Aníbal, Abal y Pichetto o el déficit de conducción política kirchnerista

En Foco – 30/05/12
Aníbal Fernández, el senador, aconsejó ayer que los argentinos empiecen a pensar en pesos y no en dólares.
Lo hizo el día en que el cepo cambiario de Guillermo Moreno debutó con rigor para el turismo y los créditos hipotecarios.
Las palabras del senador K estarían desnudando las crecientes precariedades del plan de acción general del Gobierno. El problema no radica sólo en las medidas que se adoptan.
También en la forma que se comunican . Que un senador, por más intrépido que sea, se tenga que hacer cargo de tomar en sus manos el tema más ardiente de la actualidad, estaría demostrando cierta negligencia de los principales responsables, el equipo de ministros. O de los funcionarios que, de hecho, se desempeñan como tales: el supersecretario Moreno y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray.
Aníbal Fernández debe suponer, tal vez con razón, que su irrupción puede elevar la cotización de sus acciones en la bolsa cristinista. Venían en baja desde que dejó la Jefatura de Gabinete. El senador tampoco ignora que sus esforzadas declaraciones se estarían produciendo fuera de tiempo y de contexto. El proyecto de la pesificación de la economía con que soñó Néstor Kirchner en el 2003 es otra de las tantas buenas intenciones que han quedado en el camino.
Allí están por impericia sobre todo del propio kirchnerismo. No medió ninguna confabulación. El ex presidente logró, por lo menos hasta el 2006, que los argentinos pensaran más en función de los pesos que de los dólares. Influyó la salida de la crisis, el dinamismo de la economía y un humor colectivo que fue abandonando el lastre de frustración que acarreó el 2001.
Kirchner primero y Cristina Fernandez, más tarde, se ocuparon de dinamitar esa maqueta cuando empezaron a barrer bajo la alfombra la inflación y permitieron a Moreno la destrucción del INDEC.
En ese mismo momento acicatearon la cultura dolarista de los argentinos para defender el poder adquisitivo de sus salarios y sus ahorros. La política del garrote de Moreno, con sus controles cambiarios, profundiza sin dudas la tendencia.
Aníbal Fernández, pese a todo, nunca le ha temido al ridículo. Habrá que reconocerle capacidad para explicar lo inexplicable cuando la mayoría se borra. Fue también en su condición de jefe de Gabinete que no vaciló en enfrentar los informes en Diputados y el Senado. Ese mérito atesoraron además Alberto Fernández, el primer jefe de Gabinete kirchnerista, y Sergio Massa, el intendente de Tigre, de paso fugaz por el cargo.
Juan Manuel Abal Medina no parece tener la chapani el cuero de sus antecesores. No ha rendido en casi seis meses ningún examen en el Congreso. Duda de asistir hoy al Senado.
El hijo del ex secretario general del PJ cuando Juan Perón regresó al país, no estuvo de acuerdo sobre el mecanismo de las preguntas que debería responder. Curioso: se trata de un formato bastante burocrático y previsible que, en el fondo, tiende a preservar la figura del jefe de Gabinete y evitarle apremios. Con aquel mismo mecanismo participaron sus predecesores. Ninguno de ellos pasó muchos sobresaltos.
La verdad del asunto estaría en otro lado. Algunos senadores de la oposición habían anticipado su decisión de interrogarlo sobre, al menos, tres tópicos incómodos: el dólar, el escándalo de Amado Boudou por Ciccone Calcográfica y la política de transporte , a partir de la reciente rescisión dispuesta por el Gobierno con TBA luego de la tragedia ferroviaria en Once.
Miguel Angel Pichetto, el jefe del bloque K, advirtió a Abal Medina sobre tales inconveniencias. Nadie que aborde en público las desgracias oficiales estaría exento de poner en juego su pellejo político a los ojos de la Presidenta.
Pichetto es, como Aníbal Fernández, otro imperturbable espadachín K.
Lo fue también en el tiempo de Carlos Menem. Es, en síntesis, un peronista puro. Lleva hoy sobre sus espaldas la carga de Daniel Reposo, a quien Cristina pretende convertir en procurador de la Nación con los votos del Senado. La oposición se empeña en frustrarla amparada en l a insolvencia personal y profesiona l del postulado.
Reposo casi perdió a los propaladores en el universo K. Como Aníbal con el dólar, Pichetto también advirtió ese vacío.
“Los antecedentes de Reposo son impecables, sin tachas. Es abogado”, justificó el senador. Casi antológico.
Pero el problema para el Gobierno no parecen ser las antologías ni las audacias. Son, más bien, los permanentes desafíos de la realidad que enfrenta sólo con la lengua y sin política.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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