Burzaco: «No sirve compararse con otros países, la comparación debe ser con nosotros mismos». Foto: Graciela Calabrese
Después de dos años al frente de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco dejará esta semana el cargo. Entre el aumento del narcotráfico y la escalada de violencia en los delitos, para el dirigente de Pro no es tiempo para que la política se autofelicite por el camino fácil de trazar comparaciones con los índices de inseguridad de otros países. «No hay que minimizar el problema de delito -expresó en una entrevista con LA NACION-. Es cierto que la ciudad de Buenos Aires es una de las más seguras de América latina, pero la comparación debe ser con nosotros mismos. Y en eso no estamos bien. Estamos significativamente peor que hace 20 años, con el doble de delitos».
La visión de Burzaco apuntó a que la Policía Metropolitana aún es una fuerza joven, con apenas 2500 integrantes y, en consecuencia, con un radio de acción restringido para marcar diferencias. «En Madrid llevó una década afianzar su policía comunal», dijo. Sí estimó Burzaco que la fuerza de seguridad porteña dio pasos importantes para reforzar la seguridad de la ciudad. Y afirmó: «La Policía Metropolitana llegó para quedarse. Eso se vio en la campaña electoral, en la que no hubo candidatos que pidiesen su desarticulación. El vecino ya confía en esta fuerza. A partir del apoyo político que nos dio Mauricio Macri se pudo hacer un buen trabajo».
-¿Qué pasará si es transferida una parte de la Policía Federal a la ciudad?
-Si eso ocurre, la transferencia se absorberá en el marco de la Policía Metropolitana. Claro que algo así sería imposible para la ciudad si no es prevista también la transferencia de recursos.
Burzaco consideró que la ciudad necesitaría 16.000 policías de calle -divididos en cuatro turnos- para consolidar un sistema eficaz de prevención del delito. Aclaró, además, que el problema de la inseguridad no se resuelve sólo con policías. «Hay que ver los temas de fondo, estructurales, como resolver la urbanización de zonas de emergencia, donde los narcotraficantes hacen su negocio si el lugar queda aislado.»
-¿Hay zonas de la ciudad donde la fuerza pública no puede entrar?
-No, la policía entra en todos lados, pero el problema es que sí hay lugares en los que no puede mantenerse, en los que se puede hacer un operativo y a las pocas horas debe salirse debido al nivel de conflictividad. Por eso es importante urbanizar asentamientos para que no sea algo normal tener territorios sin ley.
Burzaco es un político especializado en cuestiones de seguridad. A sus antecedentes teóricos le sumó en estos años la experiencia de campo. Y definió: «Se observa en los delitos un nivel de ensañamiento más elevado y generalizado que hace años, especialmente contra los más débiles, como ancianos y menores. Por eso hicimos foco en la instalación de los corredores escolares seguros».
Una de las críticas políticas habituales que recibe la Policía Metropolitana es no especializarse en delitos menores, en la resolución de conflictos por la ocupación de la vía pública, para, en cambio, asumir con pocos agentes un servicio completo de seguridad como el que realiza la Policía Federal. Burzaco relató el criterio que llevó adelante: «Cuando arrancamos tuvimos que definir si nos volcaríamos a un trabajo geográfico o por tipo de delitos. Se decidió trabajar por zonas. No queríamos que la Policía Metropolitana se convirtiese en una Guardia Urbana, sino en una real fuerza para intervenir frente al delito». Y agregó: «Los vecinos no nos iban a permitir, por otra parte, que digamos que nos ocuparíamos sólo de ciertos delitos, porque lo que pretende es que se le dé seguridad de manera integral. La idea fue ir de la periferia al centro, empezar a cuidar los barrios, donde el vecino tiene un mayor sentido de pertenencia».
La difícil relación con el gobierno nacional quedó expuesta en varias ocasiones. Burzaco comentó: «Una de las complicaciones es que, por nuestra cantidad limitada de efectivos, aún tenemos dependencia de las autoridades nacionales frente a situaciones complejas de ocupaciones del espacio público. Nosotros tenemos un grupo de infantería de 50 hombres, mientras que la Federal cuenta con 2500, además de Caballería y grupos especiales. En muchos casos nos dejaron solos».
Burzaco trazó una diferencia, en cambio, con el trato cotidiano entre su fuerza y la Policía Federal: «En general se trabajó bien, especialmente mientras estuvo el comisario [Néstor] Vallecca al frente de la Federal. También hubo cooperación sin problemas con Prefectura y Gendarmería».
Para Burzaco, uno de los elementos que más inciden en el aumento de la violencia de los delitos es la irrupción del narcotráfico, la incipiente instalación del comercio de drogas con todos sus elementos. Por eso consideró como uno de los puntos por mejorar en la Policía Metropolitana el fortalecimiento del área de investigaciones complejas. Esa será, quizá, tarea para su reemplazante, Horacio Giménez, comisario general retirado de la Policía Federal..
Después de dos años al frente de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco dejará esta semana el cargo. Entre el aumento del narcotráfico y la escalada de violencia en los delitos, para el dirigente de Pro no es tiempo para que la política se autofelicite por el camino fácil de trazar comparaciones con los índices de inseguridad de otros países. «No hay que minimizar el problema de delito -expresó en una entrevista con LA NACION-. Es cierto que la ciudad de Buenos Aires es una de las más seguras de América latina, pero la comparación debe ser con nosotros mismos. Y en eso no estamos bien. Estamos significativamente peor que hace 20 años, con el doble de delitos».
La visión de Burzaco apuntó a que la Policía Metropolitana aún es una fuerza joven, con apenas 2500 integrantes y, en consecuencia, con un radio de acción restringido para marcar diferencias. «En Madrid llevó una década afianzar su policía comunal», dijo. Sí estimó Burzaco que la fuerza de seguridad porteña dio pasos importantes para reforzar la seguridad de la ciudad. Y afirmó: «La Policía Metropolitana llegó para quedarse. Eso se vio en la campaña electoral, en la que no hubo candidatos que pidiesen su desarticulación. El vecino ya confía en esta fuerza. A partir del apoyo político que nos dio Mauricio Macri se pudo hacer un buen trabajo».
-¿Qué pasará si es transferida una parte de la Policía Federal a la ciudad?
-Si eso ocurre, la transferencia se absorberá en el marco de la Policía Metropolitana. Claro que algo así sería imposible para la ciudad si no es prevista también la transferencia de recursos.
Burzaco consideró que la ciudad necesitaría 16.000 policías de calle -divididos en cuatro turnos- para consolidar un sistema eficaz de prevención del delito. Aclaró, además, que el problema de la inseguridad no se resuelve sólo con policías. «Hay que ver los temas de fondo, estructurales, como resolver la urbanización de zonas de emergencia, donde los narcotraficantes hacen su negocio si el lugar queda aislado.»
-¿Hay zonas de la ciudad donde la fuerza pública no puede entrar?
-No, la policía entra en todos lados, pero el problema es que sí hay lugares en los que no puede mantenerse, en los que se puede hacer un operativo y a las pocas horas debe salirse debido al nivel de conflictividad. Por eso es importante urbanizar asentamientos para que no sea algo normal tener territorios sin ley.
Burzaco es un político especializado en cuestiones de seguridad. A sus antecedentes teóricos le sumó en estos años la experiencia de campo. Y definió: «Se observa en los delitos un nivel de ensañamiento más elevado y generalizado que hace años, especialmente contra los más débiles, como ancianos y menores. Por eso hicimos foco en la instalación de los corredores escolares seguros».
Una de las críticas políticas habituales que recibe la Policía Metropolitana es no especializarse en delitos menores, en la resolución de conflictos por la ocupación de la vía pública, para, en cambio, asumir con pocos agentes un servicio completo de seguridad como el que realiza la Policía Federal. Burzaco relató el criterio que llevó adelante: «Cuando arrancamos tuvimos que definir si nos volcaríamos a un trabajo geográfico o por tipo de delitos. Se decidió trabajar por zonas. No queríamos que la Policía Metropolitana se convirtiese en una Guardia Urbana, sino en una real fuerza para intervenir frente al delito». Y agregó: «Los vecinos no nos iban a permitir, por otra parte, que digamos que nos ocuparíamos sólo de ciertos delitos, porque lo que pretende es que se le dé seguridad de manera integral. La idea fue ir de la periferia al centro, empezar a cuidar los barrios, donde el vecino tiene un mayor sentido de pertenencia».
La difícil relación con el gobierno nacional quedó expuesta en varias ocasiones. Burzaco comentó: «Una de las complicaciones es que, por nuestra cantidad limitada de efectivos, aún tenemos dependencia de las autoridades nacionales frente a situaciones complejas de ocupaciones del espacio público. Nosotros tenemos un grupo de infantería de 50 hombres, mientras que la Federal cuenta con 2500, además de Caballería y grupos especiales. En muchos casos nos dejaron solos».
Burzaco trazó una diferencia, en cambio, con el trato cotidiano entre su fuerza y la Policía Federal: «En general se trabajó bien, especialmente mientras estuvo el comisario [Néstor] Vallecca al frente de la Federal. También hubo cooperación sin problemas con Prefectura y Gendarmería».
Para Burzaco, uno de los elementos que más inciden en el aumento de la violencia de los delitos es la irrupción del narcotráfico, la incipiente instalación del comercio de drogas con todos sus elementos. Por eso consideró como uno de los puntos por mejorar en la Policía Metropolitana el fortalecimiento del área de investigaciones complejas. Esa será, quizá, tarea para su reemplazante, Horacio Giménez, comisario general retirado de la Policía Federal..