30-08-1100:00 Empresarios y analistas estiman que la crisis internacional afectará a la región y que el mayor socio del Mercosur crecerá menos. El 30% de las ventas locales va a ese mercado
El gobierno de Brasil anunció ayer nuevas medidas para hacer frente a la crisis internacional y volvió a encender una luz amarilla en la Argentina. Desde las medidas para mejorar la competitividad de sus empresas hasta las tendientes a reducir el gasto para alcanzar una meta de superávit más ambiciosa (ver pág.3), todas amenazan las exportaciones argentinas al mayor socio del Mercosur. Y si bien aún es prematuro proyectar cuánto impactará la crisis en el nivel de actividad de Brasil, los empresarios y analistas se animan a anticipar que el país crecerá menos y, en este contexto, la Argentina se verá afectada.
No hay dudas de que la economía brasileña va a entrar en un período de desaceleración de crecimiento y lo sentiremos porque es nuestro principal mercado de exportación, afirmó el directivo de UIA y COPAL y dueño de una distribuidora de bebidas, Guillermo Padilla. De los u$s 22.000 millones que el país exporta de alimentos y bebidas al mundo, el 8% es destinado a Brasil, ejemplificó.
Casualmente, el empresario participó ayer de una reunión de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios del Mercosur (CIPAM) en la que la crisis fue uno de los principales temas de discusión, pero los representantes brasileños se mostraron confiados en que el país seguirá creciendo fuerte, precisó Padilla, quien agregó que él no está convencido de que sea así.
En tanto, el presidente de Dow Argentina, Rolando Meninato, afirmó que se está percibiendo un mundo con menor crecimiento y Brasil no estará exento de este escenario. Lo que tenemos que hacer es movernos rápidamente dentro del Mercosur para que Brasil priorice la región y que coordinemos acciones en lugar de entrar en una guerra comercial. Bien planteada, nuestra economía es lo suficientemente complementaria con la de Brasil como para no amenazarla, consideró.
Desde la industria automotriz, el gerente de Asuntos Corporativos de Toyota Argentina, Daniel Afione, aseveró que no se percibe por el momento mermas en la demanda y las estimaciones para 2012 también son de un mercado en crecimiento.
A su vez, el economista jefe del Centro de Estudios Económicos de la UIA (Ceu), Diego Coatz, señaló que en Brasil conviven dos modelos: uno con un fuerte apoyo institucional a la industrialización y al mercado interno y otro orientado al esquema financiero que tiene las tasas altas y el tipo de cambio apreciado. En ese marco, la mejora fiscal si bien puede ser una buena señal para los mercados, hay que ver qué impacto tiene en la actividad en un mundo complejo. Si ello impacta negativamente en un menor crecimiento, Brasil le comprará menos productos a la Argentina.
El ministro de Economía brasileño, Guido Mantega, manifestó que la medida anunciada ayer apunta a impedir que el crecimiento en el gasto ponga en peligro cualquier programa prioritario del Gobierno y agregó que en el mediano plazo, debería permitir al Banco Central reducir la tasa de interés, que es una de las más altas del mundo. Si ello ocurre, podría compensar el impacto que la reducción del gasto tendría en el nivel de actividad, pero llevaría a una depreciación del real por la salida de capitales y ello reduciría la competitividad argentina.
El gobierno de Brasil anunció ayer nuevas medidas para hacer frente a la crisis internacional y volvió a encender una luz amarilla en la Argentina. Desde las medidas para mejorar la competitividad de sus empresas hasta las tendientes a reducir el gasto para alcanzar una meta de superávit más ambiciosa (ver pág.3), todas amenazan las exportaciones argentinas al mayor socio del Mercosur. Y si bien aún es prematuro proyectar cuánto impactará la crisis en el nivel de actividad de Brasil, los empresarios y analistas se animan a anticipar que el país crecerá menos y, en este contexto, la Argentina se verá afectada.
No hay dudas de que la economía brasileña va a entrar en un período de desaceleración de crecimiento y lo sentiremos porque es nuestro principal mercado de exportación, afirmó el directivo de UIA y COPAL y dueño de una distribuidora de bebidas, Guillermo Padilla. De los u$s 22.000 millones que el país exporta de alimentos y bebidas al mundo, el 8% es destinado a Brasil, ejemplificó.
Casualmente, el empresario participó ayer de una reunión de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios del Mercosur (CIPAM) en la que la crisis fue uno de los principales temas de discusión, pero los representantes brasileños se mostraron confiados en que el país seguirá creciendo fuerte, precisó Padilla, quien agregó que él no está convencido de que sea así.
En tanto, el presidente de Dow Argentina, Rolando Meninato, afirmó que se está percibiendo un mundo con menor crecimiento y Brasil no estará exento de este escenario. Lo que tenemos que hacer es movernos rápidamente dentro del Mercosur para que Brasil priorice la región y que coordinemos acciones en lugar de entrar en una guerra comercial. Bien planteada, nuestra economía es lo suficientemente complementaria con la de Brasil como para no amenazarla, consideró.
Desde la industria automotriz, el gerente de Asuntos Corporativos de Toyota Argentina, Daniel Afione, aseveró que no se percibe por el momento mermas en la demanda y las estimaciones para 2012 también son de un mercado en crecimiento.
A su vez, el economista jefe del Centro de Estudios Económicos de la UIA (Ceu), Diego Coatz, señaló que en Brasil conviven dos modelos: uno con un fuerte apoyo institucional a la industrialización y al mercado interno y otro orientado al esquema financiero que tiene las tasas altas y el tipo de cambio apreciado. En ese marco, la mejora fiscal si bien puede ser una buena señal para los mercados, hay que ver qué impacto tiene en la actividad en un mundo complejo. Si ello impacta negativamente en un menor crecimiento, Brasil le comprará menos productos a la Argentina.
El ministro de Economía brasileño, Guido Mantega, manifestó que la medida anunciada ayer apunta a impedir que el crecimiento en el gasto ponga en peligro cualquier programa prioritario del Gobierno y agregó que en el mediano plazo, debería permitir al Banco Central reducir la tasa de interés, que es una de las más altas del mundo. Si ello ocurre, podría compensar el impacto que la reducción del gasto tendría en el nivel de actividad, pero llevaría a una depreciación del real por la salida de capitales y ello reduciría la competitividad argentina.