Por Paula Español *
Han pasado los primeros cinco meses del año y resulta oportuno hacer un balance de las medidas tomadas por el nuevo gobierno. Algunos indicadores económicos nos permiten realizar un primer análisis de la situación, en particular la vinculada al comercio exterior. El año comenzó con un nuevo esquema de precios relativos resultado de la devaluación, la quita de retenciones y el incremento de tarifas de los servicios públicos, al que se le sumaron sucesivos ajustes en el precio de las naftas.
La situación actual es delicada para el conjunto del entramado industrial –en particular para las Pymes– que sufren en simultáneo el impacto financiero de las elevadas tasas de interés y la contracción del mercado interno, el incremento de tarifas y de costos de producción y un recrudecimiento de la competencia de productos importados.
En efecto, si bien en el agregado el monto de las importaciones se mantiene relativamente estable o incluso con una leve disminución (2 por ciento para el mes de mayo comparado con el mismo periodo del año anterior), se requiere un análisis sectorial y por producto para dar cuenta del daño que está generando el ingreso de mercadería del exterior, en un mercado interno que se contrae. Para empezar, los bienes de consumo alcanzan un crecimiento de casi el 30 por ciento en el mes de mayo, según el Indec.
En los sectores de mano de obra intensiva se observa un fuerte incremento de las importaciones -que además en la mayoría de los casos se profundizó en el mes de mayo. Para indumentaria el ingreso de productos importados acumula un incremento de 23 por ciento en el año, con una aceleración en el mes de mayo para para productos como camisas, pantalones y abrigos, entre otros. De la misma manera, se observa en marroquinería (83 por ciento en mayo), en calzado (46 por ciento en mayo) y en juguetes (53 por ciento en mayo).
Esta avalancha importadora no se limita únicamente en estos sectores comúnmente denominados sensibles. También muestran fortísimas subas las importaciones en otros sectores como en alimentos y bebidas (45 por ciento en mayo). Aquí encontramos naranjas y pomelos de España, Chile e Israel, o carne de cerdo de España, Brasil y Dinamarca; así como quesos, pastas e incluso bebidas alcohólicas, éstas últimas acumulan 70 por ciento de incremento en 5 meses (incluyendo vino y cerveza, productos emblemáticos para la Argentina). Otro segmento con importante producción nacional es el de química de consumo (higiene personal y limpieza) para el cual los flujos de importación han trepado al 31 por ciento en el mes de mayo, y acumulan para el año un 13 por ciento.
No escapa a esta dinámica el complejo de la metalmecánica en sus diversos sectores. Sólo para mencionar algunos, en maquinaria agrícola, el incremento de productos importados afecta particularmente segmentos con elevada producción nacional y capacidad de abastecimiento del mercado local. El ingreso de tractores acumula una suba del 72 por ciento en 2016. De la misma manera, para el rubro de línea blanca las importaciones aumentaron el 10 por ciento en el mes de mayo, con numerosos productos que se destacan: lavavajillas con una suba del 160 por ciento o heladeras con 40 mil unidades ingresadas -mucho más que el año 2015 completo. Vale la pena destacar que en todos estos productos, se realizaron importantes inversiones en los últimos años para ampliar la capacidad instalada de la industria nacional.
Son razonables, entonces, los reclamos que recibieron las autoridades de gobierno el martes último en el seno de la junta directiva de la UIA. Al menos en esta ocasión no respondieron con la absurda excusa del pendrive vacío entregado por la gestión anterior, que además de no estar vacío, contenía información que también se encontraba alojada en los servidores del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.
En un mundo sobre ofertado y con competencia desleal, se requiere la firme voluntad política de las autoridades para resguardar el mercado interno, cuidar el empleo argentino y promover las exportaciones. Caso contrario, está en riesgo la subsistencia de miles de empresas y familias, destruyendo un capital social acumulado con gran esfuerzo durante muchos años en nuestro país.
* Ex subsecretaria de Comercio Exterior.
Han pasado los primeros cinco meses del año y resulta oportuno hacer un balance de las medidas tomadas por el nuevo gobierno. Algunos indicadores económicos nos permiten realizar un primer análisis de la situación, en particular la vinculada al comercio exterior. El año comenzó con un nuevo esquema de precios relativos resultado de la devaluación, la quita de retenciones y el incremento de tarifas de los servicios públicos, al que se le sumaron sucesivos ajustes en el precio de las naftas.
La situación actual es delicada para el conjunto del entramado industrial –en particular para las Pymes– que sufren en simultáneo el impacto financiero de las elevadas tasas de interés y la contracción del mercado interno, el incremento de tarifas y de costos de producción y un recrudecimiento de la competencia de productos importados.
En efecto, si bien en el agregado el monto de las importaciones se mantiene relativamente estable o incluso con una leve disminución (2 por ciento para el mes de mayo comparado con el mismo periodo del año anterior), se requiere un análisis sectorial y por producto para dar cuenta del daño que está generando el ingreso de mercadería del exterior, en un mercado interno que se contrae. Para empezar, los bienes de consumo alcanzan un crecimiento de casi el 30 por ciento en el mes de mayo, según el Indec.
En los sectores de mano de obra intensiva se observa un fuerte incremento de las importaciones -que además en la mayoría de los casos se profundizó en el mes de mayo. Para indumentaria el ingreso de productos importados acumula un incremento de 23 por ciento en el año, con una aceleración en el mes de mayo para para productos como camisas, pantalones y abrigos, entre otros. De la misma manera, se observa en marroquinería (83 por ciento en mayo), en calzado (46 por ciento en mayo) y en juguetes (53 por ciento en mayo).
Esta avalancha importadora no se limita únicamente en estos sectores comúnmente denominados sensibles. También muestran fortísimas subas las importaciones en otros sectores como en alimentos y bebidas (45 por ciento en mayo). Aquí encontramos naranjas y pomelos de España, Chile e Israel, o carne de cerdo de España, Brasil y Dinamarca; así como quesos, pastas e incluso bebidas alcohólicas, éstas últimas acumulan 70 por ciento de incremento en 5 meses (incluyendo vino y cerveza, productos emblemáticos para la Argentina). Otro segmento con importante producción nacional es el de química de consumo (higiene personal y limpieza) para el cual los flujos de importación han trepado al 31 por ciento en el mes de mayo, y acumulan para el año un 13 por ciento.
No escapa a esta dinámica el complejo de la metalmecánica en sus diversos sectores. Sólo para mencionar algunos, en maquinaria agrícola, el incremento de productos importados afecta particularmente segmentos con elevada producción nacional y capacidad de abastecimiento del mercado local. El ingreso de tractores acumula una suba del 72 por ciento en 2016. De la misma manera, para el rubro de línea blanca las importaciones aumentaron el 10 por ciento en el mes de mayo, con numerosos productos que se destacan: lavavajillas con una suba del 160 por ciento o heladeras con 40 mil unidades ingresadas -mucho más que el año 2015 completo. Vale la pena destacar que en todos estos productos, se realizaron importantes inversiones en los últimos años para ampliar la capacidad instalada de la industria nacional.
Son razonables, entonces, los reclamos que recibieron las autoridades de gobierno el martes último en el seno de la junta directiva de la UIA. Al menos en esta ocasión no respondieron con la absurda excusa del pendrive vacío entregado por la gestión anterior, que además de no estar vacío, contenía información que también se encontraba alojada en los servidores del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.
En un mundo sobre ofertado y con competencia desleal, se requiere la firme voluntad política de las autoridades para resguardar el mercado interno, cuidar el empleo argentino y promover las exportaciones. Caso contrario, está en riesgo la subsistencia de miles de empresas y familias, destruyendo un capital social acumulado con gran esfuerzo durante muchos años en nuestro país.
* Ex subsecretaria de Comercio Exterior.