En la nueva sede de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), ubicada en el barrio de Constitución, se realizó una charla-debate organizada por la Dirección de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Participaron Glenn Postolski, director de la carrera; Enrique Chaparro, matemático, y miembro de la Fundación Vía Libre que promociona el uso del software libre; y Matías y Hernán Botbol, dueños del famoso sitio Taringa, sobre el cual pesa una demanda por supuesta violación del artículo 72 de la Ley N° 11.723, que regula el Régimen legal de la Propiedad Intelectual.
Taringa es una conocida comunidad virtual que funciona desde hace ya once años. Allí se sube y descarga todo tipo de información: libros, películas, software, música, etcétera. Hacia 2009, la Cámara Argentina del Libro, las editoriales Astrea, La Ley, Rubinzal y Asociados, Ediciones de la Flor SRL (propietaria de los derechos de autor de la obra de Rodolfo Walsh), Ediciones La Rocca SRL, Editorial Universidad SRL, Gradi SA promovieron una denuncia contra Taringa y otros sitios por supuesta infracción a la Ley 11.723, sancionada y aggiornada, desde 1933.
“El caso de Taringa es un caso ejemplificador, disciplinador, pues siguiendo la lógica de la denuncia, habría que procesar a los 9 millones de usuarios del sitio, que también reproducen el material electrónico –apunta el director Postolski–. Lo que aquí está en juego es la libertad de expresión en Internet. Y los que llevan a cabo esta ofensiva son actores muy poderosos que ven amenazado su modelo de negocios. Si bien creo que hay que despenalizar la copia, hábito que ya ha inundado nuestra cotidianeidad, es importante que, en la industrial cultural, el acto creativo encuentre modos alternativos de remuneración.” Por su parte, el matemático Enrique Chaparro declaraba: “Taringa es sólo un emergente de una situación mucho más grave y profunda. Como la reproducción de un bien inmaterial es ilimitada y no está atada a la escasez de lo material, dígase una zanahoria, para el modelo de negocio actual resulta mucho más difícil disciplinar estos vectores de reproducción ilimitada. La defensa de la propiedad tiene sentido y es justificada con los bienes escasos. Hay que luchar para que casos prototípicos como el de Taringa no sean la cabeza del turco.”
Pesa hoy sobre los dueños de Taringa un procesamiento ratificado por la Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sobre el argumento de que “su accionar ha permitido que usuarios publicaran links autorizando la descarga de obras protegidas, sin que dicho accionar fuera evitado”. A modo de respuesta, hoy se puede leer en un post oficial de Taringa: “Bajo esta lógica se acusará también a los proveedores de Internet, a los buscadores, a los blogs, redes sociales, etcétera, sin cuya participación no habría delito posible. No es un dato menor, porque no es una discusión sobre Taringa sino que abarca a todos los que participamos de Internet y las redes sociales.” <
Taringa es una conocida comunidad virtual que funciona desde hace ya once años. Allí se sube y descarga todo tipo de información: libros, películas, software, música, etcétera. Hacia 2009, la Cámara Argentina del Libro, las editoriales Astrea, La Ley, Rubinzal y Asociados, Ediciones de la Flor SRL (propietaria de los derechos de autor de la obra de Rodolfo Walsh), Ediciones La Rocca SRL, Editorial Universidad SRL, Gradi SA promovieron una denuncia contra Taringa y otros sitios por supuesta infracción a la Ley 11.723, sancionada y aggiornada, desde 1933.
“El caso de Taringa es un caso ejemplificador, disciplinador, pues siguiendo la lógica de la denuncia, habría que procesar a los 9 millones de usuarios del sitio, que también reproducen el material electrónico –apunta el director Postolski–. Lo que aquí está en juego es la libertad de expresión en Internet. Y los que llevan a cabo esta ofensiva son actores muy poderosos que ven amenazado su modelo de negocios. Si bien creo que hay que despenalizar la copia, hábito que ya ha inundado nuestra cotidianeidad, es importante que, en la industrial cultural, el acto creativo encuentre modos alternativos de remuneración.” Por su parte, el matemático Enrique Chaparro declaraba: “Taringa es sólo un emergente de una situación mucho más grave y profunda. Como la reproducción de un bien inmaterial es ilimitada y no está atada a la escasez de lo material, dígase una zanahoria, para el modelo de negocio actual resulta mucho más difícil disciplinar estos vectores de reproducción ilimitada. La defensa de la propiedad tiene sentido y es justificada con los bienes escasos. Hay que luchar para que casos prototípicos como el de Taringa no sean la cabeza del turco.”
Pesa hoy sobre los dueños de Taringa un procesamiento ratificado por la Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sobre el argumento de que “su accionar ha permitido que usuarios publicaran links autorizando la descarga de obras protegidas, sin que dicho accionar fuera evitado”. A modo de respuesta, hoy se puede leer en un post oficial de Taringa: “Bajo esta lógica se acusará también a los proveedores de Internet, a los buscadores, a los blogs, redes sociales, etcétera, sin cuya participación no habría delito posible. No es un dato menor, porque no es una discusión sobre Taringa sino que abarca a todos los que participamos de Internet y las redes sociales.” <