Nicolás Massot. Foto: DyN / EZEQUIEL PONTORIERO
Faltaban pocos minutos para la medianoche cuando Mario Negri, el jefe del bloque radical, convocó de urgencia a una reunión en su despacho, del segundo piso de la Cámara de Diputados. En sigilo, un sector de la bancada de Pro estaba cerrando un acuerdo para hacer un cambio de último a la reforma electoral: pretendía reflotar el plan para sumar 70 bancas a la Cámara baja.
La mayoría de los diputados que respondieron al llamado de Negri ya estaban al tanto de la jugada. A lo largo del día, mientras en el recinto se repetían argumentos en discursos seguidos sólo por unos pocos, Emilio Monzó y Nicolás Massot tejían una mayoría transversal para insistir con una propuesta que había sido dejada de lado hace meses. Se la había descartado por la eventual reacción adversa que podía generar en buena parte de la sociedad.
La gran cantidad de temas en discusión, creyeron los impulsores, daba una oportunidad para retomar el debate. El reajuste en el reparto de bancas de acuerdo con los cambios demográficos figura en la Constitución. La propuesta podía generar el respaldo de diputados de todas las bancadas. En especial los de la provincia de Buenos Aires, que sumaría 30 diputados. Pero también de otros distritos grandes, como Córdoba, Santa Fe, Salta y Mendoza.
Monzó y Massot se pusieron el tema al hombro y llegaron incluso a hacer cuentas. Lo consultaron a Sergio Massa . En el Pro sostiene que el jefe del FR dio su acuerdo. El ex intendente de Tigre lo niega. Necesitaban llegar a 129 votos. Sumaron los votos del Frente Amplio Progresista (FAP) y del Frente de Izquierda (FIT), dos bancadas que habían presentado proyectos a favor de la ampliación de la Cámara baja.
En medio de esas negociaciones, Negri se dirigió a unos veinte diputados reunidos en su despacho. «Puede ser que sea justo, pero es inoportuno», afirmó, ante sus colegas. Cuestionó sobre todo las formas. No se puede impulsar una reforma para tener más transparencia y, a último momento, meter un cambio del que no se habló en toda la sesión, argumentó. Lo escuchaban, entre otros Miguel Bazze, Jorge Dagostino, Luis Pastori y Eduardo Costa. «¡Ni en pedo!», se sobresaltó uno de los diputados cuando se enteró de lo que se tramaba. Todos estuvieron de acuerdo: el radicalismo votaría en contra.
Antes de que los radicales terminaran su reunión, las novedades llegaron a los oídos del jefe del bloque de Pro. Con el rechazo del radicalismo, iba a ser muy difícil lograr la mayoría requerida. «Queremos que se discuta, pero no va a salir hoy», se resignó Massot. La jugada había sido frustrada.
Faltaban pocos minutos para la medianoche cuando Mario Negri, el jefe del bloque radical, convocó de urgencia a una reunión en su despacho, del segundo piso de la Cámara de Diputados. En sigilo, un sector de la bancada de Pro estaba cerrando un acuerdo para hacer un cambio de último a la reforma electoral: pretendía reflotar el plan para sumar 70 bancas a la Cámara baja.
La mayoría de los diputados que respondieron al llamado de Negri ya estaban al tanto de la jugada. A lo largo del día, mientras en el recinto se repetían argumentos en discursos seguidos sólo por unos pocos, Emilio Monzó y Nicolás Massot tejían una mayoría transversal para insistir con una propuesta que había sido dejada de lado hace meses. Se la había descartado por la eventual reacción adversa que podía generar en buena parte de la sociedad.
La gran cantidad de temas en discusión, creyeron los impulsores, daba una oportunidad para retomar el debate. El reajuste en el reparto de bancas de acuerdo con los cambios demográficos figura en la Constitución. La propuesta podía generar el respaldo de diputados de todas las bancadas. En especial los de la provincia de Buenos Aires, que sumaría 30 diputados. Pero también de otros distritos grandes, como Córdoba, Santa Fe, Salta y Mendoza.
Monzó y Massot se pusieron el tema al hombro y llegaron incluso a hacer cuentas. Lo consultaron a Sergio Massa . En el Pro sostiene que el jefe del FR dio su acuerdo. El ex intendente de Tigre lo niega. Necesitaban llegar a 129 votos. Sumaron los votos del Frente Amplio Progresista (FAP) y del Frente de Izquierda (FIT), dos bancadas que habían presentado proyectos a favor de la ampliación de la Cámara baja.
En medio de esas negociaciones, Negri se dirigió a unos veinte diputados reunidos en su despacho. «Puede ser que sea justo, pero es inoportuno», afirmó, ante sus colegas. Cuestionó sobre todo las formas. No se puede impulsar una reforma para tener más transparencia y, a último momento, meter un cambio del que no se habló en toda la sesión, argumentó. Lo escuchaban, entre otros Miguel Bazze, Jorge Dagostino, Luis Pastori y Eduardo Costa. «¡Ni en pedo!», se sobresaltó uno de los diputados cuando se enteró de lo que se tramaba. Todos estuvieron de acuerdo: el radicalismo votaría en contra.
Antes de que los radicales terminaran su reunión, las novedades llegaron a los oídos del jefe del bloque de Pro. Con el rechazo del radicalismo, iba a ser muy difícil lograr la mayoría requerida. «Queremos que se discuta, pero no va a salir hoy», se resignó Massot. La jugada había sido frustrada.