Llega puntual. Pide disculpas porque antes de iniciar la entrevista debe realizar “sí o sí” dos llamados telefónicos. Regresa, subimos al primer piso de un restó en la esquina de América y, mientras comienza la charla, pide una ensalada de frutas al plato acompañada por una gaseosa light con una rodaja de limón. Alejandro Fantino no para . Se le nota el cansancio en la mirada, aunque muestre esa fortaleza gringa detrás del 1,90 metros de altura.
“Este es el momento en que no debés caer –subraya–. No te podés relajar.” A los 42 años, el conductor de Animales sueltos y SDF en América , y de Uno de los nuestros en Radio La Red, afirma que está cerrando su tercera etapa profesional desde que empezó relatando a Boca Juniors cuando se vino desde San Vicente, Santa Fe, a buscar el triunfo en Capital Federal. “Sin dudas que la mejor y más fructífera”, confiesa Fantino, quien fue mutando en su carrera: relator partidario, periodista deportivo, hizo Mar de fondo, ESPN Estudio, TVO, En fuga, entre otros ciclos en TV. “Ya empecé a abrirme a otros mundos, interés general, espectáculos, política”, dice y refuta el rumor de reemplazar a Araujo en Fútbol para todos: “Estoy retirado del relato —dice—. Mi carrera va por lo periodístico . Es un orgullo que piensen en mi pero lo veo muy difícil. Es una cosa de la gente, no creo que yo este en la cabeza de nadie en el Gobierno”.
—Al revés de muchos, te destacás por no ser especialista en ningún género.
—La categorización es un deporte nacional. Vengo de relatar fútbol, pasé al periodismo deportivo en general, no me daba vergüenza hablar de un partido de tenis, de otros equipos, luego pasé al espectáculo, y ahora puedo pasar a lo político. No soy Roberto García porque el tipo sabe más que yo de política y tiene más años, pero desde mi simpleza puedo llevar adelante otro tipo de entrevistas.
—Fue tu mejor etapa económica también, ¿no?
—Sí. En los últimos años empecé a estar definitivamente más tranquilo con respecto a mi familia, futuro, saber que si me quedo sin laburo puedo aguantar unos meses. Tampoco es que me puedo retirar a vivir a Punta del Este porque ni siquiera tengo casa allá y fui dos veces en mi vida. O irme a vivir a un campo. Soy un laburante y tengo que seguir. Muchas veces se idealiza a los periodistas o conductores y no estoy en la lista de ocho o diez monstruos como Tinelli que pueden dejar de laburar. Este momento creo que es la previa al último gran salto.
—¿Tenés algún objetivo claro?
—Sí, claro y programado. Tengo 42 años, ocupo lugares de tipos de 55 o 60 años, me tocó crecer rápido, nací precozmente en este medio, arranqué relatando a Boca con 20 años, y conduje Mar de Fondo con veintipico. Quemé etapas rápido. Ahora me gustaría instalarme en algo más periodístico, presentado de otra manera, agregando más show. Si me preguntan: “¿Querés ser Tinelli?”. Y digo, “por supuesto, pero por sus logros”. No sé si es mi plan conducir un megashow entrevistando a Montaner y después haciendo un concurso de baile. Me considero más periodista, me seduce más entrevistar que conducir un formato.
—Tinelli invirtió en una productora, viñedos… ¿Vos en qué invertís?
—Hace tres años pensé en sacar un crédito para comprar un campo y no me dio el cuero. Mis ahorros los invertí en un inmueble (departamento) y no tengo otro tipo de inversiones, ni viñedos, ni campo, ni caballos. Mi viejo tiene tres cabañas a medias con un amigo en Thompson, Paraná, y no son mías. La gasto, la vivo y si sobra algo lo meto en ladrillos. Soy bastante terrenal, estoy muy hedonista.
—¿Cómo pasás de un living de vedetongas a entrevistas intimistas? ¿Cómo manejas esos cánones?
—Una parte es natural, no lo pienso, me nace, y la otra se debe a que laburo, me paso horas leyendo, no solo diarios. Un libro es una mancuerna. Si leo dos horas conduzco o entrevisto mejor. Yo soy bruto, precario, no soy un tipo leído y trato de prepararme y leer y me hace todo mejor.
—¿“Animales sueltos” es una especie de diván mediático?
—Sí, puede ser. Soy fanático de la variedad. Me crié leyendo enciclopedias en las que estaba la vida del ratón Mickey o la altura del Everest. Así es el programa: un libro donde encontrás a Leonardo Sbaraglia, Capitán Mengano, Carmen Barbieri. El programa es un caos controlado y me encanta laburar en ese contexto.
—¿Mirás tus entrevistas? No vas tanto al choque y humanizás al entrevistado…
—Cuando vos tenés un tipo que viene una hora o más a charlar es muy difícil a las doce de la noche cortarlo en pedazos. A veces, esto es lo que nos dejó Frost con Nixon, paradigma de los que entrevistamos, podés hacerte el boludo y sin agredirlo o podés retirarlo del sistema. Yo no me veo en las entrevistas, tal vez no me gustaría, empezaría a corregirme cosas y terminaría de cagarme la carrera. Sé dónde hago agua.
—¿Cuál es ese punto débil?
—Los políticos. Habría que serle un poco más duro y no me sale.
—¿Creés que es por eso que eligieron ir primero a tu programa antes de ir a ciclos del palo político?
—Creo que se dieron dos fenómenos: uno es la ausencia de Tinelli que en año de elección siempre hacía algo, que además hizo que la audiencia se repartiera y entre otros crezca más mi producto. Ayudó. Además que mi programa es multitarget, lo mira gente que no ve programas políticos, es una cuestión generacional, y me aguanta esa nota porque me es fiel y porque sabe que después traigo otra personalidad de otro palo. Se han podido mostrar, hay tiempo de hablar, y saben que los entrevisto sin un preconcepto armado y bastante descargado de ideología.
—¿Algún político te dijo que no?
—No pudimos invitar a todos. Nos hubiera encantado tener a Altamira, Pino…
—¿Macri?
—No vino. Lo invitamos dos o tres veces, pero no vino nunca. Sí Santilli y Michetti. Carrió tampoco vino. Quizás fue una cuestión de agenda. Massa, De Narváez, Insaurralde vinieron dos veces.
—En “SDF” hablaste del mito de tu homosexualidad para ejemplificar un caso actual. Hace un tiempo dijiste: “Prefiero ser famoso, ganar la plata que gano, darme la vida que quiero y después que digan lo que se les dé la gana”. ¿Ahora cómo sobrellevás esas partes jodidas de la fama?
—Sé que estoy en un lugar que muchos persiguen, porque en Argentina todos van en busca de fama, pero soy un tipo que labura y que no está allá arriba. Inalcanzable. Estoy en un lugar público. El tema del rumor de mi homosexualidad o que me digan gay o que tuve una relación con Luciano Pereyra o el “Polaco” Bastía no me produce absolutamente nada. Además, considero que los gays en la historia han sido los tipos con la mayor sensibilidad artística y humanística: Andy Warhol, por ejemplo. Que me digan gay no es un insulto. Si me hubieran tildado de mufa eso sí te liquida, te saca del sistema, mucha gente ha creído en esa estupidez y lo han retirado del medio.
—¿Nunca te afectó?
—Lo único que me afectó fue que tuve que tomarme 45 minutos de mi vida para explicarle a mi viejo que no era así. Nada más. Yo tengo muy claro la condición de mi culo. Dudo mucho de los que andan preocupados si el culo del otro está roto sin saber si el propio está roto.
En ese frenesí por su momento profesional, Fantino tiene una propuesta para pasar a ocupar el prime time del canal de Daniel Vila . “Estoy dispuesto –afirma–. Quizá sea Animales sueltos con retoques.” ¿Mi relación con Rial y Del Moro? “Somos buenos compañeros, nos encontramos en la fiesta del canal. El otro día hubo una reunión de conductores y nos saludamos. No vamos a comer juntos, ni somos amigos, pero por ejemplo, cuando me pasó lo de Lanata lo llamé a Rial para hablar en Intrusos y me abrió las puertas.”
—Trabajás en un multimedio. ¿Qué opinás de la Ley de Medios?
—Una ley de medios es necesaria y es necesario terminar con los monopolios en el país. Me parece bien que se tenga que adecuar a una cierta cantidad, la apoyé desde el primer momento, y me pareció bien que la Corte obligue a desinvertir a diferentes grupos. La ley tiene muchos errores como la TV Satelital, entonces hay que ver qué licencias hay, y muchos pueblos del interior se manejan de ese lado. Estuve de acuerdo que se lo hagan cumplir al Grupo Clarín, todos se adecuaron y el único que no se presentó a tiempo fue Clarín. Creo que nos hizo ruido a un montón.
—Mirtha Legrand dijo que la Ley de Medios fue hecha en contra de Clarín. ¿Pensás lo mismo?
—No. Viene del 85. No es una ley contra Clarín, sino para organizar. Es una ley de cinco puntos, regularona, que intenta controlar un desfasaje. Clarín no es un monopolio sino un oligopolio. El poder mediático del mundo responde a grandes grupos financieros.
A los 20 años, Fantino fue padre de Nahuel quien hoy tiene 22, vive en San Francisco, Córdova, con su novia, estudia diseño gráfico y da clases de artes marciales. “Tiene setenta alumnos en un club, le va muy bien, lo ayudo, y está haciendo algunas prácticas con algunas empresas”, afirma, orgulloso. Y revela la timidez de Nahuel y el vínculo con los medios: “Le dije un montón de veces: “Nahu: ¿querés hacer unas fotos? ¿Querés hacer una nota? Me dice: ‘ ni en pedo ’. A Animales sueltos viene seguido, se sienta atrás, y le digo: ¿Te enfoco?, y me repite: ‘Ni loco, dejame vivir.’”
—¿Pensás en tener un hijo con Miriam?
—Siempre estamos con la idea, buscamos, y es nuestra intención ser padres algún día, y ojalá algún día venga esa bendición.
“Este es el momento en que no debés caer –subraya–. No te podés relajar.” A los 42 años, el conductor de Animales sueltos y SDF en América , y de Uno de los nuestros en Radio La Red, afirma que está cerrando su tercera etapa profesional desde que empezó relatando a Boca Juniors cuando se vino desde San Vicente, Santa Fe, a buscar el triunfo en Capital Federal. “Sin dudas que la mejor y más fructífera”, confiesa Fantino, quien fue mutando en su carrera: relator partidario, periodista deportivo, hizo Mar de fondo, ESPN Estudio, TVO, En fuga, entre otros ciclos en TV. “Ya empecé a abrirme a otros mundos, interés general, espectáculos, política”, dice y refuta el rumor de reemplazar a Araujo en Fútbol para todos: “Estoy retirado del relato —dice—. Mi carrera va por lo periodístico . Es un orgullo que piensen en mi pero lo veo muy difícil. Es una cosa de la gente, no creo que yo este en la cabeza de nadie en el Gobierno”.
—Al revés de muchos, te destacás por no ser especialista en ningún género.
—La categorización es un deporte nacional. Vengo de relatar fútbol, pasé al periodismo deportivo en general, no me daba vergüenza hablar de un partido de tenis, de otros equipos, luego pasé al espectáculo, y ahora puedo pasar a lo político. No soy Roberto García porque el tipo sabe más que yo de política y tiene más años, pero desde mi simpleza puedo llevar adelante otro tipo de entrevistas.
—Fue tu mejor etapa económica también, ¿no?
—Sí. En los últimos años empecé a estar definitivamente más tranquilo con respecto a mi familia, futuro, saber que si me quedo sin laburo puedo aguantar unos meses. Tampoco es que me puedo retirar a vivir a Punta del Este porque ni siquiera tengo casa allá y fui dos veces en mi vida. O irme a vivir a un campo. Soy un laburante y tengo que seguir. Muchas veces se idealiza a los periodistas o conductores y no estoy en la lista de ocho o diez monstruos como Tinelli que pueden dejar de laburar. Este momento creo que es la previa al último gran salto.
—¿Tenés algún objetivo claro?
—Sí, claro y programado. Tengo 42 años, ocupo lugares de tipos de 55 o 60 años, me tocó crecer rápido, nací precozmente en este medio, arranqué relatando a Boca con 20 años, y conduje Mar de Fondo con veintipico. Quemé etapas rápido. Ahora me gustaría instalarme en algo más periodístico, presentado de otra manera, agregando más show. Si me preguntan: “¿Querés ser Tinelli?”. Y digo, “por supuesto, pero por sus logros”. No sé si es mi plan conducir un megashow entrevistando a Montaner y después haciendo un concurso de baile. Me considero más periodista, me seduce más entrevistar que conducir un formato.
—Tinelli invirtió en una productora, viñedos… ¿Vos en qué invertís?
—Hace tres años pensé en sacar un crédito para comprar un campo y no me dio el cuero. Mis ahorros los invertí en un inmueble (departamento) y no tengo otro tipo de inversiones, ni viñedos, ni campo, ni caballos. Mi viejo tiene tres cabañas a medias con un amigo en Thompson, Paraná, y no son mías. La gasto, la vivo y si sobra algo lo meto en ladrillos. Soy bastante terrenal, estoy muy hedonista.
—¿Cómo pasás de un living de vedetongas a entrevistas intimistas? ¿Cómo manejas esos cánones?
—Una parte es natural, no lo pienso, me nace, y la otra se debe a que laburo, me paso horas leyendo, no solo diarios. Un libro es una mancuerna. Si leo dos horas conduzco o entrevisto mejor. Yo soy bruto, precario, no soy un tipo leído y trato de prepararme y leer y me hace todo mejor.
—¿“Animales sueltos” es una especie de diván mediático?
—Sí, puede ser. Soy fanático de la variedad. Me crié leyendo enciclopedias en las que estaba la vida del ratón Mickey o la altura del Everest. Así es el programa: un libro donde encontrás a Leonardo Sbaraglia, Capitán Mengano, Carmen Barbieri. El programa es un caos controlado y me encanta laburar en ese contexto.
—¿Mirás tus entrevistas? No vas tanto al choque y humanizás al entrevistado…
—Cuando vos tenés un tipo que viene una hora o más a charlar es muy difícil a las doce de la noche cortarlo en pedazos. A veces, esto es lo que nos dejó Frost con Nixon, paradigma de los que entrevistamos, podés hacerte el boludo y sin agredirlo o podés retirarlo del sistema. Yo no me veo en las entrevistas, tal vez no me gustaría, empezaría a corregirme cosas y terminaría de cagarme la carrera. Sé dónde hago agua.
—¿Cuál es ese punto débil?
—Los políticos. Habría que serle un poco más duro y no me sale.
—¿Creés que es por eso que eligieron ir primero a tu programa antes de ir a ciclos del palo político?
—Creo que se dieron dos fenómenos: uno es la ausencia de Tinelli que en año de elección siempre hacía algo, que además hizo que la audiencia se repartiera y entre otros crezca más mi producto. Ayudó. Además que mi programa es multitarget, lo mira gente que no ve programas políticos, es una cuestión generacional, y me aguanta esa nota porque me es fiel y porque sabe que después traigo otra personalidad de otro palo. Se han podido mostrar, hay tiempo de hablar, y saben que los entrevisto sin un preconcepto armado y bastante descargado de ideología.
—¿Algún político te dijo que no?
—No pudimos invitar a todos. Nos hubiera encantado tener a Altamira, Pino…
—¿Macri?
—No vino. Lo invitamos dos o tres veces, pero no vino nunca. Sí Santilli y Michetti. Carrió tampoco vino. Quizás fue una cuestión de agenda. Massa, De Narváez, Insaurralde vinieron dos veces.
—En “SDF” hablaste del mito de tu homosexualidad para ejemplificar un caso actual. Hace un tiempo dijiste: “Prefiero ser famoso, ganar la plata que gano, darme la vida que quiero y después que digan lo que se les dé la gana”. ¿Ahora cómo sobrellevás esas partes jodidas de la fama?
—Sé que estoy en un lugar que muchos persiguen, porque en Argentina todos van en busca de fama, pero soy un tipo que labura y que no está allá arriba. Inalcanzable. Estoy en un lugar público. El tema del rumor de mi homosexualidad o que me digan gay o que tuve una relación con Luciano Pereyra o el “Polaco” Bastía no me produce absolutamente nada. Además, considero que los gays en la historia han sido los tipos con la mayor sensibilidad artística y humanística: Andy Warhol, por ejemplo. Que me digan gay no es un insulto. Si me hubieran tildado de mufa eso sí te liquida, te saca del sistema, mucha gente ha creído en esa estupidez y lo han retirado del medio.
—¿Nunca te afectó?
—Lo único que me afectó fue que tuve que tomarme 45 minutos de mi vida para explicarle a mi viejo que no era así. Nada más. Yo tengo muy claro la condición de mi culo. Dudo mucho de los que andan preocupados si el culo del otro está roto sin saber si el propio está roto.
En ese frenesí por su momento profesional, Fantino tiene una propuesta para pasar a ocupar el prime time del canal de Daniel Vila . “Estoy dispuesto –afirma–. Quizá sea Animales sueltos con retoques.” ¿Mi relación con Rial y Del Moro? “Somos buenos compañeros, nos encontramos en la fiesta del canal. El otro día hubo una reunión de conductores y nos saludamos. No vamos a comer juntos, ni somos amigos, pero por ejemplo, cuando me pasó lo de Lanata lo llamé a Rial para hablar en Intrusos y me abrió las puertas.”
—Trabajás en un multimedio. ¿Qué opinás de la Ley de Medios?
—Una ley de medios es necesaria y es necesario terminar con los monopolios en el país. Me parece bien que se tenga que adecuar a una cierta cantidad, la apoyé desde el primer momento, y me pareció bien que la Corte obligue a desinvertir a diferentes grupos. La ley tiene muchos errores como la TV Satelital, entonces hay que ver qué licencias hay, y muchos pueblos del interior se manejan de ese lado. Estuve de acuerdo que se lo hagan cumplir al Grupo Clarín, todos se adecuaron y el único que no se presentó a tiempo fue Clarín. Creo que nos hizo ruido a un montón.
—Mirtha Legrand dijo que la Ley de Medios fue hecha en contra de Clarín. ¿Pensás lo mismo?
—No. Viene del 85. No es una ley contra Clarín, sino para organizar. Es una ley de cinco puntos, regularona, que intenta controlar un desfasaje. Clarín no es un monopolio sino un oligopolio. El poder mediático del mundo responde a grandes grupos financieros.
A los 20 años, Fantino fue padre de Nahuel quien hoy tiene 22, vive en San Francisco, Córdova, con su novia, estudia diseño gráfico y da clases de artes marciales. “Tiene setenta alumnos en un club, le va muy bien, lo ayudo, y está haciendo algunas prácticas con algunas empresas”, afirma, orgulloso. Y revela la timidez de Nahuel y el vínculo con los medios: “Le dije un montón de veces: “Nahu: ¿querés hacer unas fotos? ¿Querés hacer una nota? Me dice: ‘ ni en pedo ’. A Animales sueltos viene seguido, se sienta atrás, y le digo: ¿Te enfoco?, y me repite: ‘Ni loco, dejame vivir.’”
—¿Pensás en tener un hijo con Miriam?
—Siempre estamos con la idea, buscamos, y es nuestra intención ser padres algún día, y ojalá algún día venga esa bendición.