Bernarda Llorente y Claudio Villarruel: «El pecado de Clarín fue creer que podía fabricar la realidad»

Viernes
Bernarda Llorente y Claudio Villarruel, programadores de radio y TV
«EL PECADO DE CLARÍN FUE CREER QUE PODÍA FABRICAR LA REALIDAD»
Tinelli, la ley de medios, Clarín, Telefé y su experiencia en la radio asaltan el diálogo con Bernarda Llorente y Claudio Villarruel. Capitanes de Telefé en la década pasada, se arriesgan desde la semana que viene a la conducción de un programa todos los mediodías en Del Plata, la emisora del Grupo Electroingeniería que dirigen.
Entrevista de Andrea Taboada y Sebastían Lacunza.-
Viernes: Han manifestado apoyo a la ley de medios. ¿No creen que la implementación estuvo demasiado orientada al combate a Clarín y eso finalmente terminó conspirando contra la propia norma?
Bernarda Llorente: No lo creo. Una cosa es el espíritu de la ley, que es muy bueno, y otra cosa son las posibilidades de implementación. Siempre, transformar una realidad es muy difícil. Siempre las leyes son teóricas y las normativas se tienen que ir cambiando en la práctica. Creo que el paso que falta hoy es ése: ver en qué cosas la ley mostró limitaciones y qué cosas es necesario reforzar o modificar. La sintonía fina.
Claudio Villarruel: Yo lo que creo es que en el espíritu. Creo que la sociedad y todos los que trabajamos en los medios de comunicación peleamos desde el primer día de la vuelta de la democracia por la ley. Yo trabajaba en Canal 13 cuando se le entregó al Grupo Clarín. Dos meses antes de las licitaciones ya estaba la gente del Grupo Clarín echando gente con plata del Estado. Yo lo único que puedo criticar es que se hizo mucho en laboratorio. Igual hay que implementarla a pesar de las cautelares, a pesar de una Justicia con muchos que quedaron de la época del Proceso.
V.: ¿Realmente ven voluntad política de implementar el texto de la ley para abrir la comunicación a otros actores?
B. Ll.: Yo no creo que haya falta de voluntad política. Creo que el Gobierno en un principio fue demasiado optimista en cuanto a las posibilidades de instrumentación y que quedó desorientado. El Gobierno pensaba que la Justicia no iba a seguir extendiendo la cautelar. Es sorprendente que hayan pasado tres años y seguimos sin una definición en serio de la Justicia. Lo que yo empiezo a ver es que el Gobierno está retomando la iniciativa.
V.: ¿Cómo califican la estrategia de medios públicos, teniendo en cuenta que la ley de medios exige que sean pluralistas?
B. Ll.: Creo que sería difícil negar que hoy Canal 7 está mucho mejor que lo que estuvo con otros gobiernos. Vuelve a tener determinadas iniciativas en la programación. Veníamos de un canal que, cuando nosotros estábamos en Telefé, tenía rating cero. Todo es perfectible, pero se han hecho cosas interesantes, como Encuentro o Paka Paka. Otra cosa es el impulso que tiene que tener el Estado para generar determinadas producciones, que lo hizo. Si hoy vamos a un balance, hay, sobre todo en el interior, gente que no tenía ninguna oportunidad y pudo empezar a producir contenidos. Ahora, el asunto es cómo se sostiene eso en el largo plazo, si es un modelo sustentable o no.
V.: ¿Les ofrecieron dirigir Canal 9?
C.V.: No, no volvemos más. Después de diez años de Telefé, con un presupuesto que era la mitad del de la década anterior y un laburo realmente hermoso pero muy desgastante, nos fuimos porque no volvemos más.
V.: ¿Por qué se fueron te Telefé?
C.V.: Porque llegó un momento en que teníamos dos premisas: el día que nos aburramos, nos vamos, era una; otra, el día que la gestión te coma la creatividad. Nosotros esencialmente somos generadores de contenidos. No volveríamos a programar un canal de aire en un momento de transición cuando hay cada vez más programas de panelistas todo el tiempo y se está, de alguna manera, pauperizando la producción de contenidos.
V.: ¿Tampoco volverían a un canal de gran audiencia?
C.V.: Seguro no volveríamos. Los presupuestos de producción son cada vez más bajos, la gente está migrando a otras plataformas. La verdad, entrar en una competencia atroz, feroz, por lo que genera la televisión hoy en términos de inversión… Me acuerdo cuando vino un directivo español a Telefé cuando España estaba bien y su mercado era de casi 4.000 millones de euros. Quería ganar plata en la televisión argentina y yo le explicaba que la televisión era una pata de presión para otras cosas. Me lo discutía mucho y no entendía. Así duró un año y se fue porque no lo entendió.
V.: En su época, Telefé nunca dejó de ser un canal con programas populares.
C.V.: ¿Qué tratamos de hacer en Telefé, con mucha amplitud ideológica? Sostener lo que mantenía la gran audiencia de Telefé y poner una impronta como programadores. Es decir, si después de un capítulo de Los Roldán, por una decisión ética y de convicción ideológica, ponés Televisión por la identidad, es porque querés que la vea mucha gente. Nosotros decíamos: Hacemos nueve y estamos felices. Hicimos veintidós puntos. Son decisiones políticas que toma un programador. Tengo que reconocer que la libertad con que nos movimos en Telefé fue absoluta, no existe en ninguna parte.
V.: ¿Encuentran hoy un pensamiento crítico en la dirección de los canales?
C.V.: Sería muy soberbio decirlo de mi parte. Nosotros estamos más jugando para encontrar otras plataformas. Pero no, creo que no; creo que no hay gente intentando utilizar una ficción o cualquier tipo de programa para arriesgar. Es mucho más trabajo ser comprometido.
B.Ll.: Y mucho más riesgo. En la medida en que hay menos espacio, los canales intentan con las fórmulas más conservadoras.
C.V.: Al acotar el riesgo, se llena de burócratas todo. Un poco lo vimos nosotros ya por 2009, cuando lo que importaba más que la comunicación y concebir al televidente como un ciudadano era verlo definitivamente como un consumidor. Entonces, dijimos: No, hasta acá. No éramos dueños, éramos empleados y nos fuimos.
V.: ¿Reconocen en el Telefé de hoy la impronta que le dejaron ustedes?
B.Ll.: Cada gestión finalmente le pone su propio sello. Cuando nosotros llegamos a Telefé, veníamos de diez años de éxito de Gustavo Yankelevich con una pantalla muy asociada a la marca. Después de la crisis de 2001, empezamos a cambiar. La Argentina había vivido un efecto catástrofe, como si hubiera habido un terremoto, y la gente tenía la necesidad de explicar qué nos había pasado a los argentinos y la necesidad de mirarnos a nosotros mismos. De ahí que nosotros iniciamos todo un cambio desde poner documentales en la televisión abierta, hasta hacer un programa tipo Ser urbano, hasta llegar a lo que llegamos en términos de ficción. Me parece que eso es estar atento a lo que piden las audiencias y no pensar que la gente toma a la televisión sólo como un pasatismo. Después de que nos fuimos, Telefé tuvo algunos ensayos y errores, y hoy creo que ha optado por un modelo que se anuncia como evidentemente familiar.
V.: ¿A qué se refiere?
B.Ll.: Volvieron productos que no estaban desde hacía mucho tiempo y hasta cambió la estética de las promos. Nosotros hicimos una estética como mucho más minimalista. En medio de una determinada matriz fuimos insertando otros productos. Hicimos un concepto de pantalla que no negaba la esencia de Telefé pero que, al mismo tiempo, incorporaba elementos nuevos.
V.: ¿Cuál es el espacio para la productora On TV que dirigen?
C.V.: Solamente Telefé y Canal 13 tienen programación de la que nos interesa para nuestra productora On TV. Gracias a Dios, existe esta movida de la ley de medios que nos permite presentarnos a concursos y con un aporte del Ministerio de Planificación y del INCAA pudimos hacer Televisión por la inclusión en un horario marginal de Canal 9, con un presupuesto bajísimo, y lograr que dos actores argentinos ganen por primera vez en la historia de los Emmy internacionales a mejor actor y mejor actriz.
V.: ¿Cómo hubieran asumido la programación de Canal 13 o la estrategia de Clarín si les hubiera tocado estar ahí en ese momento?
C.V.: En realidad, no podría estar ahí porque me echaron. Cuando Menem les regaló el canal, primero me echaron a mí y después a mi papá, con 25 años de trayectoria y sin pagarle un peso. La verdad que no se me cruzaría por la cabeza desde aquel momento volver a trabajar ahí.
B.Ll.: Yo creo que Clarín como medio comete el pecado de la soberbia de llegar a pensar que el nivel de influencia te puede transformar en un hacedor de la realidad. A medida que los medios fueron ampliando su influencia, llegaron a creerse lo que vendían: una sociedad absolutamente mediática y mediatizada en la cual podían, de alguna forma, fabricar la realidad. Creo que si algo se ha demostrado es la influencia de los medios en esta sociedad y cada vez más pero, al mismo tiempo, hay un límite en los niveles de información que tiene cada ciudadano. Uno puede distorsionar más o menos la realidad, pero lo que no puede hacer es inventarla, reemplazarla. Me parece que si los que hacemos los medios no somos capaces de ver exactamente cuál es el nivel de influencia, nos podemos ir bastante de mambo.
C.V.: Sí, nos podemos volver psicóticos.
B.Ll.: Hoy tenemos cada vez gente más informada, con espíritu más crítico, con más capacidad de constatar la información y, por lo tanto, la realidad, y poder armar un pensamiento propio.
V.: Un directivo de Clarín diría: Nosotros nos vimos atacados por un Gobierno que quiere tener sólo medios adictos y lo que estamos haciendo es defendernos. Nos declaran una guerra y nosotros la damos.
B.Ll: Es fácil ver las tapas de Clarín y ver los intereses que hay en ese momento. Cuando empezó el conflicto del campo, yo que he visto muchos medios del mundo, nunca vi una pantalla dividida donde era tan importante la voz de la Presidenta como un cartel insultante. Yo nunca vi, la verdad, semejante manipulación informativa en términos visuales, en términos de televisión, de partir una pantalla con protagonistas absolutamente sin peso y desconocidos en ese momento, y la voz de un presidente.
C.V.: Un diario, un canal o un grupo de medios apalancando grandes negocios detrás no es un hecho netamente argentino. Lo ves en la Fox, lo ves en Francia. Pero lo que a mí me sorprendía era la docilidad de la democracia frente a estos ingenieros y contadores que manejaban los destinos de este país. Mi papá me contaba mucho las historias de estos ingenieros que venían del frigerismo. Si los tipos ven sus intereses económicos, realmente no les interesa que se vaya el país por la cloaca, pero la gente no es tonta. Recuerdo que había mucha gente que criticaba a Alfonsín en su momento porque mantenía estatizados los canales. Les dio sólo Radio Mitre y después lo voltearon.
V.: ¿Cómo analizan el pase de Tinelli?
C.V.: Yo creo que el tipo debe estar negociando y muchos, para llenar la agenda de sus programas, arman versiones. Esto pasó siempre, cada año, tanto con Susana como con Marcelo.
V.: ¿Tinelli puede resistir una presión de Clarín para que haga o diga tal o cual cosa, por ejemplo, si llega efectivamente un fallo definitivo por la ley de medios?
C.V.: No creo que Canal 13 le haya puesto ninguna condición.
B.Ll: Yo creo que es más un problema de negociación económica.
V.: ¿No política?
C.V.: No.
B.Ll.: En todos estos años ya existía esta confrontación y Marcelo estaba en el 13. Marcelo, pese a eso, fue al velorio de Néstor, han convivido.
C.V.: Te lo aseguro: es una cuestión más económica. Su productora creció mucho. Lo que pasa es que también en los canales hay gente que produce, hay otras productoras y se hace difícil.
V.: ¿Eso va ocurrir si pasa a Canal 9?
C.V.: No porque el 9 te presta los servicios. Estaría bueno porque el 9 que está con poca cosa, con paneles.
V.: Éste es el segundo año que ustedes programan por entero Radio Del Plata.
B.Ll.: No, el año pasado había una parte que ya existía. Éste es como el primer año.
V.: O sea que el año pasado no los representa (estaban Enrique Vázquez en la primera mañana y Cristina Pérez en la primera tarde, entre otros a los que no se renovó el contrato).
C.V.: Cero. O sea, sí, la mitad, pero lo agarramos ya con el campeonato empezado.
V.: ¿La programación de este año los conforma? (Gustavo Silvestre, 6 a 9; Mónica y César, 9 a 12; Claudio Villarruel y Bernarda Llorente, 12 a 14; Darío Villarruel, 14 a 16; Marcelo Zlotogwiazda, 16 a 19; Fox Sports Radio, 19 a 21; Romina Calderaro, 21 a 23; Tom Lupo, 23 a 24; Alejandro Dolina, 0 a 2).
C.V.: Sí, está bueno, nos gusta escucharla. Hay muchas cosas para corregir, aunque hay muchas cosas para mejorar. Quisimos hacer una radio con gente convocante de todas las fuerzas políticas como Zloto a la tarde y el Gato (Silvestre) a la mañana, y está funcionando muy bien. Después, que esté Dolina que es un tipo que admiro profundamente.
V.: ¿En qué oyente piensan ideológicamente?
B.Ll.: No pensamos en la ideología de los oyentes. Cuando agarrás un medio tenés que intentar conservar la masa crítica y ver de qué manera sumás a los que no están. Creemos que en el largo plazo, cada vez va a haber menos diferencias entre FM y AM. A medida que la gente escucha radio sin la radio como aparato, estamos más en los contenidos. Del Plata tiene un público bastante fiel, con un nivel cultural bastante alto e inquietudes políticas. Obviamente intentamos volver a traer a los jóvenes a la radio.
V.: ¿Por qué los noticieros de las radios, excepto Nacional, están tan poco desarrollados, sin corresponsales y con poco espacio?
C.V.: Esta radio tiene un buen equipo de noticias. La Argentina es el tercer país más cableado del mundo con Estados Unidos y Canadá. Entonces, la gente tiende, como antes prendía la radio, a prender la tele y a poner los canales o 26 o C5N, que tienen el atractivo de la imagen. Entonces, competir contra eso en la radio es muy difícil. Es antieconómico y no suma nada porque estás compitiendo con un monstruo que es la imagen. Entonces, creo que es un tema, creo que acá lo interesante de la radio es tener la primera palabra, la primera reacción.
B.Ll.: De hecho, de 21 a 23 hicimos una apuesta mucho más informativa.
V.: ¿Qué ocurre con 360 TV, que tuvo tantos vaivenes? (se emite sólo por el sistema de TDA y achicó su plantilla en 2012).
C.V.: Queremos que cumplan la ley, que lo pongan en el canal 10 del cable como marca la resolución (de la AFSCA). Estamos como en stand by porque no podemos invertir más hasta que no nos suban al cable: 360 tiene una agenda propia, y no somos un canal de noticias únicamente. Somos una víctima muy chiquitita de la cautelar de este juez (se refiere a la Cámara Federal Civil y Comercial).
V.: Ustedes van a retomar ahora un programa sobre medios en radio Del Plata…
C.V.: Pero no va a ser sobre medios porque; si no, vamos a aburrir. Va a ser un programa de actualidad. Va a estar Emanuel Respighi haciendo medios, Marcos Cittadini haciendo política, Vero Rosales haciendo una especie de anti-Lita de Lázari para atender los temas de los consumidores.
V.: ¿Los enoja que califiquen a Del Plata como oficialista?
C.V.: Sí, bueno, es muy gracioso. Me siento muy orgulloso de que haya un Gobierno que piense en los humildes, que haya movilizado a la juventud que hace diez años pedía que se fueran todos. Más allá de todo, de un montón de cosas con las que no estoy de acuerdo, porque no soy militante. Me da mucha risa cuando me dicen eso.
V.: ¿Cómo se definen polítticamente?
B. Ll.: Como peronista, progresista, pluralista. La política como concepto fue muy vapuleada. Los países en que los ciudadanos no se comprometen son llevados de las narices o pasan grandes tragedias.
C.V.: Bueno, ella habla muy humildemente de ella. Trabajó mucho en el CELS. Bernarda se comió tres bombas en su casa porque su madre era abogada de los sindicalistas que obviamente se oponían a los milicos. Bernarda tuvo, cuando era niña, simulacro de fusilamiento.
B.Ll.: Tengo un marido que estuvo casi ocho años preso.
C.V.: Jorge (Taiana) fue canciller y ahora está militando en el Movimiento Evita, no se pasó al bando de la derecha donde se pasa todo el peronismo facho. Yo soy un tipo de formación de izquierda, pero progresista nacional. Acá hubo un Estado que mató. Ahora hay un Estado que trata, con todas las contradicciones de un Estado progresista, de repartir mejor la torta. Obviamente tengo muchas disidencias.
V.: ¿Cuáles son esas disidencias?
C.V.: Tienen que ver con cosas estructurales. A veces es un país urgente la Argentina, lamentablemente. Esa frase de veamos lo importante y no lo urgente es una frase hermosa para la poesía. n
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