Los economistas a quienes más atención prestan las empresas y los mercados son aquellos que no sólo valen por lo que dicen. También por lo que escuchan y luego transmiten. En ese grupo está Ricardo Arriazu.
Con una tímida huella de la tonada que le marcó su cuna norteña, el economista tucumano, que pasa por Córdoba entre cuatro y cinco veces al año, cuenta que acaba de llegar de Nueva York.
“Es notable el interés de conversar sobre la Argentina. Hay una idea de que está todo terminado y que lo que vendrá será mejor”, aseguró, en diálogo con La Voz del Interior, antes de iniciar una charla días atrás, invitado por el Banco Supervielle.
Y revela que eso implica la predisposición de los bancos de prestarle plata a la Argentina a tasas menores a las esperadas.
El dato cobra magnitud en pleno inicio del ajuste. Tanto que Arriazu asegura que el tamaño de éste “dependerá de cuánto dinero se consiga”.
–Hay una puja salarial en medio de paros y una inflación creciente. ¿Cómo observa ese panorama?
–Es algo que pasa siempre cuando el costo laboral unitario, en dólares, excede lo que es sustentable. En consecuencia, viene un proceso de corrección. Alberto Alesina (economista italiano) dijo hace mucho tiempo que cuando hay que hacer esos procesos, nadie quiere pagarlos. Eso genera conflictividad, mayor inflación y caída de actividad. Y si usted mira la historia argentina, siempre fue así. La intensidad depende de cómo está la relación Gobierno-sindicatos-desempleo. En 1983 y 1990, para hacer la corrección, hubo 13 paros generales y dos hiperinflaciones. En 2002, se hizo de un solo golpe. Entonces, estamos recién en el inicio de este proceso de lucha por la distribución en el ingreso.
–Este año hay recorte de subsidios y suba de tarifas. ¿Cómo cree que incidirán?
–El año pasado, el gasto en subsidios fue 134 mil millones de pesos y el déficit fiscal, sin contar las transferencia del (Banco) Central al Gobierno, debe haber estado en 70 mil u 80 mil millones. Por lo tanto, la baja de subsidios no sólo es necesaria desde el punto de vista del ajuste de precios relativos, sino como uno de los mecanismos de corrección. De todos modos, a quien lo afecta, le baja su poder de compra. Entonces, es parte de lo mismo. Ya sea devaluación, un exceso de emisión monetaria o un aumento de tarifas, es parte del mismo proceso. Ese proceso es inevitable cuando se acaba el financiamiento. La pregunta es si se hace de manera ordenada o no.
–Usted dijo el año pasado que podía haber una devaluación, aunque la cuestión era saber si iba a ser planificada o no. ¿Qué piensa ahora?
–En un principio, parecía sin programa, pero fue acompañada por una cantidad de medidas que demuestran que es mucho más consistente que lo que se pensaba de entrada.
–¿Se refiere a la suba de tasas?
–Tasas, seguro. El argentino piensa en dólares; si la tasa es negativa en términos de dólares, los capitales se van. Si es positiva, se quedan. Entre noviembre y enero, se cometieron muchos errores en ese sentido. Pero no sólo eso: esterilizaron 50 mil millones de pesos, obligaron a los bancos a vender parte de su posición de cambio, subieron tarifas, se está negociando con los acreedores internacionales… son todas cosas inevitables.
–¿Eso significa que tenemos que prepararnos para un ajuste mayor?
–Cuando se hace un ajuste, depende de cuánto dinero se consiga. Ese es el objetivo del Gobierno. Si estamos hablando sin conseguir dinero, este ajuste es insuficiente.
–Buena parte de las medidas también apunta a evitar que las reservas vuelvan a caer. ¿Se puede sostener el actual nivel?
–Yo siempre dije que esta crisis no iba a ser tradicional. Es decir, no iba a ser que se queden sin reservas; tampoco financiera ni de deuda. Que lo que iba a pasar es que iba a caer la actividad económica, aumentar el desempleo y que, por lo tanto, el problema era político. Y en eso estamos.
–Hablando de problema político, ¿qué imagina que pasará en 2015, cuando la agenda electoral vuelva a presionar sobre el gasto público?
–El Gobierno está tratando de conseguir dinero afuera. Mientras más consiga, menor será el ajuste actual. Segundo: en el exterior hay un entusiasmo por la Argentina; no por la situación actual, sino porque el precio de los activos está bajo y se cree que habrá un cambio. Acabo de llegar de Nueva York y es notable el interés por conversar sobre la Argentina. Hay una idea de que está todo terminado y que todo lo que vendrá será mejor. Eso permite que haya gente que diga que, si le prestó a Paraguay a 4,5 por ciento, por qué no le va a prestar a la Argentina al 8,5 por ciento, que se sabe que lo va a devolver. Entonces, mientras más le presten, menor serán la segunda y la tercera etapa de corrección.
–Hay un paso previo: el Club de París.
–Sí, esos son organismos. Pero los bancos son un poco más irresponsables.
–Entonces, en concreto, usted dice que Argentina puede acceder a tasas mucho menores a las esperadas.
–Diría que estamos en camino hacia eso, mientras no hagamos una locura grande. Las cifras fiscales de enero y febrero fueron horribles. No sabemos si están reflejando cosas que no estaban anotadas antes, pero fueron muy malas. Quintuplican el déficit del año pasado.
–Varios de sus colegas interpretan que tras la devaluación y la suba de tasas, el Gobierno tomó aire hasta la cosecha gruesa. ¿Qué pasará después de junio?
–Es muy probable que se plantee la discusión, que ya arrancó, que es utilizar al tipo de cambio como un elemento de estabilización, o van a comenzar a moverlo. Mi cálculo es que será una mezcla, que lo moverán muy poquitito, por debajo de la tasa de interés, y que la tasa de inflación va a caer. Entonces, con aumento de reservas y desaceleración de la inflación, todo el mundo se siente mejor. Pero allí vuelven los salarios. Eso es lo que nadie sabe qué va a pasar. Nuestro supuesto es que en el segundo semestre volverá a reactivarse la puja distributiva. Pero si consiguen plata, estamos equivocados. Entonces, son muchas incertidumbres.
–¿El tipo de cambio se moverá a cuentagotas, como ocurrió en 2013?
–Sí, pero mucho menos. Yo creo que entre 0,5 y uno por ciento mensual. La idea es tratar de aplacar todo, pero si no se logra aplacar alsalario, es imposible.
–¿Lo sorprendió la corrección con el número final de crecimiento del PIB en 2013 (quedó en tres por ciento)?
–No, para nada. Y mis números siguen siendo más bajos, porque creo que los mismos errores que había anteriormente siguen estando. Por ejemplo, un sector financiero creciendo al 22 por ciento. Yo no veo ningún banco nuevo ni ningún empleo nuevo en el sector.
–¿También es una incertidumbre proyectar cómo evolucionará finalmente la economía este año?
–Como viene hasta ahora, es claramente caída de la actividad. Pero si consiguen dinero, cada mil millones de dólares es 0,3 por ciento de expansión de la demanda agregada. Entonces, insisto, todo depende de la cantidad de dinero que consigan.
Aunque muchos gremios privados ya han cerrado acuerdos paritarios, Arriazu cree que la puja distributiva volverá en el segundo semestre del año, aunque remarca que todo dependerá de la cantidad de dinero que el Gobierno nacional consiga con las medidas de ajuste y a través de préstamos de bancos del exterior.
Con una tímida huella de la tonada que le marcó su cuna norteña, el economista tucumano, que pasa por Córdoba entre cuatro y cinco veces al año, cuenta que acaba de llegar de Nueva York.
“Es notable el interés de conversar sobre la Argentina. Hay una idea de que está todo terminado y que lo que vendrá será mejor”, aseguró, en diálogo con La Voz del Interior, antes de iniciar una charla días atrás, invitado por el Banco Supervielle.
Y revela que eso implica la predisposición de los bancos de prestarle plata a la Argentina a tasas menores a las esperadas.
El dato cobra magnitud en pleno inicio del ajuste. Tanto que Arriazu asegura que el tamaño de éste “dependerá de cuánto dinero se consiga”.
–Hay una puja salarial en medio de paros y una inflación creciente. ¿Cómo observa ese panorama?
–Es algo que pasa siempre cuando el costo laboral unitario, en dólares, excede lo que es sustentable. En consecuencia, viene un proceso de corrección. Alberto Alesina (economista italiano) dijo hace mucho tiempo que cuando hay que hacer esos procesos, nadie quiere pagarlos. Eso genera conflictividad, mayor inflación y caída de actividad. Y si usted mira la historia argentina, siempre fue así. La intensidad depende de cómo está la relación Gobierno-sindicatos-desempleo. En 1983 y 1990, para hacer la corrección, hubo 13 paros generales y dos hiperinflaciones. En 2002, se hizo de un solo golpe. Entonces, estamos recién en el inicio de este proceso de lucha por la distribución en el ingreso.
–Este año hay recorte de subsidios y suba de tarifas. ¿Cómo cree que incidirán?
–El año pasado, el gasto en subsidios fue 134 mil millones de pesos y el déficit fiscal, sin contar las transferencia del (Banco) Central al Gobierno, debe haber estado en 70 mil u 80 mil millones. Por lo tanto, la baja de subsidios no sólo es necesaria desde el punto de vista del ajuste de precios relativos, sino como uno de los mecanismos de corrección. De todos modos, a quien lo afecta, le baja su poder de compra. Entonces, es parte de lo mismo. Ya sea devaluación, un exceso de emisión monetaria o un aumento de tarifas, es parte del mismo proceso. Ese proceso es inevitable cuando se acaba el financiamiento. La pregunta es si se hace de manera ordenada o no.
–Usted dijo el año pasado que podía haber una devaluación, aunque la cuestión era saber si iba a ser planificada o no. ¿Qué piensa ahora?
–En un principio, parecía sin programa, pero fue acompañada por una cantidad de medidas que demuestran que es mucho más consistente que lo que se pensaba de entrada.
–¿Se refiere a la suba de tasas?
–Tasas, seguro. El argentino piensa en dólares; si la tasa es negativa en términos de dólares, los capitales se van. Si es positiva, se quedan. Entre noviembre y enero, se cometieron muchos errores en ese sentido. Pero no sólo eso: esterilizaron 50 mil millones de pesos, obligaron a los bancos a vender parte de su posición de cambio, subieron tarifas, se está negociando con los acreedores internacionales… son todas cosas inevitables.
–¿Eso significa que tenemos que prepararnos para un ajuste mayor?
–Cuando se hace un ajuste, depende de cuánto dinero se consiga. Ese es el objetivo del Gobierno. Si estamos hablando sin conseguir dinero, este ajuste es insuficiente.
–Buena parte de las medidas también apunta a evitar que las reservas vuelvan a caer. ¿Se puede sostener el actual nivel?
–Yo siempre dije que esta crisis no iba a ser tradicional. Es decir, no iba a ser que se queden sin reservas; tampoco financiera ni de deuda. Que lo que iba a pasar es que iba a caer la actividad económica, aumentar el desempleo y que, por lo tanto, el problema era político. Y en eso estamos.
–Hablando de problema político, ¿qué imagina que pasará en 2015, cuando la agenda electoral vuelva a presionar sobre el gasto público?
–El Gobierno está tratando de conseguir dinero afuera. Mientras más consiga, menor será el ajuste actual. Segundo: en el exterior hay un entusiasmo por la Argentina; no por la situación actual, sino porque el precio de los activos está bajo y se cree que habrá un cambio. Acabo de llegar de Nueva York y es notable el interés por conversar sobre la Argentina. Hay una idea de que está todo terminado y que todo lo que vendrá será mejor. Eso permite que haya gente que diga que, si le prestó a Paraguay a 4,5 por ciento, por qué no le va a prestar a la Argentina al 8,5 por ciento, que se sabe que lo va a devolver. Entonces, mientras más le presten, menor serán la segunda y la tercera etapa de corrección.
–Hay un paso previo: el Club de París.
–Sí, esos son organismos. Pero los bancos son un poco más irresponsables.
–Entonces, en concreto, usted dice que Argentina puede acceder a tasas mucho menores a las esperadas.
–Diría que estamos en camino hacia eso, mientras no hagamos una locura grande. Las cifras fiscales de enero y febrero fueron horribles. No sabemos si están reflejando cosas que no estaban anotadas antes, pero fueron muy malas. Quintuplican el déficit del año pasado.
–Varios de sus colegas interpretan que tras la devaluación y la suba de tasas, el Gobierno tomó aire hasta la cosecha gruesa. ¿Qué pasará después de junio?
–Es muy probable que se plantee la discusión, que ya arrancó, que es utilizar al tipo de cambio como un elemento de estabilización, o van a comenzar a moverlo. Mi cálculo es que será una mezcla, que lo moverán muy poquitito, por debajo de la tasa de interés, y que la tasa de inflación va a caer. Entonces, con aumento de reservas y desaceleración de la inflación, todo el mundo se siente mejor. Pero allí vuelven los salarios. Eso es lo que nadie sabe qué va a pasar. Nuestro supuesto es que en el segundo semestre volverá a reactivarse la puja distributiva. Pero si consiguen plata, estamos equivocados. Entonces, son muchas incertidumbres.
–¿El tipo de cambio se moverá a cuentagotas, como ocurrió en 2013?
–Sí, pero mucho menos. Yo creo que entre 0,5 y uno por ciento mensual. La idea es tratar de aplacar todo, pero si no se logra aplacar alsalario, es imposible.
–¿Lo sorprendió la corrección con el número final de crecimiento del PIB en 2013 (quedó en tres por ciento)?
–No, para nada. Y mis números siguen siendo más bajos, porque creo que los mismos errores que había anteriormente siguen estando. Por ejemplo, un sector financiero creciendo al 22 por ciento. Yo no veo ningún banco nuevo ni ningún empleo nuevo en el sector.
–¿También es una incertidumbre proyectar cómo evolucionará finalmente la economía este año?
–Como viene hasta ahora, es claramente caída de la actividad. Pero si consiguen dinero, cada mil millones de dólares es 0,3 por ciento de expansión de la demanda agregada. Entonces, insisto, todo depende de la cantidad de dinero que consigan.
Aunque muchos gremios privados ya han cerrado acuerdos paritarios, Arriazu cree que la puja distributiva volverá en el segundo semestre del año, aunque remarca que todo dependerá de la cantidad de dinero que el Gobierno nacional consiga con las medidas de ajuste y a través de préstamos de bancos del exterior.
Ojo con un detalle:
«–Hay una puja salarial en medio de paros y una inflación creciente. ¿Cómo observa ese panorama?
–Es algo que pasa siempre cuando el costo laboral unitario, en dólares, excede lo que es sustentable. En consecuencia, viene un proceso de corrección. Alberto Alesina (economista italiano) dijo hace mucho tiempo que cuando hay que hacer esos procesos, nadie quiere pagarlos. Eso genera conflictividad, mayor inflación y caída de actividad. Y si usted mira la historia argentina, siempre fue así. La intensidad depende de cómo está la relación Gobierno-sindicatos-desempleo. En 1983 y 1990, para hacer la corrección, hubo 13 paros generales y dos hiperinflaciones. En 2002, se hizo de un solo golpe. Entonces, estamos recién en el inicio de este proceso de lucha por la distribución en el ingreso.»
‘Cuando el costo laboral unitario, en dólares, excede lo que es sustentable’.
Sustentable, en este contexto, significa ‘lo que se nos da la gana pagar’.
Este hombre es uno de esos ‘expertos en las sombras’. Cuando habla es por algo.
Cuando nombran el costo laboral unitario quiere decir que van a golpear con la máxima fuerza de que sean capaces. Ojo.
La teoría económica dice que la diferencia entre los sueldos alemanes y los argentinos, y entre éstos y los bolvianos, reflejan la productividad del trabajo de cada economía.
Hay una manera de obviarlo, y es abstenerse de exportar e importar artículos con mucha (o media) mano de obra. Los sueldos argentinos, hipotéticamente, se acercan a los alemanes, pero como la productividad es diferente, el VW vale el doble acá que en Alemania,y como no se exporta, y no se permite importarlo, no importa.
Un obrero puede ganar 3.000 dólares por mes, pero lógicamente el auto mediano va a valer 30.000, el alquiler de un 2 ambientes va a valer 1100, el peluquero le cobrará 100, el café valdrá 10, etc.
Ya llegamos a estos extremos y terminan en una crisis originada en la balanza de pagos.
Y si como buen bienpensante largás elucubraciones incomprobables e hipotéticas -yo diría en una nube de pedos ideales sin ningún tipo de verificación en la práctica ala ortodoxa-.
Dificilmente un gerente de acá en mismo rango con su par aleman gane cerca de este último.
Te manejás con un paradigma de la industria automotriz obsoleto, la mitad de los autos que se fabrican se exportan. Lo que vos comentás fue el paradigma hasta finales de los ’80 iniciado por Frondizi.
Y por último, muy probablamente las automotrices en nuestro países operan con márgenes de ganancia mucho mayores que en los países serios. Pero bueno, habría que ver grado de obsolescencia de líneas y matrices entre otros márgenes. No me extrañaría
Dije hipotéticamente y di un ejemplo figurado.
Para que Ricardito entienda de lo que estamos hablando. Los sueldos argentinos ni se acercan a los alemanes.