Bachelet no pasó agosto

Su gobierno es muy joven, pero cumple seis meses muy debilitado y con problemas de gestión en casi todas las áreas. Se requiere cirugía mayor.
SE DICE que agosto es el peor mes del año para los mayores, por los bruscos cambios de temperatura. Claro, el gobierno de Bachelet es joven, pero cumple seis meses muy debilitado respecto de cómo partió y con problemas de gestión en casi todas las áreas. Hay síntomas de desgaste prematuro, y si bien la Presidenta ha intentado un cambio de guión, todo indica que con aspirinas esto no se arregla. Para revertir la tendencia, se requiere cirugía mayor. De lo contrario, el paciente no mejorará. Aquí una lista de sus síntomas más preocupantes:
-El “ice bucket”. Esta semana, el Banco Central tiró un verdadero balde de agua fría, dejando claro que la situación económica va de mal en peor, ajustando nuevamente a la baja la proyección de crecimiento para el año a menos de 2%. Las cifras negativas en inversión y consumo hablan de un panorama muy poco auspicioso para este gobierno. Por mucho que se diga que el próximo año será mejor, la gente está asustada, y es claro que la economía se tomará la agenda por un buen tiempo.
-Se diluye el apoyo. Junto con lo anterior, la Presidenta comienza a perder adhesión. Las encuestas de esta semana dan cuenta de que Bachelet no es intocable, acumulando una baja de 10 puntos en su aprobación en los últimos dos meses. Su gobierno, por su parte, entró en agosto en la zona roja, recibiendo más críticas que apoyo. Lo mismo sucede con sus reformas más emblemáticas, la tributaria y la educacional, lo que pone en jaque su programa de gobierno.
-El otro estilo. El nuevo guión ha obligado a La Moneda a reenfocar sus prioridades. Bachelet, que prometió usar todo su capital político para sacar adelante la reforma educacional, se ha visto obligada a enfocarse en la crisis económica. También ha significado un nuevo estilo. Atrás quedaron las retroexcavadoras, y hoy los llamados a la cooperación público-privada son pan de cada día.
-Mala gestión. Pero el problema de La Moneda no se remite a la economía. La gente le pone mala en todas las áreas, salvo relaciones internacionales. El manejo de la educación, la salud, el transporte y la delincuencia tienen menos del 30% de apoyo, lo que habla de un problema de gestión generalizado.
-Cambio de gabinete. La pregunta es si el golpe de timón que requiere el gobierno se puede hacer con el mismo equipo. La respuesta más probable es que no. Al igual que el gobierno, todos ellos tienen fuertes caídas en su aprobación durante agosto. Su núcleo duro -Peñailillo, Arenas, Elizalde, Eyzaguirre- cae cerca de 10 puntos en un mes. Veremos, entonces, cuánto tiempo aguanta la Presidenta antes de su primer cambio de gabinete.
-¿Cambio de programa? Un cambio de personas es inútil si no se cambian las prioridades. Parece evidente que el mal ánimo se explica no sólo por la forma como el gobierno está gestionando el país, sino también por su carta de navegación. Traer gente nueva para hacer lo mismo es inútil.
En suma, el gobierno no está en la UTI, pero los síntomas de estos primeros meses no son buenos. Veremos si la Presidenta, como buena médica, aplica la medicina adecuada.
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