ECONOMIA › EL SALTO DEL TIPO DE CAMBIO Y LA APERTURA COMERCIAL CONFIGURARON UN ESCENARIO RECESIVO Y ANTIINDUSTRIAL
Hoy se cumplen trescientos días de la devaluación, que supuestamente debía generar un boom exportador. Sin embargo, las ventas cayeron, en especial las industriales. Del lado de las compras, hasta rubros competitivos sufren por la mayor participación de bienes importados.
Por Tomás Lukin
Pasaron 300 días desde que el Gobierno devaluó y desmanteló el esquema de regulaciones cambiarias. Las celebradas medidas de mediados de diciembre se sumaban a la quita de retenciones agropecuarias que habían sido anunciadas 48 horas antes. Esa combinación, enriquecida con la apertura comercial y la eliminación de distintos controles, debía garantizar un impulso exportador liderado por la agroindustria y las economías regionales. Los resultados del “sinceramiento” no solo no fueron los prometidos sino que, en un escenario recesivo, las importaciones medidas en cantidades crecieron más que las exportaciones. A pesar del incremento en los envíos de productos primarios sin procesar, entre enero y agosto de este año las exportaciones acumularon una contracción del 1,8 por ciento. El último informe de la consultora Radar advierte que, más allá del componente de los precios, el desempeño se explica por caídas entre 9 y 45 por ciento en las cantidades exportadas de manufacturas industriales y productos regionales como manzanas, peras, algodón, yerba y vinos. En contraposición a este débil desempeño exportador, continúa observándose un fuerte ingreso de productos del exterior. Las importaciones acumulan una caída del 7,6 por ciento. Sin embargo, ese comportamiento agregado soslaya un incremento del 20,3 por ciento en las compras de bienes de consumo, expresadas en cantidades. En un escenario de recesión, aceleración de la inflación y caída del poder adquisitivo, ese desempeño está impulsado por la entrada de indumentaria, alimentos, calzados, heladeras, lavavajillas, quesos, golosinas, pollos, cerdos, galletitas dulces y artículos de limpieza. La magnitud de los aumentos de las cantidades importadas oscila entre 26 y 700 por ciento, aunque la disparada asciende al infinito en los casos de las zanahorias, batatas, mandarinas y las pasas de uva ya que se trata de productos que volvieron a las góndolas después de años sin registrar ingresos al país.
“El impacto de la política comercial sobre el empleo se hace visible, y tiene un importante carácter federal. Argentina ha elegido abrirse a un mundo que está cada vez más competitivo y proteccionista. En ese contexto, la inserción internacional debe ser inteligente para defender el trabajo y el valor agregado argentino. A la luz de los resultados, durante los primeros meses del año parece haber sucedido lo contrario”, indica el informe elaborado por la economista Paula Español. La apuesta a un despegue exportador a través de una devaluación y “eliminación de trabas” ignoró la anémica demanda externa y la reducción en el precio de los distintos productos exportados por el país. Esas medidas fueron, en cambio, efectivas para restablecer el acceso al endeudamiento en los mercados financieros internacionales. Y, como revela la historia de las devaluaciones, los cambios validaron una significativa transferencia de recursos desde el Estado y la población que dependen de ingresos fijos hacia compañías agroexportadoras, grandes empresas de alimentos y grupos industriales.
“La evolución de las economías regionales demuestra que no existen las soluciones mágicas: la quita de retenciones y la devaluación del tipo de cambio no fueron suficientes para impulsar las exportaciones”, remarca el documento elaborado por la ex subsecretaria de comercio exterior. Ante la ausencia de resultados, el presidente Mauricio Macri anunció la semana pasada la postergación de la reducción de 5 puntos adicionales en los derechos de exportación para la soja. Otro sector que revela la inefectividad de la quita de retenciones y la devaluación para impulsar las exportaciones es la minería. Durante los primeros ocho meses del año, las exportaciones mineras medidas en cantidades cayeron 2 por ciento. El oro, principal fuente de divisas del sector (genera 8 de cada 10 dólares), acumula una contracción de 22 por ciento. Los datos del documento de Radar llegan hasta agosto, por lo que ese desempeño no está influido por la clausura de la mina de Veladero en San Juan tras el derrame de cianuro.
El Informe Sectorial de Radar remarca que “la reducción de las exportaciones industriales no se explica exclusivamente por la crítica situación económica que atraviesa Brasil, ya que la caída en diversos rubros también se observa en las colocaciones en el mercado mundial”. De acuerdo a la Organización Mundial del Comercio (OMC), el crecimiento del comercio este año será de 1,7 por ciento, una cifra que supone el menor ritmo de expansión desde la contracción observada en 2009. El organismo que fustigó el esquema de administración del comercio desplegado por el gobierno anterior para proteger a las industrias locales advierte que no existen posibilidades de revertir esa tendencia en 2017: los flujos comerciales aumentarán entre 1,8 y 3,1 por ciento. Incluso en el escenario de máxima, la tasa de crecimiento del comercio representa la mitad del promedio registrado en los años anteriores al estallido de la crisis internacional (1990-2008).
Incluso cuando la economía sigue en recesión, las importaciones medidas en cantidades crecieron 6,2 por ciento en los primeros 8 meses del año, empujadas por los rubros de bienes de consumo (20,3 por ciento) y automóviles (37,2). Ese desempeño se explica por el proceso de apertura comercial dispuesto por el equipo económico, donde el desmantelamiento del esquema de Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI) anunciado a finales de 2015 se conjuga con la pasividad de los procesos contra la competencia desleal (antidumping, licencias no automáticas y trabas fitosanitarias) y un avance discursivo a favor de los acuerdos de libre comercio. Las importaciones de heladeras ofrecen un ejemplo contundente para la dinámica importadora en un contexto de caída de la demanda interna: habiendo ingresado 41 mil unidades en todo 2015, en lo que va del año ingresaron más de 82 mil, un incremento de 205 por ciento para el período enero-agosto que genera graves problemas de empleo en provincias como Santa Fe y San Luís. A través del ingreso de productos baratos y el disciplinamiento de los reclamos salariales, la desregulación de las importaciones es fundamental para amortiguar en el tiempo el impacto inflacionario de una devaluación como la que se registró a finales del año pasado.
Desde Radar advierten que los beneficios del nuevo esquema macroeconómico ni siquiera se derraman a las actividades industriales directamente vinculadas al crecimiento del sector agrícola sino que se enfrentan a la amenaza de un importante ingreso de importaciones. “La industria de productos fitosanitarios se encuentra preocupada al observar que el crecimiento de la superficie agrícola y, por ende, del consumo de plaguicidas, no provocó un aumento de sus ventas. Por el contrario, las compras al exterior se vieron incrementadas en detrimento de la producción local”, expresa el documento. Las importaciones de productos fitosanitarios –medidas en volumen– aumentaron 22 por ciento en los primeros ocho meses del año. Y entre los principales herbicidas producidos localmente –glifosato, 2,4 D y atrazina– las compras al exterior aumentaron 6, 74 y 96 por ciento, respectivamente. “Dentro de la rama existen 7 plantas de síntesis y más de 120 plantas de formulación donde al menos un 40 por ciento de la dotación de personal comprometida”, advierte el informe.
Aunque se encuentra por debajo de las expectativas generadas a partir de las transformaciones macroeconómicas de diciembre, el sector de maquinaria agrícola experimenta una mejora en el nivel actividad. El informe de la consultora Radar sostiene que, por ejemplo, en el caso de los tractores, Argentina posee una holgada capacidad instalada para abastecer el pico de demanda de los últimos meses y por lo que resta del año. Sin embargo, la importación de tractores aumentó 110 por ciento entre enero y agosto lo que le permitió incrementar casi 5 puntos porcentuales su participación en el mercado. En cuanto a las cosechadoras, se importaron el doble que en el mismo periodo de 2015 debido al fuerte aumento de las compras a Brasil. Además, ingresaron algunas pocas unidades de sembradoras desde Estados Unidos que, si bien son marginales respecto a la capacidad de producción local, comienzan a preocupar a los fabricantes nacionales. A finales del mes pasado, el Banco Nación llegó a un acuerdo con Vassalli Fabril, la principal fábrica de cosechadoras instalada en Santa Fe, para que la firma pueda refinanciar su deuda y evitar el cierre.
Hoy se cumplen trescientos días de la devaluación, que supuestamente debía generar un boom exportador. Sin embargo, las ventas cayeron, en especial las industriales. Del lado de las compras, hasta rubros competitivos sufren por la mayor participación de bienes importados.
Por Tomás Lukin
Pasaron 300 días desde que el Gobierno devaluó y desmanteló el esquema de regulaciones cambiarias. Las celebradas medidas de mediados de diciembre se sumaban a la quita de retenciones agropecuarias que habían sido anunciadas 48 horas antes. Esa combinación, enriquecida con la apertura comercial y la eliminación de distintos controles, debía garantizar un impulso exportador liderado por la agroindustria y las economías regionales. Los resultados del “sinceramiento” no solo no fueron los prometidos sino que, en un escenario recesivo, las importaciones medidas en cantidades crecieron más que las exportaciones. A pesar del incremento en los envíos de productos primarios sin procesar, entre enero y agosto de este año las exportaciones acumularon una contracción del 1,8 por ciento. El último informe de la consultora Radar advierte que, más allá del componente de los precios, el desempeño se explica por caídas entre 9 y 45 por ciento en las cantidades exportadas de manufacturas industriales y productos regionales como manzanas, peras, algodón, yerba y vinos. En contraposición a este débil desempeño exportador, continúa observándose un fuerte ingreso de productos del exterior. Las importaciones acumulan una caída del 7,6 por ciento. Sin embargo, ese comportamiento agregado soslaya un incremento del 20,3 por ciento en las compras de bienes de consumo, expresadas en cantidades. En un escenario de recesión, aceleración de la inflación y caída del poder adquisitivo, ese desempeño está impulsado por la entrada de indumentaria, alimentos, calzados, heladeras, lavavajillas, quesos, golosinas, pollos, cerdos, galletitas dulces y artículos de limpieza. La magnitud de los aumentos de las cantidades importadas oscila entre 26 y 700 por ciento, aunque la disparada asciende al infinito en los casos de las zanahorias, batatas, mandarinas y las pasas de uva ya que se trata de productos que volvieron a las góndolas después de años sin registrar ingresos al país.
“El impacto de la política comercial sobre el empleo se hace visible, y tiene un importante carácter federal. Argentina ha elegido abrirse a un mundo que está cada vez más competitivo y proteccionista. En ese contexto, la inserción internacional debe ser inteligente para defender el trabajo y el valor agregado argentino. A la luz de los resultados, durante los primeros meses del año parece haber sucedido lo contrario”, indica el informe elaborado por la economista Paula Español. La apuesta a un despegue exportador a través de una devaluación y “eliminación de trabas” ignoró la anémica demanda externa y la reducción en el precio de los distintos productos exportados por el país. Esas medidas fueron, en cambio, efectivas para restablecer el acceso al endeudamiento en los mercados financieros internacionales. Y, como revela la historia de las devaluaciones, los cambios validaron una significativa transferencia de recursos desde el Estado y la población que dependen de ingresos fijos hacia compañías agroexportadoras, grandes empresas de alimentos y grupos industriales.
“La evolución de las economías regionales demuestra que no existen las soluciones mágicas: la quita de retenciones y la devaluación del tipo de cambio no fueron suficientes para impulsar las exportaciones”, remarca el documento elaborado por la ex subsecretaria de comercio exterior. Ante la ausencia de resultados, el presidente Mauricio Macri anunció la semana pasada la postergación de la reducción de 5 puntos adicionales en los derechos de exportación para la soja. Otro sector que revela la inefectividad de la quita de retenciones y la devaluación para impulsar las exportaciones es la minería. Durante los primeros ocho meses del año, las exportaciones mineras medidas en cantidades cayeron 2 por ciento. El oro, principal fuente de divisas del sector (genera 8 de cada 10 dólares), acumula una contracción de 22 por ciento. Los datos del documento de Radar llegan hasta agosto, por lo que ese desempeño no está influido por la clausura de la mina de Veladero en San Juan tras el derrame de cianuro.
El Informe Sectorial de Radar remarca que “la reducción de las exportaciones industriales no se explica exclusivamente por la crítica situación económica que atraviesa Brasil, ya que la caída en diversos rubros también se observa en las colocaciones en el mercado mundial”. De acuerdo a la Organización Mundial del Comercio (OMC), el crecimiento del comercio este año será de 1,7 por ciento, una cifra que supone el menor ritmo de expansión desde la contracción observada en 2009. El organismo que fustigó el esquema de administración del comercio desplegado por el gobierno anterior para proteger a las industrias locales advierte que no existen posibilidades de revertir esa tendencia en 2017: los flujos comerciales aumentarán entre 1,8 y 3,1 por ciento. Incluso en el escenario de máxima, la tasa de crecimiento del comercio representa la mitad del promedio registrado en los años anteriores al estallido de la crisis internacional (1990-2008).
Incluso cuando la economía sigue en recesión, las importaciones medidas en cantidades crecieron 6,2 por ciento en los primeros 8 meses del año, empujadas por los rubros de bienes de consumo (20,3 por ciento) y automóviles (37,2). Ese desempeño se explica por el proceso de apertura comercial dispuesto por el equipo económico, donde el desmantelamiento del esquema de Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI) anunciado a finales de 2015 se conjuga con la pasividad de los procesos contra la competencia desleal (antidumping, licencias no automáticas y trabas fitosanitarias) y un avance discursivo a favor de los acuerdos de libre comercio. Las importaciones de heladeras ofrecen un ejemplo contundente para la dinámica importadora en un contexto de caída de la demanda interna: habiendo ingresado 41 mil unidades en todo 2015, en lo que va del año ingresaron más de 82 mil, un incremento de 205 por ciento para el período enero-agosto que genera graves problemas de empleo en provincias como Santa Fe y San Luís. A través del ingreso de productos baratos y el disciplinamiento de los reclamos salariales, la desregulación de las importaciones es fundamental para amortiguar en el tiempo el impacto inflacionario de una devaluación como la que se registró a finales del año pasado.
Desde Radar advierten que los beneficios del nuevo esquema macroeconómico ni siquiera se derraman a las actividades industriales directamente vinculadas al crecimiento del sector agrícola sino que se enfrentan a la amenaza de un importante ingreso de importaciones. “La industria de productos fitosanitarios se encuentra preocupada al observar que el crecimiento de la superficie agrícola y, por ende, del consumo de plaguicidas, no provocó un aumento de sus ventas. Por el contrario, las compras al exterior se vieron incrementadas en detrimento de la producción local”, expresa el documento. Las importaciones de productos fitosanitarios –medidas en volumen– aumentaron 22 por ciento en los primeros ocho meses del año. Y entre los principales herbicidas producidos localmente –glifosato, 2,4 D y atrazina– las compras al exterior aumentaron 6, 74 y 96 por ciento, respectivamente. “Dentro de la rama existen 7 plantas de síntesis y más de 120 plantas de formulación donde al menos un 40 por ciento de la dotación de personal comprometida”, advierte el informe.
Aunque se encuentra por debajo de las expectativas generadas a partir de las transformaciones macroeconómicas de diciembre, el sector de maquinaria agrícola experimenta una mejora en el nivel actividad. El informe de la consultora Radar sostiene que, por ejemplo, en el caso de los tractores, Argentina posee una holgada capacidad instalada para abastecer el pico de demanda de los últimos meses y por lo que resta del año. Sin embargo, la importación de tractores aumentó 110 por ciento entre enero y agosto lo que le permitió incrementar casi 5 puntos porcentuales su participación en el mercado. En cuanto a las cosechadoras, se importaron el doble que en el mismo periodo de 2015 debido al fuerte aumento de las compras a Brasil. Además, ingresaron algunas pocas unidades de sembradoras desde Estados Unidos que, si bien son marginales respecto a la capacidad de producción local, comienzan a preocupar a los fabricantes nacionales. A finales del mes pasado, el Banco Nación llegó a un acuerdo con Vassalli Fabril, la principal fábrica de cosechadoras instalada en Santa Fe, para que la firma pueda refinanciar su deuda y evitar el cierre.