En los últimos diez años la mortalidad infantil se redujo 5,5 puntos , mientras que la mortalidad de chicos menores de 5 años bajó 6,4 puntos.
Puntos significan miles de chicos.
Los números surgen de una investigación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC). Más allá de los avances, el informe sostiene que el 55% de las muertes neonatales y el 52% de las postnatales podrían haberse evitado . Y marca una constante de este país: las brechas entre las provincias siguen siendo abismales .
El trabajo del CIPPEC, que compara la esperanza de vida al nacer y la salud materno–infantil en las distintas jurisdicciones del país, dice que a pesar de que creció la inversión en salud , los principales indicadores sanitarios muestran que persisten grandes desigualdades entre provincias . Desigualdades crónicas que no se acortaron en los últimos años.
El promedio nacional dice que la mortalidad infantil es de 12,1 (mueren 12,1 chicos por cada mil que nacen vivos), y la de menores de 5 años llega a 14,1. Pero mientras que en Tierra del Fuego, Neuquén y la ciudad de Buenos Aires las tasas de mortalidad infantil son menores a 8 por mil nacidos vivos y tasas de mortalidad en menores de 5 años menores a 10 por mil nacidos vivos, Formosa, Chaco y Corrientes superan la tasa de 15 para ambos indicadores. Es decir que, por cada 10 niños menores de un año que mueren en Tierra del Fuego, mueren 45 en Formosa y, por cada 10 menores de 5 años que mueren en Tierra del Fuego, mueren 36 en Formosa.
Según el informe, si bien la tasa de mortalidad infantil y la de chicos menores de 5 años presentaron una reducción de 5,5 y 6,4 puntos respectivamente, aún resta mucho por hacer: el 55% de las muertes neonatales y el 52% de las post-neonatales podrían haberse evitado con diagnóstico y tratamiento oportuno. Para darse una idea, cuando los especialistas hablan de causas evitables se refieren a la falta de controles prenatales, al hambre, a la desnutrición de las madres, a los embarazos adolescentes .
“La comparación internacional es poco alentadora: la Argentina tiene valores más altos y un menor ritmo de descenso de la mortalidad infantil que otros países de la región con condiciones similares. Brasil, que históricamente se ubicó detrás de la Argentina en indicadores sanitarios, la superará pronto en caso de mantenerse el actual ritmo de descenso”, explicó a Clarín Federico Tobar, investigador principal del Programa de Salud de CIPPEC.
La esperanza de vida al nacer también registra una evolución positiva.
En Argentina la esperanza de vida al nacer es de 75,4 años: 72 años para los varones y 78,7 años para las mujeres. “Si bien el país registra una evolución positiva en el indicador, la comparación con otros países de la región con ingresos per cápita similar evidencia un ritmo de crecimiento menor y la pérdida de liderazgo sanitario ”, opinó Tobar. Y se da el mismo fenómeno: las brechas entre las regiones son bien profundas. Mientras que Chaco tiene una esperanza de vida al nacer de 69,97 años, la ciudad de Buenos Aires alcanza los 75,91 años. “El mayor desafío para reducir las significativas brechas es fortalecer la respuesta en las regiones más rezagadas ”, sostuvo Tobar.
Puntos significan miles de chicos.
Los números surgen de una investigación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC). Más allá de los avances, el informe sostiene que el 55% de las muertes neonatales y el 52% de las postnatales podrían haberse evitado . Y marca una constante de este país: las brechas entre las provincias siguen siendo abismales .
El trabajo del CIPPEC, que compara la esperanza de vida al nacer y la salud materno–infantil en las distintas jurisdicciones del país, dice que a pesar de que creció la inversión en salud , los principales indicadores sanitarios muestran que persisten grandes desigualdades entre provincias . Desigualdades crónicas que no se acortaron en los últimos años.
El promedio nacional dice que la mortalidad infantil es de 12,1 (mueren 12,1 chicos por cada mil que nacen vivos), y la de menores de 5 años llega a 14,1. Pero mientras que en Tierra del Fuego, Neuquén y la ciudad de Buenos Aires las tasas de mortalidad infantil son menores a 8 por mil nacidos vivos y tasas de mortalidad en menores de 5 años menores a 10 por mil nacidos vivos, Formosa, Chaco y Corrientes superan la tasa de 15 para ambos indicadores. Es decir que, por cada 10 niños menores de un año que mueren en Tierra del Fuego, mueren 45 en Formosa y, por cada 10 menores de 5 años que mueren en Tierra del Fuego, mueren 36 en Formosa.
Según el informe, si bien la tasa de mortalidad infantil y la de chicos menores de 5 años presentaron una reducción de 5,5 y 6,4 puntos respectivamente, aún resta mucho por hacer: el 55% de las muertes neonatales y el 52% de las post-neonatales podrían haberse evitado con diagnóstico y tratamiento oportuno. Para darse una idea, cuando los especialistas hablan de causas evitables se refieren a la falta de controles prenatales, al hambre, a la desnutrición de las madres, a los embarazos adolescentes .
“La comparación internacional es poco alentadora: la Argentina tiene valores más altos y un menor ritmo de descenso de la mortalidad infantil que otros países de la región con condiciones similares. Brasil, que históricamente se ubicó detrás de la Argentina en indicadores sanitarios, la superará pronto en caso de mantenerse el actual ritmo de descenso”, explicó a Clarín Federico Tobar, investigador principal del Programa de Salud de CIPPEC.
La esperanza de vida al nacer también registra una evolución positiva.
En Argentina la esperanza de vida al nacer es de 75,4 años: 72 años para los varones y 78,7 años para las mujeres. “Si bien el país registra una evolución positiva en el indicador, la comparación con otros países de la región con ingresos per cápita similar evidencia un ritmo de crecimiento menor y la pérdida de liderazgo sanitario ”, opinó Tobar. Y se da el mismo fenómeno: las brechas entre las regiones son bien profundas. Mientras que Chaco tiene una esperanza de vida al nacer de 69,97 años, la ciudad de Buenos Aires alcanza los 75,91 años. “El mayor desafío para reducir las significativas brechas es fortalecer la respuesta en las regiones más rezagadas ”, sostuvo Tobar.