“Nuestra Internacional Progresista debe llevar adelante una visión de prosperidad compartida y ecológica que podemos lograr gracias a la ingenio humano, siempre que la democracia le dé la oportunidad de desarrollarse.” Yanis Varoufakis
En este mes de Septiembre de 2018, un espacio amplio progresista ha logrado llegar a consenso sobre la urgencia de un frente unido contra la derecha nacionalista y la regresión acelerada de derechos que ésta trae alrededor del mundo. Ésto ha sido gracias a distintas convocatorias y pronunciamientos de líderes en América del Norte y del Sur, así como en Europa, en un momento clave para el futuro del mundo.
Una de esas convergencias fue convocada por el Common Action Forum, y sus co-fundadores Rafael Heiber y Wadah Khanfar, y presidida por uno de sus consejeros, el diplomático y ex canciller de Brasil Celso Amorim, llevando a la misma mesa a variados actores: un ex presidente europeo, una ex vicepresidenta Centroamericana, prestigiosos juristas, personas poderosas en los medios, activistas, intelectuales y hasta un economista americano. Estaban representadas a la mesa casi tantas posiciones políticas como asistentes. Cinco regiones del mundo y raro consenso general en cuanto a la prioridad: la urgente tarea de recuperar la democracia y de no detenerse por egos o grietas partidistas para dicha tarea. Actuar rápida y congruentemente. Fortalecer alianzas regionales y globales, para defender y fortalecer los valores y expresiones democráticas. Ésto estuvo organizado en paralelo a un evento similar celebrado en Sao Paulo, que también fue presidido por Celso Amorim y una delegación internacional.
Estas dos reuniones se dan casi en simultáneo y coinciden con el llamado que el ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis y el senador demócrata Bernie Sanders hicieran para la creación de una plataforma progresista internacional e interseccional, donde todas las personas, de todos los continentes están invitadas a unirse y oponerse al alza de la Internacional Nacionalista y a su vez imaginar una agenda mínima, soñar el mundo que queremos colectivamente.
Salvar a Lula, y a los otros Lulas para rescatar la legitimidad de las elecciones
Al identificar los problemas globales que han facilitado el auge de la extrema derecha, hubo coincidencia de la raíz de éstos en la desigualdad exacerbada de la que sufre la mayoría del mundo. Pero también de la grave instrumentalización del sistema de justicia ( lawfare) para precisamente neutralizar los proyectos políticos que han luchado consistente y efectivamente para reducir dicha desigualdad.
Tanto el evento de Madrid como el de Sao Paulo notaron que la persona a la vez más ausente y más presente en la habitación era el ex Presidente de Brasil y el más querido líder político Luiz Inácio Lula da Silva. “Lula” representó una avanzada de esos valores progresistas que hoy tanto hacen falta en la política, con la reducción de la pobreza extrema en un 75%, con la redefinición una política exterior digna y que colocó como prioridad el avance de los derechos económicos, sociales y culturales al centro. Con relaciones Sur-Sur, especialmente con África, que abrieron posibilidades de colaboración entre continentes mucho más allá de la dimensión económica.
Hoy Lula enfrenta un proceso irregular de principio a fin, y se le ha arrebatado la posibilidad de participar en las elecciones generales, aún si fuera absuelto en el proceso que enfrenta. Al arrebatársele dicha posibilidad, se ha despojado a los votantes brasileños de la posibilidad de votar por el candidato de su preferencia. Un boicot gestionado desde precisamente las élites que avanzan la agenda nacionalista, extractivista y de austeridad en el país más grande de América Latina. Salvar a Lula es simbólico.
Y hay muchos Lulas hoy. Tanto instituciones como personas que se enfrentan a los poderes de las élites económicas están bajo ataque. Aquellos que presentan obstáculos a la remilitarización. A los que denuncian a oligarquías corruptas destapando escándalos de las élites con sus publicaciones. A los que promueven la austeridad, mientras esconden su riqueza en paraísos fiscales. A los que abogan contra el deterioro extractivista del planeta. A todos ellos les espera en la mayoría de países del mundo un destino similar al de Lula: en el mejor de los casos, persecución legal, en coordinación con ataques mediáticos y cárcel preventiva.
En el peor de los casos, asesinatos extrajudiciales, o exilio, como pasa hoy con los periodistas turcos, los líderes sociales colombianos, los líderes estudiantiles nicaragüenses, los líderes campesinos guatemaltecos. Como pasó con Marielle Franco. Al final, recuperar la democracia es también salvar los proyectos políticos de todos esos “Lulas” que también luchan, en el entorno más adverso de este siglo, por el avance del derecho. Su lucha entonces se torna imposible sin un apoyo y solidaridad internacional.
Próximos pasos: Formación del Consejo del Frente Progresista Internacional
800 millones de personas viviendo en extrema pobreza. Desde la crisis financiera de 2008, el 1929 de nuestra generación, la desigualdad aumentó, así como la concentración de la riqueza y su influencia en la política. Hay más personas viviendo como refugiados y desplazados que las que había después de la Segunda Guerra Mundial. Las nuevas tecnologías y su poder, concentrado en 5 compañías, están activamente erosionando instituciones, como las elecciones. El gasto militar global aumentó considerablemente. La crisis climática empieza a cobrar sus víctimas y se expande de una manera acelerada. La arbitrariedad del poder es la norma. Más de doscientos ambientalistas perdieron la vida el año pasado defendiendo el territorio. Ante emergencias y serios retrocesos en todos los frentes, la pasividad no tiene lugar.
Los progresistas del mundo están de acuerdo en los problemas que debilitan a nuestras democracias cada día. Y desde una plataforma común están preparando tanto el ataque, como la propuesta. En los meses siguientes se conformará un Consejo y una plataforma para este esfuerzo amplio de las fuerzas progresistas del mundo, para imaginar un futuro común, un camino posible. Los retos inmediatos serán las elecciones en Brasil en Octubre, las elecciones federales, estatales y locales de Estados Unidos de América, a finales del año y las Elecciones del Parlamento Europeo en la primavera de 2019.
En este mes de Septiembre de 2018, un espacio amplio progresista ha logrado llegar a consenso sobre la urgencia de un frente unido contra la derecha nacionalista y la regresión acelerada de derechos que ésta trae alrededor del mundo. Ésto ha sido gracias a distintas convocatorias y pronunciamientos de líderes en América del Norte y del Sur, así como en Europa, en un momento clave para el futuro del mundo.
Una de esas convergencias fue convocada por el Common Action Forum, y sus co-fundadores Rafael Heiber y Wadah Khanfar, y presidida por uno de sus consejeros, el diplomático y ex canciller de Brasil Celso Amorim, llevando a la misma mesa a variados actores: un ex presidente europeo, una ex vicepresidenta Centroamericana, prestigiosos juristas, personas poderosas en los medios, activistas, intelectuales y hasta un economista americano. Estaban representadas a la mesa casi tantas posiciones políticas como asistentes. Cinco regiones del mundo y raro consenso general en cuanto a la prioridad: la urgente tarea de recuperar la democracia y de no detenerse por egos o grietas partidistas para dicha tarea. Actuar rápida y congruentemente. Fortalecer alianzas regionales y globales, para defender y fortalecer los valores y expresiones democráticas. Ésto estuvo organizado en paralelo a un evento similar celebrado en Sao Paulo, que también fue presidido por Celso Amorim y una delegación internacional.
Estas dos reuniones se dan casi en simultáneo y coinciden con el llamado que el ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis y el senador demócrata Bernie Sanders hicieran para la creación de una plataforma progresista internacional e interseccional, donde todas las personas, de todos los continentes están invitadas a unirse y oponerse al alza de la Internacional Nacionalista y a su vez imaginar una agenda mínima, soñar el mundo que queremos colectivamente.
Salvar a Lula, y a los otros Lulas para rescatar la legitimidad de las elecciones
Al identificar los problemas globales que han facilitado el auge de la extrema derecha, hubo coincidencia de la raíz de éstos en la desigualdad exacerbada de la que sufre la mayoría del mundo. Pero también de la grave instrumentalización del sistema de justicia ( lawfare) para precisamente neutralizar los proyectos políticos que han luchado consistente y efectivamente para reducir dicha desigualdad.
Tanto el evento de Madrid como el de Sao Paulo notaron que la persona a la vez más ausente y más presente en la habitación era el ex Presidente de Brasil y el más querido líder político Luiz Inácio Lula da Silva. “Lula” representó una avanzada de esos valores progresistas que hoy tanto hacen falta en la política, con la reducción de la pobreza extrema en un 75%, con la redefinición una política exterior digna y que colocó como prioridad el avance de los derechos económicos, sociales y culturales al centro. Con relaciones Sur-Sur, especialmente con África, que abrieron posibilidades de colaboración entre continentes mucho más allá de la dimensión económica.
Hoy Lula enfrenta un proceso irregular de principio a fin, y se le ha arrebatado la posibilidad de participar en las elecciones generales, aún si fuera absuelto en el proceso que enfrenta. Al arrebatársele dicha posibilidad, se ha despojado a los votantes brasileños de la posibilidad de votar por el candidato de su preferencia. Un boicot gestionado desde precisamente las élites que avanzan la agenda nacionalista, extractivista y de austeridad en el país más grande de América Latina. Salvar a Lula es simbólico.
Y hay muchos Lulas hoy. Tanto instituciones como personas que se enfrentan a los poderes de las élites económicas están bajo ataque. Aquellos que presentan obstáculos a la remilitarización. A los que denuncian a oligarquías corruptas destapando escándalos de las élites con sus publicaciones. A los que promueven la austeridad, mientras esconden su riqueza en paraísos fiscales. A los que abogan contra el deterioro extractivista del planeta. A todos ellos les espera en la mayoría de países del mundo un destino similar al de Lula: en el mejor de los casos, persecución legal, en coordinación con ataques mediáticos y cárcel preventiva.
En el peor de los casos, asesinatos extrajudiciales, o exilio, como pasa hoy con los periodistas turcos, los líderes sociales colombianos, los líderes estudiantiles nicaragüenses, los líderes campesinos guatemaltecos. Como pasó con Marielle Franco. Al final, recuperar la democracia es también salvar los proyectos políticos de todos esos “Lulas” que también luchan, en el entorno más adverso de este siglo, por el avance del derecho. Su lucha entonces se torna imposible sin un apoyo y solidaridad internacional.
Próximos pasos: Formación del Consejo del Frente Progresista Internacional
800 millones de personas viviendo en extrema pobreza. Desde la crisis financiera de 2008, el 1929 de nuestra generación, la desigualdad aumentó, así como la concentración de la riqueza y su influencia en la política. Hay más personas viviendo como refugiados y desplazados que las que había después de la Segunda Guerra Mundial. Las nuevas tecnologías y su poder, concentrado en 5 compañías, están activamente erosionando instituciones, como las elecciones. El gasto militar global aumentó considerablemente. La crisis climática empieza a cobrar sus víctimas y se expande de una manera acelerada. La arbitrariedad del poder es la norma. Más de doscientos ambientalistas perdieron la vida el año pasado defendiendo el territorio. Ante emergencias y serios retrocesos en todos los frentes, la pasividad no tiene lugar.
Los progresistas del mundo están de acuerdo en los problemas que debilitan a nuestras democracias cada día. Y desde una plataforma común están preparando tanto el ataque, como la propuesta. En los meses siguientes se conformará un Consejo y una plataforma para este esfuerzo amplio de las fuerzas progresistas del mundo, para imaginar un futuro común, un camino posible. Los retos inmediatos serán las elecciones en Brasil en Octubre, las elecciones federales, estatales y locales de Estados Unidos de América, a finales del año y las Elecciones del Parlamento Europeo en la primavera de 2019.