El que habla es uno de los funcionarios más importantes del Gobierno. Y…, cuando no hay oposición, los peronistas nos matamos a codazos entre nosotros. Lo dice para confirmar la versión más atronadora en la Casa Rosada. La de la feroz batalla interna que sacude al kirchnerismo y ha hecho añicos al vicepresidente Amado Boudou en apenas cuatro meses. Sus conexiones con la ex Ciccone Calcográfica que en los noventa se movía bajo los designios de Alfredo Yabrán han quedado demasiado expuestas ahora que aceptó hablar del tema en los medios de comunicación. Más allá de sus previsibles ataques a la prensa, que ya no merecen reflexión alguna, el intento del dirigente rocker por involucrar a Eduardo Duhalde junto a la empresa de juegos Boldt como sus enemigos ocultos deja el descubierto la verdadera trama de la disputa por la herencia política de Cristina. Ese gaseoso y lejano destino presidencial es el que lo enfrenta hoy a la otra estrella oficial: el gobernador Daniel Scioli.
* El enemigo común. Boudou y Scioli eran, el 10 de diciembre del año pasado en medio de la algarada electoral post reelección, los dos dirigentes con mejor perfomance en las encuestas a la hora de pensar en un sucesor para Cristina. Guitarra en mano y vistiendo remeras con inscripciones adolescentes, el vicepresidente había logrado enterrar sus ropas de militante de la Ucedé y profesor de economía en el liberal CEMA para transformarse en una bisagra entre el pingüinaje patagónico y la curva generacional que conduce a La Cámpora. Rápido para memorizar el discurso oficial y solvente ante las cámaras de TV sobre todo cuando no hay periodistas molestos, el ex ministro comenzó a surfear sobre las fantasías futuristas de dirigentes como Nilda Garré, Juan Manuel Abal Medina y el bonaerense Gabriel Mariotto. Y todos ellos tienen un histórico enemigo en común: Daniel Scioli.
* Boldt y Cristobal. La empresa de juegos Boldt, que explota por ejemplo el Casino de Tigre, ha mantenido una guerra silenciosa con Cristobal López, el empresario patagónico de los casinos que tuvo mejor relación con Néstor Kirchner que la que tiene en la actualidad con Cristina, pero que se lleva bastante bien con Boudou. Boldt trabó buenas relaciones con la Iglesia y con cada uno de los poderosos que gobernaron la provincia de Buenos Aires. De allí el vínculo antiguo con Duhalde y el actual con Scioli. Y sus enemigos en la Casa Rosada, empezando por la propia Presidenta, sospechan de esas amistades del gobernador con poder de financiamiento. Por eso, como lo reveló El Cronista hace dos semanas, le habían pedido a Boudou que impidiera que Boldt se quedara con la quebrada ex Ciccone. Y el vice hizo lo que le pidieron aunque con una salvedad: eligió a algunos amigotes de la juventud para quedarse con el management. Le dijimos que pusiera a uno de los nuestros, no a uno de los suyos…, se ríe un funcionario que igual dice que lo quiere.
El escándalo de los últimos tiempos y las derivaciones judiciales del caso Ciccone, complican ahora a un Boudou que optó por responder prendiendo el ventilador y apuntando a Duhalde, casi un fantasma de la política después de su elección paupérrima en octubre. Por eso es que los apostadores empedernidos de la interna kirchnerista no se dejan engañar. El combate de fondo es contra Scioli, quien comienza a recibir algunos apoyos sorpresivos de aquellos peronistas que quedaron a la intemperie. Hay que prestarle muchísima atención a los movimientos de Aníbal Fernández, quien quedó lejos de los días rutilantes como vocero mediático de la Presidenta. Y hay que mirar al otro bonaerense solitario, Florencio Randazzó, aunque tiene viejas cuentas pendientes con el gobernador que no serán tan fáciles de saldar.
* ¿Tu también Máximo? Boudou está convencido de que la información sobre sus amistades peligrosas de la jarana marplatense tiene promotores entusiastas entre los hombres de Scioli. Y la renuncia a defenderlo del resbaloso juez federal, Norberto Oyarbide, terminó consolidando su principal preocupación que es saber quiénes son sus aliados y quienes sus enemigos. ¿Cuánto hay de cierto y cuánto hay de mito en el supuesto rencor hacia el vice del temido Máximo Kirchner? El hijo de la Presidenta no habla bien de Boudou cuando su madre lo consulta pero, hasta ahora, el castigo de Cristina no va más allá de sacarle algunos hombres de confianza como sucedió con Benigno Vélez en el Banco Central.
De todos modos, hay que dejar algo en claro. Boudou y Scioli mantienen una pulseada por una herencia política que ningún peronista se ha preocupado en cultivar. Sólo hay que recordar a los herederos de Juan Domingo Perón (el que peor la pasó fue, ¿se acuerdan?, Héctor J Cámpora) y a los herederos de Carlos Menem (remember Duhalde 99). Los peronistas no dejan herencias políticas, dicen aquellos que creen que Cristina irá finalmente por otra reelección o que se despreocupará del futuro si su gestión termina en medio del rechazo social.
Parece increíble que, en medio del tembladeral político que se abrió después de la tragedia del Once, haya funcionarios con energía para jugar a las intrigas del poder. Pero el país adolescente nunca descansa. Ni el dolor por tantas muertes es razón suficiente para concentrarse en el mandato de gestión que los votantes le dieron a todos sus dirigentes hace apenas cuatro meses.
* El enemigo común. Boudou y Scioli eran, el 10 de diciembre del año pasado en medio de la algarada electoral post reelección, los dos dirigentes con mejor perfomance en las encuestas a la hora de pensar en un sucesor para Cristina. Guitarra en mano y vistiendo remeras con inscripciones adolescentes, el vicepresidente había logrado enterrar sus ropas de militante de la Ucedé y profesor de economía en el liberal CEMA para transformarse en una bisagra entre el pingüinaje patagónico y la curva generacional que conduce a La Cámpora. Rápido para memorizar el discurso oficial y solvente ante las cámaras de TV sobre todo cuando no hay periodistas molestos, el ex ministro comenzó a surfear sobre las fantasías futuristas de dirigentes como Nilda Garré, Juan Manuel Abal Medina y el bonaerense Gabriel Mariotto. Y todos ellos tienen un histórico enemigo en común: Daniel Scioli.
* Boldt y Cristobal. La empresa de juegos Boldt, que explota por ejemplo el Casino de Tigre, ha mantenido una guerra silenciosa con Cristobal López, el empresario patagónico de los casinos que tuvo mejor relación con Néstor Kirchner que la que tiene en la actualidad con Cristina, pero que se lleva bastante bien con Boudou. Boldt trabó buenas relaciones con la Iglesia y con cada uno de los poderosos que gobernaron la provincia de Buenos Aires. De allí el vínculo antiguo con Duhalde y el actual con Scioli. Y sus enemigos en la Casa Rosada, empezando por la propia Presidenta, sospechan de esas amistades del gobernador con poder de financiamiento. Por eso, como lo reveló El Cronista hace dos semanas, le habían pedido a Boudou que impidiera que Boldt se quedara con la quebrada ex Ciccone. Y el vice hizo lo que le pidieron aunque con una salvedad: eligió a algunos amigotes de la juventud para quedarse con el management. Le dijimos que pusiera a uno de los nuestros, no a uno de los suyos…, se ríe un funcionario que igual dice que lo quiere.
El escándalo de los últimos tiempos y las derivaciones judiciales del caso Ciccone, complican ahora a un Boudou que optó por responder prendiendo el ventilador y apuntando a Duhalde, casi un fantasma de la política después de su elección paupérrima en octubre. Por eso es que los apostadores empedernidos de la interna kirchnerista no se dejan engañar. El combate de fondo es contra Scioli, quien comienza a recibir algunos apoyos sorpresivos de aquellos peronistas que quedaron a la intemperie. Hay que prestarle muchísima atención a los movimientos de Aníbal Fernández, quien quedó lejos de los días rutilantes como vocero mediático de la Presidenta. Y hay que mirar al otro bonaerense solitario, Florencio Randazzó, aunque tiene viejas cuentas pendientes con el gobernador que no serán tan fáciles de saldar.
* ¿Tu también Máximo? Boudou está convencido de que la información sobre sus amistades peligrosas de la jarana marplatense tiene promotores entusiastas entre los hombres de Scioli. Y la renuncia a defenderlo del resbaloso juez federal, Norberto Oyarbide, terminó consolidando su principal preocupación que es saber quiénes son sus aliados y quienes sus enemigos. ¿Cuánto hay de cierto y cuánto hay de mito en el supuesto rencor hacia el vice del temido Máximo Kirchner? El hijo de la Presidenta no habla bien de Boudou cuando su madre lo consulta pero, hasta ahora, el castigo de Cristina no va más allá de sacarle algunos hombres de confianza como sucedió con Benigno Vélez en el Banco Central.
De todos modos, hay que dejar algo en claro. Boudou y Scioli mantienen una pulseada por una herencia política que ningún peronista se ha preocupado en cultivar. Sólo hay que recordar a los herederos de Juan Domingo Perón (el que peor la pasó fue, ¿se acuerdan?, Héctor J Cámpora) y a los herederos de Carlos Menem (remember Duhalde 99). Los peronistas no dejan herencias políticas, dicen aquellos que creen que Cristina irá finalmente por otra reelección o que se despreocupará del futuro si su gestión termina en medio del rechazo social.
Parece increíble que, en medio del tembladeral político que se abrió después de la tragedia del Once, haya funcionarios con energía para jugar a las intrigas del poder. Pero el país adolescente nunca descansa. Ni el dolor por tantas muertes es razón suficiente para concentrarse en el mandato de gestión que los votantes le dieron a todos sus dirigentes hace apenas cuatro meses.
1.- Dice el autor: «Y sus enemigos en la Casa Rosada, empezando por la PROPIA PRESIDENTA, sospechan de esas amistades del gobernador con poder de financiamiento. Por eso, como lo reveló El Cronista hace dos semanas, le habían pedido a Boudou que impidiera que Boldt se quedara con la quebrada ex Ciccone. Y el vice hizo lo que le pidieron aunque con una salvedad: eligió a algunos amigotes de la juventud para quedarse con el management. Le dijimos que pusiera a uno de los nuestros, no a uno de los suyos…, se ríe un funcionario que igual dice que lo quiere.»
Bueno eso es muy creíble: aquí no se hace nada si no lo ordena la Presidenta. ¿Seguirá Boudou el camino de Schiavi?
2.- Dice el autor que los peronistas no dejan herencia política. Habría que analizarlo históricamente, aunque esa afirmación puede ser prontamente desmentida en el caso de Perón, que nos dejó a su señora y a su lacayo.
interesante. salió un artículo muy bueno en paparazzi sobre la interna ardiente de «cuatro colas y un funeral».
no te la pierdas.
creo que no hablan de perón…
Bueno. Por lo menos no saliste con el tema Malvinas.
?
El gobierno, en pleno derrumbe moral, el acto de la asunción del nuevo secretario de transportes lo prueba, recién ahora se ha dado cuenta, que si se pierde el peón, se comen a la reina y han salido algunos pesos pesados -Mariotto, Etchegaray- a reforzar el flanco dama. Medios lerdos.
derrumbe moral?
el único derrumbe fue el de la cc…
Lo de la CC fue un derrumbe moral de la sociedad, que optó por fuerza bruta.-