Espacio Iniciativa realizó esta entrevista a este prestigioso economista, quien fue Director del BCRA, Pte. Del BICE (Banco de Inversión y Comercio Exterior) y Director del Banco Ciudad de BA. Es también Docente Universitario. El reportaje se inicia con los principales logros que signan los 10 años del Kirchnerismo para abordar desde el vamos, lo que constituyen, a su entender. Los temas que todavía están pendientes de resolución en la Argentina, Subraya por ejemplo la necesidad de una importante reforma del sistema financiero, para “desarmar el actual sistema de dominación donde diez entidades y cuatro operadores, te controlan casi el 90% del mercado”. También hablará de los últimos cambios ministeriales con la llegada de Jorge Capitanich y Axel Kicillof,
¿Cuál es su balance de la economía en estos diez años de kirchnerismo?
Este período de kirchnerismo es después de 10 años, curiosamente uno de los períodos más largos de un ciclo donde un proceso económico mantiene con grados de fortaleza importante, una política económica muy diferente a las aplicadas en las anteriores épocas de la democracia.
Tiene componentes con cantidad de avances y algunas deudas pendientes o cuestiones incompletas, producto de la incapacidad del movimiento popular para construir una política económica seriamente alternativa.
Después de 10 de años de kirchnerismo se puede decir que en Argentina existe un neo-estructuralismo de base desarrollista, muy en línea con la filosofía del peronismo, apegado a la idea de distribución del ingreso, al reconocimiento de derechos sociales y al financiamiento con gasto público de una serie de coberturas sociales para cerrar brechas graves que se arrastraban desde el Rodrigazo a la actualidad.
Hay un proceso muy importante de crecimiento basado en la combinación de iniciativas desde un enfoque keynesiano, que siguió Kirchner a partir del 2003 centrado en la recuperación del mercado interno y expansión de la demanda, fuerte inversión pública, generación de empleo y en una reducción progresiva de la brecha salarial, siempre teniendo en cuenta que pasamos por casi treinta años de atraso. Recuperar los salarios y establecer un nivel de distribución del ingreso más equitativo fue muy auspicioso.
Esta situación genera tensiones, sectores que históricamente acumularon niveles muy elevados de privilegios, sumado a la ideología que subyace en la Argentina, que es muy diferente al resto de las burguesías latinoamericanas. Trabajé en muchas publicaciones y en mi trabajo tesis de este tema: la ideología de la clase dominante argentina es muy distinta al resto de los sectores del poder económico de la región, inclusive de la chilena que es la más reaccionaria. La clase dominante argentina fue forjada a la luz de las experiencias del siglo XIX.
No es una clase capitalista moderna, a pesar de que nace como una burguesía temprana, pero el esquema que domina la sociedad argentina es rentístico, asociado con la ideología de la oligarquía agrícola del siglo XIX, que no puja por el desarrollo de las fuerzas productivas sino por la captura de rentas diferenciales.
Y básicamente lo que explica el fenómeno del dólar –esta idea media enferma de la clase media y la clase alta nacional de tener activos en dólares- ahorrar en una moneda que está debilitada en el mundo, con muchas pocas chances se seguir siendo hegemónica en los próximos 20 años. Eso prueba el tipo de influencia durante el siglo XIX de un capitalismo no competitivo. Esto es un gran obstáculo para un proceso de industrialización, una gran diferencia con lo que pasó y pasa en Brasil.
¿Por dónde pasa esa diferencia?
La burguesía brasileña es mucho más industrialista. A diferencia de lo que fue el peronismo, el proceso de industrialización fue continuo, se abrazó a un modelo que limpió un proceso de políticas neoliberales. Ahora algunos les resulta cómodo decir que tiene políticas neoliberales, Brasil tuvo y tiene algunas políticas neoliberales, pero lo que subyace en el espíritu innovador del empresario brasilero es de puja contra el capital financiero y especulativo.
En Argentina el camino que toman los líderes de la clase dominante es rápidamente pasarse al sector agrícola, aun cuando hayan hecho su fortuna como capital líquido en la industria, buscando diversificar su actividad, o en su defecto tener con las ganancias consolidadas grandes inversiones financieras. Pero eso que hacen las burguesías argentinas no es ser capitalistas en el sentido de lo que hacen los brasileros con su modelo histórico o cualquier otra burguesía capitalista como en Perú o en Chile, que por el contrario por diversificada que esté busca rápidamente internacionalizarse con el tipo de sector con el que creció, ya sea servicios o industria sin perder el origen del país en el que hubo la acumulación originaria de esos excedentes.
Este período en Argentina, Kichner avanzó contra ese sector, desarmó muchas posiciones que venían desde el Rodrigazo o la Dictadura misma. La preferencia que tuvo Alfonsín, con los escasos márgenes que tuvo en materia económica, de llevar adelante una batalla contra las herencias del Proceso y perderla, es un hito histórico que no debe repetirse. Quiso dar lucha contra la deuda externa y no pudo, enseguida fue subordinado por el FMI, quiso más tarde ofrecer batallas por lograr un grado mayor de libertad en la política de estado, pero rápidamente lo abandonó. Situaciones de ese tipo le trajeron consecuencias muy negativas y como sabemos por la historia, se vio obligado a la entrega anticipada del gobierno.
Menem no da batalla, abraza completa la revolución neoliberal que había iniciado la Dictadura militar. Menem captura la experiencia de lo que pasó con Alfonsín y toma alineamiento con el consenso de Washington, pero al principio intenta un transición de una corriente más peronista, con Antonio Erman González, y fracasa. Luego viene Cavallo e inicia el conocido proceso de revolución neoliberal con privatizaciones etc.
El período actual es de recuperación en materia de crecimiento económico, empleo, industrialización y exportaciones. Un dato bien interesante, nosotros desde el 70 al 2000 no pasamos de 25 mil millones de dólares de exportaciones, este año terminaremos con 85 mil millones. Lo mismo con las importaciones. Son cifras muy importantes que hablan de una economía que creció en su producto bruto, sector industrial, no lo suficientemente como uno quisiera. Hay batallas que deben seguir en curso para seguir estableciendo un sendero de expansión del aparato industrial.
No hay una burguesía industrial clara con el proyecto. No hay una alianza demasiado fuerte del gobierno con los empresarios, la relación está muy teñida de pre-conceptos de ambas partes. El gobierno no creó una burguesía industrial sino una proto-burguesía nacional, pero muy asociada a la obra pública y a grados de libertad que le otorgan los contratos con el Estado .Se parece demasiado a la burguesía del periodo de Alfonsín o Menem que hacían del sector industrial el núcleo duro del desarrollo económico.
Si bien el gobierno tuvo años holgados de superávit fiscal y comercial y además llevó adelante un proceso de desendeudamiento e independencia de las relaciones internacionales que eran subordinantes para la economía y generaban un proceso de dependencia marcado, hoy eso tiene agotamientos y el proceso lo agarra al gobierno en el último tramo. Tiene que navegar y construir el barco al mismo tiempo.
Tomar la iniciativa de llevar los dos años restantes sin generar un proceso de dependencia de la situación internacional, con la posibilidad de un debate que tiene que llevarse a cabo sobre la base de concitar un avance que remueva obstáculos acumulados si que ello implique desmontar los beneficios sociales de este período.
Al principio de esta conversación mencionó tareas inconclusas…
Y tiene una tarea pendiente que a mi juicio es determinante. Ninguno de los gobiernos del período democrático reciente tomó seriamente la batalla contra la dominación de la patria financiera. Hay como una especie de “espíritu santo” que lo crea Martínez de Hoz sobre la base del concepto rentístico que mencionamos antes. Hay sectores que hacen del ciclo de acumulación del capital financiero una práctica común. Cuando en una sociedad prima la acumulación de capital financiero se generan burbujas, amenazas muy fuertes contra la idea de la acopio del capital productivo.
Si yo soy un capitalista que gano dinero, invierto una parte y el resto lo stokea en dinero líquido acá o en el exterior, como lo hace el capitalista argentino, evidentemente no tengo un proceso genuino de industrialización funcionando en el país. Entonces los niveles de empleo están condicionados por la política del estado, no están independizados.
La gente pregunta, ¿Cómo se explica en Brasil una tasa de desempleo entre 5 y 6%? porque tiene un independencia el sector industrial. Ese sector, centrado en el mercado interno, con una gran diversificación, una presencia de firmas locales muy importante, le generan independencia conforme a las políticas del Estado, no tiene que estar tan preocupado por el empleo. En Argentina en todos los momentos el gobierno tiene que estar concentrado en el nivel de actividad, el empleo, la inversión reproductiva y la distribución tanto como en la equidad. En nuestro país entre 7/8 puntos porcentuales del PIB destinados a sostener la participación de sectores más excluidos en el proceso de distribución del ingreso. Brasil, tanto como Chile, es mucho más inequitativo, pero el empleo no está asociado estrictamente al papel del estado, sí a políticas de largo plazo del estado. Así como tampoco a subsidios como salario indirecto que haga el estado.
Desarmar la patria financiera es la deuda todavía más importante y menos considerada, porque el capital financiero sigue subordinando a los otros sectores, inclusive al propio Estado. Se ve en estos días la batalla por el tipo de cambio, las relaciones con los fondos buitres. Todo está mediado por una burguesía con gran capacidad de lobby.
Es un sector social que había colapsado con la crisis del 2001 y el estado se encargó de levantarlo. Por una razón obvia, porque no se puede vivir sin un sistema bancario y financiero. Se capitalizó, se ayudó a recuperarlo y ahora es como un enfermo que estaba en terapia intensiva, pasó todos los pasos de recuperación, se recuperó y ahora juega en primera en el Barcelona. El gasto hicimos nosotros pero le hace crecer el prestigio al club extranjero. Es una analogía de lo que pasó.
Recuperamos la patria financiera, se le dio a los bancos rentabilidad y solvencia, ahora gana más que el complejo sojero. Actualmente necesitamos recursos para impulsar la capitalización de YPF, para Vaca Muerta –la producción potencial es entre 50 y 100 veces la producción sojera- necesitamos ahora negociar con un capital financiero que es hegemónico. Tenés que decir “mirá yo soy bueno y voy a hacer las cosas bien”, lógico porque vos necesitás que se asocie contigo, y la Argentina lo está haciendo bien, no está regalando soberanía. Pero hoy estamos haciendo lo que en otro contexto podríamos haber realizado de manera y con grados de libertad mucho mejores.
Esa reforma (de la patria financiera), ideológica y de fondo, es el gran desafío del capitalismo periférico que tiene la Argentina. Un capitalismo que impone modas, que te impone hasta donde veraneás. Le quita valor del trabajo y le genera valor al tiempo libre, en el peor de los sentidos, maneja el sistema comunicacional. Lo pongo en palabras fuertes: desarmar el monopolio del control económico e ideológico que tiene esta clase financiera de la burguesía es mucho más revolucionario e importante que la ley de medios.
¿Qué tipo de medidas e instrumentos requiere esta batalla?
Una gran reforma del sistema financiero. Desarmar el actual sistema de dominación donde diez entidades y cuatro operadores que te controlan casi el 90% del mercado. Generar un procesos de expansión del sector con mayor cantidad de entidades y mayor distribución territorial y cambios que van desde una nacionalización definitiva del Banco Hipotecario es esencial. Establecer un sistema de descentralización de todo lo que es promoción financiera creando bancos de municipios o provinciales y agencias financieras regionales que administre los ahorros locales, aplicar a fondo la ley del mercado de capitales por citar algunas cuestiones.
Las medidas que tomó Marcó del Pont para que los bancos destinaran parte de sus fondos a préstamos productivos…
La iniciativa que tuvo el Poder Ejecutivo fue reformar la Carta Orgánica, en ese marco lo de Marcó del Pont en ese caso particular fue útil. Permitió volcar recursos a la inversión interna privada, cabe aclarar no siempre fueron a las pymes, a veces fueron a las grandes empresas, de hecho algunas internacionales como las automotrices como Fiat.
En un marco más integral la política de Marcó del Pont la juzgo negativa, parte del problema del tipo de cambio le corresponde responsabilidad, no acuerdo en la política que se siguió. No hubo sustancia, ni batalla ni instrumentos, hubo más retórica que política práctica. El Banco perdió liderazgo y el mercado se lo destrozó, por eso el dólar llegó casi a $11 y tuvimos una salida de capitales gigantesca.
¿Cómo ve usted la reorientación del gabinete económico?
Creo que genera expectativas interesantes. La sociedad percibió una serie de iniciativas que conducen a generar una reducción del proceso inflacionario que es una demanda social que se expresó en las elecciones.
Hay trabajos que muestran que casi cuarenta y pico de beneficiarios de la AUH que votaron a la oposición, el 58% de beneficiarios del Procrear votaron a la oposición. Quiere decir que muchos no asociaron la política del estado con la conducta electoral.
Se hizo un esfuerzo muy grande para darle ciudadanía a sectores que estaban excluidos y por otro lado hubo un reconocimiento a sectores medios y medios bajos para darle un crédito barato, naturalmente la gente no percibió que era una política de estado. Lo cual también tiene un componente positivo porque decir que la democracia empieza a exhibir que hay instituciones que se hacen cargo de las deudas sociales, por aquello donde hay una necesidad hay un derecho y obligación del estado, como decía Evita.
Me parece que esta gestión empezó a tomar notas de cosas que no se hicieron antes como lo señalé respecto al BCRA, hubo una unificación de criterios en el Ministerio de Economía, para abordar el proceso inflacionario. Y tenemos la fortuna que contrariamente conforme a lo que opinan algunos sectores, inclusive del interior del kirchnerismo, la batalla contra los fondos buitres la vamos a ganar.
La vamos a probablemente a ganar por la acción de una diplomacia indirecta que va a jugar en un alto porcentaje de probabilidad a favor de la Argentina, porque hay sectores preocupados por un posible colapso que pueda tener nuestra economía y por una posible victoria de los buitres, que más pronto que tarde afecte las finanzas internacionales. Eso juega a nuestro favor y puede finalmente ayudar a resolver favorablemente en el desenlace final.
Creo que la nueva conducción económica está muy centrada en la obra pública y las inversiones en energía y transporte (FFCC), como conseguir recursos financieros y comerciales adicionales para reconstituir la base de reservas del BCRA perdida en los últimos tiempos y de ese modo volver a retomar un sendero de expansión que permita en los próximos dos años establecer un modelo no alineado y sustentable en el tiempo. De no regresar a un modelo virtuoso como el anterior al 2011, es probable que haya una crisis que haga que la sociedad perciba como que los logros alcanzados puedan desarmarse.
El ajuste de no mediar estas correcciones viene por derecha y no por izquierda, no se llama a la centroizquierda para que venga a ajustar, sino terminamos con un voto a Macri o a Massa y una vuelta neoliberal. Es preferible establecer un programa heterodoxo para estos dos años, de tal manera que en el futuro se pueda establecer una discusión en materia de política económica que facilite retener un poder político identificado con los logros de la década ganada.
¿Cuáles son los desafíos pensando más allá del 2015?
Acá existe un sector medio de la burguesía argentina, pequeño tambero, pequeño productor agrícola, pequeña industria y comercio, que no es ni reaccionaria ni progresista, pero es proclive a seguir políticas nacionales. Llegado el momento un obrero, proletarizado con salario bancarizado e ingresos importantes, termina usando el imaginario de consumo de la clase alta, se va a Europa o Miami.
Ese es un hecho muy desgraciado del imaginario que transmite la burguesía argentina, que empezó con Martínez de Hoz, se agigantó en la época de Menem, no se frenó y ahora vos le ponés un peso en el bolsillo a esa gente y el consumo que hace es suntuario.
Por otro lado como no se le da crédito a esa gente, para invertir en su compañía en su pequeña empresa, se autofinancia. No se lo somete a una competencia genuina. Ese mismo pequeño empresario en Chile, Bolivia, Perú tiene un estado que le financia su expansión para convertirlo en más eficiente. Acá se tiene que auto-eficientizar él, por eso asocia mucho la decisión cotidiana en la microeconomía a la avivada. Si puede pone sobreprecios o participa en licitaciones con precios más altos. La corrupción pública implica siempre la corrupción privada.
El otro desafío importante es que el progresismo y la izquierda en el peronismo siempre esa preocupado por la pobreza, esto es un gran problema. No se preocupa por las condiciones de generación de la riqueza. Tanta preocupación por la pobreza, la salida del estado es el asistencialismo, en cambio si estás preocupado por la riqueza, la política es la reforma social con políticas tributarias, financieras para realizar ciertas transferencias de ingreso.
Si continúa la preocupación solamente mirando la cuestión de la pobreza, haciendo políticas asistenciales que tienen límites, porque la inflación se come el poder adquisitivo de esos ingresos. Si se ataca por el otro lado se hace más solvente el crecimiento, rápido la traslación del beneficio social al salario en blanco, la preocupación por el crecimiento del empleo genuino, transparente, formal.
No debiera ser problema que el mundo quiera vivir como en Suecia o Dinamarca donde el estado de bienestar les cobra el 70% a las personas en impuestos. Entre el más pobre y el más rico existen 4 puntos de diferencia, en Argentina hay 15/17 son cuatro veces más. La preocupación debe por los de abajo, desde arriba.
Los resultados electorales del 27 fueron muy similares a los de las PASO: una merma significativa en los votos de las candidaturas del FPV respecto al 2011, con una serie de triunfos de distintos espacios opositores, sobre todo en los distritos electoralmente mas densos, donde resalta el resultado del FR de Massa en la provincia de Buenos Aires.
Como colectivo Iniciativa, escribimos hace pocos días un llamamiento a nuestros lectores, compañeros y amigos para votar las listas del FPV , pues entendemos que es el espacio que tuvo la capacidad y el liderazgo para encabezar una serie de avances y transformaciones que restauraron parcialmente las capacidades del Estado y la Política, poniéndonos de esta forma en mejores condiciones para la construcción de un país mas equitativo e independiente.
Sigue leyendo »
La situación que vive nuestro país en los últimos días presenta una gravedad particular. Las protestas de los efectivos policiales de varias provincias, combinado con saqueos, la mayoría en las zonas periféricas o suburbanas de varias ciudades (Córdoba, Santa Fe, Concordia, Jujuy y Tucumán) tienen causa en una cantidad de cuestiones, al tiempo que expresan fuertes déficits en el marco de una democracia que cumple 30 años con avances, limitaciones y muchos desafíos.
Queremos empezar esta reflexión manifestando nuestra preocupación compartida con muchos compañeros, respecto del carácter desestabilizador y deliberadamente orientado a generar zozobra y temor social que se visibiliza en gran parte de estas acciones.
Es evidente que las protestas gremiales de las fuerzas de seguridad no pueden ser equiparadas a las de ningún sector social. Quienes por definición detentan el poder de la coacción y el ejercicio del orden no pueden protestar armas en mano por sus problemas sectoriales. Menos utilizar ese poder con un medio de presión, abandonando y librando a la suerte al resto de la sociedad.
En muchos casos quedó demostrado que esta no fue una omisión de las fuerzas policiales, sino que combinaron a manera de movimiento de pinzas, su retiro de zonas y barrios enteros con aquellos que se dedicaron al saqueo y la violencia. Existen denuncias e investigaciones de sobra que prueban la vinculación de estas mismas fuerzas con las redes del delito y el narcotráfico. Esta vinculación obró efectivamente en muchos lugares como mecanismo de desprotección y desestabilización durante estas jornadas.
La acción colectiva al servicio del desequilibrio debe ser denunciada y repudiada por el conjunto de las fuerzas populares y democráticas. Dicho esto conviene sumergirnos en analizar algunas cuestiones que podríamos denominar en una primera impresión como “los déficits que el neoliberalismo dejó y no pudimos reparar y los nuevos problemas producto de la década ganada”.
Las fuerzas de seguridad
Una de las cuestiones que se expresaron es la deuda del sistema político democrático respecto a la política en esta materia de seguridad y centralmente lo que refiere a los cuerpos de seguridad.
Instituciones policiales formateadas en la filosofía represiva de la dictadura y fundamentalemente, herederas de las formas alternativas de “ingresos” en base a la constitución de “cajas”, producidas con evidente arbitrariedad e ilegalidad.
Son estas mismas fuerzas de seguridad, que hoy reclaman comprensión y respuestas por su situación salarial las mismas que ya en la etapa democrática, sin ningún tipo de miramientos reprimieron todas las protestas de aquellos compatriotas que en los momentos más difíciles y oscuros solicitaban por cuestiones de dignidad mínima, como la falta de comida.
Ciertamente que gran parte de la dirigencia política no constituyó una política para reformar los marcos institutivos de estas fuerzas, sino que mayoritariamente delegó la política de seguridad en la auto-conducción de las mismas, en una especie de acuerdo tácito para no entrometerse en los negocios policiales a cambio de una regulación de la conflictividad social y los márgenes grises de la delincuencia. El modelo paradigmático de este acuerdo fue la “bonaerense” de Ruckauf y Duhalde.
Los gobiernos de Néstor y Cristina modificaron significativamente algunas de estas cuestiones. En primer lugar replanteando el rol de la intervención de las fuerzas represivas en el conflicto social, paralelamente con una serie de descabezamientos de las cúpulas de la Policía Federal. Luego del conflicto en el parque Indoamericano de la capital, se produjo la conformación del Minsterio de Seguridad con el objetivo de contituir una política de estado en la materia.
A pesar de estos avances, existe un déficit incuestionable que sólo tendrá principio de resolución en la medida que se produzca una profunda reestructuración de la organización y la formación de las fuerzas de seguridad para ponerlas finalmente en el camino de una política de seguridad ciudadana y democrática.
Para ello es necesario discutir la “desmilitarización” de estas fuerzas, acabar con el autogobierno de las mismas y la necesidad de coordinar las distintas fuerzas (policías, prefectura, gendarmería) para ser eficaces en la lucha contra el delito organizado, junto con la participación de organiciones civiles y ciudadanas en la elaboración y aplicación de las políticas de seguridad.
En este marco también resulta imprescindible la discusión sobre la necesidad de constuir canales y organizaciones que permitan las discusión sobre los salarios y condiciones de trabajo de los integrantes de las fuerzas.
La desarticulación del tejido social
La destrucción del tejido social es otro de los desafíos que nuestra democracia deberá profundizar. La sangrienta dictadura cívico-militar, en función de llevar los objetivos de su política económica y social antinacional y antipopular, dirigió sus esfuerzos a la destrucción vía represión de todas las organizaciones libres del pueblo. El asesinato y desaparición física de miles de militantes y dirigentes de sindicatos, partidos, iglesias, clubes y otras, fue un golpe durísimo para quienes hacian de la organización social y la solidaridad una bandera y un modelo de vida social y comunitaria.
El segundo gran golpe contra la organización social fue la operación de disciplinamiento instrumentada por los grupos económicos a través de la hiperinflación de finales de los 80, que finalmente también resultó el final del gobierno alfonsinista. El gran trauma social de aquellos que veía la volatilización de sus ingresos y bienes, constituyó un terreno fértil para la instalación posterior de todo el sistema de ideas y prácticas del modelo del “individuo-consumidor”.
Los años 90 fueron los de hegemonía del esquema social mencionado. El modelo económico de saqueo y exclusión arrojaba a la calle o empobrecía a millones de personas. En paralelo se propugnaba un sistema que hizo del Mercado el gran organizador de las prácticas y los valores sociales. Basado en las ideas del éxito individual y el acceso al consumo como la única medida de realización personal y reconocimiento social.
La reacción del 2001-2002 contra las consecuencias más lacerantes de este modelo recién comenzó a tener una respuesta desde una política estatal a partir del 25 mayo de 2003. El fortalecimiento del sistema productivo significó la posbilidad para muchas personas de reordenar su vida y sus valores desde el trabajo. Posteriormente la extensión de la cobertura social y la implemtación de medidas como la AUH también conformaron un piso de dignidad para los sectores mas postergados.
Los saqueos de estas semanas, generalmente dirigidos a pequeños comercios, muchos de ellos situados en los mismos barrios periféricos, donde participaron personas de la misma vecindad, tuvieron como contracara de la misma moneda la respuesta de comerciantes y empleados que frente a la desprotección policial decidieron defender su propiedad y fuentes de trabajo armas en mano- Son imágenes y elementos que nos deben llevar a preguntarnos por el grado de articulación y solidaridad social y sus avances y límites.
Aquí conviene volver a aclarar lo siguiente: la naturaleza de estos sucesos no puede compararse con el grado de miseria y necesidades que motivaron acciones sociales de la misma índole en otros momentos históricos, dicho de otra forma: esto no es el 2001.
Pero es evidente que quien por las motivaciones que fuere, que llevan a una persona a arriesgar su vida por saquear la mercancía que fuese, o las que llevan a empuñar un arma para enfrentar el vaciamiento de un negocio, nos hablan de una situación de deterioro del tejido social que se verifica en el marco de estas acciones.
Habrá quien argumentará que frente a este tipo de desastres sociales la aparición de acciones motivadas por la desesperación es casi natural. Lo mismo ocurriría frente a un cataclismo como una inundación o un terremoto. Por otra parte estos hechos confirman el poder terrorial que manipulan las fuerzas policiales y la “regulación” que ejercen la actividad delictiva. Pero también queda claro que la acción de violencia sobre los territorios liberados abona en un caldo de cultivo pre-existente.
Economía rentística, desigualación social y el “apartheid” urbano
Los ingentes esfuerzos gubernamentales por ampliar los márgenes de inclusión y derechos, el fortalecimiento de las capacidades estatales y el robustecimiento del mercado interno de consumo encuentran severos obstáculos en una matriz productiva dependiente, concentrada y basada en la expoliación de rentas que detenta casi en su totalidad la clase dominante.
La fabulosa riqueza del complejo sojero-exportador obtenida en base a ventajas diferenciales (riqueza que el gobierno nacional intenta que sea mínimamente socializada en base a las retenciones, lo que le valió un conflicto gigantesco en el 2008) lejos está de constituir la base de acumulación de un proceso productivo mas integrado, diversificado y con mayor valor colectivo agregado.
Gran parte de esa riqueza sólo ha tenido como fin la constitución de otros sistemas de renta o capitalización especulativa. Como por ejemplo el gigantesco desarrollo de emprendimientos inmobiliarios (torres, shoppings, countries, hoteles etc) que han acentuado el proceso de valorización del suelo urbano y la consiguiente exclusión de los sectores populares al acceso de tierras.
De esta manera se configura un régimen de desigualación urbana creciente, no solo en materia de acceso a la vivienda sino en todo lo que concierne al “derecho a la ciudad” (transporte, ocio, salud etc) una especie de apartheid urbano donde los sectores mas humildes son recluídos, segmentados y controlados en barriadas bien localizadas. Esa realidad, palpable en los suburbios de ciudades como Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Santa Fe, contiene a su vez una serie de elementos y prolemáticas sociales preocupantes.
Redes ilegales y el rol policial
Exclusión social y delincuencia no poseen un correlato automático, pero es evidente que las organizaciones delicitvas (Que no está armadas por pobres) utilizan los márgenes de exclusión y marginalidad para generar un verdadero sistema con jeraquías, ordenamientos y códigos. Una especie de mecanismo de acceso y ascenso social vertiginoso para quienes no pueden alcanzarlo a través de los mecanismos ciudadanos (trabajo formal, educación)
La constitución de estas redes ilegales de robo, trata, droga vincula y articula de manera original a una porción de los sectores sociales marginalizados y excluídos con sectores de poder económico y político: empresas clandestinas de lavado, funcionarios, jueces y por supuesto fuerzas policiales.
Estas últimas al tiempo que forman parte del circuito y lo utilizan como parte para la confección de su caja complementaria, constituyen una suerte de regulación de los ritmos y el volumen de estos espacios y su accionar, también proporcionan “protección” a quienes ejercen las actividadades delictivas.
Desafíos
Volviendo a los sucesos ocurridos en estos días, nos dejan entrever toda esta trama compleja cuya resolución se torna un desafío estratégico no solo para el gobierno, sino para el conjunto de la dirigencia política de nuestro país.
Los riesgos para el sistema democrático que hasta el momento pudimos desarrollar son evidentes. Es un desafío que enfrenta nuestro país pero también la mayoría de los países de la región que atraviesan problemas similares o superiores.
Sin dudas enfrentar este desafío constituye parte de lo que nosotros entendemos debe ser la profundización hacia un país con justicia social y soberanía popular. Para ello debemos comprender que no se trata solamente un problema de la política de seguridad. Es una cuestión integral que involucra los derechos humanos y la discusión sobre elmodelo de desarrollo.
El partido de fondo es entre el avance hacia una Democracia plena y popular o el gobierno de facto del complejo corporativo de grupos económicos, sectores privilegiados y las redes delictivas.
Este es un espacio de debate político, social y cultural, que integramos militantes, intelectuales, estudiantes, profesionales, docentes, trabajadores, artistas, hombres y mujeres que provienen de distintas experiencias en el campo popular y confluyen en un ámbito plural de reflexión y generación de propuestas para la consolidación de un proyecto nacional inclusivo e integrador, profundizando el cambio puesto en marcha en nuestro país y en América Latina, con capacidad crítica y voluntad de transformación.
Director:
Jorge Makarz
E-mail: jmakarz@espacioiniciativa.com.ar
Director Adjunto:
Federico Montero
E-mail: montero.fede@gmail.com
Secretario de Redacción :
Nicolás Salerno Ercolani
Asesor Editorial:
Roberto Hilson Foot
Contacto: info@espacioiniciativa.com.ar
¿Cuál es su balance de la economía en estos diez años de kirchnerismo?
Este período de kirchnerismo es después de 10 años, curiosamente uno de los períodos más largos de un ciclo donde un proceso económico mantiene con grados de fortaleza importante, una política económica muy diferente a las aplicadas en las anteriores épocas de la democracia.
Tiene componentes con cantidad de avances y algunas deudas pendientes o cuestiones incompletas, producto de la incapacidad del movimiento popular para construir una política económica seriamente alternativa.
Después de 10 de años de kirchnerismo se puede decir que en Argentina existe un neo-estructuralismo de base desarrollista, muy en línea con la filosofía del peronismo, apegado a la idea de distribución del ingreso, al reconocimiento de derechos sociales y al financiamiento con gasto público de una serie de coberturas sociales para cerrar brechas graves que se arrastraban desde el Rodrigazo a la actualidad.
Hay un proceso muy importante de crecimiento basado en la combinación de iniciativas desde un enfoque keynesiano, que siguió Kirchner a partir del 2003 centrado en la recuperación del mercado interno y expansión de la demanda, fuerte inversión pública, generación de empleo y en una reducción progresiva de la brecha salarial, siempre teniendo en cuenta que pasamos por casi treinta años de atraso. Recuperar los salarios y establecer un nivel de distribución del ingreso más equitativo fue muy auspicioso.
Esta situación genera tensiones, sectores que históricamente acumularon niveles muy elevados de privilegios, sumado a la ideología que subyace en la Argentina, que es muy diferente al resto de las burguesías latinoamericanas. Trabajé en muchas publicaciones y en mi trabajo tesis de este tema: la ideología de la clase dominante argentina es muy distinta al resto de los sectores del poder económico de la región, inclusive de la chilena que es la más reaccionaria. La clase dominante argentina fue forjada a la luz de las experiencias del siglo XIX.
No es una clase capitalista moderna, a pesar de que nace como una burguesía temprana, pero el esquema que domina la sociedad argentina es rentístico, asociado con la ideología de la oligarquía agrícola del siglo XIX, que no puja por el desarrollo de las fuerzas productivas sino por la captura de rentas diferenciales.
Y básicamente lo que explica el fenómeno del dólar –esta idea media enferma de la clase media y la clase alta nacional de tener activos en dólares- ahorrar en una moneda que está debilitada en el mundo, con muchas pocas chances se seguir siendo hegemónica en los próximos 20 años. Eso prueba el tipo de influencia durante el siglo XIX de un capitalismo no competitivo. Esto es un gran obstáculo para un proceso de industrialización, una gran diferencia con lo que pasó y pasa en Brasil.
¿Por dónde pasa esa diferencia?
La burguesía brasileña es mucho más industrialista. A diferencia de lo que fue el peronismo, el proceso de industrialización fue continuo, se abrazó a un modelo que limpió un proceso de políticas neoliberales. Ahora algunos les resulta cómodo decir que tiene políticas neoliberales, Brasil tuvo y tiene algunas políticas neoliberales, pero lo que subyace en el espíritu innovador del empresario brasilero es de puja contra el capital financiero y especulativo.
En Argentina el camino que toman los líderes de la clase dominante es rápidamente pasarse al sector agrícola, aun cuando hayan hecho su fortuna como capital líquido en la industria, buscando diversificar su actividad, o en su defecto tener con las ganancias consolidadas grandes inversiones financieras. Pero eso que hacen las burguesías argentinas no es ser capitalistas en el sentido de lo que hacen los brasileros con su modelo histórico o cualquier otra burguesía capitalista como en Perú o en Chile, que por el contrario por diversificada que esté busca rápidamente internacionalizarse con el tipo de sector con el que creció, ya sea servicios o industria sin perder el origen del país en el que hubo la acumulación originaria de esos excedentes.
Este período en Argentina, Kichner avanzó contra ese sector, desarmó muchas posiciones que venían desde el Rodrigazo o la Dictadura misma. La preferencia que tuvo Alfonsín, con los escasos márgenes que tuvo en materia económica, de llevar adelante una batalla contra las herencias del Proceso y perderla, es un hito histórico que no debe repetirse. Quiso dar lucha contra la deuda externa y no pudo, enseguida fue subordinado por el FMI, quiso más tarde ofrecer batallas por lograr un grado mayor de libertad en la política de estado, pero rápidamente lo abandonó. Situaciones de ese tipo le trajeron consecuencias muy negativas y como sabemos por la historia, se vio obligado a la entrega anticipada del gobierno.
Menem no da batalla, abraza completa la revolución neoliberal que había iniciado la Dictadura militar. Menem captura la experiencia de lo que pasó con Alfonsín y toma alineamiento con el consenso de Washington, pero al principio intenta un transición de una corriente más peronista, con Antonio Erman González, y fracasa. Luego viene Cavallo e inicia el conocido proceso de revolución neoliberal con privatizaciones etc.
El período actual es de recuperación en materia de crecimiento económico, empleo, industrialización y exportaciones. Un dato bien interesante, nosotros desde el 70 al 2000 no pasamos de 25 mil millones de dólares de exportaciones, este año terminaremos con 85 mil millones. Lo mismo con las importaciones. Son cifras muy importantes que hablan de una economía que creció en su producto bruto, sector industrial, no lo suficientemente como uno quisiera. Hay batallas que deben seguir en curso para seguir estableciendo un sendero de expansión del aparato industrial.
No hay una burguesía industrial clara con el proyecto. No hay una alianza demasiado fuerte del gobierno con los empresarios, la relación está muy teñida de pre-conceptos de ambas partes. El gobierno no creó una burguesía industrial sino una proto-burguesía nacional, pero muy asociada a la obra pública y a grados de libertad que le otorgan los contratos con el Estado .Se parece demasiado a la burguesía del periodo de Alfonsín o Menem que hacían del sector industrial el núcleo duro del desarrollo económico.
Si bien el gobierno tuvo años holgados de superávit fiscal y comercial y además llevó adelante un proceso de desendeudamiento e independencia de las relaciones internacionales que eran subordinantes para la economía y generaban un proceso de dependencia marcado, hoy eso tiene agotamientos y el proceso lo agarra al gobierno en el último tramo. Tiene que navegar y construir el barco al mismo tiempo.
Tomar la iniciativa de llevar los dos años restantes sin generar un proceso de dependencia de la situación internacional, con la posibilidad de un debate que tiene que llevarse a cabo sobre la base de concitar un avance que remueva obstáculos acumulados si que ello implique desmontar los beneficios sociales de este período.
Al principio de esta conversación mencionó tareas inconclusas…
Y tiene una tarea pendiente que a mi juicio es determinante. Ninguno de los gobiernos del período democrático reciente tomó seriamente la batalla contra la dominación de la patria financiera. Hay como una especie de “espíritu santo” que lo crea Martínez de Hoz sobre la base del concepto rentístico que mencionamos antes. Hay sectores que hacen del ciclo de acumulación del capital financiero una práctica común. Cuando en una sociedad prima la acumulación de capital financiero se generan burbujas, amenazas muy fuertes contra la idea de la acopio del capital productivo.
Si yo soy un capitalista que gano dinero, invierto una parte y el resto lo stokea en dinero líquido acá o en el exterior, como lo hace el capitalista argentino, evidentemente no tengo un proceso genuino de industrialización funcionando en el país. Entonces los niveles de empleo están condicionados por la política del estado, no están independizados.
La gente pregunta, ¿Cómo se explica en Brasil una tasa de desempleo entre 5 y 6%? porque tiene un independencia el sector industrial. Ese sector, centrado en el mercado interno, con una gran diversificación, una presencia de firmas locales muy importante, le generan independencia conforme a las políticas del Estado, no tiene que estar tan preocupado por el empleo. En Argentina en todos los momentos el gobierno tiene que estar concentrado en el nivel de actividad, el empleo, la inversión reproductiva y la distribución tanto como en la equidad. En nuestro país entre 7/8 puntos porcentuales del PIB destinados a sostener la participación de sectores más excluidos en el proceso de distribución del ingreso. Brasil, tanto como Chile, es mucho más inequitativo, pero el empleo no está asociado estrictamente al papel del estado, sí a políticas de largo plazo del estado. Así como tampoco a subsidios como salario indirecto que haga el estado.
Desarmar la patria financiera es la deuda todavía más importante y menos considerada, porque el capital financiero sigue subordinando a los otros sectores, inclusive al propio Estado. Se ve en estos días la batalla por el tipo de cambio, las relaciones con los fondos buitres. Todo está mediado por una burguesía con gran capacidad de lobby.
Es un sector social que había colapsado con la crisis del 2001 y el estado se encargó de levantarlo. Por una razón obvia, porque no se puede vivir sin un sistema bancario y financiero. Se capitalizó, se ayudó a recuperarlo y ahora es como un enfermo que estaba en terapia intensiva, pasó todos los pasos de recuperación, se recuperó y ahora juega en primera en el Barcelona. El gasto hicimos nosotros pero le hace crecer el prestigio al club extranjero. Es una analogía de lo que pasó.
Recuperamos la patria financiera, se le dio a los bancos rentabilidad y solvencia, ahora gana más que el complejo sojero. Actualmente necesitamos recursos para impulsar la capitalización de YPF, para Vaca Muerta –la producción potencial es entre 50 y 100 veces la producción sojera- necesitamos ahora negociar con un capital financiero que es hegemónico. Tenés que decir “mirá yo soy bueno y voy a hacer las cosas bien”, lógico porque vos necesitás que se asocie contigo, y la Argentina lo está haciendo bien, no está regalando soberanía. Pero hoy estamos haciendo lo que en otro contexto podríamos haber realizado de manera y con grados de libertad mucho mejores.
Esa reforma (de la patria financiera), ideológica y de fondo, es el gran desafío del capitalismo periférico que tiene la Argentina. Un capitalismo que impone modas, que te impone hasta donde veraneás. Le quita valor del trabajo y le genera valor al tiempo libre, en el peor de los sentidos, maneja el sistema comunicacional. Lo pongo en palabras fuertes: desarmar el monopolio del control económico e ideológico que tiene esta clase financiera de la burguesía es mucho más revolucionario e importante que la ley de medios.
¿Qué tipo de medidas e instrumentos requiere esta batalla?
Una gran reforma del sistema financiero. Desarmar el actual sistema de dominación donde diez entidades y cuatro operadores que te controlan casi el 90% del mercado. Generar un procesos de expansión del sector con mayor cantidad de entidades y mayor distribución territorial y cambios que van desde una nacionalización definitiva del Banco Hipotecario es esencial. Establecer un sistema de descentralización de todo lo que es promoción financiera creando bancos de municipios o provinciales y agencias financieras regionales que administre los ahorros locales, aplicar a fondo la ley del mercado de capitales por citar algunas cuestiones.
Las medidas que tomó Marcó del Pont para que los bancos destinaran parte de sus fondos a préstamos productivos…
La iniciativa que tuvo el Poder Ejecutivo fue reformar la Carta Orgánica, en ese marco lo de Marcó del Pont en ese caso particular fue útil. Permitió volcar recursos a la inversión interna privada, cabe aclarar no siempre fueron a las pymes, a veces fueron a las grandes empresas, de hecho algunas internacionales como las automotrices como Fiat.
En un marco más integral la política de Marcó del Pont la juzgo negativa, parte del problema del tipo de cambio le corresponde responsabilidad, no acuerdo en la política que se siguió. No hubo sustancia, ni batalla ni instrumentos, hubo más retórica que política práctica. El Banco perdió liderazgo y el mercado se lo destrozó, por eso el dólar llegó casi a $11 y tuvimos una salida de capitales gigantesca.
¿Cómo ve usted la reorientación del gabinete económico?
Creo que genera expectativas interesantes. La sociedad percibió una serie de iniciativas que conducen a generar una reducción del proceso inflacionario que es una demanda social que se expresó en las elecciones.
Hay trabajos que muestran que casi cuarenta y pico de beneficiarios de la AUH que votaron a la oposición, el 58% de beneficiarios del Procrear votaron a la oposición. Quiere decir que muchos no asociaron la política del estado con la conducta electoral.
Se hizo un esfuerzo muy grande para darle ciudadanía a sectores que estaban excluidos y por otro lado hubo un reconocimiento a sectores medios y medios bajos para darle un crédito barato, naturalmente la gente no percibió que era una política de estado. Lo cual también tiene un componente positivo porque decir que la democracia empieza a exhibir que hay instituciones que se hacen cargo de las deudas sociales, por aquello donde hay una necesidad hay un derecho y obligación del estado, como decía Evita.
Me parece que esta gestión empezó a tomar notas de cosas que no se hicieron antes como lo señalé respecto al BCRA, hubo una unificación de criterios en el Ministerio de Economía, para abordar el proceso inflacionario. Y tenemos la fortuna que contrariamente conforme a lo que opinan algunos sectores, inclusive del interior del kirchnerismo, la batalla contra los fondos buitres la vamos a ganar.
La vamos a probablemente a ganar por la acción de una diplomacia indirecta que va a jugar en un alto porcentaje de probabilidad a favor de la Argentina, porque hay sectores preocupados por un posible colapso que pueda tener nuestra economía y por una posible victoria de los buitres, que más pronto que tarde afecte las finanzas internacionales. Eso juega a nuestro favor y puede finalmente ayudar a resolver favorablemente en el desenlace final.
Creo que la nueva conducción económica está muy centrada en la obra pública y las inversiones en energía y transporte (FFCC), como conseguir recursos financieros y comerciales adicionales para reconstituir la base de reservas del BCRA perdida en los últimos tiempos y de ese modo volver a retomar un sendero de expansión que permita en los próximos dos años establecer un modelo no alineado y sustentable en el tiempo. De no regresar a un modelo virtuoso como el anterior al 2011, es probable que haya una crisis que haga que la sociedad perciba como que los logros alcanzados puedan desarmarse.
El ajuste de no mediar estas correcciones viene por derecha y no por izquierda, no se llama a la centroizquierda para que venga a ajustar, sino terminamos con un voto a Macri o a Massa y una vuelta neoliberal. Es preferible establecer un programa heterodoxo para estos dos años, de tal manera que en el futuro se pueda establecer una discusión en materia de política económica que facilite retener un poder político identificado con los logros de la década ganada.
¿Cuáles son los desafíos pensando más allá del 2015?
Acá existe un sector medio de la burguesía argentina, pequeño tambero, pequeño productor agrícola, pequeña industria y comercio, que no es ni reaccionaria ni progresista, pero es proclive a seguir políticas nacionales. Llegado el momento un obrero, proletarizado con salario bancarizado e ingresos importantes, termina usando el imaginario de consumo de la clase alta, se va a Europa o Miami.
Ese es un hecho muy desgraciado del imaginario que transmite la burguesía argentina, que empezó con Martínez de Hoz, se agigantó en la época de Menem, no se frenó y ahora vos le ponés un peso en el bolsillo a esa gente y el consumo que hace es suntuario.
Por otro lado como no se le da crédito a esa gente, para invertir en su compañía en su pequeña empresa, se autofinancia. No se lo somete a una competencia genuina. Ese mismo pequeño empresario en Chile, Bolivia, Perú tiene un estado que le financia su expansión para convertirlo en más eficiente. Acá se tiene que auto-eficientizar él, por eso asocia mucho la decisión cotidiana en la microeconomía a la avivada. Si puede pone sobreprecios o participa en licitaciones con precios más altos. La corrupción pública implica siempre la corrupción privada.
El otro desafío importante es que el progresismo y la izquierda en el peronismo siempre esa preocupado por la pobreza, esto es un gran problema. No se preocupa por las condiciones de generación de la riqueza. Tanta preocupación por la pobreza, la salida del estado es el asistencialismo, en cambio si estás preocupado por la riqueza, la política es la reforma social con políticas tributarias, financieras para realizar ciertas transferencias de ingreso.
Si continúa la preocupación solamente mirando la cuestión de la pobreza, haciendo políticas asistenciales que tienen límites, porque la inflación se come el poder adquisitivo de esos ingresos. Si se ataca por el otro lado se hace más solvente el crecimiento, rápido la traslación del beneficio social al salario en blanco, la preocupación por el crecimiento del empleo genuino, transparente, formal.
No debiera ser problema que el mundo quiera vivir como en Suecia o Dinamarca donde el estado de bienestar les cobra el 70% a las personas en impuestos. Entre el más pobre y el más rico existen 4 puntos de diferencia, en Argentina hay 15/17 son cuatro veces más. La preocupación debe por los de abajo, desde arriba.
Los resultados electorales del 27 fueron muy similares a los de las PASO: una merma significativa en los votos de las candidaturas del FPV respecto al 2011, con una serie de triunfos de distintos espacios opositores, sobre todo en los distritos electoralmente mas densos, donde resalta el resultado del FR de Massa en la provincia de Buenos Aires.
Como colectivo Iniciativa, escribimos hace pocos días un llamamiento a nuestros lectores, compañeros y amigos para votar las listas del FPV , pues entendemos que es el espacio que tuvo la capacidad y el liderazgo para encabezar una serie de avances y transformaciones que restauraron parcialmente las capacidades del Estado y la Política, poniéndonos de esta forma en mejores condiciones para la construcción de un país mas equitativo e independiente.
Sigue leyendo »
La situación que vive nuestro país en los últimos días presenta una gravedad particular. Las protestas de los efectivos policiales de varias provincias, combinado con saqueos, la mayoría en las zonas periféricas o suburbanas de varias ciudades (Córdoba, Santa Fe, Concordia, Jujuy y Tucumán) tienen causa en una cantidad de cuestiones, al tiempo que expresan fuertes déficits en el marco de una democracia que cumple 30 años con avances, limitaciones y muchos desafíos.
Queremos empezar esta reflexión manifestando nuestra preocupación compartida con muchos compañeros, respecto del carácter desestabilizador y deliberadamente orientado a generar zozobra y temor social que se visibiliza en gran parte de estas acciones.
Es evidente que las protestas gremiales de las fuerzas de seguridad no pueden ser equiparadas a las de ningún sector social. Quienes por definición detentan el poder de la coacción y el ejercicio del orden no pueden protestar armas en mano por sus problemas sectoriales. Menos utilizar ese poder con un medio de presión, abandonando y librando a la suerte al resto de la sociedad.
En muchos casos quedó demostrado que esta no fue una omisión de las fuerzas policiales, sino que combinaron a manera de movimiento de pinzas, su retiro de zonas y barrios enteros con aquellos que se dedicaron al saqueo y la violencia. Existen denuncias e investigaciones de sobra que prueban la vinculación de estas mismas fuerzas con las redes del delito y el narcotráfico. Esta vinculación obró efectivamente en muchos lugares como mecanismo de desprotección y desestabilización durante estas jornadas.
La acción colectiva al servicio del desequilibrio debe ser denunciada y repudiada por el conjunto de las fuerzas populares y democráticas. Dicho esto conviene sumergirnos en analizar algunas cuestiones que podríamos denominar en una primera impresión como “los déficits que el neoliberalismo dejó y no pudimos reparar y los nuevos problemas producto de la década ganada”.
Las fuerzas de seguridad
Una de las cuestiones que se expresaron es la deuda del sistema político democrático respecto a la política en esta materia de seguridad y centralmente lo que refiere a los cuerpos de seguridad.
Instituciones policiales formateadas en la filosofía represiva de la dictadura y fundamentalemente, herederas de las formas alternativas de “ingresos” en base a la constitución de “cajas”, producidas con evidente arbitrariedad e ilegalidad.
Son estas mismas fuerzas de seguridad, que hoy reclaman comprensión y respuestas por su situación salarial las mismas que ya en la etapa democrática, sin ningún tipo de miramientos reprimieron todas las protestas de aquellos compatriotas que en los momentos más difíciles y oscuros solicitaban por cuestiones de dignidad mínima, como la falta de comida.
Ciertamente que gran parte de la dirigencia política no constituyó una política para reformar los marcos institutivos de estas fuerzas, sino que mayoritariamente delegó la política de seguridad en la auto-conducción de las mismas, en una especie de acuerdo tácito para no entrometerse en los negocios policiales a cambio de una regulación de la conflictividad social y los márgenes grises de la delincuencia. El modelo paradigmático de este acuerdo fue la “bonaerense” de Ruckauf y Duhalde.
Los gobiernos de Néstor y Cristina modificaron significativamente algunas de estas cuestiones. En primer lugar replanteando el rol de la intervención de las fuerzas represivas en el conflicto social, paralelamente con una serie de descabezamientos de las cúpulas de la Policía Federal. Luego del conflicto en el parque Indoamericano de la capital, se produjo la conformación del Minsterio de Seguridad con el objetivo de contituir una política de estado en la materia.
A pesar de estos avances, existe un déficit incuestionable que sólo tendrá principio de resolución en la medida que se produzca una profunda reestructuración de la organización y la formación de las fuerzas de seguridad para ponerlas finalmente en el camino de una política de seguridad ciudadana y democrática.
Para ello es necesario discutir la “desmilitarización” de estas fuerzas, acabar con el autogobierno de las mismas y la necesidad de coordinar las distintas fuerzas (policías, prefectura, gendarmería) para ser eficaces en la lucha contra el delito organizado, junto con la participación de organiciones civiles y ciudadanas en la elaboración y aplicación de las políticas de seguridad.
En este marco también resulta imprescindible la discusión sobre la necesidad de constuir canales y organizaciones que permitan las discusión sobre los salarios y condiciones de trabajo de los integrantes de las fuerzas.
La desarticulación del tejido social
La destrucción del tejido social es otro de los desafíos que nuestra democracia deberá profundizar. La sangrienta dictadura cívico-militar, en función de llevar los objetivos de su política económica y social antinacional y antipopular, dirigió sus esfuerzos a la destrucción vía represión de todas las organizaciones libres del pueblo. El asesinato y desaparición física de miles de militantes y dirigentes de sindicatos, partidos, iglesias, clubes y otras, fue un golpe durísimo para quienes hacian de la organización social y la solidaridad una bandera y un modelo de vida social y comunitaria.
El segundo gran golpe contra la organización social fue la operación de disciplinamiento instrumentada por los grupos económicos a través de la hiperinflación de finales de los 80, que finalmente también resultó el final del gobierno alfonsinista. El gran trauma social de aquellos que veía la volatilización de sus ingresos y bienes, constituyó un terreno fértil para la instalación posterior de todo el sistema de ideas y prácticas del modelo del “individuo-consumidor”.
Los años 90 fueron los de hegemonía del esquema social mencionado. El modelo económico de saqueo y exclusión arrojaba a la calle o empobrecía a millones de personas. En paralelo se propugnaba un sistema que hizo del Mercado el gran organizador de las prácticas y los valores sociales. Basado en las ideas del éxito individual y el acceso al consumo como la única medida de realización personal y reconocimiento social.
La reacción del 2001-2002 contra las consecuencias más lacerantes de este modelo recién comenzó a tener una respuesta desde una política estatal a partir del 25 mayo de 2003. El fortalecimiento del sistema productivo significó la posbilidad para muchas personas de reordenar su vida y sus valores desde el trabajo. Posteriormente la extensión de la cobertura social y la implemtación de medidas como la AUH también conformaron un piso de dignidad para los sectores mas postergados.
Los saqueos de estas semanas, generalmente dirigidos a pequeños comercios, muchos de ellos situados en los mismos barrios periféricos, donde participaron personas de la misma vecindad, tuvieron como contracara de la misma moneda la respuesta de comerciantes y empleados que frente a la desprotección policial decidieron defender su propiedad y fuentes de trabajo armas en mano- Son imágenes y elementos que nos deben llevar a preguntarnos por el grado de articulación y solidaridad social y sus avances y límites.
Aquí conviene volver a aclarar lo siguiente: la naturaleza de estos sucesos no puede compararse con el grado de miseria y necesidades que motivaron acciones sociales de la misma índole en otros momentos históricos, dicho de otra forma: esto no es el 2001.
Pero es evidente que quien por las motivaciones que fuere, que llevan a una persona a arriesgar su vida por saquear la mercancía que fuese, o las que llevan a empuñar un arma para enfrentar el vaciamiento de un negocio, nos hablan de una situación de deterioro del tejido social que se verifica en el marco de estas acciones.
Habrá quien argumentará que frente a este tipo de desastres sociales la aparición de acciones motivadas por la desesperación es casi natural. Lo mismo ocurriría frente a un cataclismo como una inundación o un terremoto. Por otra parte estos hechos confirman el poder terrorial que manipulan las fuerzas policiales y la “regulación” que ejercen la actividad delictiva. Pero también queda claro que la acción de violencia sobre los territorios liberados abona en un caldo de cultivo pre-existente.
Economía rentística, desigualación social y el “apartheid” urbano
Los ingentes esfuerzos gubernamentales por ampliar los márgenes de inclusión y derechos, el fortalecimiento de las capacidades estatales y el robustecimiento del mercado interno de consumo encuentran severos obstáculos en una matriz productiva dependiente, concentrada y basada en la expoliación de rentas que detenta casi en su totalidad la clase dominante.
La fabulosa riqueza del complejo sojero-exportador obtenida en base a ventajas diferenciales (riqueza que el gobierno nacional intenta que sea mínimamente socializada en base a las retenciones, lo que le valió un conflicto gigantesco en el 2008) lejos está de constituir la base de acumulación de un proceso productivo mas integrado, diversificado y con mayor valor colectivo agregado.
Gran parte de esa riqueza sólo ha tenido como fin la constitución de otros sistemas de renta o capitalización especulativa. Como por ejemplo el gigantesco desarrollo de emprendimientos inmobiliarios (torres, shoppings, countries, hoteles etc) que han acentuado el proceso de valorización del suelo urbano y la consiguiente exclusión de los sectores populares al acceso de tierras.
De esta manera se configura un régimen de desigualación urbana creciente, no solo en materia de acceso a la vivienda sino en todo lo que concierne al “derecho a la ciudad” (transporte, ocio, salud etc) una especie de apartheid urbano donde los sectores mas humildes son recluídos, segmentados y controlados en barriadas bien localizadas. Esa realidad, palpable en los suburbios de ciudades como Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Santa Fe, contiene a su vez una serie de elementos y prolemáticas sociales preocupantes.
Redes ilegales y el rol policial
Exclusión social y delincuencia no poseen un correlato automático, pero es evidente que las organizaciones delicitvas (Que no está armadas por pobres) utilizan los márgenes de exclusión y marginalidad para generar un verdadero sistema con jeraquías, ordenamientos y códigos. Una especie de mecanismo de acceso y ascenso social vertiginoso para quienes no pueden alcanzarlo a través de los mecanismos ciudadanos (trabajo formal, educación)
La constitución de estas redes ilegales de robo, trata, droga vincula y articula de manera original a una porción de los sectores sociales marginalizados y excluídos con sectores de poder económico y político: empresas clandestinas de lavado, funcionarios, jueces y por supuesto fuerzas policiales.
Estas últimas al tiempo que forman parte del circuito y lo utilizan como parte para la confección de su caja complementaria, constituyen una suerte de regulación de los ritmos y el volumen de estos espacios y su accionar, también proporcionan “protección” a quienes ejercen las actividadades delictivas.
Desafíos
Volviendo a los sucesos ocurridos en estos días, nos dejan entrever toda esta trama compleja cuya resolución se torna un desafío estratégico no solo para el gobierno, sino para el conjunto de la dirigencia política de nuestro país.
Los riesgos para el sistema democrático que hasta el momento pudimos desarrollar son evidentes. Es un desafío que enfrenta nuestro país pero también la mayoría de los países de la región que atraviesan problemas similares o superiores.
Sin dudas enfrentar este desafío constituye parte de lo que nosotros entendemos debe ser la profundización hacia un país con justicia social y soberanía popular. Para ello debemos comprender que no se trata solamente un problema de la política de seguridad. Es una cuestión integral que involucra los derechos humanos y la discusión sobre elmodelo de desarrollo.
El partido de fondo es entre el avance hacia una Democracia plena y popular o el gobierno de facto del complejo corporativo de grupos económicos, sectores privilegiados y las redes delictivas.
Este es un espacio de debate político, social y cultural, que integramos militantes, intelectuales, estudiantes, profesionales, docentes, trabajadores, artistas, hombres y mujeres que provienen de distintas experiencias en el campo popular y confluyen en un ámbito plural de reflexión y generación de propuestas para la consolidación de un proyecto nacional inclusivo e integrador, profundizando el cambio puesto en marcha en nuestro país y en América Latina, con capacidad crítica y voluntad de transformación.
Director:
Jorge Makarz
E-mail: jmakarz@espacioiniciativa.com.ar
Director Adjunto:
Federico Montero
E-mail: montero.fede@gmail.com
Secretario de Redacción :
Nicolás Salerno Ercolani
Asesor Editorial:
Roberto Hilson Foot
Contacto: info@espacioiniciativa.com.ar