San Pablo.- Los industriales paulistas, claves para la campaña del juicio político a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, creen que su eventual regreso al cargo será «muy peligroso para la economía» y advirtieron que continuarán apoyando al mandatario interino Michel Temer, siempre que recorte el gasto público y no cree nuevos impuestos.
Un eventual regreso de Rousseff «será muy peligroso para la economía cuando estamos viendo señales de recuperación de la confianza con el gobierno de Temer», afirmó el presidente de la poderosa Federación de Industrias del Estado San Pablo (FIESP), Paulo Skaf.
La evaluación fue realizada al término del primer mes del interinato del vicepresidente rebelde, que cambió el gabinete, hizo una alianza con la oposición a Rousseff y planea quedarse hasta el 1 de enero de 2019 con el apoyo de los principales grupos económicos, luego de haber puesto al ex economista jefe del Banco Itaú Ilan Goldfjan como presidente del Banco Central. La FIESP, que reúne a 130.000 industrias y es el conglomerado empresarial más poderoso de Sudamérica, según Skaf, cree que la economía brasileña llegó al «fondo del pozo» y comienza, con el gobierno de Temer, a «revertir expectativas» sobre el tamaño de la caída del producto bruto interno en 2016 y 2017.
Un eventual regreso de Rousseff «será muy peligroso para la economía cuando estamos viendo señales de recuperación de la confianza con el gobierno de Temer», afirmó el presidente de la poderosa Federación de Industrias del Estado San Pablo (FIESP), Paulo Skaf.
La evaluación fue realizada al término del primer mes del interinato del vicepresidente rebelde, que cambió el gabinete, hizo una alianza con la oposición a Rousseff y planea quedarse hasta el 1 de enero de 2019 con el apoyo de los principales grupos económicos, luego de haber puesto al ex economista jefe del Banco Itaú Ilan Goldfjan como presidente del Banco Central. La FIESP, que reúne a 130.000 industrias y es el conglomerado empresarial más poderoso de Sudamérica, según Skaf, cree que la economía brasileña llegó al «fondo del pozo» y comienza, con el gobierno de Temer, a «revertir expectativas» sobre el tamaño de la caída del producto bruto interno en 2016 y 2017.