El núcleo duro del gobierno de Michel Temer solo le resta un camino para superar el desequilibrio de las cuentas públicas, y que fue admitido hace una semana cuando se anunció un aumento de 6.400 millones de dólares en el déficit fiscal para este año.
La ruta de salida que prevé es vender en el menor tiempo posible las grandes joyas del Estado. Esta semana, el presidente anunció la decisión de entregar a los privados el capital mayoritario de Eletrobras. Se trata de un “monstruo” de la generación y transmisión eléctrica, cuyo capital mayoritario (63 por ciento) está en manos estatales e incluye dos plantas nucleares y la represa binacional de Itaipú.
Claro que el paquete es más abarcador y contiene varias otras privatizaciones: son 57 en total e incluyen aeropuertos, puertos, rutas y la Casa de la Moneda. Pero sobre todo están a la venta áreas de explotación de petróleo del llamado “pre-sal” (dónde está el mejor y más abundante crudo brasileño), como también de otros yacimientos.
En total, se habla de un ingreso que podría conseguirse hasta el próximo año de unos 14.000 millones de dólares, lo que podría resultar suficiente para compensar el mayor agujero fiscal (entre 2017 y 2018 deberá acumular unos 12.000 millones de la divisa norteamericana). Eletrobras, el mayor de los “diamantes”, no es cualquier empresa. Responde por el 35% de la generación de electricidad en Brasil.
El holding es dueño de plantas hidroeléctricas, de centrales termonucleares (las de Angra dos Reis), Itaipú que es una gran represa binacional (compartida con Paraguay); eólicas y solares. Según el gobierno, ni Angra I ni Angra II serian privatizadas, como tampoco Itaipú. Pero esto no parece ser factible ya que el plan del gobierno “temerista” es vender la mayoría del paquete accionario que está en sus manos (63 por ciento en total). Eletrobras a su vez tiene grandes subsidiarias como Furnas, Eletrosul, Eletronuclear y Eletronorte. El control de todas ellas sería, inevitablemente, transferido a los privados, con lo cuál no habría manera de separar aquellas que se desea preservar.
Expertos como Ildo Sauer, ex titular de Petrobras y profesor en la Universidad de San Pablo, juzgan que “el hecho de vender usinas eléctricas no debe afectar, al menos en forma directa, la producción de energía. Ocurre que Eletrobras es una empresa que viene maniatada desde hace tiempo. Se tornó una empresa auxiliar de las negocios privados”.
En el segundo tándem de privatizaciones, anticipado por los funcionarios del gobierno brasileño, se incluyó entre otras propiedades a la Casa de la Moneda lo que provocó sorpresa. El secretario general de la Presidencia, el ministro Wellington Moreira Franco, buscó justificar esa venta: “Es por cuenta del avance de la tecnología, en una empresa que tiene como misión fabricar papel moneda y los pasaportes de los ciudadanos brasileños”.
Para el funcionario, “debemos profundizar los estudios sobre el destino de ese organismo, que viene con pérdidas sucesivas. Su función es producir papel moneda y monedas. Pero el consumo de estas última cayó. Todos usamos cada vez menos billetes y cada vez menos monedas (de metal). Por eso, la salud financiera de ese ente está cada vez más debilitado”.
Los especialistas advierten que ninguna de las grandes concesiones a los privados será realizada en lo que queda de este año. Estiman que las licitaciones estarían listas para fin del 2018. Así lo prevén al menos 12 de las privatizaciones previstas, lo que coincide con el final del gobierno de Temer. Entre las que saldrían recién dentro de un año se encuentran varios puertos como el de Belém, el Paranaguá (en Paraná) y el de Vitória (en Espírito Santo).
Entre los activos de los que piensa deshacerse el gobierno hay algunos paradigmáticos. Es el caso del Aeropuerto de Congonhas. Aprobado por el consejo de ministros del Programa de Asociación de Inversiones (PPI), como se llama ahora al antiguo mecanismo de Asociaciones Público Privadas (PPP), la inclusión de esa terminal aérea significa que el Estado se desprenderá de su aeropuerto más rentable.
Hoy responde por 20 por ciento de los ingresos totales que recibe la empresa pública Infraero. Su licitación prevé una recaudación mínima de 1.800 millones de dólares.
Hay otros 13 aeropuertos en juego, a lo largo y ancho del país. Todos ellos fueron modernizados y ampliados para el Campeonato Mundial de fútbol de 2014 y la Olimpíada de 2016. De este otro paquetito, el gobierno supone que recibirá 2.500 millones de dólares.
Entre tanto, desde el Nordeste por dónde realiza una caravana política, el ex presidente Lula da Silva aprovechó la oportunidad y no vaciló en cuestionar estas ventas. Dijo sobre el propio presidente Temer: “Un marido que no trabaja vende las cosas de la casa”.
La ruta de salida que prevé es vender en el menor tiempo posible las grandes joyas del Estado. Esta semana, el presidente anunció la decisión de entregar a los privados el capital mayoritario de Eletrobras. Se trata de un “monstruo” de la generación y transmisión eléctrica, cuyo capital mayoritario (63 por ciento) está en manos estatales e incluye dos plantas nucleares y la represa binacional de Itaipú.
Claro que el paquete es más abarcador y contiene varias otras privatizaciones: son 57 en total e incluyen aeropuertos, puertos, rutas y la Casa de la Moneda. Pero sobre todo están a la venta áreas de explotación de petróleo del llamado “pre-sal” (dónde está el mejor y más abundante crudo brasileño), como también de otros yacimientos.
En total, se habla de un ingreso que podría conseguirse hasta el próximo año de unos 14.000 millones de dólares, lo que podría resultar suficiente para compensar el mayor agujero fiscal (entre 2017 y 2018 deberá acumular unos 12.000 millones de la divisa norteamericana). Eletrobras, el mayor de los “diamantes”, no es cualquier empresa. Responde por el 35% de la generación de electricidad en Brasil.
El holding es dueño de plantas hidroeléctricas, de centrales termonucleares (las de Angra dos Reis), Itaipú que es una gran represa binacional (compartida con Paraguay); eólicas y solares. Según el gobierno, ni Angra I ni Angra II serian privatizadas, como tampoco Itaipú. Pero esto no parece ser factible ya que el plan del gobierno “temerista” es vender la mayoría del paquete accionario que está en sus manos (63 por ciento en total). Eletrobras a su vez tiene grandes subsidiarias como Furnas, Eletrosul, Eletronuclear y Eletronorte. El control de todas ellas sería, inevitablemente, transferido a los privados, con lo cuál no habría manera de separar aquellas que se desea preservar.
Expertos como Ildo Sauer, ex titular de Petrobras y profesor en la Universidad de San Pablo, juzgan que “el hecho de vender usinas eléctricas no debe afectar, al menos en forma directa, la producción de energía. Ocurre que Eletrobras es una empresa que viene maniatada desde hace tiempo. Se tornó una empresa auxiliar de las negocios privados”.
En el segundo tándem de privatizaciones, anticipado por los funcionarios del gobierno brasileño, se incluyó entre otras propiedades a la Casa de la Moneda lo que provocó sorpresa. El secretario general de la Presidencia, el ministro Wellington Moreira Franco, buscó justificar esa venta: “Es por cuenta del avance de la tecnología, en una empresa que tiene como misión fabricar papel moneda y los pasaportes de los ciudadanos brasileños”.
Para el funcionario, “debemos profundizar los estudios sobre el destino de ese organismo, que viene con pérdidas sucesivas. Su función es producir papel moneda y monedas. Pero el consumo de estas última cayó. Todos usamos cada vez menos billetes y cada vez menos monedas (de metal). Por eso, la salud financiera de ese ente está cada vez más debilitado”.
Los especialistas advierten que ninguna de las grandes concesiones a los privados será realizada en lo que queda de este año. Estiman que las licitaciones estarían listas para fin del 2018. Así lo prevén al menos 12 de las privatizaciones previstas, lo que coincide con el final del gobierno de Temer. Entre las que saldrían recién dentro de un año se encuentran varios puertos como el de Belém, el Paranaguá (en Paraná) y el de Vitória (en Espírito Santo).
Entre los activos de los que piensa deshacerse el gobierno hay algunos paradigmáticos. Es el caso del Aeropuerto de Congonhas. Aprobado por el consejo de ministros del Programa de Asociación de Inversiones (PPI), como se llama ahora al antiguo mecanismo de Asociaciones Público Privadas (PPP), la inclusión de esa terminal aérea significa que el Estado se desprenderá de su aeropuerto más rentable.
Hoy responde por 20 por ciento de los ingresos totales que recibe la empresa pública Infraero. Su licitación prevé una recaudación mínima de 1.800 millones de dólares.
Hay otros 13 aeropuertos en juego, a lo largo y ancho del país. Todos ellos fueron modernizados y ampliados para el Campeonato Mundial de fútbol de 2014 y la Olimpíada de 2016. De este otro paquetito, el gobierno supone que recibirá 2.500 millones de dólares.
Entre tanto, desde el Nordeste por dónde realiza una caravana política, el ex presidente Lula da Silva aprovechó la oportunidad y no vaciló en cuestionar estas ventas. Dijo sobre el propio presidente Temer: “Un marido que no trabaja vende las cosas de la casa”.