Desde hace algunas semanas llegar a tiempo puede ser la diferencia entre comer o no. Los comedores comunitarios de la capital neuquina registran una creciente demanda en el número de platos que sirven diariamente. En los 18 establecimientos que dependen de Desarrollo Social el promedio de viandas pasó de 90 a 150. En otros lugares el pedido directamente se duplicó.
Son locales alquilados, viviendas acondicionadas o comisiones vecinales, donde se cocina para personas que llegan en busca de quizá el único plato del día. “Notamos que es algo que viene en aumento; antes eran mayoritariamente personas solas y ahora son las familias completas las que llegan”, explicó Gustavo Coronel del sindicato UPCN.
Desde esa organización vienen advirtiendo al gobierno provincial por una situación que, consideran, se agudiza. Los funcionarios realizan relevamientos semanales y de esa manera van ajustando las proporciones de acuerdo a las nuevas demandas que surgen.
“Los trabajadores necesitan contar con todos los insumos, esto significa que además de las condiciones laborales puedan tener con los alimentos suficientes, porque si no pueden cumplir con los pedidos ya ha pasado que son objeto de agresiones. Y se ve que esto está creciendo sin freno”, dijo Coronel.
Más raciones
Uno de los casos emblemáticos es el del comedor Quimey. Este es uno de los que mayor concurrencia tiene en la zona oeste de la ciudad. Allí la cantidad de personas que asisten diariamente pasó de 150 a 350, en las últimas semanas. Ahí además de agregar platos debieron sumar turnos.
En líneas generales, con esta nueva situación aproximadamente seis de cada 10 platos que se sirven son a nuevos comensales, quienes antes no llegaban hasta estos espacios de ayuda social. Además de los lugares que administra el gobierno provincial, existen otros que son emprendimientos sociales y que también debieron modificar sus rutinas.
El comedor “Rincón de Colores” de Cuenca XV es uno de los casos testigo. Entrega diariamente 760 viandas. Este año creció la demanda por eso comenzó a funcionar, además del mediodía, a la noche.
Al comedor asisten de lunes a viernes desde los barrios Cuenca XV, Belén, 7 de Mayo, 2 de Mayo, sector Peumayen, Nuestra Esperanza II.
“Acá tengo mis cocineros, que son seis. Llego a la mañana y les digo el menú. Ahora estamos entregando 560 viandas a la mañana y 200 a la noche. El comedor de la noche comenzó este año y nació justamente porque había mucha demanda”, explicó Angie Pinilla, quien junto a su esposo comenzó todo preparando una merienda para los compañeros de escuela de sus hijos.
La mujer describió que “económicamente se ha agravado la situación. Yo lo veo en la forma en la que vienen vestidos, vos te das cuenta al estar todos los días con la gente. El año pasado por ahí no era tantos como ahora, la situación se ha desmejorado un poco”.
Coronel agregó que una de las principales diferencias que arrastró la nueva situación fue la llegada de las familias con todos sus integrantes. “Antes venían los chicos y por ahí la madre, ahora también viene el padre. Lo que pasó es que muchos hacían changas o laburos chicos y todo eso ahora está parado”, destacó.
Las zonas donde más impacto tuvo el incremento de esta demanda fue en las tomas del oeste y la zona de meseta de la capital neuquina, donde se concentran los sectores más pobres.
“Este año se sumó más gente que viene de otras provincias. Hay mucha gente que dejó de venir pero hay mucha otra que se sumó”.
La mayoría de los comedores funcionaban con un solo turno al mediodía o por la noche. Ahora no son pocos los que debieron abrir sus puertas en ambos horarios para contener el aumento de la demanda.
En muchos hogares en los que antes se destinaba el uso de la garrafa a cocinar, ahora solo se la pone en funcionamiento para calefaccionar. Para conseguir un plato caliente recurren a los comedores o retiran una vianda.
Mayoritariamente eran personas solas las que concurrían a los comedores. Ahora son las familias enteras las que llegan para conseguir una comida al día. Incluso el padre de familia, que antes no asistía, también está concurriendo ante la falta de trabajo.
Son locales alquilados, viviendas acondicionadas o comisiones vecinales, donde se cocina para personas que llegan en busca de quizá el único plato del día. “Notamos que es algo que viene en aumento; antes eran mayoritariamente personas solas y ahora son las familias completas las que llegan”, explicó Gustavo Coronel del sindicato UPCN.
Desde esa organización vienen advirtiendo al gobierno provincial por una situación que, consideran, se agudiza. Los funcionarios realizan relevamientos semanales y de esa manera van ajustando las proporciones de acuerdo a las nuevas demandas que surgen.
“Los trabajadores necesitan contar con todos los insumos, esto significa que además de las condiciones laborales puedan tener con los alimentos suficientes, porque si no pueden cumplir con los pedidos ya ha pasado que son objeto de agresiones. Y se ve que esto está creciendo sin freno”, dijo Coronel.
Más raciones
Uno de los casos emblemáticos es el del comedor Quimey. Este es uno de los que mayor concurrencia tiene en la zona oeste de la ciudad. Allí la cantidad de personas que asisten diariamente pasó de 150 a 350, en las últimas semanas. Ahí además de agregar platos debieron sumar turnos.
En líneas generales, con esta nueva situación aproximadamente seis de cada 10 platos que se sirven son a nuevos comensales, quienes antes no llegaban hasta estos espacios de ayuda social. Además de los lugares que administra el gobierno provincial, existen otros que son emprendimientos sociales y que también debieron modificar sus rutinas.
El comedor “Rincón de Colores” de Cuenca XV es uno de los casos testigo. Entrega diariamente 760 viandas. Este año creció la demanda por eso comenzó a funcionar, además del mediodía, a la noche.
Al comedor asisten de lunes a viernes desde los barrios Cuenca XV, Belén, 7 de Mayo, 2 de Mayo, sector Peumayen, Nuestra Esperanza II.
“Acá tengo mis cocineros, que son seis. Llego a la mañana y les digo el menú. Ahora estamos entregando 560 viandas a la mañana y 200 a la noche. El comedor de la noche comenzó este año y nació justamente porque había mucha demanda”, explicó Angie Pinilla, quien junto a su esposo comenzó todo preparando una merienda para los compañeros de escuela de sus hijos.
La mujer describió que “económicamente se ha agravado la situación. Yo lo veo en la forma en la que vienen vestidos, vos te das cuenta al estar todos los días con la gente. El año pasado por ahí no era tantos como ahora, la situación se ha desmejorado un poco”.
Coronel agregó que una de las principales diferencias que arrastró la nueva situación fue la llegada de las familias con todos sus integrantes. “Antes venían los chicos y por ahí la madre, ahora también viene el padre. Lo que pasó es que muchos hacían changas o laburos chicos y todo eso ahora está parado”, destacó.
Las zonas donde más impacto tuvo el incremento de esta demanda fue en las tomas del oeste y la zona de meseta de la capital neuquina, donde se concentran los sectores más pobres.
“Este año se sumó más gente que viene de otras provincias. Hay mucha gente que dejó de venir pero hay mucha otra que se sumó”.
La mayoría de los comedores funcionaban con un solo turno al mediodía o por la noche. Ahora no son pocos los que debieron abrir sus puertas en ambos horarios para contener el aumento de la demanda.
En muchos hogares en los que antes se destinaba el uso de la garrafa a cocinar, ahora solo se la pone en funcionamiento para calefaccionar. Para conseguir un plato caliente recurren a los comedores o retiran una vianda.
Mayoritariamente eran personas solas las que concurrían a los comedores. Ahora son las familias enteras las que llegan para conseguir una comida al día. Incluso el padre de familia, que antes no asistía, también está concurriendo ante la falta de trabajo.