Licenciado en Historia de la UBA y Máster en Ciencia Política, el director de la consultora Sergio Berensztein es uno de los analistas más objetivos de la política nacional. En el marco de la 33ª Convención Anual del IAEF, a la que asistió Infobae.com, habló del grado de “decepción” de muchos votantes del oficialismo y afirmó que éste descontento tiene similitud al que generó el gobierno de Fernando de la Rúa después de la denuncia por los sobornos en el Senado.
Berensztein consideró que en los últimos años, con el Frente para la Victoria en el poder, se consolidó “una especie de estatismo sin Estado. Este avance estatista funciona mal, tanto en justicia, como en seguridad, salud o educación”.
Sobre las versiones de un proyecto para lograr la re-reelección en 2015, opinó que se trata de “un intento no nato”. Agregó que “esto es importante, porque no hay una sucesión clara”, mientras que “el peronismo está otra vez con la oportunidad de quedarse con el liderazgo”.
“Lo que no pudo Schoklender lo pudo Amado Boudou”, comparó, debido a que a su entender, las denuncias de malversación de fondos que pesan sobre los hermanos Sergio y Pablo Schoklender al frente de la Fundación Sueños Compartidos de Madres de Plaza de Mayo, afín al oficialismo, no incidieron en términos electorales, mientras que las acusaciones por corrupción que atañen al vicepresidente sí incidieron en la opinión pública y en la imagen presidencial.
“Reventó una olla a presión con el cacerolazo”, dijo el titular de Poliarquía. “No sabemos si se trató de un proceso aislado o si es el inicio de otras protestas. La Presidente salió negando la marcha. Es un escenario de ‘lose-lose’ (pierde o pierde)”, explicó, debido a que si Cristina Kirchner critica a los manifestantes o reconoce legitimidad a su propuesta, pierde en ambos casos terreno político.
“La Presidente está metida en una inercia en la que tiene un costo muy alto cambiar, porque revelaría las inconsistencias del relato. Por ahora no va a haber cambios, porque aún el costo de cambiar es más alto que no hacerlo”, aseveró Berensztein.
Por otra parte, Berensztein advirtió que las elecciones en Venezuela pueden tener un condimento local, en caso de que Hugo Chávez sea derrotado por Henrique Capriles. “La unidad de la oposición puede derrotar al populismo autoritario”, resumió.
“En la oposición nadie capitaliza. Está claro quién pierde, pero no quién gana. Este movimiento retiene que ser tomado con mucha prudencia en la oposición. La elección del año que viene va a ser muy crítica si se profundiza el modelo de presidencia imperial y capitalismo de Estado”, dijo.
“El kirchnerismo hoy es lo que es por la impericia infinita de la oposición, en la que hay una guerra de egos. La mitad de los enojados por Cristina la votó en octubre. La decepción manifestada fue similar a lo que pasó con (Fernando) De la Rúa después de la denuncia de sobornos en el Senado”
“El clima de empatía y acompañamiento electoral de 2011 volvió a como estaba antes de la muerte de Kirchner”, aseguró Berensztein, a la vez que puntualizó que el “bonus” y la “luna de miel” post electoral para Cristina Kirchner finalizó. “La imagen de Cristina cayó 30 puntos desde enero, del 70 al 40%, mientras que la malvinización de la política y la nacionalización de YPF no produjeron ningún efecto en el electorado”, acotó.
En términos del resto de las figuras de la política, el titular de Poliarquía dijo que “la imagen de Daniel Scioli mejoró notablemente, no solo en la opinión pública, sino entre los propios políticos, por su capacidad de sobrevivir”.
“Mauricio Macri y Scioli tienen imagen positiva y alto de conocimiento en el electorado. Sergio Massa también, tiene 85% de conocimiento, mientras que Hermes Binner tiene buena imagen, pero poco carisma y conocimiento entre la gente”, detalló.
En este sentido, Berensztein trazó dos escenarios probables para 2015. En uno, “la Argentina empieza a parecerse a sí misma”, pues podrían competir por la Presidencia el actual gobernador bonaerense y el jefe de Gobierno porteño, tal como pasó en 1999, entre Eduardo Duhalde y Fernando de la Rúa, junto al ex ministro de Economía Domingo Cavallo. En otro escenario “con un hecho traumático” de por medio, como con la crisis de 2001, el panorama se parecería más al de 2003: “Cualquiera puede competir” y las figuras políticas hoy posicionadas no tendrían las mismas posibilidades electorales.
Berensztein consideró que en los últimos años, con el Frente para la Victoria en el poder, se consolidó “una especie de estatismo sin Estado. Este avance estatista funciona mal, tanto en justicia, como en seguridad, salud o educación”.
Sobre las versiones de un proyecto para lograr la re-reelección en 2015, opinó que se trata de “un intento no nato”. Agregó que “esto es importante, porque no hay una sucesión clara”, mientras que “el peronismo está otra vez con la oportunidad de quedarse con el liderazgo”.
“Lo que no pudo Schoklender lo pudo Amado Boudou”, comparó, debido a que a su entender, las denuncias de malversación de fondos que pesan sobre los hermanos Sergio y Pablo Schoklender al frente de la Fundación Sueños Compartidos de Madres de Plaza de Mayo, afín al oficialismo, no incidieron en términos electorales, mientras que las acusaciones por corrupción que atañen al vicepresidente sí incidieron en la opinión pública y en la imagen presidencial.
“Reventó una olla a presión con el cacerolazo”, dijo el titular de Poliarquía. “No sabemos si se trató de un proceso aislado o si es el inicio de otras protestas. La Presidente salió negando la marcha. Es un escenario de ‘lose-lose’ (pierde o pierde)”, explicó, debido a que si Cristina Kirchner critica a los manifestantes o reconoce legitimidad a su propuesta, pierde en ambos casos terreno político.
“La Presidente está metida en una inercia en la que tiene un costo muy alto cambiar, porque revelaría las inconsistencias del relato. Por ahora no va a haber cambios, porque aún el costo de cambiar es más alto que no hacerlo”, aseveró Berensztein.
Por otra parte, Berensztein advirtió que las elecciones en Venezuela pueden tener un condimento local, en caso de que Hugo Chávez sea derrotado por Henrique Capriles. “La unidad de la oposición puede derrotar al populismo autoritario”, resumió.
“En la oposición nadie capitaliza. Está claro quién pierde, pero no quién gana. Este movimiento retiene que ser tomado con mucha prudencia en la oposición. La elección del año que viene va a ser muy crítica si se profundiza el modelo de presidencia imperial y capitalismo de Estado”, dijo.
“El kirchnerismo hoy es lo que es por la impericia infinita de la oposición, en la que hay una guerra de egos. La mitad de los enojados por Cristina la votó en octubre. La decepción manifestada fue similar a lo que pasó con (Fernando) De la Rúa después de la denuncia de sobornos en el Senado”
“El clima de empatía y acompañamiento electoral de 2011 volvió a como estaba antes de la muerte de Kirchner”, aseguró Berensztein, a la vez que puntualizó que el “bonus” y la “luna de miel” post electoral para Cristina Kirchner finalizó. “La imagen de Cristina cayó 30 puntos desde enero, del 70 al 40%, mientras que la malvinización de la política y la nacionalización de YPF no produjeron ningún efecto en el electorado”, acotó.
En términos del resto de las figuras de la política, el titular de Poliarquía dijo que “la imagen de Daniel Scioli mejoró notablemente, no solo en la opinión pública, sino entre los propios políticos, por su capacidad de sobrevivir”.
“Mauricio Macri y Scioli tienen imagen positiva y alto de conocimiento en el electorado. Sergio Massa también, tiene 85% de conocimiento, mientras que Hermes Binner tiene buena imagen, pero poco carisma y conocimiento entre la gente”, detalló.
En este sentido, Berensztein trazó dos escenarios probables para 2015. En uno, “la Argentina empieza a parecerse a sí misma”, pues podrían competir por la Presidencia el actual gobernador bonaerense y el jefe de Gobierno porteño, tal como pasó en 1999, entre Eduardo Duhalde y Fernando de la Rúa, junto al ex ministro de Economía Domingo Cavallo. En otro escenario “con un hecho traumático” de por medio, como con la crisis de 2001, el panorama se parecería más al de 2003: “Cualquiera puede competir” y las figuras políticas hoy posicionadas no tendrían las mismas posibilidades electorales.