El escenario
Lunes 04 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa
Al presentar a Amado Boudou como su compañero de fórmula, Cristina Kirchner explicó que estaba premiando a quien conquistó para el Gobierno los recursos administrados por las AFJP.
El argumento podría ser mera retórica. Sin embargo, cuando se comienza a analizar la fisiología de la campaña electoral oficialista se advierte su verdadera dimensión. La Anses es el motor de la carrera hacia la reelección. De allí salen hoy recursos humanos, económicos y operativos que son cruciales para que la señora de Kirchner y sus seguidores puedan cumplir con su sueño de poder.
La transformación del sistema jubilatorio en una maquinaria electoral reproduce el criterio con que el kirchnerismo se conduce en otras áreas. Bastaría repasar las impensables declaraciones de la Presidenta sobre energía, el jueves, o las dificultades que presenta el modelo de acumulación de matriz productiva diversificada e inclusión social para satisfacer a los habitantes de Santa Cruz, su casa matriz.
Guido Carlotto, hijo de Estela, es el candidato de la Casa Rosada para destronar al intendente de La Plata, el apóstata Pablo Bruera. Hace 15 días, Carlotto definió su campaña de un modo que, si no fuera por su clientelismo, pasaría por rivadaviano: «Mientras otros gobiernos entregaban bolsas de alimentos, nosotros entregamos computadoras para distribuir el conocimiento». Carlotto es senador provincial, pero el Gobierno lo habilitó para ganar votos repartiendo las netbooks del plan Conectar Igualdad, que administra la Anses. Es la razón por la cual ese día las autoridades platenses de la Anses ayudaban al candidato en la búsqueda del voto.
Gabriel Mariotto debutó como verdugo de Daniel Scioli con el mismo método. El jueves pasado no apareció junto al gobernador sino a Diego Bossio, el director ejecutivo de la Anses. Mariotto está a cargo de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), pero ese día su acto de gobierno fue repartir pequeñas computadoras en Tandil, el terruño de Bossio.
Aunque lo traten casi como a un opositor, al diputado Agustín Rossi todavía le dejan tocar las computadoras. El viernes pasado volvió a repartir un lote, como todas las semanas. Esta vez fue en Rafaela, la ciudad de su rival Omar Perotti, a quien la Presidenta convirtió en primer candidato a diputado. Por supuesto, junto a Rossi estaba el gerente regional de la Anses, que lo sigue a todas partes.
A Daniel Filmus le han vedado el ingreso en la era digital. En la Capital, Mauricio Macri, el que venía a cambiar las cosas, hace proselitismo con sus propias laptops, adquiridas a los apurones. La demagogia consiguió el consenso. Los adolescentes retribuyen, obligados a posar con quien les hizo el regalo, de tal modo que las imágenes puedan divulgarse como insumo de campaña. Si no fuera porque en la foto aparece una netbook, la escena merecería figurar en blanco y negro. Es de un cincuentismo que parte el alma.
El reparto de electrónicos viene acompañado de alabanzas a un modelo «de tipo de cambio alto, que protege el trabajo y la producción», como dijo Mercedes Marcó del Pont el jueves pasado. Sin embargo, la distribución sería imposible si no fuera por el retraso cambiario que caracteriza hoy a la política oficial. El 90% de los componentes de esas máquinas es importado. Sin apreciación del peso, el plan Conectar Igualdad sería insostenible. Ahora falta seguir presionando a las telefónicas para que quienes reciben la netbook puedan conectarse a la red.
La Anses es el corazón logístico del kirchnerismo, su ogro filantrópico. En los últimos dos años se multiplicaron como hongos las unidades de atención integral (UDAI), nueva denominación de las viejas agencias. Son el tendido capilar de la acción distributiva del Gobierno. Alrededor de ellas se han comenzado a organizar asociaciones de «Madres en defensa de la Asignación Universal». Son manzaneras de segunda generación, que se previenen de un ataque al subsidio por hijo, que hasta ahora nadie ha intentado. Para cumplir con estos cometidos, la Anses incrementó su personal en los últimos seis años en cerca de 10.000 agentes. Es una expansión del 140%.
La imagen convencional indica que las listas peronistas han sido anegadas por militantes de izquierda afiliados a La Cámpora. Habría que revisar ese lugar común. La red de funcionarios-punteros de la Anses se ha beneficiado con muchos más lugares. Aun cuando a veces ambas organizaciones se superponen, ya que el sistema previsional es un asiento principal del neocamporismo. A diferencia del histórico, que militaba en las villas, éste lo hace en Aluar, Telecom, Banco Macro, cuidando el dinero de los jubilados.
Algunos ejemplos: José Ottavis ubicó en la lista de diputados nacionales a su novia Mayra Mendoza, gerente de relaciones institucionales de la Anses. Y Mendoza colocó a su secretaria, María Luz Alonso, en la lista de La Pampa. La jefa regional de la entidad, Marina Moretti, es candidata a diputada por la segunda sección bonaerense. Mónica Gutiérrez, aspirante a diputada en Córdoba, es la titular de la Anses en la provincia. Igual que Marcelo Santillán en Tucumán. El primer candidato a concejal de Rosario, Roberto Sukerman, es el jefe de la Anses de la ciudad. Y en la lista de diputados por Catamarca figura Isauro Molina, titular de la Anses en la provincia. El subdirector de prestaciones del organismo, Germán Cervantes, es candidato a intendente de San Martín, y tiene como jefe de campaña al delegado de la Anses de la ciudad. La lista sigue.
Entre La Cámpora y la red clientelar de la Anses existe una tensión comprensible. El núcleo de aquella agrupación está integrado por militantes por los derechos humanos, muchas veces hijos de desaparecidos, con referencias santacruceñas, como Carlos Zannini y Héctor Icazuriaga. En cambio, los operadores del sistema previsional comparten un origen de centroderecha, católica o partidaria, y tienen como guía a Juan Carlos Mazzón. Bossio integra la conducción de Gestar, un instituto de formación política que preside el gobernador José Luis Gioja. Nada de Carta Abierta: peronismo de Perón, es decir, de Menem, de Duhalde, de Kirchner. Bossio está rodeado de hijos de dirigentes del PJ, como Juan Manuel Pichetto, Espartaco Marín o Lisandro Tavano. O de ex discípulos de Alvaro Alsogaray, como Francisco Durañona o Mariano Cascallares.
La Anses le ofrece a la señora de Kirchner otras prestaciones de campaña. Horas después del anuncio de su candidatura, por ejemplo, varias sociedades de bolsa de Buenos Aires recibieron de la administración previsional la orden de comprar acciones de Tenaris, Galicia, Macro y Molinos. Había que sostener el Merval ante la noticia de que la Presidenta insistiría en la reelección.
El Tesoro, por supuesto, se solventa con la Anses, absorbiendo los intereses de sus colocaciones financieras. Se suponía que el Estado cuidaría «los ahorros de los abuelos» mejor que las malditas AFJP. Cuando estaba al frente de la Anses, Boudou se hizo famoso por sus ocurrentes mecanismos para financiar al fisco. En el mercado existe una sospecha unánime de que adquiría Bonar 17 -un bono de escasa liquidez- y se los entregaba a bajo precio a dos bancos que hacían una diferencia interesante revendiéndolos en el mercado internacional. Hay muchas precisiones en estas habladurías.
También los costosos emprendimientos de Enarsa para detener la crisis energética son financiados desde la caja jubilatoria.
La incoherencia de esa estrategia quedó expuesta por Cristina Kirchner en la inauguración del gasoducto procedente de Bolivia, el jueves pasado. Ella se ufanó de que Néstor Kirchner reconociera a los bolivianos un buen precio por el gas para evitar su expoliación. ¿Por qué Néstor Kirchner no se resistió a expoliar a las provincias argentinas, que reciben por el gas la quinta parte que Bolivia? Nadie puede preguntárselo. La Presidenta teme las conferencias de prensa.
En un discurso atiborrado de cifras inconexas y hasta erróneas, la señora de Kirchner reconoció que el «modelo» ya no puede funcionar con energía barata. Esa es la razón por la cual Enarsa importará gas desde Qatar a partir de 2014. En el mercado se supone que será a 17 dólares el millón de BTU. Es decir, ocho veces más caro que precio el local. Tampoco se trata de expoliar al pueblo qatarí.
La Argentina destinará este año 7000 millones de dólares a importar energía. El doble del año pasado. Se entiende que falten dólares. Hasta Boudou está preocupado.
El «modelo» languidece por falta de recursos. Es la ley del populismo. Basta mirar hacia Santa Cruz, donde ya no pueden aumentar los salarios para mitigar los conflictos. La razón es muy simple: de aquellos fondos mitológicos que «él» había sacado del país no ha quedado una moneda.
Lunes 04 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa
Al presentar a Amado Boudou como su compañero de fórmula, Cristina Kirchner explicó que estaba premiando a quien conquistó para el Gobierno los recursos administrados por las AFJP.
El argumento podría ser mera retórica. Sin embargo, cuando se comienza a analizar la fisiología de la campaña electoral oficialista se advierte su verdadera dimensión. La Anses es el motor de la carrera hacia la reelección. De allí salen hoy recursos humanos, económicos y operativos que son cruciales para que la señora de Kirchner y sus seguidores puedan cumplir con su sueño de poder.
La transformación del sistema jubilatorio en una maquinaria electoral reproduce el criterio con que el kirchnerismo se conduce en otras áreas. Bastaría repasar las impensables declaraciones de la Presidenta sobre energía, el jueves, o las dificultades que presenta el modelo de acumulación de matriz productiva diversificada e inclusión social para satisfacer a los habitantes de Santa Cruz, su casa matriz.
Guido Carlotto, hijo de Estela, es el candidato de la Casa Rosada para destronar al intendente de La Plata, el apóstata Pablo Bruera. Hace 15 días, Carlotto definió su campaña de un modo que, si no fuera por su clientelismo, pasaría por rivadaviano: «Mientras otros gobiernos entregaban bolsas de alimentos, nosotros entregamos computadoras para distribuir el conocimiento». Carlotto es senador provincial, pero el Gobierno lo habilitó para ganar votos repartiendo las netbooks del plan Conectar Igualdad, que administra la Anses. Es la razón por la cual ese día las autoridades platenses de la Anses ayudaban al candidato en la búsqueda del voto.
Gabriel Mariotto debutó como verdugo de Daniel Scioli con el mismo método. El jueves pasado no apareció junto al gobernador sino a Diego Bossio, el director ejecutivo de la Anses. Mariotto está a cargo de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), pero ese día su acto de gobierno fue repartir pequeñas computadoras en Tandil, el terruño de Bossio.
Aunque lo traten casi como a un opositor, al diputado Agustín Rossi todavía le dejan tocar las computadoras. El viernes pasado volvió a repartir un lote, como todas las semanas. Esta vez fue en Rafaela, la ciudad de su rival Omar Perotti, a quien la Presidenta convirtió en primer candidato a diputado. Por supuesto, junto a Rossi estaba el gerente regional de la Anses, que lo sigue a todas partes.
A Daniel Filmus le han vedado el ingreso en la era digital. En la Capital, Mauricio Macri, el que venía a cambiar las cosas, hace proselitismo con sus propias laptops, adquiridas a los apurones. La demagogia consiguió el consenso. Los adolescentes retribuyen, obligados a posar con quien les hizo el regalo, de tal modo que las imágenes puedan divulgarse como insumo de campaña. Si no fuera porque en la foto aparece una netbook, la escena merecería figurar en blanco y negro. Es de un cincuentismo que parte el alma.
El reparto de electrónicos viene acompañado de alabanzas a un modelo «de tipo de cambio alto, que protege el trabajo y la producción», como dijo Mercedes Marcó del Pont el jueves pasado. Sin embargo, la distribución sería imposible si no fuera por el retraso cambiario que caracteriza hoy a la política oficial. El 90% de los componentes de esas máquinas es importado. Sin apreciación del peso, el plan Conectar Igualdad sería insostenible. Ahora falta seguir presionando a las telefónicas para que quienes reciben la netbook puedan conectarse a la red.
La Anses es el corazón logístico del kirchnerismo, su ogro filantrópico. En los últimos dos años se multiplicaron como hongos las unidades de atención integral (UDAI), nueva denominación de las viejas agencias. Son el tendido capilar de la acción distributiva del Gobierno. Alrededor de ellas se han comenzado a organizar asociaciones de «Madres en defensa de la Asignación Universal». Son manzaneras de segunda generación, que se previenen de un ataque al subsidio por hijo, que hasta ahora nadie ha intentado. Para cumplir con estos cometidos, la Anses incrementó su personal en los últimos seis años en cerca de 10.000 agentes. Es una expansión del 140%.
La imagen convencional indica que las listas peronistas han sido anegadas por militantes de izquierda afiliados a La Cámpora. Habría que revisar ese lugar común. La red de funcionarios-punteros de la Anses se ha beneficiado con muchos más lugares. Aun cuando a veces ambas organizaciones se superponen, ya que el sistema previsional es un asiento principal del neocamporismo. A diferencia del histórico, que militaba en las villas, éste lo hace en Aluar, Telecom, Banco Macro, cuidando el dinero de los jubilados.
Algunos ejemplos: José Ottavis ubicó en la lista de diputados nacionales a su novia Mayra Mendoza, gerente de relaciones institucionales de la Anses. Y Mendoza colocó a su secretaria, María Luz Alonso, en la lista de La Pampa. La jefa regional de la entidad, Marina Moretti, es candidata a diputada por la segunda sección bonaerense. Mónica Gutiérrez, aspirante a diputada en Córdoba, es la titular de la Anses en la provincia. Igual que Marcelo Santillán en Tucumán. El primer candidato a concejal de Rosario, Roberto Sukerman, es el jefe de la Anses de la ciudad. Y en la lista de diputados por Catamarca figura Isauro Molina, titular de la Anses en la provincia. El subdirector de prestaciones del organismo, Germán Cervantes, es candidato a intendente de San Martín, y tiene como jefe de campaña al delegado de la Anses de la ciudad. La lista sigue.
Entre La Cámpora y la red clientelar de la Anses existe una tensión comprensible. El núcleo de aquella agrupación está integrado por militantes por los derechos humanos, muchas veces hijos de desaparecidos, con referencias santacruceñas, como Carlos Zannini y Héctor Icazuriaga. En cambio, los operadores del sistema previsional comparten un origen de centroderecha, católica o partidaria, y tienen como guía a Juan Carlos Mazzón. Bossio integra la conducción de Gestar, un instituto de formación política que preside el gobernador José Luis Gioja. Nada de Carta Abierta: peronismo de Perón, es decir, de Menem, de Duhalde, de Kirchner. Bossio está rodeado de hijos de dirigentes del PJ, como Juan Manuel Pichetto, Espartaco Marín o Lisandro Tavano. O de ex discípulos de Alvaro Alsogaray, como Francisco Durañona o Mariano Cascallares.
La Anses le ofrece a la señora de Kirchner otras prestaciones de campaña. Horas después del anuncio de su candidatura, por ejemplo, varias sociedades de bolsa de Buenos Aires recibieron de la administración previsional la orden de comprar acciones de Tenaris, Galicia, Macro y Molinos. Había que sostener el Merval ante la noticia de que la Presidenta insistiría en la reelección.
El Tesoro, por supuesto, se solventa con la Anses, absorbiendo los intereses de sus colocaciones financieras. Se suponía que el Estado cuidaría «los ahorros de los abuelos» mejor que las malditas AFJP. Cuando estaba al frente de la Anses, Boudou se hizo famoso por sus ocurrentes mecanismos para financiar al fisco. En el mercado existe una sospecha unánime de que adquiría Bonar 17 -un bono de escasa liquidez- y se los entregaba a bajo precio a dos bancos que hacían una diferencia interesante revendiéndolos en el mercado internacional. Hay muchas precisiones en estas habladurías.
También los costosos emprendimientos de Enarsa para detener la crisis energética son financiados desde la caja jubilatoria.
La incoherencia de esa estrategia quedó expuesta por Cristina Kirchner en la inauguración del gasoducto procedente de Bolivia, el jueves pasado. Ella se ufanó de que Néstor Kirchner reconociera a los bolivianos un buen precio por el gas para evitar su expoliación. ¿Por qué Néstor Kirchner no se resistió a expoliar a las provincias argentinas, que reciben por el gas la quinta parte que Bolivia? Nadie puede preguntárselo. La Presidenta teme las conferencias de prensa.
En un discurso atiborrado de cifras inconexas y hasta erróneas, la señora de Kirchner reconoció que el «modelo» ya no puede funcionar con energía barata. Esa es la razón por la cual Enarsa importará gas desde Qatar a partir de 2014. En el mercado se supone que será a 17 dólares el millón de BTU. Es decir, ocho veces más caro que precio el local. Tampoco se trata de expoliar al pueblo qatarí.
La Argentina destinará este año 7000 millones de dólares a importar energía. El doble del año pasado. Se entiende que falten dólares. Hasta Boudou está preocupado.
El «modelo» languidece por falta de recursos. Es la ley del populismo. Basta mirar hacia Santa Cruz, donde ya no pueden aumentar los salarios para mitigar los conflictos. La razón es muy simple: de aquellos fondos mitológicos que «él» había sacado del país no ha quedado una moneda.