No quieren que nos industrialicemos, quieren que Argentina sea un paraíso financiero y agroexportador, afirmó el secretario de Política Económica, quien también cuestionó la falta de inversión privada en materia energética.
Por Tomás Lukin
El cambio estructural es un proceso de largo plazo. Para que la reindustrialización sea exitosa va a tomar más tiempo que los 30 años que duró la política neoliberal iniciada en 1976, afirmó ayer el viceministro de Economía, Axel Kicillof. En un encuentro en el Ministerio de Trabajo sobre formación laboral y competitividad donde participaron cámaras empresarias y sindicatos, el funcionario aseveró que no les vamos a dar el gusto de aplicar las recetas de ajuste; el camino para lograr mejoras genuinas de competitividad es más difícil, requiere más Estado, mejores salarios, capacitación, diálogo y planificación. En ese sentido, el titular de la cartera laboral y anfitrión del evento, Carlos Tomada, sostuvo que la búsqueda de mayor competitividad está en la innovación tecnológica y en la formación y capacitación de los trabajadores con dialogo social.
Durante un encuentro con representantes patronales y gremiales de cuarenta sectores productivos, Kicillof consideró que desde 2003 el ADN de la economía argentina está mutando trabajosa y lentamente para revertir el proceso de desindustrialización y represión de los trabajadores; llevamos nueve años de éxito sostenido. El Ministerio de Trabajo fue sede para la reunión plenaria de consejos sectoriales de formación profesional donde se evaluaron los resultados de los distintos programas de formación que, según apuntó Tomada, capacitaron a 1,5 millón de trabajadores desde 2003. En la reunión también participaron la ministra de Industria, Débora Giorgi; el titular la UOM, Antonio Caló, y el responsable de la UIA, José Ignacio de Mendiguren.
No quieren que nos industrialicemos, quieren que Argentina sea un paraíso financiero y agroexportador, apuntó el secretario de Política Económica, quien aprovechó su intervención para cuestionar la política de privatización de servicios públicos con tarifas altas, así como la falta de inversión privada en materia energética.
Kicillof explicó que las recetas de industrialización ortodoxas para los países periféricos como Argentina exigen industrias poco calificadas, bajos salarios, malas condiciones laborales, impedir la sindicaclización para eliminar los conflictos y megadevaluaciones de la moneda. Aplicar las políticas neoliberales de industrialización es muy sencillo, pero sería una derrota para nuestro proyecto y no les vamos a dar el gusto, aseveró.
Por su parte, la ministra de Industria, Débora Giorgi, destacó que desde 2003 comenzó en Argentina un proceso de reindustrialización sin igual que hoy se luce en el mundo. Según argumentó Kicillof, la reindustrialización no se logra con recetas mágicas, con reducción del gasto, de los salarios, con ajustes, sino que se logra con capacitación, más Estado, más diálogo social y planificación. El funcionario apuntó que es una tarea compleja y ardua por la sistemática destrucción de industrias; se requiere de una visión de largo plazo. Eso les revienta a quienes nos atacan, para concluir su intervención con la histórica afirmación de Juan Domingo Perón: La única verdad es la realidad.
El encuentro estuvo atravesado por distintos cuestionamientos directos y otros velados al cacerolazo. Algunos piensan en tachín-tachín (N. d. R.: ruido de cacerolas); nosotros acá apostamos a los trabajadores y la inclusión social que lleva adelante este gobierno, afirmó el titular de la UOM, Antonio Caló. En tanto, el titular de la UIA dijo que no estamos dispuestos a rifar lo que tanto nos costó construir.
Por su parte, el secretario de Empleo, Enrique Deibe, pareció apuntar hacia las autoridades porteñas al sostener que en 2003 empezamos a reconstruir una Argentina productiva cuando muchos pensaban que era imposible; hoy, mientras otros hacen pavadas, nosotros estamos trabajando. Según apuntó Deibe, el sistema de formación continua donde participan más de cuarenta sectores económicos es un ejemplo de diálogo para mejorar hoy las capacidades de nuestros trabajadores. Por su parte, Ricardo Pignanelli, de Smata, defendió las políticas de administración del sector externo y advirtió sobre la existencia de dumping en la industria automotriz, una práctica de comercio desleal. Buscan a los países emergentes como nosotros para inundarnos con producción global, sostuvo el dirigente mecánico.
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Llevamos nueve años de éxito sostenido, dijo Kicillof. A su derecha, el ministro Tomada.
Imagen: Guadalupe Lombardo
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