El instituto que nuclea a los principales bancos internacionales advirtió que el ratio de deuda contra PBI argentino podría alcanzar el 70% en cinco años si el Gobierno nacional no realiza a tiempos los ajustes en las cuentas públicas y si esa situación se combina con una depreciación del tipo de cambio y una suba de la tasa de interés.
Un reporte del Instituto Internacional de Finanzas, del que son socios muchos de los bancos que cubren las necesidades de financiamiento de la Argentina, planteó que de no mantener el ritmo de ajuste en las cuentas públicas el indicador de stock de deuda en comparación con el producto bruto será mayor al que se estima oficialmente. Para el IIF, incluso, el riesgo «interno» representa una amenaza mayor para el sendero previsto de deuda que un eventual endurecimiento de las condiciones internacionales de financiamiento.
«La deuda pública federal es relativamente alta y el 70% está en moneda extranjera. Las necesidades públicas brutas de financiación superan el 10% del PIB en 2018-1919, ya que un déficit fiscal todavía elevado se suma a una amortización considerable», explicó el IIF. Más adelante, el organismo consideró que «el talón de Aquiles» del Gobierno sería una implemetación más lenta del plan de ajuste en un año eleccionario como será el próximo. «La deuda pública aumentaría rápidamente en este escenario y no se estabilizaría para 2023, especialmente si el tipo de cambio se deprecia y las tasas de interés aumentan como consecuencia de mayor déficit fiscal. Este escenario a la baja resalta que la sostenibilidad de la deuda depende de la implementación de un ambicioso plan de ajuste fiscal».
En el estado actual de cosas, el IIF ubicó al ratio de deuda contra PBI en torno del 57 por ciento. A partir de ese momento plantea tres escenarios. En el caso de que la reducción del déficit avance al ritmo esperado, el indicador de deuda aumentará hasta 2021, se estabilizará y comenzará a descender. En un segundo escenario, en el que se ralentice la velocidad del ajuste, el ratio crecería diez puntos en cinco años, hasta 67 por ciento del PBI. Por último, ante una situación similar a la anterior pero con depreciación del peso y una suba de la tasa de interés, ese porcentaje alcanzaría el 70%.
El IIF destaca que parte del riesgo es mitigado por la proporción de la deuda que está en manos del sector público y del sector privado. Para este último caso, la cifra es de 30% del total.
De acuerdo a los datos publicados recientemente por Jefatura de Gabinete, entre diciembre de 2015 y septiembre del año pasado, el stock de deuda externa se incrementó 57%, desde los 63.600 millones de dólares hasta 111.000 millones. La deuda en default con los holdouts pasó de significar 18.000 millones a los actuales 2.900 millones.
En ese mismo informe, en el que actualizó la situación de los litigios abiertos con los tenedores de deuda defaulteada, el Gobierno afirmó que cree que casi el 40% del monto remanente en disputa «se encuentra prescripto».
Un reporte del Instituto Internacional de Finanzas, del que son socios muchos de los bancos que cubren las necesidades de financiamiento de la Argentina, planteó que de no mantener el ritmo de ajuste en las cuentas públicas el indicador de stock de deuda en comparación con el producto bruto será mayor al que se estima oficialmente. Para el IIF, incluso, el riesgo «interno» representa una amenaza mayor para el sendero previsto de deuda que un eventual endurecimiento de las condiciones internacionales de financiamiento.
«La deuda pública federal es relativamente alta y el 70% está en moneda extranjera. Las necesidades públicas brutas de financiación superan el 10% del PIB en 2018-1919, ya que un déficit fiscal todavía elevado se suma a una amortización considerable», explicó el IIF. Más adelante, el organismo consideró que «el talón de Aquiles» del Gobierno sería una implemetación más lenta del plan de ajuste en un año eleccionario como será el próximo. «La deuda pública aumentaría rápidamente en este escenario y no se estabilizaría para 2023, especialmente si el tipo de cambio se deprecia y las tasas de interés aumentan como consecuencia de mayor déficit fiscal. Este escenario a la baja resalta que la sostenibilidad de la deuda depende de la implementación de un ambicioso plan de ajuste fiscal».
En el estado actual de cosas, el IIF ubicó al ratio de deuda contra PBI en torno del 57 por ciento. A partir de ese momento plantea tres escenarios. En el caso de que la reducción del déficit avance al ritmo esperado, el indicador de deuda aumentará hasta 2021, se estabilizará y comenzará a descender. En un segundo escenario, en el que se ralentice la velocidad del ajuste, el ratio crecería diez puntos en cinco años, hasta 67 por ciento del PBI. Por último, ante una situación similar a la anterior pero con depreciación del peso y una suba de la tasa de interés, ese porcentaje alcanzaría el 70%.
El IIF destaca que parte del riesgo es mitigado por la proporción de la deuda que está en manos del sector público y del sector privado. Para este último caso, la cifra es de 30% del total.
De acuerdo a los datos publicados recientemente por Jefatura de Gabinete, entre diciembre de 2015 y septiembre del año pasado, el stock de deuda externa se incrementó 57%, desde los 63.600 millones de dólares hasta 111.000 millones. La deuda en default con los holdouts pasó de significar 18.000 millones a los actuales 2.900 millones.
En ese mismo informe, en el que actualizó la situación de los litigios abiertos con los tenedores de deuda defaulteada, el Gobierno afirmó que cree que casi el 40% del monto remanente en disputa «se encuentra prescripto».