El Ateneo Gran Splendid, una de las librerías más impactantes de la ciudad. Foto: LA NACION / Santiago Filipuzzi
Buenos Aires tiene otro motivo para sentirse orgullosa: ocupa el primer lugar en el mundo en cantidad de librerías por habitante, según el estudio World Cities Culture Forum 2014. Tiene 467, aunque su distribución territorial es muy desigual: en algunos barrios se concentran grandes cantidades, y en otros directamente no hay ninguna.
En el ranking internacional, que incluye otras 25 grandes urbes, Buenos Aires figura con 25 librerías cada 100.000 habitantes; la escolta Hong Kong, con 22; Madrid, con 16, y Shanghai, con 15. Los últimos lugares los ocupan Singapur y Estambul, con 3.
De la información publicada por el sitio oficial Buenos Aires Data se desprende que San Nicolás, en el microcentro, es el barrio porteño que más librerías tiene: 121. Recoleta tiene 57 y Balvanera, 46. En cambio, en Villa Soldati y en Barracas, entre otros, no hay ninguna.
La categoría «librería» incluye a todos los lugares de venta de libros a la calle.
La concentración de los lugares en los que se pueden comprar libros es muy marcada y diversa. En el microcentro hay una gran densidad: en San Nicolás son 242 habitantes por librería; en San Telmo, 1278, y en Caballito, 10.357.
En zonas más alejadas o hacia el Sur, la realidad es distinta. En toda la comuna 8, por caso, no hay ni una. Los barrios en los que no figura librería alguna son catorce.
Consultado por LA NACION, el vicepresidente de la Asociación de Libreros Anticuarios de la Argentina (Alada) y dueño de la librería Fernández Blanco, Lucio Aquilanti, explicó: «Históricamente, se fundaron las librerías en el centro, en el barrio de San Nicolás. Se abrieron un montón de librerías, que están desde hace muchos años y que siguen porque la gente continúa comprando libros».
Las estadísticas publicadas por la Cámara Argentina del Libro (CAL) muestran que desde 2002 hasta 2013 el número de libros publicados creció de manera sostenida. La jefa de prensa de la división argentina del grupo Penguin Random House, Florencia Ure, ratificó esta información. «En los últimos años se expandió la cantidad de títulos, ya que crece y se diversifica el público, y entonces se diversifican los intereses y las categorías», dijo.
Aquilanti explicó que el atractivo de las librerías radica en que «la gente entra allí buscando algo que digitalmente no va a encontrar: conectarse con el librero, con el libro, con el papel, con los otros clientes». Cerca del 80% de la comercialización actual de libros en la Argentina se realiza a través de librerías.
Además, según la Encuesta a Librerías de la Ciudad de Buenos Aires (ENLI), durante el segundo trimestre de 2014 la facturación aumentó un 23,5% respecto del mismo período del año anterior, como consecuencia de un incremento interanual del precio promedio de los libros del 29,5%. Por otra parte, la apertura de dos nuevos locales en el período se vio reflejada en una pequeña mejora en el nivel de empleo.
La Capital no sólo lidera el ranking internacional, sino que contiene importantes librerías que enriquecen su acervo cultural. En pleno casco histórico porteño puede visitarse, entre otras, la casi bicentenaria librería Ávila, ubicada en Alsina al 500. Otra de las joyas entre las librerías del mundo es la librería Ateneo Gran Splendid. Construida en 1903 como teatro y utilizada hasta el año 2000 como sala de cine, funciona desde hace quince años como tienda de libros. Es la librería más grande de América del Sur y, según el diario británico The Guardian, la segunda entre las más bellas, detrás de la curiosa Boekhandel Selexyz Dominicanen, en Maastrich (Holanda), que ocupa una antigua iglesia de 800 años.
El distrito sin libros
En la comuna 8 de la ciudad, en cambio, no se registra ninguna librería, pero esos barrios no son los únicos en esta situación. Tampoco hay librerías en Barracas, Parque Chacabuco, Coghlan, Parque Avellaneda, Monte Castro, Vélez Sarsfield, Villa Luro, Villa Real, Santa Rita, Villa Pueyrredón, Villa Crespo y Villa Ortúzar.
En conversación con LA NACION, vecinos de Villa Soldati se quejaron de esta carencia. Explicaron que deben irse hasta otros barrios para conseguir libros.
«Si quiero un libro, tengo que ir a la avenida Corrientes, a parque Rivadavia», expresó Marcelo, de 44 años. Y dijo que la falta de librerías «es una ausencia importante».
«No tenemos cómo acceder: tenemos que salir a buscar a [Nueva] Pompeya, a Flores», contó Marta, de 63. Y ejemplificó: «Cuando quiero ayudar a mi nieta con su tarea y tiene que buscar información, no tengo cómo hacerlo. Porque no sé usar la computadora y tampoco tengo un libro o diccionario en el que esté lo que buscamos».
La mayoría de los consultados dijo que los libros que tenían en sus casas eran heredados o que se los había proveído la escuela. «Fuera del libro escolar, no tenés otra cosa», afirmó Vanina, de 31 años. «Si yo quiero comprarles un libro de cuentos a mis hijos, no tengo dónde hacerlo, no hay un lugar acá en donde se vendan.»
Mónica, de 50 años, resumió lo que sienten los vecinos al expresar: «Estaría bueno, al menos, que hubiera una librería de libros usados».
Buenos Aires tiene otro motivo para sentirse orgullosa: ocupa el primer lugar en el mundo en cantidad de librerías por habitante, según el estudio World Cities Culture Forum 2014. Tiene 467, aunque su distribución territorial es muy desigual: en algunos barrios se concentran grandes cantidades, y en otros directamente no hay ninguna.
En el ranking internacional, que incluye otras 25 grandes urbes, Buenos Aires figura con 25 librerías cada 100.000 habitantes; la escolta Hong Kong, con 22; Madrid, con 16, y Shanghai, con 15. Los últimos lugares los ocupan Singapur y Estambul, con 3.
De la información publicada por el sitio oficial Buenos Aires Data se desprende que San Nicolás, en el microcentro, es el barrio porteño que más librerías tiene: 121. Recoleta tiene 57 y Balvanera, 46. En cambio, en Villa Soldati y en Barracas, entre otros, no hay ninguna.
La categoría «librería» incluye a todos los lugares de venta de libros a la calle.
La concentración de los lugares en los que se pueden comprar libros es muy marcada y diversa. En el microcentro hay una gran densidad: en San Nicolás son 242 habitantes por librería; en San Telmo, 1278, y en Caballito, 10.357.
En zonas más alejadas o hacia el Sur, la realidad es distinta. En toda la comuna 8, por caso, no hay ni una. Los barrios en los que no figura librería alguna son catorce.
Consultado por LA NACION, el vicepresidente de la Asociación de Libreros Anticuarios de la Argentina (Alada) y dueño de la librería Fernández Blanco, Lucio Aquilanti, explicó: «Históricamente, se fundaron las librerías en el centro, en el barrio de San Nicolás. Se abrieron un montón de librerías, que están desde hace muchos años y que siguen porque la gente continúa comprando libros».
Las estadísticas publicadas por la Cámara Argentina del Libro (CAL) muestran que desde 2002 hasta 2013 el número de libros publicados creció de manera sostenida. La jefa de prensa de la división argentina del grupo Penguin Random House, Florencia Ure, ratificó esta información. «En los últimos años se expandió la cantidad de títulos, ya que crece y se diversifica el público, y entonces se diversifican los intereses y las categorías», dijo.
Aquilanti explicó que el atractivo de las librerías radica en que «la gente entra allí buscando algo que digitalmente no va a encontrar: conectarse con el librero, con el libro, con el papel, con los otros clientes». Cerca del 80% de la comercialización actual de libros en la Argentina se realiza a través de librerías.
Además, según la Encuesta a Librerías de la Ciudad de Buenos Aires (ENLI), durante el segundo trimestre de 2014 la facturación aumentó un 23,5% respecto del mismo período del año anterior, como consecuencia de un incremento interanual del precio promedio de los libros del 29,5%. Por otra parte, la apertura de dos nuevos locales en el período se vio reflejada en una pequeña mejora en el nivel de empleo.
La Capital no sólo lidera el ranking internacional, sino que contiene importantes librerías que enriquecen su acervo cultural. En pleno casco histórico porteño puede visitarse, entre otras, la casi bicentenaria librería Ávila, ubicada en Alsina al 500. Otra de las joyas entre las librerías del mundo es la librería Ateneo Gran Splendid. Construida en 1903 como teatro y utilizada hasta el año 2000 como sala de cine, funciona desde hace quince años como tienda de libros. Es la librería más grande de América del Sur y, según el diario británico The Guardian, la segunda entre las más bellas, detrás de la curiosa Boekhandel Selexyz Dominicanen, en Maastrich (Holanda), que ocupa una antigua iglesia de 800 años.
El distrito sin libros
En la comuna 8 de la ciudad, en cambio, no se registra ninguna librería, pero esos barrios no son los únicos en esta situación. Tampoco hay librerías en Barracas, Parque Chacabuco, Coghlan, Parque Avellaneda, Monte Castro, Vélez Sarsfield, Villa Luro, Villa Real, Santa Rita, Villa Pueyrredón, Villa Crespo y Villa Ortúzar.
En conversación con LA NACION, vecinos de Villa Soldati se quejaron de esta carencia. Explicaron que deben irse hasta otros barrios para conseguir libros.
«Si quiero un libro, tengo que ir a la avenida Corrientes, a parque Rivadavia», expresó Marcelo, de 44 años. Y dijo que la falta de librerías «es una ausencia importante».
«No tenemos cómo acceder: tenemos que salir a buscar a [Nueva] Pompeya, a Flores», contó Marta, de 63. Y ejemplificó: «Cuando quiero ayudar a mi nieta con su tarea y tiene que buscar información, no tengo cómo hacerlo. Porque no sé usar la computadora y tampoco tengo un libro o diccionario en el que esté lo que buscamos».
La mayoría de los consultados dijo que los libros que tenían en sus casas eran heredados o que se los había proveído la escuela. «Fuera del libro escolar, no tenés otra cosa», afirmó Vanina, de 31 años. «Si yo quiero comprarles un libro de cuentos a mis hijos, no tengo dónde hacerlo, no hay un lugar acá en donde se vendan.»
Mónica, de 50 años, resumió lo que sienten los vecinos al expresar: «Estaría bueno, al menos, que hubiera una librería de libros usados».
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