Con modales florentinos, Ricardo Lorenzetti y Horacio Rosatti se unieron para mostrar armonía en la Corte Suprema, mientras alrededor del máximo tribunal ardían las versiones conspirativas. Fue el martes por la tarde, en los despachos graves y silenciosos del cuarto piso del Palacio de Tribunales. Lorenzetti y Rosatti participaron, juntos, de una conversación con Clarín. La propusieron ellos, sabiendo que el cronista estaba reuniendo información a propósito de las espesas historias que circulan e involucran a ambos.
El argumento central es que detrás del pedido de juicio político de Elisa Carrió al presidente de la Corte late como mínimo la intención de abrir antes de tiempo la vacante de ese puesto para que la ocupe Rosatti. Y que Rosatti, sin tomar acción directa en la operación, no vería con disgusto ese embate corrosivo de la temperamental diputada. Así fue planteado ante los dos jueces supremos.
Lorenzetti se preocupó por resaltar el clima de debate franco que hay en la Corte y rechazó la existencia de peleas internas. Dijo, sí, que hay discusiones alrededor de los temas que van tratando, porque los jueces son personas diferentes con ideas diferentes. Pero aseguró que esos desacuerdos se remiten a las decisiones que deben tomar en cada expediente y no derivan en disputas por porciones de poder.
Horacio Rosatti, tras jurar en junio pasado como miembro de la Corte Suprema, se abraza al presidente Lorenzetti.
Rosatti, con una elección muy cuidadosa de las palabras, compartió estos puntos de vista. Y agregó que respecto de la futura presidencia de la Corte habrá que hablar cuando se acerque el momento de renovar mandatos, para lo que falta cerca de un año y medio. No negó su ambición, sino que en todo caso la remitió a los tiempos ya establecidos.
Una definición sustancial que compartieron Lorenzetti y Rosatti fue que las cuestiones referidas a los fallos y a la vida interna de la Corte son decisión exclusiva de los cinco jueces que la integran.
A propósito de la actual ofensiva sobre Lorenzetti, Clarín señaló que Carrió había propuesto a Mauricio Macri nombrar a Rosatti en la Corte, El dato fue confirmado por las más altas fuentes de la Casa Rosada días antes de esta conversación en Tribunales. “Carrió fue una de quienes lo propuso”, se intentó suavizar.
Rosatti señaló entonces que conocía a Carrió desde hacía muchos años, cuando los dos integraban la asociación de profesores de Derecho Constitucional. Que ese conocimiento y amistad se renovó en 1994, cuando ambos –ella por el radicalismo, él por el peronismo- integraron la Convención Constituyente. Sostuvo que hace dos años que no ve a Carrió ni habla con ella. El último encuentro, apuntó, fue cuando aquellos constituyentes se reunieron para celebrar los veinte años de la reforma. Pero aclaró que si se encuentra con Carrió seguro le dará un abrazo, porque tiene alta valoración por sus condiciones personales y políticas.
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No fue la única alusión a sucesos del pasado. Como parte de las muestras de buenos modales y juego limpio, los dos jueces recordaron ante el cronista cuando Rosatti en 2004, siendo Procurador del Tesoro durante la presidencia de Néstor Kirchner, nombró a Lorenzetti, exitoso abogado en el sector privado, como árbitro en representación de la Argentina ante el Tribunal de París. El litigio de entonces estaba planteado por empresas transportadoras de energía contra el Estado argentino, después del default. Meses más tarde Kirchner designó a Rosatti ministro de Justicia y hacía fines de ese año llevó a Lorenzetti a la Corte.
Lorenzetti, en intencionado paralelismo entre la actitud agresiva de Cristina Kirchner hacia la Corte y las actuales denuncias de Carrió en su contra, afirmó que durante muchos años los jueces supremos habían recibido muchas presiones y nunca habían cedido ante ellas.
Hecho sugestivo: así como Lorenzetti eludió cualquier referencia explícita al pedido de juicio político que le plantó Carrió; tampoco Rosatti hizo mención alguna, ni siquiera para rechazar la petición de la diputada o expresar solidaridad con Lorenzetti.
Lorenzetti preside una audiencia pública en la Corte Suprema. A su lado, Elena Highton y Juan Carlos Maqueda.
El pasado miércoles 5 de abril Lorenzetti intimó a Carrió y a la jueza María Servini para que rectifiquen las acusaciones que le venían haciendo, amenazando denunciarlas por daños y perjuicios. La respuesta de Carrió fue presentar en el Congreso el pedido de juicio político que prometía desde hacía varios meses. Para expandir el efecto de su presentación, envió copia a cada uno de los miembros de la Corte con el propósito de instalar la discusión en el corazón del tribunal.
Lorenzetti, hábil en el manejo palaciego, pronto desplegó una maniobra para neutralizar esa jugada. Elaboró un memorándum de 10 páginas donde se contestan, desacreditan y refutan cada una de las acusaciones, que van desde el supuesto enriquecimiento ilícito a la probable comisión de delitos y violación de deberes éticos, según señaló Carrió en su texto.
En su réplica extraoficial, Lorenzetti remarca por ejemplo que Carrió lo acusa por hechos que hace tiempo fueron desestimados por la Justicia, y también por decisiones administrativas que no fueron decisión suya sino de todos los integrantes de la Corte en el momento en que se produjeron.
Cerca de Lorenzetti señalan que ni en el plenario de la Corte de esta última semana, ni en reuniones informales entre jueces, hubo quien pusiera el tema en discusión. Esto los lleva a decir que el memorándum de refutación a Carrió podría considerarse la postura no oficial del tribunal. Hay una cierta simplificación en esto. La situación tiene más matices. El silencio mantenido hasta ahora por Elena Highton, Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrantz no parece fácil de traducir a un apoyo cerrado a Lorenzetti.
Fuentes del Gobierno que siguen al detalle esta pulseada de fuerte repercusión institucional, remarcan que esa toma de distancia de los jueces supremos deja por ahora a Lorenzetti enfrentando en soledad la embestida de Carrió.
Pero también es un hecho, en la lectura política, que la conversación conjunta con Rosatti ante Clarín, para salir a despejar un panorama enrarecido, coloca a Lorenzetti en una posición de fuerza. Quien asoma como su principal adversario interno instala el tiempo de una eventual competencia cuando menos un año adelante.
Carrió y Lorenzetti, enfrentados por un pedido de juicio que por ahora tiene más razones políticas que jurídicas.
En abril de 2015 Lorenzetti había sido reelecto para un cuarto período de tres años al frente de la Corte. Su tercer mandato concluía recién a fines de ese año y el inédito anticipo en la decisión fue entendido como una jugada política para fortalecerse ante la ofensiva final de Cristina. .
Para el Gobierno la situación se presenta como un desfiladero angosto y con alto riesgo a los dos lados. Macri, el jefe de Gabinete Marcos Peña y el ministro de Justicia Germán Garavano se apuraron a tomar distancia del juicio político pedido por Carrió. Para un país que busca recuperar confiabilidad y atraer inversiones no parece constructivo que el presidente de la Corte Suprema sea llevado a juicio por razones que hasta ahora se muestran más políticas que jurídicas.
Pero tampoco puede Macri entrar sin costo en un rumbo de colisión con su aliada política, a seis meses de una elección decisiva en la que ella será candidata.
No es un dato menor que los principales líderes de la oposición, en el Senado y la Cámara de Diputados, le hayan transmitido al Gobierno que no piensan acompañar el enjuiciamiento al titular de la Corte. Esto es algo que Carrió sabe y por eso amenaza políticamente cuando dice que ella tendrá los votos del kirchnerismo para ir contra Lorenzetti y quiere ver qué harán los demás. Le gusta jugar con fuego y muchas veces lo ha hecho muy bien.
El camino decidido en la Casa Rosada es dejar que pase el tiempo sin agitar el tema. El diputado macrista Álvaro González, que preside la comisión de Juicio Político, ya recibió indicaciones de no hacer nada que apure el trámite.
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El Gobierno señala que antes está en la agenda de esa comisión el pedido de juicio político a Alejandra Gils Carbó, procuradora general y pieza estratégica del grupo táctico judicial que está al servicio de Cristina Kirchner. La situación de Gils Carbó empeoró sensiblemente en las últimas dos semanas, con el avance de una causa donde se investiga el posible pago de coimas en la compra de la nueva sede de la Procuración.
A Carrió no le hace gracia que su ofensiva se enfríe y se diluya. Lorenzetti prefiere que en vez de dormir el pedido de juicio político, la comisión del Congreso lo trate y lo cierre cuanto antes. Es probable que ninguno de los dos consiga satisfacción completa.
De manera impensada, Macri tiene el destino político de los dos en sus manos. Es una ventaja demasiado grande para que la vaya a desaprovechar.
El argumento central es que detrás del pedido de juicio político de Elisa Carrió al presidente de la Corte late como mínimo la intención de abrir antes de tiempo la vacante de ese puesto para que la ocupe Rosatti. Y que Rosatti, sin tomar acción directa en la operación, no vería con disgusto ese embate corrosivo de la temperamental diputada. Así fue planteado ante los dos jueces supremos.
Lorenzetti se preocupó por resaltar el clima de debate franco que hay en la Corte y rechazó la existencia de peleas internas. Dijo, sí, que hay discusiones alrededor de los temas que van tratando, porque los jueces son personas diferentes con ideas diferentes. Pero aseguró que esos desacuerdos se remiten a las decisiones que deben tomar en cada expediente y no derivan en disputas por porciones de poder.
Horacio Rosatti, tras jurar en junio pasado como miembro de la Corte Suprema, se abraza al presidente Lorenzetti.
Rosatti, con una elección muy cuidadosa de las palabras, compartió estos puntos de vista. Y agregó que respecto de la futura presidencia de la Corte habrá que hablar cuando se acerque el momento de renovar mandatos, para lo que falta cerca de un año y medio. No negó su ambición, sino que en todo caso la remitió a los tiempos ya establecidos.
Una definición sustancial que compartieron Lorenzetti y Rosatti fue que las cuestiones referidas a los fallos y a la vida interna de la Corte son decisión exclusiva de los cinco jueces que la integran.
A propósito de la actual ofensiva sobre Lorenzetti, Clarín señaló que Carrió había propuesto a Mauricio Macri nombrar a Rosatti en la Corte, El dato fue confirmado por las más altas fuentes de la Casa Rosada días antes de esta conversación en Tribunales. “Carrió fue una de quienes lo propuso”, se intentó suavizar.
Rosatti señaló entonces que conocía a Carrió desde hacía muchos años, cuando los dos integraban la asociación de profesores de Derecho Constitucional. Que ese conocimiento y amistad se renovó en 1994, cuando ambos –ella por el radicalismo, él por el peronismo- integraron la Convención Constituyente. Sostuvo que hace dos años que no ve a Carrió ni habla con ella. El último encuentro, apuntó, fue cuando aquellos constituyentes se reunieron para celebrar los veinte años de la reforma. Pero aclaró que si se encuentra con Carrió seguro le dará un abrazo, porque tiene alta valoración por sus condiciones personales y políticas.
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No fue la única alusión a sucesos del pasado. Como parte de las muestras de buenos modales y juego limpio, los dos jueces recordaron ante el cronista cuando Rosatti en 2004, siendo Procurador del Tesoro durante la presidencia de Néstor Kirchner, nombró a Lorenzetti, exitoso abogado en el sector privado, como árbitro en representación de la Argentina ante el Tribunal de París. El litigio de entonces estaba planteado por empresas transportadoras de energía contra el Estado argentino, después del default. Meses más tarde Kirchner designó a Rosatti ministro de Justicia y hacía fines de ese año llevó a Lorenzetti a la Corte.
Lorenzetti, en intencionado paralelismo entre la actitud agresiva de Cristina Kirchner hacia la Corte y las actuales denuncias de Carrió en su contra, afirmó que durante muchos años los jueces supremos habían recibido muchas presiones y nunca habían cedido ante ellas.
Hecho sugestivo: así como Lorenzetti eludió cualquier referencia explícita al pedido de juicio político que le plantó Carrió; tampoco Rosatti hizo mención alguna, ni siquiera para rechazar la petición de la diputada o expresar solidaridad con Lorenzetti.
Lorenzetti preside una audiencia pública en la Corte Suprema. A su lado, Elena Highton y Juan Carlos Maqueda.
El pasado miércoles 5 de abril Lorenzetti intimó a Carrió y a la jueza María Servini para que rectifiquen las acusaciones que le venían haciendo, amenazando denunciarlas por daños y perjuicios. La respuesta de Carrió fue presentar en el Congreso el pedido de juicio político que prometía desde hacía varios meses. Para expandir el efecto de su presentación, envió copia a cada uno de los miembros de la Corte con el propósito de instalar la discusión en el corazón del tribunal.
Lorenzetti, hábil en el manejo palaciego, pronto desplegó una maniobra para neutralizar esa jugada. Elaboró un memorándum de 10 páginas donde se contestan, desacreditan y refutan cada una de las acusaciones, que van desde el supuesto enriquecimiento ilícito a la probable comisión de delitos y violación de deberes éticos, según señaló Carrió en su texto.
En su réplica extraoficial, Lorenzetti remarca por ejemplo que Carrió lo acusa por hechos que hace tiempo fueron desestimados por la Justicia, y también por decisiones administrativas que no fueron decisión suya sino de todos los integrantes de la Corte en el momento en que se produjeron.
Cerca de Lorenzetti señalan que ni en el plenario de la Corte de esta última semana, ni en reuniones informales entre jueces, hubo quien pusiera el tema en discusión. Esto los lleva a decir que el memorándum de refutación a Carrió podría considerarse la postura no oficial del tribunal. Hay una cierta simplificación en esto. La situación tiene más matices. El silencio mantenido hasta ahora por Elena Highton, Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrantz no parece fácil de traducir a un apoyo cerrado a Lorenzetti.
Fuentes del Gobierno que siguen al detalle esta pulseada de fuerte repercusión institucional, remarcan que esa toma de distancia de los jueces supremos deja por ahora a Lorenzetti enfrentando en soledad la embestida de Carrió.
Pero también es un hecho, en la lectura política, que la conversación conjunta con Rosatti ante Clarín, para salir a despejar un panorama enrarecido, coloca a Lorenzetti en una posición de fuerza. Quien asoma como su principal adversario interno instala el tiempo de una eventual competencia cuando menos un año adelante.
Carrió y Lorenzetti, enfrentados por un pedido de juicio que por ahora tiene más razones políticas que jurídicas.
En abril de 2015 Lorenzetti había sido reelecto para un cuarto período de tres años al frente de la Corte. Su tercer mandato concluía recién a fines de ese año y el inédito anticipo en la decisión fue entendido como una jugada política para fortalecerse ante la ofensiva final de Cristina. .
Para el Gobierno la situación se presenta como un desfiladero angosto y con alto riesgo a los dos lados. Macri, el jefe de Gabinete Marcos Peña y el ministro de Justicia Germán Garavano se apuraron a tomar distancia del juicio político pedido por Carrió. Para un país que busca recuperar confiabilidad y atraer inversiones no parece constructivo que el presidente de la Corte Suprema sea llevado a juicio por razones que hasta ahora se muestran más políticas que jurídicas.
Pero tampoco puede Macri entrar sin costo en un rumbo de colisión con su aliada política, a seis meses de una elección decisiva en la que ella será candidata.
No es un dato menor que los principales líderes de la oposición, en el Senado y la Cámara de Diputados, le hayan transmitido al Gobierno que no piensan acompañar el enjuiciamiento al titular de la Corte. Esto es algo que Carrió sabe y por eso amenaza políticamente cuando dice que ella tendrá los votos del kirchnerismo para ir contra Lorenzetti y quiere ver qué harán los demás. Le gusta jugar con fuego y muchas veces lo ha hecho muy bien.
El camino decidido en la Casa Rosada es dejar que pase el tiempo sin agitar el tema. El diputado macrista Álvaro González, que preside la comisión de Juicio Político, ya recibió indicaciones de no hacer nada que apure el trámite.
Mirá también
Servini se queda, pero las urnas no están bien pegadas
El Gobierno señala que antes está en la agenda de esa comisión el pedido de juicio político a Alejandra Gils Carbó, procuradora general y pieza estratégica del grupo táctico judicial que está al servicio de Cristina Kirchner. La situación de Gils Carbó empeoró sensiblemente en las últimas dos semanas, con el avance de una causa donde se investiga el posible pago de coimas en la compra de la nueva sede de la Procuración.
A Carrió no le hace gracia que su ofensiva se enfríe y se diluya. Lorenzetti prefiere que en vez de dormir el pedido de juicio político, la comisión del Congreso lo trate y lo cierre cuanto antes. Es probable que ninguno de los dos consiga satisfacción completa.
De manera impensada, Macri tiene el destino político de los dos en sus manos. Es una ventaja demasiado grande para que la vaya a desaprovechar.