Los austriacos vuelven a estar sin presidente. El Tribunal Constitucional ha anunciado esta mañana que la segunda ronda de las elecciones presidenciales de Austria del pasado 22 de mayo, en la que el candidato de la ultraderecha, Norbert Hofer (49,7%), perdió por la mínima frente al aspirante verde, Alexander Van der Bellen (50,3%), deberá repetirse.
La decisión, que augura un terremoto político en el país alpino, da al partido antinmigración y euroescéptico FPÖ, que impugnó el resultado, una victoria inesperada y supone un duro revés a la imagen del Gobierno austriaco, responsable de controlar un proceso electoral que ha dejado al descubierto irregularidades administrativas en el recuento suficientes para tumbar los comicios.
El canciller socialdemócrata, Christian Kern, se ha apresurado a destacar que la anulación de la elección de Van der Bellen no es consecuencia de una manipulación del voto, sino de defectos formales. Kern ha intentado quitar hierro a la invalidación y ha afirmado que el trabajo de los magistrados refuerza la confianza en el Estado de derecho.
Las nuevas elecciones se producirán, probablemente en otoño (el Gobierno deberá fijar una fecha en los próximos días), en un escenario europeo sacudido por el Brexit, lo que dará alas al discurso antieuropeo del FPÖ. Los líderes de la extrema derecha europea, entre ellos la dirigente del Frente Nacional, Marine Le Pen, se reunieron en Viena poco antes del referéndum británico para animar a los partidarios de abandonar la UE.
Hofer ha sido el primero de los dos candidatos a la presidencia en reaccionar a la decisión del tribunal y ha sostenido que «es un hecho que hubo espacio para manipulaciones». Van der Bellen ha pedido «respeto» a la decisión de los jueces y ha destacado que no hubo manipulación del resultado.
El FPÖ impugnó a principios de junio el resultado electoral, que lo dejó a solo 30.863 votos de ocupar la presidencia en la elección más reñida de la historia de Austria. La ultraderecha lanzó sospechas sobre el recuento del voto por correo, que fue determinante en el resultado, en numerosos distritos electorales. Buena parte de las irregularidades denunciadas se refieren a la apertura de los sobres con las papeletas del voto por correo antes del plazo fijado legalmente, lo que ha sido motivo suficiente para que los magistrados del Tribunal Constitucional hayan dado la razón al FPÖ, que insinuó manipulaciones en 94 de las 117 circunscripciones electorales.
Tras una campaña en la que la ultraderecha azuzó los temores de muchos austriacos ante la crisis de los refugiados y la incertidumbre económica con promesas de cambio radical frente a un candidato verde que remarcaba el perfil protocolario de la presidencia y apostaba por las soluciones dentro de la Unión Europea, en la segunda vuelta de las presidenciales participaron 4,6 millones de austriacos. Repartieron sus votos casi a partes iguales entre Norbert Hofer, ingeniero aeronáutico y diputado de 45 años, y Alexander Van der Bellen, economista y exportavoz de Los Verdes, de 72. Este debía tomar posesión el 8 de julio y ahora se queda, al menos de momento, a las puertas del palacio imperial en el que tiene la sede la jefatura del Estado.
El ajustado resultado obligó a aplazar un día la proclamación del vencedor, ya que un 14% del censo votó por correo y las más de 700.000 papeletas reunidas resultaban determinantes para decantar la elección.
El FPÖ no solo ha conseguido con su exitosa impugnación una segunda oportunidad de situar a uno de los suyos a la cabeza del Estado por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, sino que ve reforzada su estrategia de cuestionar el sistema y sus instituciones.
Por contra, la decisión judicial supone un golpe a la imagen del Gobierno de coalición (socialdemócratas y conservadores). Al desvelarse tras la elección irregularidades en el recuento, al ministro del Interior, Wolfgang Sobotka, no le quedó más remedio que reconocer que “estas chapuzas no pueden ocurrir en una democracia desarrollada”.
Los magistrados han escuchado a lo largo de cinco días a casi 90 testigos de los colegios electorales denunciados, de cuyo relato no se deduce en principio una manipulación del voto por correo, pero sí infinidad de incumplimientos administrativos de la normativa, con recuentos de funcionarios en ausencia de los responsables de las mesas, apertura de sobres antes de tiempo y actas firmadas sin revisión. La violación de las garantías del recuento, siempre y cuando pudieran incidir en el resultado final, bastaba para anular los comicios, como así ha lo ha decidido el Tribunal Constitucional austriaco.
Al dar a conocer la decisión, el presidente del Constitucional, Gerhart Holzinger, ha subrayado que el tribunal tiene como «deber primario» la defensa de la democracia y el Estado de derecho. La anulación de la segunda vuelta «no convierte a nadie en vencedor o perdedor», sino que debe fortalecer «la confianza» en la democracia.
Holzinger ha argumentado la invalidación en «irregularidades» en 14 distritos del país, al tiempo que ha subrayado que el tribunal no ha encontrado pruebas de manipulación de los resultados.
Pero las “chapuzas” en el recuento, como las definió el ministro del Interior, obligarán a los austriacos a volver a las urnas, probablemente en septiembre, y que dejan al país sin presidente hasta entonces. El actual, Heinz Fischer, dejará el cargo este mes como está previsto, y será sustituido provisionalmente por la presidenta y los vicepresidentes del Parlamento. Uno de ellos es el propio Hofer, que ya ha rechazado inhibirse de su función pese a ser candidato al cargo.
La decisión, que augura un terremoto político en el país alpino, da al partido antinmigración y euroescéptico FPÖ, que impugnó el resultado, una victoria inesperada y supone un duro revés a la imagen del Gobierno austriaco, responsable de controlar un proceso electoral que ha dejado al descubierto irregularidades administrativas en el recuento suficientes para tumbar los comicios.
El canciller socialdemócrata, Christian Kern, se ha apresurado a destacar que la anulación de la elección de Van der Bellen no es consecuencia de una manipulación del voto, sino de defectos formales. Kern ha intentado quitar hierro a la invalidación y ha afirmado que el trabajo de los magistrados refuerza la confianza en el Estado de derecho.
Las nuevas elecciones se producirán, probablemente en otoño (el Gobierno deberá fijar una fecha en los próximos días), en un escenario europeo sacudido por el Brexit, lo que dará alas al discurso antieuropeo del FPÖ. Los líderes de la extrema derecha europea, entre ellos la dirigente del Frente Nacional, Marine Le Pen, se reunieron en Viena poco antes del referéndum británico para animar a los partidarios de abandonar la UE.
Hofer ha sido el primero de los dos candidatos a la presidencia en reaccionar a la decisión del tribunal y ha sostenido que «es un hecho que hubo espacio para manipulaciones». Van der Bellen ha pedido «respeto» a la decisión de los jueces y ha destacado que no hubo manipulación del resultado.
El FPÖ impugnó a principios de junio el resultado electoral, que lo dejó a solo 30.863 votos de ocupar la presidencia en la elección más reñida de la historia de Austria. La ultraderecha lanzó sospechas sobre el recuento del voto por correo, que fue determinante en el resultado, en numerosos distritos electorales. Buena parte de las irregularidades denunciadas se refieren a la apertura de los sobres con las papeletas del voto por correo antes del plazo fijado legalmente, lo que ha sido motivo suficiente para que los magistrados del Tribunal Constitucional hayan dado la razón al FPÖ, que insinuó manipulaciones en 94 de las 117 circunscripciones electorales.
Tras una campaña en la que la ultraderecha azuzó los temores de muchos austriacos ante la crisis de los refugiados y la incertidumbre económica con promesas de cambio radical frente a un candidato verde que remarcaba el perfil protocolario de la presidencia y apostaba por las soluciones dentro de la Unión Europea, en la segunda vuelta de las presidenciales participaron 4,6 millones de austriacos. Repartieron sus votos casi a partes iguales entre Norbert Hofer, ingeniero aeronáutico y diputado de 45 años, y Alexander Van der Bellen, economista y exportavoz de Los Verdes, de 72. Este debía tomar posesión el 8 de julio y ahora se queda, al menos de momento, a las puertas del palacio imperial en el que tiene la sede la jefatura del Estado.
El ajustado resultado obligó a aplazar un día la proclamación del vencedor, ya que un 14% del censo votó por correo y las más de 700.000 papeletas reunidas resultaban determinantes para decantar la elección.
El FPÖ no solo ha conseguido con su exitosa impugnación una segunda oportunidad de situar a uno de los suyos a la cabeza del Estado por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, sino que ve reforzada su estrategia de cuestionar el sistema y sus instituciones.
Por contra, la decisión judicial supone un golpe a la imagen del Gobierno de coalición (socialdemócratas y conservadores). Al desvelarse tras la elección irregularidades en el recuento, al ministro del Interior, Wolfgang Sobotka, no le quedó más remedio que reconocer que “estas chapuzas no pueden ocurrir en una democracia desarrollada”.
Los magistrados han escuchado a lo largo de cinco días a casi 90 testigos de los colegios electorales denunciados, de cuyo relato no se deduce en principio una manipulación del voto por correo, pero sí infinidad de incumplimientos administrativos de la normativa, con recuentos de funcionarios en ausencia de los responsables de las mesas, apertura de sobres antes de tiempo y actas firmadas sin revisión. La violación de las garantías del recuento, siempre y cuando pudieran incidir en el resultado final, bastaba para anular los comicios, como así ha lo ha decidido el Tribunal Constitucional austriaco.
Al dar a conocer la decisión, el presidente del Constitucional, Gerhart Holzinger, ha subrayado que el tribunal tiene como «deber primario» la defensa de la democracia y el Estado de derecho. La anulación de la segunda vuelta «no convierte a nadie en vencedor o perdedor», sino que debe fortalecer «la confianza» en la democracia.
Holzinger ha argumentado la invalidación en «irregularidades» en 14 distritos del país, al tiempo que ha subrayado que el tribunal no ha encontrado pruebas de manipulación de los resultados.
Pero las “chapuzas” en el recuento, como las definió el ministro del Interior, obligarán a los austriacos a volver a las urnas, probablemente en septiembre, y que dejan al país sin presidente hasta entonces. El actual, Heinz Fischer, dejará el cargo este mes como está previsto, y será sustituido provisionalmente por la presidenta y los vicepresidentes del Parlamento. Uno de ellos es el propio Hofer, que ya ha rechazado inhibirse de su función pese a ser candidato al cargo.