Peter Thiel, cofundador junto a Elon Musk del sistema electrónico de pagos Pay-Pal, tiene una visión muy particular de la competencia. “Es para los perdedores”, dice. La defensa que hace de los monopolios el primer gran inversor de la red social Facebook es controvertida, pero refleja una realidad. Las grandes corporaciones siguen ganando poder pese a la incertidumbre global.
Hay multitud de clasificaciones que reflejan la afirmación de Thiel. La última está sacada de un estudio de la Fundación Global Justice Now. Para elaborar su lista toma como referencia las 100 mayores entidades económicas del mundo. El ranking identifica a 69 grandes empresas en ese grupo. De ahí toma las 10 compañías más potentes y cruza su facturación con el producto interior bruto de los países.
El resultado de la comparación es muy revelador. Estados Unidos, China, Alemania, Japón, Francia y Reino Unido son las entidades económicas más grandes del mundo, seguidas por Italia, Brasil y Canadá. Lo interesante llega justo después. En el grupo de cabeza se cuela décima Walmart, la mayor cadena comercial del mundo y la primera corporación por ingresos del Fortune Global 500.
Walmart, tras Brasil
Si se amplía más la referencia, entre las 20 mayores entidades globales hay tres compañías de origen chino, a saber, el monopolio eléctrico State Grid (14) junto a las petroleras China National Petroleum (15) y Sinopec (16). La clasificación de las 10 compañías más potentes del planeta la completa la petrolera Royal Dutch Shell (18), seguida por Exxon Mobil (21), Volkswagen (22), Toyota (23) y Apple (26).
El valor combinado de estas 10 multinacionales es comparable al producto interior bruto de los 180 países más pequeños del planeta, un grupo que incluye a Irlanda, Indonesia, Israel, Colombia, Grecia, Sudáfrica y Vietnam, por citar a las más relevantes. “A este ritmo de crecimiento bastará solo con una generación para que el mundo entero esté dominado por grandes corporaciones”, augura Nick Dearden.
El poder económico de Estados Unidos se basa precisamente en sus grandes corporaciones. El expresidente Theodore Roosevelt ya advirtió hace un siglo que la concentración en un pequeño número de grandes titanes acabaría ejerciendo un control tal que pondría en peligro el principio de igualdad de oportunidades sobre el que se fundó la que llegó a ser la mayor potencia del planeta.
Los beneficios en EE UU están al nivel más alto en ocho décadas en proporción a la riqueza nacional gracias al dominio de empresas del sector tecnológico como Apple, Google, Microsoft, Amazon o Facebook. Las cinco tecnológicas se debaten por ocupar los puestos más altos del índice bursátil S&P 500 y las cinco están en la cúspide gracias su capacidad de reinvención para anular la competencia.
Concentración
Es el caso también de grandes titanes industriales como General Electric, Dow Chemical o Bayer, que crecen a base de adquirir a sus rivales. La misma concentración se ve en la banca. Las cinco mayores firmas de Wall Street concentran el 45% de los activos, el doble que a comienzos del milenio. La última crisis tras el derrumbe de Lehman Brothers contribuyó a concentrar el dinero en menos manos.
Esa tendencia hacia la consolidación se ve en la evolución de la demografía del mercado durante los últimos 15 años. El parqué de Wall Street contaba con cerca de 6.800 empresas cotizadas en 1997. Ahora son la mitad. En paralelo, los ingresos de las 100 empresas más potentes de la clasificación anual que hace la revista Fortune pasaron en ese periodo de representar un 33% del producto interior bruto al 46%.
El valor combinado de las 100 mayores corporaciones cotizadas es de 15,6 billones de dólares (13,9 billones de euros), según la consultora PwC, una cantidad muy próxima a los 17,7 billones de la economía estadounidense (15,8 billones de euros). EE UU es el principal contribuyente al grupo, con 54 compañías. Le sigue China con 11 firmas. Hay siete británicas, cinco alemanas, cuatro francesas y cuatro japonesas. España aparece con dos: Inditex y el Santander.
Clifford Tompsett, responsable del centro de análisis de firmas cotizadas de PwC, señala que el dominio de EE UU se explica porque sus empresas son las que mejor aprovechan “su alcance global, su fortaleza financiera y su habilidad para innovar”. “Las grandes compañías son las que resisten mejor también los momentos difíciles”, añade. De hecho, pese a las turbulencias en los mercados, 91 compañías cotizadas siguen aguantando posiciones.
Si lo que se toma como referencia son los ingresos, la lista global de Fortune 500 está dominada por 134 entidades de EE UU, seguida por China, con 103 compañías, y Japón, con 52 empresas. El Santander es la única española que aparece entre las 100 más grandes por cifra de negocio, en el puesto 75º de la clasificación. Están también Telefónica (137), BBVA (219), Repsol (250), Iberdrola (295) e Inditex (463).
El tamaño es clave
Como señala McKinsey, el “tamaño importa”. Las grandes compañías del Fortune Global 500 generaron en el ejercicio 2015 ingresos por valor de 27,6 billones de dólares (24,6 billones de euros) y ganaron 1,5 billones (1,3 billones de euros). La consultora hace un cálculo de la evolución del margen de beneficio que está relacionado con la concentración del mercado. El 10% de las empresas generan cerca del 80% de todos los beneficios.
La Brookings Institution señala que esta situación hace mucho más difícil que las nuevas empresas puedan despegar. El término start-up está de moda. Pero la realidad muestra algo muy diferente. La tasa de nacimiento de nuevas compañías está al nivel de hace cuatro décadas. Si a esto se le suma que hay más empresas que mueren de las que nacen, la edad media de las corporaciones crece.
Apple, por ejemplo, realizó una quincena de compras en 2015 para poder mejorar sus productos y acelerar su crecimiento. Seis eran compañías completamente desconocidas. En el mismo proceso está Alphabet, la matriz de Google. Las dos disponen de una masa ingente de efectivo que pueden movilizar para invertir en la compra de nueva tecnología o servicios para apuntalar su dominio.
Y no es solo que crezcan a base de comerse a sus rivales. Los analistas de McKinsey señalan que estas supercompañías modernas son muy diferentes. Hace tres décadas, recuerdan, los tres grandes fabricantes de coches de Detroit tenían 1,2 millones de empleados que generaban 250.000 dólares anuales en ingresos. Las tres grandes tecnológicas hacen hoy el mismo dinero con una plantilla 10 veces inferior.
El dominio de EE UU podría estar, sin embargo, en cuestión. La Fortune 500 incluye 156 compañías con sede en países emergentes. Hace dos décadas eran solo 18 empresas y McKinsey proyecta que en una década representarán el 45% de esa clasificación. Eso explica, también, que para sobrevivir frente a nuevos competidores como Samsung o Huawei tengan que crecer aún más.
Hay multitud de clasificaciones que reflejan la afirmación de Thiel. La última está sacada de un estudio de la Fundación Global Justice Now. Para elaborar su lista toma como referencia las 100 mayores entidades económicas del mundo. El ranking identifica a 69 grandes empresas en ese grupo. De ahí toma las 10 compañías más potentes y cruza su facturación con el producto interior bruto de los países.
El resultado de la comparación es muy revelador. Estados Unidos, China, Alemania, Japón, Francia y Reino Unido son las entidades económicas más grandes del mundo, seguidas por Italia, Brasil y Canadá. Lo interesante llega justo después. En el grupo de cabeza se cuela décima Walmart, la mayor cadena comercial del mundo y la primera corporación por ingresos del Fortune Global 500.
Walmart, tras Brasil
Si se amplía más la referencia, entre las 20 mayores entidades globales hay tres compañías de origen chino, a saber, el monopolio eléctrico State Grid (14) junto a las petroleras China National Petroleum (15) y Sinopec (16). La clasificación de las 10 compañías más potentes del planeta la completa la petrolera Royal Dutch Shell (18), seguida por Exxon Mobil (21), Volkswagen (22), Toyota (23) y Apple (26).
El valor combinado de estas 10 multinacionales es comparable al producto interior bruto de los 180 países más pequeños del planeta, un grupo que incluye a Irlanda, Indonesia, Israel, Colombia, Grecia, Sudáfrica y Vietnam, por citar a las más relevantes. “A este ritmo de crecimiento bastará solo con una generación para que el mundo entero esté dominado por grandes corporaciones”, augura Nick Dearden.
El poder económico de Estados Unidos se basa precisamente en sus grandes corporaciones. El expresidente Theodore Roosevelt ya advirtió hace un siglo que la concentración en un pequeño número de grandes titanes acabaría ejerciendo un control tal que pondría en peligro el principio de igualdad de oportunidades sobre el que se fundó la que llegó a ser la mayor potencia del planeta.
Los beneficios en EE UU están al nivel más alto en ocho décadas en proporción a la riqueza nacional gracias al dominio de empresas del sector tecnológico como Apple, Google, Microsoft, Amazon o Facebook. Las cinco tecnológicas se debaten por ocupar los puestos más altos del índice bursátil S&P 500 y las cinco están en la cúspide gracias su capacidad de reinvención para anular la competencia.
Concentración
Es el caso también de grandes titanes industriales como General Electric, Dow Chemical o Bayer, que crecen a base de adquirir a sus rivales. La misma concentración se ve en la banca. Las cinco mayores firmas de Wall Street concentran el 45% de los activos, el doble que a comienzos del milenio. La última crisis tras el derrumbe de Lehman Brothers contribuyó a concentrar el dinero en menos manos.
Esa tendencia hacia la consolidación se ve en la evolución de la demografía del mercado durante los últimos 15 años. El parqué de Wall Street contaba con cerca de 6.800 empresas cotizadas en 1997. Ahora son la mitad. En paralelo, los ingresos de las 100 empresas más potentes de la clasificación anual que hace la revista Fortune pasaron en ese periodo de representar un 33% del producto interior bruto al 46%.
El valor combinado de las 100 mayores corporaciones cotizadas es de 15,6 billones de dólares (13,9 billones de euros), según la consultora PwC, una cantidad muy próxima a los 17,7 billones de la economía estadounidense (15,8 billones de euros). EE UU es el principal contribuyente al grupo, con 54 compañías. Le sigue China con 11 firmas. Hay siete británicas, cinco alemanas, cuatro francesas y cuatro japonesas. España aparece con dos: Inditex y el Santander.
Clifford Tompsett, responsable del centro de análisis de firmas cotizadas de PwC, señala que el dominio de EE UU se explica porque sus empresas son las que mejor aprovechan “su alcance global, su fortaleza financiera y su habilidad para innovar”. “Las grandes compañías son las que resisten mejor también los momentos difíciles”, añade. De hecho, pese a las turbulencias en los mercados, 91 compañías cotizadas siguen aguantando posiciones.
Si lo que se toma como referencia son los ingresos, la lista global de Fortune 500 está dominada por 134 entidades de EE UU, seguida por China, con 103 compañías, y Japón, con 52 empresas. El Santander es la única española que aparece entre las 100 más grandes por cifra de negocio, en el puesto 75º de la clasificación. Están también Telefónica (137), BBVA (219), Repsol (250), Iberdrola (295) e Inditex (463).
El tamaño es clave
Como señala McKinsey, el “tamaño importa”. Las grandes compañías del Fortune Global 500 generaron en el ejercicio 2015 ingresos por valor de 27,6 billones de dólares (24,6 billones de euros) y ganaron 1,5 billones (1,3 billones de euros). La consultora hace un cálculo de la evolución del margen de beneficio que está relacionado con la concentración del mercado. El 10% de las empresas generan cerca del 80% de todos los beneficios.
La Brookings Institution señala que esta situación hace mucho más difícil que las nuevas empresas puedan despegar. El término start-up está de moda. Pero la realidad muestra algo muy diferente. La tasa de nacimiento de nuevas compañías está al nivel de hace cuatro décadas. Si a esto se le suma que hay más empresas que mueren de las que nacen, la edad media de las corporaciones crece.
Apple, por ejemplo, realizó una quincena de compras en 2015 para poder mejorar sus productos y acelerar su crecimiento. Seis eran compañías completamente desconocidas. En el mismo proceso está Alphabet, la matriz de Google. Las dos disponen de una masa ingente de efectivo que pueden movilizar para invertir en la compra de nueva tecnología o servicios para apuntalar su dominio.
Y no es solo que crezcan a base de comerse a sus rivales. Los analistas de McKinsey señalan que estas supercompañías modernas son muy diferentes. Hace tres décadas, recuerdan, los tres grandes fabricantes de coches de Detroit tenían 1,2 millones de empleados que generaban 250.000 dólares anuales en ingresos. Las tres grandes tecnológicas hacen hoy el mismo dinero con una plantilla 10 veces inferior.
El dominio de EE UU podría estar, sin embargo, en cuestión. La Fortune 500 incluye 156 compañías con sede en países emergentes. Hace dos décadas eran solo 18 empresas y McKinsey proyecta que en una década representarán el 45% de esa clasificación. Eso explica, también, que para sobrevivir frente a nuevos competidores como Samsung o Huawei tengan que crecer aún más.