La Argentina del dos por uno. Así podría describirse el fenómeno del turismo al exterior: por cada extranjero que viene al país, hay dos argentinos que viajan y gastan afuera su plata, repitiendo lo que pasó en los años ’90 y sin que la depreciación del peso de los últimos tres meses haga demasiada mella en el apetito por viajar.
En esta era digital en la que todo está al alcance de todos, viajar se ha convertido en el nuevo factor de deseo. El que puede se va afuera; el que puede con lo justo busca hasta encontrar una oferta, y todos, de alguna manera, hacen una escapada local.
El viaje se ha convertido en una aspiración tan movilizadora que está recortando otros consumos con tal de ahorrar para ese fin.
NOTA RELACIONADA. La apuesta por potenciar y hacer competitivo el turismo local
“Hay una decisión de la sociedad de acotar los consumos cotidianos, algunos por necesidad, pero otros porque quieren usar el dinero de otra manera”, dice el analista de consumo Guillermo Oliveto.
En esa lógica –señala–, el viaje es percibido como una aspiración a la que hay que destinarle todos los esfuerzos. “Viajar es aspiracional en todas las clases sociales, incluso en las clases bajas”, dice. Se refiere a ese 30 por ciento de la población que no es pobre y que pretende ser clase media.
“Viajar no siempre es irte a Nueva York, es también subirte al auto e irte a pescar”, explica.
Acá aparecen otros factores: hay más compañías aéreas y vuelan a más destinos; los feriados largos suman opciones de escapadas cortas, y todos suben sus viajes a las redes, con lo cual la experiencia se convierte en un contenido que hay que mostrar
Además, las cuotas largas y las siempre promocionadas ofertas tientan a más de uno, y hasta diciembre pasado el dólar era percibido como superbarato.
Todo eso arma un combo que explica los 12 millones de argentinos que se fueron al exterior en 2017 y los récords de visitantes en los principales centros turísticos del país.
“Antes era impensado que las familias viajaran con sus hijos en época escolar; hoy no les importa, así que todo el año es temporada alta”, dice Amelia Ferrer, directora comercial de Lozada Viajes.
Quebrada ya esa barrera del año escolar, queda el factor precio. “Se abarató el viaje y se volvió masivo. Antes, tanto el que vendía viajes como el que viajaban eran de un nivel alto”, agrega.
Mario Dell’Acqua, presidente de Aerolíneas Argentinas, le puso números: el precio promedio del pasaje de la compañía en cabotaje se abarató 24,8 por ciento frente a diciembre de 2015. Y la aspiración es seguir a la baja, con la incorporación de aviones de 186 asientos en reemplazo de los Embraer, que tienen 98.
Aviones más grandes, menos espacio entre asientos, cobro de servicios a bordo y la lógica propia que preparan las low cost, competencia de por medio, prometen seguir abaratando los vuelos. Eso deja el campo propicio para captar nuevos viajeros.
“El 20 por ciento de nuestros pasajeros son de DNI nuevos, es gente que se ha sumado a la aventura de volar”, dice Dell’Acqua, y sostiene que es gente que antes usaba su auto. “No ha caído el pasajero que se va en colectivo”, asegura.
Otro dato que no es menor: a las generaciones jóvenes casi lo único que les importa es viajar.
“No quieren la casa, no quieren el auto, y en el trabajo quieren que les den tres meses para poder viajar”, asegura Ferrer, de Lozada Viajes.
El apetito está. Pero ese fenómeno tiene doble impacto. El principal es la salida de divisas.
“La gente sale más y gasta más, cuando los que entran se mantienen estables”, revela Marcos Cohen Arazi, del Ieral de Fundación Mediterránea.
Justamente, ese instituto está abocado a estudiar la competitividad del sector turístico local, afectada por la suba de costos y por la carga impositiva en general.
“Hay un problema cambiario, la gente sale y nota que afuera está barato, cuando en general todo está caro en Argentina”, agrega.
El viaje al exterior se complementa con compra de ropa para todo el año o tecnología, cuando el viaje a las Sierras, por ejemplo, no es acompañado de ese gasto.
Eso hizo que en 2017, en concepto de turismo, los argentinos gastasen 10.662 millones de dólares, 25 por ciento más que los 8.538 millones de 2016, cuando el ingreso apenas superó los cuatro mil millones, tomando los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Así, el déficit de la balanza de pagos de la cuenta viajes fue de 5.484 millones de dólares, apenas menos que el “rojo” de 6.710 millones de autopartes.
Hasta el presidente del Grupo Arcor, Luis Pagani, cuestionó el fenómeno: “Me duele ver que, en dos años, 16 mil millones de dólares de argentinos se fueron por turismo”, dijo.
“Si bien la devaluación reciente le quita incentivos al viaje al exterior, Argentina todavía tiene inflación en dólares, que hace que, en términos comparativos, a medida que la inflación se acelera, sea conveniente optar por destinos regionales”, apunta Damián Di Pace, de la consultora Focus Market.
La fuga de dólares plantea un desafío a nivel de política cambiaria. Gustavo Santos, ministro de Turismo, es tajante: “Ideológicamente, nosotros no vamos a hacer nada para que un argentino no pueda gastar su dinero como quiera. Porque, si no, volvemos a equivocar el rumbo”.
Sí cree que a 20 pesos el dólar ya no es barato y aspira a que se vaya moviendo al compás de la inflación. “Si se actualiza junto con los precios, vamos a tener menos argentinos que salgan al exterior, y vamos a tener más ingresos de turistas extranjeros”, agrega.
“Eso está bien orientado, pero si seguís siendo caro o tenés dificultades para ser competitivo, siguen los problemas”, sostiene Cohen Arazi.
La propuesta para el sector está en estimular con turismo doméstico, vía devolución de impuestos en el marco de un régimen especial para la actividad, teniendo en cuenta su potencial como empleador.
Viajeros al exterior
El fenómeno se potenció en 2017 con un dólar “barato”.
10.662 millones de dólares en fuga. El año pasado, los argentinos que viajaron al exterior gastaron 10.662 millones de dólares.
5.484 millones de dólares de déficit en viajes. En la balanza de pagos, los viajes dejaron un rojo de 5.484 millones de dólares durante 2017.
12 millones al mundo. En 2017 hubo 12 millones de argentinos que viajaron al exterior. En tanto, vinieron algo más de seis millones de extranjeros.
En esta era digital en la que todo está al alcance de todos, viajar se ha convertido en el nuevo factor de deseo. El que puede se va afuera; el que puede con lo justo busca hasta encontrar una oferta, y todos, de alguna manera, hacen una escapada local.
El viaje se ha convertido en una aspiración tan movilizadora que está recortando otros consumos con tal de ahorrar para ese fin.
NOTA RELACIONADA. La apuesta por potenciar y hacer competitivo el turismo local
“Hay una decisión de la sociedad de acotar los consumos cotidianos, algunos por necesidad, pero otros porque quieren usar el dinero de otra manera”, dice el analista de consumo Guillermo Oliveto.
En esa lógica –señala–, el viaje es percibido como una aspiración a la que hay que destinarle todos los esfuerzos. “Viajar es aspiracional en todas las clases sociales, incluso en las clases bajas”, dice. Se refiere a ese 30 por ciento de la población que no es pobre y que pretende ser clase media.
“Viajar no siempre es irte a Nueva York, es también subirte al auto e irte a pescar”, explica.
Acá aparecen otros factores: hay más compañías aéreas y vuelan a más destinos; los feriados largos suman opciones de escapadas cortas, y todos suben sus viajes a las redes, con lo cual la experiencia se convierte en un contenido que hay que mostrar
Además, las cuotas largas y las siempre promocionadas ofertas tientan a más de uno, y hasta diciembre pasado el dólar era percibido como superbarato.
Todo eso arma un combo que explica los 12 millones de argentinos que se fueron al exterior en 2017 y los récords de visitantes en los principales centros turísticos del país.
“Antes era impensado que las familias viajaran con sus hijos en época escolar; hoy no les importa, así que todo el año es temporada alta”, dice Amelia Ferrer, directora comercial de Lozada Viajes.
Quebrada ya esa barrera del año escolar, queda el factor precio. “Se abarató el viaje y se volvió masivo. Antes, tanto el que vendía viajes como el que viajaban eran de un nivel alto”, agrega.
Mario Dell’Acqua, presidente de Aerolíneas Argentinas, le puso números: el precio promedio del pasaje de la compañía en cabotaje se abarató 24,8 por ciento frente a diciembre de 2015. Y la aspiración es seguir a la baja, con la incorporación de aviones de 186 asientos en reemplazo de los Embraer, que tienen 98.
Aviones más grandes, menos espacio entre asientos, cobro de servicios a bordo y la lógica propia que preparan las low cost, competencia de por medio, prometen seguir abaratando los vuelos. Eso deja el campo propicio para captar nuevos viajeros.
“El 20 por ciento de nuestros pasajeros son de DNI nuevos, es gente que se ha sumado a la aventura de volar”, dice Dell’Acqua, y sostiene que es gente que antes usaba su auto. “No ha caído el pasajero que se va en colectivo”, asegura.
Otro dato que no es menor: a las generaciones jóvenes casi lo único que les importa es viajar.
“No quieren la casa, no quieren el auto, y en el trabajo quieren que les den tres meses para poder viajar”, asegura Ferrer, de Lozada Viajes.
El apetito está. Pero ese fenómeno tiene doble impacto. El principal es la salida de divisas.
“La gente sale más y gasta más, cuando los que entran se mantienen estables”, revela Marcos Cohen Arazi, del Ieral de Fundación Mediterránea.
Justamente, ese instituto está abocado a estudiar la competitividad del sector turístico local, afectada por la suba de costos y por la carga impositiva en general.
“Hay un problema cambiario, la gente sale y nota que afuera está barato, cuando en general todo está caro en Argentina”, agrega.
El viaje al exterior se complementa con compra de ropa para todo el año o tecnología, cuando el viaje a las Sierras, por ejemplo, no es acompañado de ese gasto.
Eso hizo que en 2017, en concepto de turismo, los argentinos gastasen 10.662 millones de dólares, 25 por ciento más que los 8.538 millones de 2016, cuando el ingreso apenas superó los cuatro mil millones, tomando los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Así, el déficit de la balanza de pagos de la cuenta viajes fue de 5.484 millones de dólares, apenas menos que el “rojo” de 6.710 millones de autopartes.
Hasta el presidente del Grupo Arcor, Luis Pagani, cuestionó el fenómeno: “Me duele ver que, en dos años, 16 mil millones de dólares de argentinos se fueron por turismo”, dijo.
“Si bien la devaluación reciente le quita incentivos al viaje al exterior, Argentina todavía tiene inflación en dólares, que hace que, en términos comparativos, a medida que la inflación se acelera, sea conveniente optar por destinos regionales”, apunta Damián Di Pace, de la consultora Focus Market.
La fuga de dólares plantea un desafío a nivel de política cambiaria. Gustavo Santos, ministro de Turismo, es tajante: “Ideológicamente, nosotros no vamos a hacer nada para que un argentino no pueda gastar su dinero como quiera. Porque, si no, volvemos a equivocar el rumbo”.
Sí cree que a 20 pesos el dólar ya no es barato y aspira a que se vaya moviendo al compás de la inflación. “Si se actualiza junto con los precios, vamos a tener menos argentinos que salgan al exterior, y vamos a tener más ingresos de turistas extranjeros”, agrega.
“Eso está bien orientado, pero si seguís siendo caro o tenés dificultades para ser competitivo, siguen los problemas”, sostiene Cohen Arazi.
La propuesta para el sector está en estimular con turismo doméstico, vía devolución de impuestos en el marco de un régimen especial para la actividad, teniendo en cuenta su potencial como empleador.
Viajeros al exterior
El fenómeno se potenció en 2017 con un dólar “barato”.
10.662 millones de dólares en fuga. El año pasado, los argentinos que viajaron al exterior gastaron 10.662 millones de dólares.
5.484 millones de dólares de déficit en viajes. En la balanza de pagos, los viajes dejaron un rojo de 5.484 millones de dólares durante 2017.
12 millones al mundo. En 2017 hubo 12 millones de argentinos que viajaron al exterior. En tanto, vinieron algo más de seis millones de extranjeros.