A Jaime Durán Barba, el asesor estrella del Presidente, le causa gracia todo lo que se dice de él. De genio a vendehumo, según el lenguaje despiadado de la política.
En La Biela, su café predilecto en Buenos Aires, el ecuatoriano hace una larga pausa antes de responder. Bebe un largo sorbo de Coca Cola zero y dice: “Ni una cosa ni la otra. No soy Dios ni una cucaracha. Pero si un candidato sigue mis consejos ganará casi inexorablemente las elecciones. Yo llegué en 2004, con Macri tercero para diputado y ganamos en 2005. Fue un hito descomunal. Después ganamos en 2007, 2011 y ahora para presidente. Y ganamos con De Narváez en 2009 contra Kirchner, Scioli y Massa”.
– ¿Cómo evalúa hasta ahora la gestión de Macri?
– El cambio que se produce en la Argentina es un cambio enorme. Y eso no es fácil en ninguna sociedad. Estuve leyendo el libro de la biolorrusa que ganó el Nobel (Svetlana Aleksiévich), El fin del homo sovieticus, en la que describe qué es lo que pasa en Rusia. Y lo que pasa es que la mayoría de los rusos no quiere la libertad. Soñaron con eso, pero cuando llegó… La gente dice es mejor que haya un autoritario, que nos de nuestro pedacito de pan y nos dejamos de jorobar. Esa es la base política de Putin.
– Si me dice que los argentinos no queremos la libertad ya tenemos el primero título
– Pasa mucho de eso. Hay una sociedad con una serie de costumbres… Yo no soy crítico total de nada pero hay gente que estaba habituada a un Estado paternalista, en el que no había división de poderes permanente ni respeto a los derechos humanos.
– ¿En qué quedamos? ¿Los argentinos le temen a la libertad?
– Tienen recelo de lo que está pasando ahora. El progreso siempre implica problemas. Hay recelo al cambio. Es natural en la especie.
– ¿Hay recelo o hay quejas por el ajuste?
– Este es el primer Gobierno que pretende ser realmente democrático y abierto y la transición supone que personas que vivieron en el anterior esquema y se sintieron confortables ahí ya no lo viven y dicen “se está acabando el mundo”. El cambio es esfuerzo.
– ¿Va a seguir trabajando para Macri o su tarea ya está cumplida?
– Voy a ayudar en lo que pueda. No soy ni quiero ser visto como un vocero de Macri. Porque lo meto en líos y eso pasará siempre. Ustedes lo han visto: lo he metido en quilombos descomunales por decir lo que pienso.
– Claro, como cuando resaltó la figura de Hitler
– No, eso fue una tontería de Noticias. Es clarísimo que yo soy una persona democrática. En esa entrevista salió el tema de Chávez y yo dije que me parecía un desastre, entre otras cosas por su antisemitismo. En Venezuela emigró el 50 % de la comunidad judía. Yo dije: rechazo el gobierno de Chávez porque es totalitario y antisemita. Entonces me dijeron si Chávez y Hitler eran lo mismo y yo dije: “no, son totalmente distintos”. Los dos son antisemitas pero Hitler fue un tipo muy importante en la historia y Maduro y Chávez son una cucaracha. Ese es el contexto en el que yo estaba reclamando por los judíos en Venezuela. Pero en la Argentina existe mucho maniqueísmo. Por ejemplo: yo creo que Stalin era un tipo muy fino en sus lecturas. Un tipo que leía poesía como loco. ¿Cómo es posible que diga eso? Uno puede ser muy fino en literatura y una bestia política. Otro ejemplo: yo he estudiado a Marx todo lo que se te ocurra. Marx era un tipo estudioso, muy inteligente, pero era un borrachín, descuidado… más de los artículos se los tuvo que escribir Engels porque él vivía borracho. Y a su entierro fueron 14 personas. Fue reconocido con los años. Quiero decir: yo no creo en el mal ni en el demonio. En ningún demonio.
– ¿Alguna vez estuvieron por echarlo del PRO por sus opiniones?
– Mauricio tiene mucho temperamento y yo también. Cuando dos tipos son jodidos y trabajan juntos pasan cosas fuertes. Pero yo siempre digo: si el consultor político no se pelea con su candidato es porque no sirve. Los políticos están rodeados de esbirros.
– Usted viene de criticar al Papa y ahora Macri irá a verlo. Parece otro contrapunto fuerte, ¿no?
– Sirve simbólicamente. No creo, y en eso discrepamos con Macri, en que el Papa sea un personaje político o que tenga que serlo. Yo creo que no da votos y Macri sí cree que da votos. A mí me parece divino, divertidísimo que el Papa sea argentino o que la reina Máxima sea argentina. De ahí a que den votos. Hubo 40 candidatos que se sacaron fotos con el Papa, ¿y? ¿qué pasó? Fracasaron.
– ¿Su ambición como estratega es que el candidato gane independientemente de si es bueno o malo, de derecha o de izquierda?
– Yo hago las cosas para que gane. Sería absurdo que vos contrates a un médico y este decida matarte porque eres kirchnerista.
– ¿Puede decirme quién le paga?
– A mí lo económico, por mérito de mi padre, nunca me inquietó en la vida. Yo nunca he sabido cuánto gasto ni cuánto cobran mis empleados. No tengo idea.
– De acuerdo, ¿ pero le paga el Gobierno?
– Nunca. Entre otras cosas porque me encanta meter la pata y decir lo que me da la gana.
– ¿Le paga alguien externo?
– Sí. A veces me han pagado y a veces no. No me quita el sueño.
– ¿Cómo cree que será recordada Cristina?
– Me hubiera gustado que tenga más elementos positivos. Yo soy un fanático de las mujeres en la política. Ese lado me gustaba y además fue una presidente con personalidad. Pero desgraciadamente ella se perdió. El gran problema de Cristina fue el autismo. Ella creía que sabía todo. Macri es todo lo contrario.
– ¿A ver?
– Es un líder moderno. Un líder del siglo XXI. Respeta los derechos humanos, cree en la separación de poderes, en la igualdad, es sencillo, trabaja en equipo y no se cree Dios. Es buenísimo que Macri no se crea Dios y que no se quiera quedar para siempre en el poder. Es un líder moderno que sabe que no sabe cosas, que es lo más importante en el ser humano, más en un presidente. No se cree Dios, como se creía Perón o como se creía Yrigoyen.
– Falta que diga que Macri está a la izquierda de Cristina
– Pero desde luego. Lejísimo. Cristina es una expresión de la ultraderecha. Es autoritaria, manipuladora de los pobres, despectiva con los pobres. No digo teorías. Cuando yo entré a la Casa Rosada, me sorprendí con todo lo que decían los empleados. ¿Vos sabés que no podían hablar con ella los empleados? No los trataba como a seres humanos. Y eso hace la derecha. Lo que ocurre aquí es que hay algunos que están muy confundidos por las antiguas religiones que creen todavía en algo que es cantinflesco: que el presidente de Estados Unidos se despierta todos los días para ver cómo persigue a la Argentina. Yo creía los mismo cuando era dirigente estudiantil: creía que el Presidente de los Estados Unidos nos vigilaba en la federación universitaria del Ecuador. Pero cuando llegué a Estados Unidos me di cuenta de que el Presidente ni siquiera sabía dónde quedaba el Ecuador.
En La Biela, su café predilecto en Buenos Aires, el ecuatoriano hace una larga pausa antes de responder. Bebe un largo sorbo de Coca Cola zero y dice: “Ni una cosa ni la otra. No soy Dios ni una cucaracha. Pero si un candidato sigue mis consejos ganará casi inexorablemente las elecciones. Yo llegué en 2004, con Macri tercero para diputado y ganamos en 2005. Fue un hito descomunal. Después ganamos en 2007, 2011 y ahora para presidente. Y ganamos con De Narváez en 2009 contra Kirchner, Scioli y Massa”.
– ¿Cómo evalúa hasta ahora la gestión de Macri?
– El cambio que se produce en la Argentina es un cambio enorme. Y eso no es fácil en ninguna sociedad. Estuve leyendo el libro de la biolorrusa que ganó el Nobel (Svetlana Aleksiévich), El fin del homo sovieticus, en la que describe qué es lo que pasa en Rusia. Y lo que pasa es que la mayoría de los rusos no quiere la libertad. Soñaron con eso, pero cuando llegó… La gente dice es mejor que haya un autoritario, que nos de nuestro pedacito de pan y nos dejamos de jorobar. Esa es la base política de Putin.
– Si me dice que los argentinos no queremos la libertad ya tenemos el primero título
– Pasa mucho de eso. Hay una sociedad con una serie de costumbres… Yo no soy crítico total de nada pero hay gente que estaba habituada a un Estado paternalista, en el que no había división de poderes permanente ni respeto a los derechos humanos.
– ¿En qué quedamos? ¿Los argentinos le temen a la libertad?
– Tienen recelo de lo que está pasando ahora. El progreso siempre implica problemas. Hay recelo al cambio. Es natural en la especie.
– ¿Hay recelo o hay quejas por el ajuste?
– Este es el primer Gobierno que pretende ser realmente democrático y abierto y la transición supone que personas que vivieron en el anterior esquema y se sintieron confortables ahí ya no lo viven y dicen “se está acabando el mundo”. El cambio es esfuerzo.
– ¿Va a seguir trabajando para Macri o su tarea ya está cumplida?
– Voy a ayudar en lo que pueda. No soy ni quiero ser visto como un vocero de Macri. Porque lo meto en líos y eso pasará siempre. Ustedes lo han visto: lo he metido en quilombos descomunales por decir lo que pienso.
– Claro, como cuando resaltó la figura de Hitler
– No, eso fue una tontería de Noticias. Es clarísimo que yo soy una persona democrática. En esa entrevista salió el tema de Chávez y yo dije que me parecía un desastre, entre otras cosas por su antisemitismo. En Venezuela emigró el 50 % de la comunidad judía. Yo dije: rechazo el gobierno de Chávez porque es totalitario y antisemita. Entonces me dijeron si Chávez y Hitler eran lo mismo y yo dije: “no, son totalmente distintos”. Los dos son antisemitas pero Hitler fue un tipo muy importante en la historia y Maduro y Chávez son una cucaracha. Ese es el contexto en el que yo estaba reclamando por los judíos en Venezuela. Pero en la Argentina existe mucho maniqueísmo. Por ejemplo: yo creo que Stalin era un tipo muy fino en sus lecturas. Un tipo que leía poesía como loco. ¿Cómo es posible que diga eso? Uno puede ser muy fino en literatura y una bestia política. Otro ejemplo: yo he estudiado a Marx todo lo que se te ocurra. Marx era un tipo estudioso, muy inteligente, pero era un borrachín, descuidado… más de los artículos se los tuvo que escribir Engels porque él vivía borracho. Y a su entierro fueron 14 personas. Fue reconocido con los años. Quiero decir: yo no creo en el mal ni en el demonio. En ningún demonio.
– ¿Alguna vez estuvieron por echarlo del PRO por sus opiniones?
– Mauricio tiene mucho temperamento y yo también. Cuando dos tipos son jodidos y trabajan juntos pasan cosas fuertes. Pero yo siempre digo: si el consultor político no se pelea con su candidato es porque no sirve. Los políticos están rodeados de esbirros.
– Usted viene de criticar al Papa y ahora Macri irá a verlo. Parece otro contrapunto fuerte, ¿no?
– Sirve simbólicamente. No creo, y en eso discrepamos con Macri, en que el Papa sea un personaje político o que tenga que serlo. Yo creo que no da votos y Macri sí cree que da votos. A mí me parece divino, divertidísimo que el Papa sea argentino o que la reina Máxima sea argentina. De ahí a que den votos. Hubo 40 candidatos que se sacaron fotos con el Papa, ¿y? ¿qué pasó? Fracasaron.
– ¿Su ambición como estratega es que el candidato gane independientemente de si es bueno o malo, de derecha o de izquierda?
– Yo hago las cosas para que gane. Sería absurdo que vos contrates a un médico y este decida matarte porque eres kirchnerista.
– ¿Puede decirme quién le paga?
– A mí lo económico, por mérito de mi padre, nunca me inquietó en la vida. Yo nunca he sabido cuánto gasto ni cuánto cobran mis empleados. No tengo idea.
– De acuerdo, ¿ pero le paga el Gobierno?
– Nunca. Entre otras cosas porque me encanta meter la pata y decir lo que me da la gana.
– ¿Le paga alguien externo?
– Sí. A veces me han pagado y a veces no. No me quita el sueño.
– ¿Cómo cree que será recordada Cristina?
– Me hubiera gustado que tenga más elementos positivos. Yo soy un fanático de las mujeres en la política. Ese lado me gustaba y además fue una presidente con personalidad. Pero desgraciadamente ella se perdió. El gran problema de Cristina fue el autismo. Ella creía que sabía todo. Macri es todo lo contrario.
– ¿A ver?
– Es un líder moderno. Un líder del siglo XXI. Respeta los derechos humanos, cree en la separación de poderes, en la igualdad, es sencillo, trabaja en equipo y no se cree Dios. Es buenísimo que Macri no se crea Dios y que no se quiera quedar para siempre en el poder. Es un líder moderno que sabe que no sabe cosas, que es lo más importante en el ser humano, más en un presidente. No se cree Dios, como se creía Perón o como se creía Yrigoyen.
– Falta que diga que Macri está a la izquierda de Cristina
– Pero desde luego. Lejísimo. Cristina es una expresión de la ultraderecha. Es autoritaria, manipuladora de los pobres, despectiva con los pobres. No digo teorías. Cuando yo entré a la Casa Rosada, me sorprendí con todo lo que decían los empleados. ¿Vos sabés que no podían hablar con ella los empleados? No los trataba como a seres humanos. Y eso hace la derecha. Lo que ocurre aquí es que hay algunos que están muy confundidos por las antiguas religiones que creen todavía en algo que es cantinflesco: que el presidente de Estados Unidos se despierta todos los días para ver cómo persigue a la Argentina. Yo creía los mismo cuando era dirigente estudiantil: creía que el Presidente de los Estados Unidos nos vigilaba en la federación universitaria del Ecuador. Pero cuando llegué a Estados Unidos me di cuenta de que el Presidente ni siquiera sabía dónde quedaba el Ecuador.