La contienda política por el ajuste fiscal hizo que los inversores se volcaran al dólar. La moneda brasileña se depreció 1,8% hasta 2,98 unidades por dólar y acumula una devaluación de 25% en seis meses. Ayer tocó las 3 unidades por primera vez desde agosto del 2004. Crece el temor por un nuevo deterioro de las cuentas fiscales y posibles bajas en la calificación crediticia del país
El aumento del riesgo político en Brasil, que amenaza la implementación de las medidas de ajuste fiscal de Dilma Roussef, llevó al real a cotizar en la rueda de ayer por encima de los 3,00 por dólar por primera vez desde agosto de 2004. Si bien al final del día la divisa logró recortar su depreciación hasta los R$ 2,9792.
El presidente del Senado, Renán Calheiros, rechazó el martes y devolvió ayer al oficialismo el plan de consolidación fiscal de Rousseff que busca aumentar los impuestos sobre las nóminas, con el que se buscaba cerrar la brecha en el presupuesto del país y obtener unos 5.300 millones de reales – u$s 1.800 millones este año. Rousseff ya recogió el guante y el proyecto que había sido remitido en forma de decreto ya fue enviado como proyecto de ley para su tratamiento urgente por el Senado. En medio del aumento de la tensión política, los inversores ampliaron su demanda de dólares contribuyendo a una caída del real de 1,81%, que ya acumula una devaluación cercana al 25% en 6 meses.
En este contexto, crece la preocupación del mercado por un nuevo deterioro de las cuentas fiscales, lo que podría conducir a otra rebaja potencial en la calificación crediticia de Brasil, que actualmente se encuentra en grado de inversión. La agencia Moodys mantiene una perspectiva negativa sobre el país con una calificación de Baa2 y Standard and Poors rebajó la nota al menor nivel en el rango de grado de inversión a «BBB-«.
La implementación exitosa y la finalización del programa de consolidación fiscal del ministro de finanzas Joaquim Levy se presenta como una de las condiciones imprescindibles para que Brasil mantenga su calificación crediticia, dado que las calificadoras hicieron mención explícita al gran deterioro de las cuentas fiscales y de deuda. «La promesa de Levy en alcanzar una meta de superávit primario de 1,2% del PBI para este año requiere un importante cambio de rumbo respecto al déficit fiscal de 0,6% del producto bruto que alcanzó en 2014», dijo Kathryn Rooney Vera, estratega senior de Bulltick Capital Markets.
«La depreciación acelerada, dadas las deterioradas dinámicas políticas y macroeconómicas socavarán la capacidad del ministro de finanzas Levy para entregar el ajuste fiscal prometido. Se esperaba una mayor depreciación del real, pero pasó mucho más rápido de lo que estimábamos. La economía y el sector industrial necesitan una moneda más competitiva – menos sobrevaluada, por lo menos – y el rol del banco central es endurecer la política monetaria es la de limitar el efecto de una segunda ronda de depreciación de la moneda», apuntó Alberto Ramos, director de Goldman Sachs para América Latina, en diálogo con El Cronista.
Incluso, el mercado no espera que el Banco Central de Brasil (BCE) haga demasiado para contener la moneda, teniendo en cuenta que debería terminar el programa de intervención cambiaria a fines de este mes y dejar que la moneda fluctúe. De hecho, la entidad monetaria no anunció ayer ninguna medida adicional para sostener al real, ni tampoco aumentó el volumen de su programa de intervención diaria. El BCE vendió el equivalente a u$s 97,7 millones en swaps cambiarios como parte de los planes para ofrecer hasta u$s 100 millones diarios hasta por lo menos 31 de marzo.
Para Vera, el plan fiscal todavía puede ser aprobado, ya que la voluntad del gobierno de Rousseff es continuar con la consolidación fiscal de Levy, en un esfuerzo por evitar mayores rebajas en la calificación. «Vemos el carrry trade atractivo en Brasil donde la Selic irá subiendo más, frente a las bajas tasas de interés del mundo desarrollado», agregó la analista.
El aumento del riesgo político en Brasil, que amenaza la implementación de las medidas de ajuste fiscal de Dilma Roussef, llevó al real a cotizar en la rueda de ayer por encima de los 3,00 por dólar por primera vez desde agosto de 2004. Si bien al final del día la divisa logró recortar su depreciación hasta los R$ 2,9792.
El presidente del Senado, Renán Calheiros, rechazó el martes y devolvió ayer al oficialismo el plan de consolidación fiscal de Rousseff que busca aumentar los impuestos sobre las nóminas, con el que se buscaba cerrar la brecha en el presupuesto del país y obtener unos 5.300 millones de reales – u$s 1.800 millones este año. Rousseff ya recogió el guante y el proyecto que había sido remitido en forma de decreto ya fue enviado como proyecto de ley para su tratamiento urgente por el Senado. En medio del aumento de la tensión política, los inversores ampliaron su demanda de dólares contribuyendo a una caída del real de 1,81%, que ya acumula una devaluación cercana al 25% en 6 meses.
En este contexto, crece la preocupación del mercado por un nuevo deterioro de las cuentas fiscales, lo que podría conducir a otra rebaja potencial en la calificación crediticia de Brasil, que actualmente se encuentra en grado de inversión. La agencia Moodys mantiene una perspectiva negativa sobre el país con una calificación de Baa2 y Standard and Poors rebajó la nota al menor nivel en el rango de grado de inversión a «BBB-«.
La implementación exitosa y la finalización del programa de consolidación fiscal del ministro de finanzas Joaquim Levy se presenta como una de las condiciones imprescindibles para que Brasil mantenga su calificación crediticia, dado que las calificadoras hicieron mención explícita al gran deterioro de las cuentas fiscales y de deuda. «La promesa de Levy en alcanzar una meta de superávit primario de 1,2% del PBI para este año requiere un importante cambio de rumbo respecto al déficit fiscal de 0,6% del producto bruto que alcanzó en 2014», dijo Kathryn Rooney Vera, estratega senior de Bulltick Capital Markets.
«La depreciación acelerada, dadas las deterioradas dinámicas políticas y macroeconómicas socavarán la capacidad del ministro de finanzas Levy para entregar el ajuste fiscal prometido. Se esperaba una mayor depreciación del real, pero pasó mucho más rápido de lo que estimábamos. La economía y el sector industrial necesitan una moneda más competitiva – menos sobrevaluada, por lo menos – y el rol del banco central es endurecer la política monetaria es la de limitar el efecto de una segunda ronda de depreciación de la moneda», apuntó Alberto Ramos, director de Goldman Sachs para América Latina, en diálogo con El Cronista.
Incluso, el mercado no espera que el Banco Central de Brasil (BCE) haga demasiado para contener la moneda, teniendo en cuenta que debería terminar el programa de intervención cambiaria a fines de este mes y dejar que la moneda fluctúe. De hecho, la entidad monetaria no anunció ayer ninguna medida adicional para sostener al real, ni tampoco aumentó el volumen de su programa de intervención diaria. El BCE vendió el equivalente a u$s 97,7 millones en swaps cambiarios como parte de los planes para ofrecer hasta u$s 100 millones diarios hasta por lo menos 31 de marzo.
Para Vera, el plan fiscal todavía puede ser aprobado, ya que la voluntad del gobierno de Rousseff es continuar con la consolidación fiscal de Levy, en un esfuerzo por evitar mayores rebajas en la calificación. «Vemos el carrry trade atractivo en Brasil donde la Selic irá subiendo más, frente a las bajas tasas de interés del mundo desarrollado», agregó la analista.
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