El 4 de junio debería ser una fecha que el calendario de estado de la Argentina tendría que marcar como día clave. Un 4 de junio de 1943 un grupo de oficiales del ejército argentino se levantaban en contra del gobierno del presidente Ramón Castillo quien representaba la concepción fraudulenta del poder político que condensó la década del 30 como la década perdida. La década del 30 se produjo entre las dos guerras mundiales y en la Argentina tuvo la decisión de su máxima dirigencia de acompañar al imperio inglés hasta donde fuera necesario. Para eso se generaron diferentes contratos antieconómicos para el país como el renombrado Roca-Runciman. La clase dominante argentina, aunque pudiera visualizar la caída en desgracia del imperio inglés y el surgimiento del norteamericano, no estaba dispuesta a pegar un volantazo de corte industrialista basado en el mercado interno y en el consumo de su población. Algunso dícen que algo de eso se hizo en los 30 con el Plan Pinedo, pero de más está decir que la ampliación del mercado interno con derechos para los trabajadores no lo inventó el abuelo del actual diputado del PRO. Todo eso se inventó con Perón.
El 17 de octubre de 1945 los excluidos de siempre salieron a al calle a reclamar que pusieran al funcionario que garantizaba mejoras en las condiciones de trabajo. Muchos empresarios que tenía que pagar algo referido a las nuevas normativas laborales, ante la situación de Perón preso, optaron por decirle a sus empleados “andá a pedírselo a Perón”. Y la cosa fue bastante literal porque los trabajadores hicieron, precisamente eso. Es Perón a quien le temen los empresarios y pagan lo acordado, entonces queremos a Perón. Ecuación simple. De ese día de octubre se convocaron a elecciones que se harían el 24 de febrero de 1946 y que generaría el nuevo gobierno argentino que asumió otro 4 de junio pero esta vez de 1946. La elección del día tiene que ver con la reivindicación del gobierno de 1943 y la sensación de continuidad de lo que se había comenzado a hacer. Recordemos que muchas de las leyes que transformaron la historia de la Argentina, como el estatuto del peón rural son anteriores al gobierno del 46.
Las nuevas elecciones de 1952 que reeligieron la fórmula Perón-Quijano (el Cobos que salió bien) también erigieron al nuevo gobierno que asumió otro 4 de junio, pero de 1952. El 4 de junio marcó un antes y un después en nuestra historia porque permitió que los sectores excluidos y vulnerados tuvieran una esperanza y una herramienta para cambiar su situación. Comenzaba un cambio cultural en el país de dimensiones inimaginadas.
Tantos años después la fecha elegida para recomposición y redirección de los destinos del país fue un 25 de mayo. Desde el 2003 esa fecha tuvo otra connotación porque permitió al pueblo no sólo acercarse a su historia, sino a su presente, vincularse con nuevas esperanzas y reconocer las nuevas herramientas para cambiar las realidades que aún faltan cambiar en este proceso de transformación cultural en que estamos inmersos. Las marchas para concientizar acerca de lo que está pasando con la violencia contra las mujeres entran en este lugar de nuevas reivindicaciones en la búsqueda de un país que nos ampare a todos y todas los/las que vivimos en él.
El 4 de junio, como hoy recuperamos el 25 de mayo, debe ser un día de recordación de un país que eligió cambiar y aspirar a ser justo libre y soberano. Sin 4 de junio no habría nuevos 25 de mayo.
El 17 de octubre de 1945 los excluidos de siempre salieron a al calle a reclamar que pusieran al funcionario que garantizaba mejoras en las condiciones de trabajo. Muchos empresarios que tenía que pagar algo referido a las nuevas normativas laborales, ante la situación de Perón preso, optaron por decirle a sus empleados “andá a pedírselo a Perón”. Y la cosa fue bastante literal porque los trabajadores hicieron, precisamente eso. Es Perón a quien le temen los empresarios y pagan lo acordado, entonces queremos a Perón. Ecuación simple. De ese día de octubre se convocaron a elecciones que se harían el 24 de febrero de 1946 y que generaría el nuevo gobierno argentino que asumió otro 4 de junio pero esta vez de 1946. La elección del día tiene que ver con la reivindicación del gobierno de 1943 y la sensación de continuidad de lo que se había comenzado a hacer. Recordemos que muchas de las leyes que transformaron la historia de la Argentina, como el estatuto del peón rural son anteriores al gobierno del 46.
Las nuevas elecciones de 1952 que reeligieron la fórmula Perón-Quijano (el Cobos que salió bien) también erigieron al nuevo gobierno que asumió otro 4 de junio, pero de 1952. El 4 de junio marcó un antes y un después en nuestra historia porque permitió que los sectores excluidos y vulnerados tuvieran una esperanza y una herramienta para cambiar su situación. Comenzaba un cambio cultural en el país de dimensiones inimaginadas.
Tantos años después la fecha elegida para recomposición y redirección de los destinos del país fue un 25 de mayo. Desde el 2003 esa fecha tuvo otra connotación porque permitió al pueblo no sólo acercarse a su historia, sino a su presente, vincularse con nuevas esperanzas y reconocer las nuevas herramientas para cambiar las realidades que aún faltan cambiar en este proceso de transformación cultural en que estamos inmersos. Las marchas para concientizar acerca de lo que está pasando con la violencia contra las mujeres entran en este lugar de nuevas reivindicaciones en la búsqueda de un país que nos ampare a todos y todas los/las que vivimos en él.
El 4 de junio, como hoy recuperamos el 25 de mayo, debe ser un día de recordación de un país que eligió cambiar y aspirar a ser justo libre y soberano. Sin 4 de junio no habría nuevos 25 de mayo.