Sorprendidos por no haber tenido oportunidad de dialogar previamente con funcionarios del Gobierno, los empresarios del sector vitivinícola y cervecero reaccionaron fuertemente contra los nuevos impuestos internos previstos en la reforma tributaria presentada esta semana, del orden del 17%. Desde las asociaciones que las agrupan, alertan sobre la suba en los precios que rondaría 6% para el caso de las cervezas, la caída de la rentabilidad, la cancelación de inversiones y la pérdida de empleos. Ya están buscando opciones para revertir la medida a través del diálogo con gobernadores y legisladores.
«A esto estamos abocados hoy», señaló Francisco Do Pico, vicepresidente de Bodegas de Argentina, una cámara que representa a más de 250 bodegas. Los empresarios vitivinícolas ya califican a la medida como su propia «125», en referencia a la resolución que desencadenó un conflicto entre el campo y el gobierno. «Esto definitivamente no cae en el mejor momento del sector, que ha visto caer las ventas de vino 20% en los últimos dos años por una variable que no controlamos, que es el clima. Tuvimos las dos cosechas más bajas en los últimos 50 años», explicó Do Pico, que resaltó que el sector vitivinícola, a diferencia de otros rubros más concentrados como aguas, gaseosas y cervezas, es muy atomizado con más de 850 bodegas y 1000 marcas y sin un actor que represente más del 50% del mercado y tenga capacidad de fijar precios. Desde enero, según detalló, las ventas del mercado interno de vinos cayeron entre 5% y 6%. «Si estuviéramos en un momento de crecimiento del sector, el rechazo de la medida no hubiese sido tan fuerte», advirtió. En las próximas semanas, habrá reuniones a puertas cerradas entre los actores del negocio donde definirán los pasos para conseguir una modificación del proyecto antes de que llegue el Congreso.
Desde la industria cervecera, advierten que los nuevos impuestos llevarán a las empresas a reconsiderar las inversiones que tenían previstas. «Había un programa de u$s 1800 millones de inversión entre 2016-2020 para nuevos envases, nuevas variedades e investigación», señaló Alejandro Berlingieri, de Cerveceros Argentinos, que apuntó que mientras que el vino y los espumantes tendrán subas graduales, en la cerveza el impuesto interno pasará directamente de 8% a 17%. «Para la industria es imposible absorberlo, porque actualmente ya tiene más del 50% de carga impositiva», precisó. Los primeros cálculos del sector hablan de un incremento en el precio final de alrededor del 6% y una posible caída del 9% en ventas. Y de un impacto en 9000 empleos en pleno inicio de la temporada alta.
Aunque desde la asociación lamentaron no haber sido convocados a una reunión previa con funcionarios para transmitir el impacto de la medida, ahora apuestan al diálogo con el Gobierno nacional y de las provincias donde se cultiva malta y cebada, y con legisladores.
Las cervecerías más pequeñas, reclaman un tratamiento distinto frente a las grandes. «Estamos preocupados por el carácter regresivo que tendrían dichas medidas y del impacto negativo en el desarrollo de la cerveza artesanal en nuestro país, perjudicando el incipiente crecimiento del consumo y, sobre todo desalentando las inversiones y la formalización que venimos procurando en forma colectiva», destacó Pablo Fazio, CEO de la empresa Otro Mundo. «El incremento debe distinguir entre las empresas multinacionales que concentran 98% del mercado y las pymes y sus miles de trabajadores. Es necesario proponer un desdoblamiento de la alícuota», concluyó Fazio.
«A esto estamos abocados hoy», señaló Francisco Do Pico, vicepresidente de Bodegas de Argentina, una cámara que representa a más de 250 bodegas. Los empresarios vitivinícolas ya califican a la medida como su propia «125», en referencia a la resolución que desencadenó un conflicto entre el campo y el gobierno. «Esto definitivamente no cae en el mejor momento del sector, que ha visto caer las ventas de vino 20% en los últimos dos años por una variable que no controlamos, que es el clima. Tuvimos las dos cosechas más bajas en los últimos 50 años», explicó Do Pico, que resaltó que el sector vitivinícola, a diferencia de otros rubros más concentrados como aguas, gaseosas y cervezas, es muy atomizado con más de 850 bodegas y 1000 marcas y sin un actor que represente más del 50% del mercado y tenga capacidad de fijar precios. Desde enero, según detalló, las ventas del mercado interno de vinos cayeron entre 5% y 6%. «Si estuviéramos en un momento de crecimiento del sector, el rechazo de la medida no hubiese sido tan fuerte», advirtió. En las próximas semanas, habrá reuniones a puertas cerradas entre los actores del negocio donde definirán los pasos para conseguir una modificación del proyecto antes de que llegue el Congreso.
Desde la industria cervecera, advierten que los nuevos impuestos llevarán a las empresas a reconsiderar las inversiones que tenían previstas. «Había un programa de u$s 1800 millones de inversión entre 2016-2020 para nuevos envases, nuevas variedades e investigación», señaló Alejandro Berlingieri, de Cerveceros Argentinos, que apuntó que mientras que el vino y los espumantes tendrán subas graduales, en la cerveza el impuesto interno pasará directamente de 8% a 17%. «Para la industria es imposible absorberlo, porque actualmente ya tiene más del 50% de carga impositiva», precisó. Los primeros cálculos del sector hablan de un incremento en el precio final de alrededor del 6% y una posible caída del 9% en ventas. Y de un impacto en 9000 empleos en pleno inicio de la temporada alta.
Aunque desde la asociación lamentaron no haber sido convocados a una reunión previa con funcionarios para transmitir el impacto de la medida, ahora apuestan al diálogo con el Gobierno nacional y de las provincias donde se cultiva malta y cebada, y con legisladores.
Las cervecerías más pequeñas, reclaman un tratamiento distinto frente a las grandes. «Estamos preocupados por el carácter regresivo que tendrían dichas medidas y del impacto negativo en el desarrollo de la cerveza artesanal en nuestro país, perjudicando el incipiente crecimiento del consumo y, sobre todo desalentando las inversiones y la formalización que venimos procurando en forma colectiva», destacó Pablo Fazio, CEO de la empresa Otro Mundo. «El incremento debe distinguir entre las empresas multinacionales que concentran 98% del mercado y las pymes y sus miles de trabajadores. Es necesario proponer un desdoblamiento de la alícuota», concluyó Fazio.