa.
En tiempos de acefalía, el exgobernador de la provincia de Buenos Aires y vicepresidente de Carlos Menem, Eduardo Duhalde asumió con gusto la Presidencia de la Nación entre 2002 y 2003. Volvió a intentar acceder a la jefatura de Estado en las presidenciales de 2011 pero apenas arañó el 5% de los votos. En política nunca hay nada definitivo. Pero Duhalde no tiene demasiado tiempo para recuperarse de la derrota. No quiere decir que no sea un hombre de consejos, que no pueda volver a jugar un papel en la articulación de la política. Pero pareciera difícil que en 2015 pudiera ser un candidato, electoralmente, capaz de competir con un Scioli o con un Massa. Habrá que ver si, de cara a 2015, la maldición mantiene su esencia. z wen Título: La maldición bonaerense. Por qué los gobernadores de Buenos Aires no llegan a la Casa Rosada
n Autor: Rosendo Fraga
n Editorial: Pa
n Páginas: 352
n Primera edición: julio de 2013