“El viento no sopla de cola, pero tampoco de frente. Hay que trabajar y remarla para lograr la diferencia. El contexto no te regala mucho”. Agustín Llanos, el aún flamante CEO de Molinos Río de la Plata, analiza un 2017 que fue ambivalente para el consumo masivo. Con una economía que mostró –leves– señales positivas durante todo el año, le costó al sector recuperarse durante los primeros meses del año. De hecho, el ranking publicado por APERTURA lo refleja: fue un año con más caídas que alzas en la categoría.
Al cierre de esta edición, se conocieron los resultados del ejercicio 2017. La compañía reportó una pérdida de $ 187 millones, frente a una ganancia de $ 3 millones en el mismo período de 2016 (el resultado no incluye los $ 451 millones que había obtenido el negocio de graneles). El desempeño negativo del año último se vio influido por la devaluación del peso de diciembre. “La primera parte de 2017 fue continuidad de 2016. Pero en el segundo semestre los números empezaron a estabilizarse, y hasta en algunas categorías estaban en verde. Si bien en total el año fue negativo para el consumo, por lo menos ya no cae. Vemos con optimismo este cambio de tendencia”. Para este año, justamente, prevé un leve crecimiento: “No esperamos volver a situaciones de crecimiento de doble dígito, pero creemos que el sector acompañará el crecimiento de la economía en términos reales”.
Si bien hace más de un año se dividió de Molinos Agro, esta decisión sigue siendo un tema vigente. Al entrar en las oficinas que el grupo Perez Companc –dueño de la compañía desde 1999– tiene en Victoria, sobre el ramal Tigre de la Panamericana, se vislumbran los logos de ambas empresas. Como dos mundos que lo único que comparten son los cimientos. “Cada una tiene su foco, somos totalmente independientes. No había mucha experiencia en la Argentina sobre este tipo de escisiones, pero estamos muy contentos”, apunta Llanos. Molinos Agro, por su parte, obtuvo ganancias por $ 254 millones entre abril –cuando empezó a reportar por separado– y diciembre.
Molinos Río de la Plata se concentra entonces el negocio de marcas. Algunas de las más reconocidas son Matarazzo, Lucchetti, Don Vicente, Cocinero, Granja del Sol, Gallo, Cruz de Malta, Nobleza Gaucha, Blancaflor, Arlistán, Exquisita, Canale, Nieto Senetiner y Ruca Malen. La estrategia en los últimos años fue desprenderse de firmas con una imagen no vinculada a lo saludable, como Vieníssima y Good Mark –vendidas a la brasileña BRF–. Y, en su lugar, priorizar las pastas secas, el arroz y hasta el vino. “Queremos trabajar con productos con mayor nivel nutricional. Por eso priorizamos fideos y arroz, y vimos qué otros negocios tenían menos futuro en esa línea”, analiza Llanos. Además, agrega que buscaron ganar terreno por fuera del almuerzo y la cena y que sumaron más opciones para el snackeo, en muchos casos a base de arroz.
Sin embargo, Molinos cuenta también con un gran portfolio de productos prefritos, apuntados muchas veces por los nutricionistas. Bajo el paraguas de Granja del Sol están las históricas Patitas y también otros empanados de pollo, verduras, arroz y pescado. ¿Cómo comulgan los prefritos con el resto de la estrategia, más amiga de lo saludable? En términos de Llanos, “tenemos planes para mejorar el perfil nutricional de los productos, cada uno en su medida, y los prefritos entran en esta tendencia. También es importante que haya una ingesta medida, ya que impacta de una manera distinta en la salud. Pero Patitas tiene mucho que dar a los consumidores argentinos, a los chicos les gusta”.
A la hora de sumar opciones saludables, Llanos destaca el trabajo que hacen para agregar opciones para celíacos. En primer lugar, toda la línea de snacks está alineada. Pero además anticipa una nueva variedad de fideos libres de gluten: “Se lanzará en abril, seguramente con la marca Matarazzo. Estamos terminando la inversión de una nueva fábrica para hacer estos fideos. Los que hay en la Argentina actualmente son importados y caros. Además, seguramente nos sirva para exportar a Latinoamérica, ya que no hay plantas tan grandes en la región”.
Si bien la prioridad se la lleva el mercado interno, el CEO de la compañía centenaria explica la visión respecto a las exportaciones: “Para que sea sustentable, tenemos que ofrecer experiencias al mundo. Encontrar negocios basados en oportunidades de ventajas de precio es difícil de mantener. Por eso ponemos foco en el vino, salimos de la lucha por precio. Hay una marca país que acompaña, los consumidores están ávidos de propuestas distintas”.
En este sentido, agrega que deben priorizarse las oportunidades naturales de la Argentina, y lo ejemplifica con el aceite de oliva: “En Brasil consumen 100.000 toneladas por año. La Argentina produce 30.000 y consume 5000 toneladas. Si somos inteligentes, tenemos un mercado natural al lado, pero las políticas públicas deben acompañar”. Por políticas públicas se refiere, principalmente, a la cuestión impositiva: “Exportar la cantidad de impuestos que tiene el país no es una buena idea. Se hace muy difícil competir con los subsidios de la cuenca del Mediterráneo, entonces se desaprovechan las ventajas naturales. El Gobierno hizo un esfuerzo con los reintegros, pero aún son bajos en relación con la carga impositiva”.
Sobre el futuro, Llanos cuenta que están cerca de terminar dos planes de inversión. Uno es la reconversión industrial y logística de toda la compañía. Y el otro, dos centros de almacenamiento de Lucchetti, uno en la planta de Esteban Echeverría, y el otro en Malvinas Argentinas, donde Molinos invirtió $ 700 millones desde el año pasado. “Somos una compañía de 115 años. El Grupo Perez Companc la adquirió en 1999, y siempre tuvo esta impronta a la hora de invertir: creemos que se puede pensar en largo plazo”.
Justamente sobre ese punto, concluye: “En el largo plazo, vemos al país con mucha confianza. En el corto plazo, trabajamos mucho. El contexto es desafiante. Estamos metidos en un proceso de transformación, en donde la insatisfacción nos movilizó, y la visión de largo plazo nos mueve también. En este proceso que toca vivir hay tensiones, siempre hay gente que quiere que sea todo urgente y otros que no quieren nada. En el medio están los roces y hay que administrarlo. Pero en el largo plazo tenemos muchísima confianza, vamos a buen puerto”.
Al cierre de esta edición, se conocieron los resultados del ejercicio 2017. La compañía reportó una pérdida de $ 187 millones, frente a una ganancia de $ 3 millones en el mismo período de 2016 (el resultado no incluye los $ 451 millones que había obtenido el negocio de graneles). El desempeño negativo del año último se vio influido por la devaluación del peso de diciembre. “La primera parte de 2017 fue continuidad de 2016. Pero en el segundo semestre los números empezaron a estabilizarse, y hasta en algunas categorías estaban en verde. Si bien en total el año fue negativo para el consumo, por lo menos ya no cae. Vemos con optimismo este cambio de tendencia”. Para este año, justamente, prevé un leve crecimiento: “No esperamos volver a situaciones de crecimiento de doble dígito, pero creemos que el sector acompañará el crecimiento de la economía en términos reales”.
Si bien hace más de un año se dividió de Molinos Agro, esta decisión sigue siendo un tema vigente. Al entrar en las oficinas que el grupo Perez Companc –dueño de la compañía desde 1999– tiene en Victoria, sobre el ramal Tigre de la Panamericana, se vislumbran los logos de ambas empresas. Como dos mundos que lo único que comparten son los cimientos. “Cada una tiene su foco, somos totalmente independientes. No había mucha experiencia en la Argentina sobre este tipo de escisiones, pero estamos muy contentos”, apunta Llanos. Molinos Agro, por su parte, obtuvo ganancias por $ 254 millones entre abril –cuando empezó a reportar por separado– y diciembre.
Molinos Río de la Plata se concentra entonces el negocio de marcas. Algunas de las más reconocidas son Matarazzo, Lucchetti, Don Vicente, Cocinero, Granja del Sol, Gallo, Cruz de Malta, Nobleza Gaucha, Blancaflor, Arlistán, Exquisita, Canale, Nieto Senetiner y Ruca Malen. La estrategia en los últimos años fue desprenderse de firmas con una imagen no vinculada a lo saludable, como Vieníssima y Good Mark –vendidas a la brasileña BRF–. Y, en su lugar, priorizar las pastas secas, el arroz y hasta el vino. “Queremos trabajar con productos con mayor nivel nutricional. Por eso priorizamos fideos y arroz, y vimos qué otros negocios tenían menos futuro en esa línea”, analiza Llanos. Además, agrega que buscaron ganar terreno por fuera del almuerzo y la cena y que sumaron más opciones para el snackeo, en muchos casos a base de arroz.
Sin embargo, Molinos cuenta también con un gran portfolio de productos prefritos, apuntados muchas veces por los nutricionistas. Bajo el paraguas de Granja del Sol están las históricas Patitas y también otros empanados de pollo, verduras, arroz y pescado. ¿Cómo comulgan los prefritos con el resto de la estrategia, más amiga de lo saludable? En términos de Llanos, “tenemos planes para mejorar el perfil nutricional de los productos, cada uno en su medida, y los prefritos entran en esta tendencia. También es importante que haya una ingesta medida, ya que impacta de una manera distinta en la salud. Pero Patitas tiene mucho que dar a los consumidores argentinos, a los chicos les gusta”.
A la hora de sumar opciones saludables, Llanos destaca el trabajo que hacen para agregar opciones para celíacos. En primer lugar, toda la línea de snacks está alineada. Pero además anticipa una nueva variedad de fideos libres de gluten: “Se lanzará en abril, seguramente con la marca Matarazzo. Estamos terminando la inversión de una nueva fábrica para hacer estos fideos. Los que hay en la Argentina actualmente son importados y caros. Además, seguramente nos sirva para exportar a Latinoamérica, ya que no hay plantas tan grandes en la región”.
Si bien la prioridad se la lleva el mercado interno, el CEO de la compañía centenaria explica la visión respecto a las exportaciones: “Para que sea sustentable, tenemos que ofrecer experiencias al mundo. Encontrar negocios basados en oportunidades de ventajas de precio es difícil de mantener. Por eso ponemos foco en el vino, salimos de la lucha por precio. Hay una marca país que acompaña, los consumidores están ávidos de propuestas distintas”.
En este sentido, agrega que deben priorizarse las oportunidades naturales de la Argentina, y lo ejemplifica con el aceite de oliva: “En Brasil consumen 100.000 toneladas por año. La Argentina produce 30.000 y consume 5000 toneladas. Si somos inteligentes, tenemos un mercado natural al lado, pero las políticas públicas deben acompañar”. Por políticas públicas se refiere, principalmente, a la cuestión impositiva: “Exportar la cantidad de impuestos que tiene el país no es una buena idea. Se hace muy difícil competir con los subsidios de la cuenca del Mediterráneo, entonces se desaprovechan las ventajas naturales. El Gobierno hizo un esfuerzo con los reintegros, pero aún son bajos en relación con la carga impositiva”.
Sobre el futuro, Llanos cuenta que están cerca de terminar dos planes de inversión. Uno es la reconversión industrial y logística de toda la compañía. Y el otro, dos centros de almacenamiento de Lucchetti, uno en la planta de Esteban Echeverría, y el otro en Malvinas Argentinas, donde Molinos invirtió $ 700 millones desde el año pasado. “Somos una compañía de 115 años. El Grupo Perez Companc la adquirió en 1999, y siempre tuvo esta impronta a la hora de invertir: creemos que se puede pensar en largo plazo”.
Justamente sobre ese punto, concluye: “En el largo plazo, vemos al país con mucha confianza. En el corto plazo, trabajamos mucho. El contexto es desafiante. Estamos metidos en un proceso de transformación, en donde la insatisfacción nos movilizó, y la visión de largo plazo nos mueve también. En este proceso que toca vivir hay tensiones, siempre hay gente que quiere que sea todo urgente y otros que no quieren nada. En el medio están los roces y hay que administrarlo. Pero en el largo plazo tenemos muchísima confianza, vamos a buen puerto”.