Los radicales esperaban una mejor elección: la UCR obtuvo 37,1% y logró dos bancas en el Concejo Deliberante. Sin embargo, la alianza PD-Pro obtuvo similar número de ediles con un sólido 25%. También el PJ y el FIT consiguieron un lugar para cada uno.
Si el objetivo del radicalismo era ganar una elección más en Capital, la de anoche, sin dudas, fue un éxito, y así lo trataron de demostrar quienes estuvieron en el Comité Provincia para esperar los resultados del un lento escrutinio que cambió varias veces. Pero si la meta, además de ganar, era renovar las cuatro bancas que se habían logrado en 2010 (en realidad tres más un aliado), o repetir los últimos y contundentes triunfos (57% en 2011 y 54% en octubre), la de ayer fue una fuerte decepción.
Y eso fue precisamente lo que pasó. Porque más allá de los esfuerzos por armar un festejo para celebrar un triunfo «cercano al 40%»; de la alusión del intendente Víctor Fayad a que el resultado lo dejó «satisfecho»; y de la contundente demostración de unidad partidaria expresada por las principales figuras de primera línea, pocos esperaban que la elección de ayer en la Ciudad, se convirtiera en el escenario menos deseado.
Un escenario que fue sorpresivo no sólo para el radicalismo, sino también para casi todas las fuerzas, incluso para la alianza del Pro con el PD, que logró un segundo puesto más que solvente, con un 25,2%, impensado después del durísimo 9% logrado en Capital hace apenas cinco meses, e incorporando dos miembros al Concejo Deliberante.
Sorpresivo también para el Frente de Izquierda (FIT), que según sus propios números y los primeros sondeos de ayer, estaba «segundo cómodo», de acuerdo con lo que decían sus propias fuentes, y que sin embargo terminaron en el cuarto puesto, con 13,2% (bajaron 4 puntos frente a octubre) aunque permitiendo el ingreso de su primera candidata.
Y también resultó una sorpresa, aunque un tanto más esperada, el bajo nivel que tuvo el socialismo en esta elección, a pesar de tener que renovar la banca de Alberto Montbrun, y de llevar a un candidato -Ricardo Ponte- altamente catalogado por la mayoría de las fuerzas y por la ciudadanía.
Para el justicialismo también fue inesperada la elección, porque lograron alcanzar el objetivo de que ingresara un edil, aunque su piso de votos cercano al 15% no estuvo lejano con el 13,5% obtenido ayer.
También recibió sus votos habituales el MST, fuerza de izquierda que nunca logró integrarse al FIT, que apenas superó el 2,2%.
Lo que no extrañó, luego de un tiempo de campaña inexpresivo y con escasa información, es que sólo el 63% de los capitalinos acudiera a votar, demostrando una fuerte apatía, algo que los políticos deberán replantearse.
Satisfacción a medias
Las expectativas radicales no eran las mejores. Ya lo habían avisado algunos dirigentes que predecían su desempeño electoral «entre 40% y 43%». Incluso así lo afirmaban después de las 6 de la tarde. Y empezaban a conformarse con que entrasen sólo 3 concejales.
Sin embargo el haber ganado con un exiguo 37,1% no sólo rompió el sueño de obtener cuatro bancas, sino que además impidió el tercer escaño anhelado, que estaba reservado para la vitista Esperanza Farías.
Así las cosas, solamente el actual jefe del Concejo y hombre de confianza de Fayad, Rodolfo Suárez, y el empleado municipal Dugar Chapel, enemistado con el intendente, pudieron entrar.
«La ciudadanía ha ratificado su preferencia por el radicalismo», indicó el Viti para mostrar su satisfacción. «Este resultado nos permitirá seguir gobernando», agregó a sus efusivos seguidores.
Pero en la sede partidaria también estaban los que se lamentaban. «No es lo que esperábamos pero hay que seguir gobernando», dijo un dirigente capitalino. «Bajar de un 54% a un 38% no es un buen resultado», se quejó un cornejista.
«Prefiero ver el vaso medio lleno. No es lo mismo una elección de intendente que una de concejales», indicó el cacique y al comparar con su «histórico» triunfo de hace dos años, cuando logró 57% de los votos, explicó que «a las renovaciones parciales la gente no le da la misma relevancia que al elegir un cargo Ejecutivo» y resaltó: «Yo no he bajado ni un punto».
Más allá de los sabores que dejó el resultado, los radicales, al menos anoche, se sintieron más cómodos hablando de la situación interna, porque estuvieron todos juntos. Porque hubo saludos entre los que hasta hace poco no podían ni verse. Y porque dicen haber entendido que «la unidad permitirá construir para 2015».
Si el objetivo del radicalismo era ganar una elección más en Capital, la de anoche, sin dudas, fue un éxito, y así lo trataron de demostrar quienes estuvieron en el Comité Provincia para esperar los resultados del un lento escrutinio que cambió varias veces. Pero si la meta, además de ganar, era renovar las cuatro bancas que se habían logrado en 2010 (en realidad tres más un aliado), o repetir los últimos y contundentes triunfos (57% en 2011 y 54% en octubre), la de ayer fue una fuerte decepción.
Y eso fue precisamente lo que pasó. Porque más allá de los esfuerzos por armar un festejo para celebrar un triunfo «cercano al 40%»; de la alusión del intendente Víctor Fayad a que el resultado lo dejó «satisfecho»; y de la contundente demostración de unidad partidaria expresada por las principales figuras de primera línea, pocos esperaban que la elección de ayer en la Ciudad, se convirtiera en el escenario menos deseado.
Un escenario que fue sorpresivo no sólo para el radicalismo, sino también para casi todas las fuerzas, incluso para la alianza del Pro con el PD, que logró un segundo puesto más que solvente, con un 25,2%, impensado después del durísimo 9% logrado en Capital hace apenas cinco meses, e incorporando dos miembros al Concejo Deliberante.
Sorpresivo también para el Frente de Izquierda (FIT), que según sus propios números y los primeros sondeos de ayer, estaba «segundo cómodo», de acuerdo con lo que decían sus propias fuentes, y que sin embargo terminaron en el cuarto puesto, con 13,2% (bajaron 4 puntos frente a octubre) aunque permitiendo el ingreso de su primera candidata.
Y también resultó una sorpresa, aunque un tanto más esperada, el bajo nivel que tuvo el socialismo en esta elección, a pesar de tener que renovar la banca de Alberto Montbrun, y de llevar a un candidato -Ricardo Ponte- altamente catalogado por la mayoría de las fuerzas y por la ciudadanía.
Para el justicialismo también fue inesperada la elección, porque lograron alcanzar el objetivo de que ingresara un edil, aunque su piso de votos cercano al 15% no estuvo lejano con el 13,5% obtenido ayer.
También recibió sus votos habituales el MST, fuerza de izquierda que nunca logró integrarse al FIT, que apenas superó el 2,2%.
Lo que no extrañó, luego de un tiempo de campaña inexpresivo y con escasa información, es que sólo el 63% de los capitalinos acudiera a votar, demostrando una fuerte apatía, algo que los políticos deberán replantearse.
Satisfacción a medias
Las expectativas radicales no eran las mejores. Ya lo habían avisado algunos dirigentes que predecían su desempeño electoral «entre 40% y 43%». Incluso así lo afirmaban después de las 6 de la tarde. Y empezaban a conformarse con que entrasen sólo 3 concejales.
Sin embargo el haber ganado con un exiguo 37,1% no sólo rompió el sueño de obtener cuatro bancas, sino que además impidió el tercer escaño anhelado, que estaba reservado para la vitista Esperanza Farías.
Así las cosas, solamente el actual jefe del Concejo y hombre de confianza de Fayad, Rodolfo Suárez, y el empleado municipal Dugar Chapel, enemistado con el intendente, pudieron entrar.
«La ciudadanía ha ratificado su preferencia por el radicalismo», indicó el Viti para mostrar su satisfacción. «Este resultado nos permitirá seguir gobernando», agregó a sus efusivos seguidores.
Pero en la sede partidaria también estaban los que se lamentaban. «No es lo que esperábamos pero hay que seguir gobernando», dijo un dirigente capitalino. «Bajar de un 54% a un 38% no es un buen resultado», se quejó un cornejista.
«Prefiero ver el vaso medio lleno. No es lo mismo una elección de intendente que una de concejales», indicó el cacique y al comparar con su «histórico» triunfo de hace dos años, cuando logró 57% de los votos, explicó que «a las renovaciones parciales la gente no le da la misma relevancia que al elegir un cargo Ejecutivo» y resaltó: «Yo no he bajado ni un punto».
Más allá de los sabores que dejó el resultado, los radicales, al menos anoche, se sintieron más cómodos hablando de la situación interna, porque estuvieron todos juntos. Porque hubo saludos entre los que hasta hace poco no podían ni verse. Y porque dicen haber entendido que «la unidad permitirá construir para 2015».
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