Recientemente, el empresario Edgardo Novick lanzó el Partido de la Gente, una nueva formación política uruguaya que parece representar a una «nueva derecha» por fuera de los partidos tradicionales y con importantes críticas a la «clase política». ¿Cuáles son las principales ideas de este partido y quién es, exactamente, Edgardo Novick?
Novick es un conocido empresario comercial con lazos con el Partido Colorado. Si bien no tuvo cargo político alguno, fue uno de los organizadores de la campaña presidencial del colorado Jorge Batlle, electo presidente en 1999. Cuando en 2014 los dos partidos tradicionales consideraron que la única forma de derrotar a la izquierda en Montevideo era unirse electoralmente, fue uno de los candidatos por ese lema. Aunque el apoyo recogido no superó la cuarta parte de la población, a caballo de una campaña original y costosa resaltó por su capacidad de agendar temas y muy especialmente, su figura. Se presenta a sí mismo como un self-made-men, destacando sus orígenes humildes.
Las ideas del Partido de la Gente no pasan de generalidades. Su declaración de principios no llega a las cuatro páginas de texto y mezcla cuestiones como «la familia como base de la sociedad» con «la eficiencia, la gestión por resultados y la transparencia como principios rectores» y al menos cuatro alusiones a la ideología en tono de negación: habla de «idelogías extremas», «fanatismos ideológicos inconducentes», «ideologías antiguas» y «ataduras ideológicas». Todo indica que lo que se busca es un paraguas muy general de ideas y principios que puedan encarnar en la figura de su fundador. Un indicador sintomático: el Partido de la Gente no tiene página web, pero sí aparecen sus principios en la web personal del candidato.
Algunos analistas han afirmado que Novick expresa ideas similares a las del pachequismo, el histórico sector de derecha del Partido Colorado. Otros, que es el representante de una nueva derecha de pretendida modernidad como la que pretende expresar Macri en Argentina. Y, algunos sostienen también que se trata de un empresario exitoso que apuesta a una política de tipo «emprendedora» que abandone las ideologías clásicas. ¿Novick puede ser clasificado de alguna de esas formas o manifiesta una mixtura más compleja?
Algunos han hablado de nueva derecha y muchos más lo han etiquetado como un representante de la «antipolítica», pero creo que este rótulo es equivocado o, cuanto menos, reduccionista y simplificador. Novick no cuestiona los aspectos esenciales del sistema político, pero se centra en cuestionar muchas de sus decisiones, especialmente aquellas que encarna el Frente Amplio a nivel nacional o en gobierno de Montevideo.
Lo que trasunta es una visión «gerencialista» de la política que trata de negar la influencia ideológica para centrarse en la gestión como un valor en sí mismo. En su campaña en Montevideo, Novick enfatizaba en frases como «no quiero cambiar tu ideología, quiero cambiar Montevideo», «ya no hay cosas de derecha o de izquierda» o «burocracia vs. buena administración». Detrás de estos conceptos está la idea central: la mayoría de los asuntos que tiene que enfrentar un gobierno se solucionan con una gestión adecuada y para eso sólo hace falta gente capacitada y con experiencia en la gestión. Los administradores deben ser más gerentes y menos políticos, una definición que por otra parte se adapta perfectamente a su perfil personal.
¿Es eso una cara de la nueva derecha? Es posible, pero en todo caso Novick lucha por evitar ese rótulo, especialmente para aparecer mimetizado con ciertos sectores de los partidos tradicionales, y creo que sería equivocado que quienes lo enfrentan –especialmente la izquierda- intenten descalificarlo a través de ese rótulo. El «gerencialismo» es un discurso que por más simplificador que parezca aparece atractivo para un sector nada despreciable de la población.
En 2015, Novick fue candidato a la Alcaldía de Montevideo por el Partido de la Concertación que intentaba unificar a votantes del Partido Colorado y del Partido Nacional. En aquella contienda, acabó segundo. ¿Cuáles son las grietas del gobierno frenteamplista, que lleva ya más de veinte años en la capital, que le permiten a Novick penetrar tan fuertemente?
El Frente Amplio va a cumplir 30 años gobernando Montevideo, y le ha costado mucho adecuarse a la nueva realidad en la que también ejerce el gobierno nacional. Durante los primeros quince años el modelo del Frente Amplio en Montevideo era crear una especie de experiencia a escala de lo que podría hacer en el gobierno nacional: mostró importantes innovaciones en términos de apertura a las organizaciones sociales, descentralización, inclusión social, etc.
Cuando comenzó a gobernar el país no supo ajustar su modelo de gestión municipal a esa nueva realidad. En 1990, en pleno ascenso del modelo neoliberal, la población se sentía inclinada a pedirle al gobierno de Montevideo un perfil más social que estaba ausente a nivel nacional. Cuando pasó a gobernar el país e implementó buena parte de esos cambios, las demandas se trasladaron a cuestiones más clásicas como las que llamamos el «ABC» (alumbrado, barrrido y calles), a las que se agregaron otras que aparecían por cambios económicos y sociales (ej: la gestión del tránsito y transporte). La respuesta estuvo lejos de ser la mejor, y se reflejó en un empeoramiento notorio de los juicios sobre la gestión.
Adicionalmente, durante todos sus gobiernos la izquierda no acertó a lograr una gestión adecuada de sus recursos humanos. Justificado o no, se ha generado en la población un estereotipo complicado que considera que los municipales trabajan poco, ganan más de lo que merecen y el gobierno de izquierda no es capaz de ponerle límites.
La nueva administración de izquierda en Montevideo parece dispuesta a enfrentar buena parte de estas cuestiones, pero aún es temprano para saber si lo logrará.
El discurso de Novick y de su nuevo partido parece ser muy hábil. En ocasiones ha dicho que solo quiere que se cumpla el programa del Frente Amplio y ha tomado algunas de sus banderas en clave demagógica, planteando problemas de educación, pobreza y urbanismo. Sin embargo, otras veces, ha mostrado posiciones claramente de una derecha anticuada (como cuando afirmó que, siendo joven el «levantaba cajones de frutas» mientras Lucía Topolansky «levantaba fusiles»). ¿Creé que si Novick llega a alguna instancia gubernamental mostrará una línea de derecha dura o, por el contrario, será más proclive a moderar su discurso?
Lo que haría Novick en una instancia de gobierno es todo un interrogante. El conjunto de personas que lo rodea es una mezcla de escindidos de los partidos tradicionales con gente de perfil técnico de orígenes diversos pero entre los cuales la ausencia más notoria es de personas provenientes de la izquierda. Al menos hasta ahora, gobernar en Uruguay supone tomar en cuenta en alguna medida a «la otra mitad», y no veo probable que la izquierda retroceda como para dejar de ser esa otra mitad. A su vez, para asumir un posicionamiento de derecha dura necesitaría el apoyo en bloque los partidos tradicionales, y dudo que ello suceda.
Por otra parte, Novick ha mostrado cierto pragmatismo, por ejemplo al acordar con el actual gobierno de Montevideo el apoyo a algunos proyectos que necesitaban de mayorías especiales.
Creo que si fuera gobierno su principal desafío sería el de lograr mantener ese pragmatismo sin rebajar sus promesas electorales. Su mensaje actual simplifica la solución de los problemas ignorando que las soluciones técnicas están intermediadas por la complejidad de la negociación política.
La irrupción de Novick y el Partido de la Gente muestra también el desarrollo de un discurso «antipolítico». ¿Qué pasa con el Frente Amplio? ¿Está siendo visto como parte del sistema y esto le ha granjeado una pérdida de apoyos?
Lo quiera o no, el Frente Amplio es parte del sistema. Su gran desafío es mostrar que sigue siendo una parte diferente del sistema, para evitar el «todos son iguales». Actualmente, la izquierda está en su momento más difícil desde que llegó al gobierno. Buena parte de la población ya considera un dato las mejores económicas, sociales y del campo de los derechos, y mantiene expectativas de mejora que en el futuro cercano podrán ser satisfechas de manera que en el pasado reciente. A eso se suma cierto desgaste de su liderazgo político, la falta de reconocimiento de errores en algunas áreas de la gestión y muy especialmente la falta de articulación política entre gobierno, bancada parlamentaria y estructura partidaria. Eso parece haber influido en la pérdida de apoyos, pero no se percibe que sus votantes se hayan trasladado masivamente a otros partidos.
2017 será un momento clave para enfrentar esos desafíos: se precisa una agenda de gobierno más clara, la recreación de un consenso técnico-político más consensuado y la elaboración de una nueva síntesis política que evite que primen los puntos de vistas sectoriales. Si pretende mantener el poder en el 2019, la batalla por la opinión pública debe comenzar ahora.
Novick es un conocido empresario comercial con lazos con el Partido Colorado. Si bien no tuvo cargo político alguno, fue uno de los organizadores de la campaña presidencial del colorado Jorge Batlle, electo presidente en 1999. Cuando en 2014 los dos partidos tradicionales consideraron que la única forma de derrotar a la izquierda en Montevideo era unirse electoralmente, fue uno de los candidatos por ese lema. Aunque el apoyo recogido no superó la cuarta parte de la población, a caballo de una campaña original y costosa resaltó por su capacidad de agendar temas y muy especialmente, su figura. Se presenta a sí mismo como un self-made-men, destacando sus orígenes humildes.
Las ideas del Partido de la Gente no pasan de generalidades. Su declaración de principios no llega a las cuatro páginas de texto y mezcla cuestiones como «la familia como base de la sociedad» con «la eficiencia, la gestión por resultados y la transparencia como principios rectores» y al menos cuatro alusiones a la ideología en tono de negación: habla de «idelogías extremas», «fanatismos ideológicos inconducentes», «ideologías antiguas» y «ataduras ideológicas». Todo indica que lo que se busca es un paraguas muy general de ideas y principios que puedan encarnar en la figura de su fundador. Un indicador sintomático: el Partido de la Gente no tiene página web, pero sí aparecen sus principios en la web personal del candidato.
Algunos analistas han afirmado que Novick expresa ideas similares a las del pachequismo, el histórico sector de derecha del Partido Colorado. Otros, que es el representante de una nueva derecha de pretendida modernidad como la que pretende expresar Macri en Argentina. Y, algunos sostienen también que se trata de un empresario exitoso que apuesta a una política de tipo «emprendedora» que abandone las ideologías clásicas. ¿Novick puede ser clasificado de alguna de esas formas o manifiesta una mixtura más compleja?
Algunos han hablado de nueva derecha y muchos más lo han etiquetado como un representante de la «antipolítica», pero creo que este rótulo es equivocado o, cuanto menos, reduccionista y simplificador. Novick no cuestiona los aspectos esenciales del sistema político, pero se centra en cuestionar muchas de sus decisiones, especialmente aquellas que encarna el Frente Amplio a nivel nacional o en gobierno de Montevideo.
Lo que trasunta es una visión «gerencialista» de la política que trata de negar la influencia ideológica para centrarse en la gestión como un valor en sí mismo. En su campaña en Montevideo, Novick enfatizaba en frases como «no quiero cambiar tu ideología, quiero cambiar Montevideo», «ya no hay cosas de derecha o de izquierda» o «burocracia vs. buena administración». Detrás de estos conceptos está la idea central: la mayoría de los asuntos que tiene que enfrentar un gobierno se solucionan con una gestión adecuada y para eso sólo hace falta gente capacitada y con experiencia en la gestión. Los administradores deben ser más gerentes y menos políticos, una definición que por otra parte se adapta perfectamente a su perfil personal.
¿Es eso una cara de la nueva derecha? Es posible, pero en todo caso Novick lucha por evitar ese rótulo, especialmente para aparecer mimetizado con ciertos sectores de los partidos tradicionales, y creo que sería equivocado que quienes lo enfrentan –especialmente la izquierda- intenten descalificarlo a través de ese rótulo. El «gerencialismo» es un discurso que por más simplificador que parezca aparece atractivo para un sector nada despreciable de la población.
En 2015, Novick fue candidato a la Alcaldía de Montevideo por el Partido de la Concertación que intentaba unificar a votantes del Partido Colorado y del Partido Nacional. En aquella contienda, acabó segundo. ¿Cuáles son las grietas del gobierno frenteamplista, que lleva ya más de veinte años en la capital, que le permiten a Novick penetrar tan fuertemente?
El Frente Amplio va a cumplir 30 años gobernando Montevideo, y le ha costado mucho adecuarse a la nueva realidad en la que también ejerce el gobierno nacional. Durante los primeros quince años el modelo del Frente Amplio en Montevideo era crear una especie de experiencia a escala de lo que podría hacer en el gobierno nacional: mostró importantes innovaciones en términos de apertura a las organizaciones sociales, descentralización, inclusión social, etc.
Cuando comenzó a gobernar el país no supo ajustar su modelo de gestión municipal a esa nueva realidad. En 1990, en pleno ascenso del modelo neoliberal, la población se sentía inclinada a pedirle al gobierno de Montevideo un perfil más social que estaba ausente a nivel nacional. Cuando pasó a gobernar el país e implementó buena parte de esos cambios, las demandas se trasladaron a cuestiones más clásicas como las que llamamos el «ABC» (alumbrado, barrrido y calles), a las que se agregaron otras que aparecían por cambios económicos y sociales (ej: la gestión del tránsito y transporte). La respuesta estuvo lejos de ser la mejor, y se reflejó en un empeoramiento notorio de los juicios sobre la gestión.
Adicionalmente, durante todos sus gobiernos la izquierda no acertó a lograr una gestión adecuada de sus recursos humanos. Justificado o no, se ha generado en la población un estereotipo complicado que considera que los municipales trabajan poco, ganan más de lo que merecen y el gobierno de izquierda no es capaz de ponerle límites.
La nueva administración de izquierda en Montevideo parece dispuesta a enfrentar buena parte de estas cuestiones, pero aún es temprano para saber si lo logrará.
El discurso de Novick y de su nuevo partido parece ser muy hábil. En ocasiones ha dicho que solo quiere que se cumpla el programa del Frente Amplio y ha tomado algunas de sus banderas en clave demagógica, planteando problemas de educación, pobreza y urbanismo. Sin embargo, otras veces, ha mostrado posiciones claramente de una derecha anticuada (como cuando afirmó que, siendo joven el «levantaba cajones de frutas» mientras Lucía Topolansky «levantaba fusiles»). ¿Creé que si Novick llega a alguna instancia gubernamental mostrará una línea de derecha dura o, por el contrario, será más proclive a moderar su discurso?
Lo que haría Novick en una instancia de gobierno es todo un interrogante. El conjunto de personas que lo rodea es una mezcla de escindidos de los partidos tradicionales con gente de perfil técnico de orígenes diversos pero entre los cuales la ausencia más notoria es de personas provenientes de la izquierda. Al menos hasta ahora, gobernar en Uruguay supone tomar en cuenta en alguna medida a «la otra mitad», y no veo probable que la izquierda retroceda como para dejar de ser esa otra mitad. A su vez, para asumir un posicionamiento de derecha dura necesitaría el apoyo en bloque los partidos tradicionales, y dudo que ello suceda.
Por otra parte, Novick ha mostrado cierto pragmatismo, por ejemplo al acordar con el actual gobierno de Montevideo el apoyo a algunos proyectos que necesitaban de mayorías especiales.
Creo que si fuera gobierno su principal desafío sería el de lograr mantener ese pragmatismo sin rebajar sus promesas electorales. Su mensaje actual simplifica la solución de los problemas ignorando que las soluciones técnicas están intermediadas por la complejidad de la negociación política.
La irrupción de Novick y el Partido de la Gente muestra también el desarrollo de un discurso «antipolítico». ¿Qué pasa con el Frente Amplio? ¿Está siendo visto como parte del sistema y esto le ha granjeado una pérdida de apoyos?
Lo quiera o no, el Frente Amplio es parte del sistema. Su gran desafío es mostrar que sigue siendo una parte diferente del sistema, para evitar el «todos son iguales». Actualmente, la izquierda está en su momento más difícil desde que llegó al gobierno. Buena parte de la población ya considera un dato las mejores económicas, sociales y del campo de los derechos, y mantiene expectativas de mejora que en el futuro cercano podrán ser satisfechas de manera que en el pasado reciente. A eso se suma cierto desgaste de su liderazgo político, la falta de reconocimiento de errores en algunas áreas de la gestión y muy especialmente la falta de articulación política entre gobierno, bancada parlamentaria y estructura partidaria. Eso parece haber influido en la pérdida de apoyos, pero no se percibe que sus votantes se hayan trasladado masivamente a otros partidos.
2017 será un momento clave para enfrentar esos desafíos: se precisa una agenda de gobierno más clara, la recreación de un consenso técnico-político más consensuado y la elaboración de una nueva síntesis política que evite que primen los puntos de vistas sectoriales. Si pretende mantener el poder en el 2019, la batalla por la opinión pública debe comenzar ahora.