Economía Viernes 31 de Octubre de 2014
Por Carlos Burgueño.-
Después del swap con China que se presentó ayer, el próximo objetivo financiero del Gobierno para fortalecer las reservas es avanzar en la activación del acuerdo que en marzo pasado cerraron Cristina de Kirchner y François Hollande en la cumbre que ambos jefes de Estado protagonizaron en París, y que implicaría el fortalecimiento de las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) por unos u$s 650 millones. En ese encuentro, los dos presidentes acordaron relanzar el pacto entre los bancos centrales de los dos países por un total de u$s 3.000 millones, luego que en 2013 el país hubiera terminado de pagar un crédito puente similar por un total de u$s 4.000 millones. En este caso, el dinero negociado como préstamo puente al país de parte del Banco Central de Francia era el paso previo para la firma del acuerdo entre la Argentina y los Estados acreedores del Club de París; y tenía como fin garantizarles a los países firmantes que, al menos en una primera etapa de tres años, el Gobierno tendría el dinero suficiente como para garantizar el plan de pagos negociado. Como el país utilizó u$s 642 millones en agosto pasado para realizar el primer pago acordado con los acreedores del organismo internacional con el uso de reservas, el Ministerio de Economía de Axel Kicillof quiere negociar las garantías pactadas con el Gobierno francés para que ese dinero llegue a las reservas del Central antes de fin de año.
La operación pactada en su momento consiste en que el BCRA ponga como garantía de pago del préstamo los dólares de sus propias reservas que están depositados en el Banco de Basilea. Se trata de un mecanismo habitual entre bancos centrales, que, en teoría, no requiere mayores sofisticaciones financieras para cerrarse ni resulta costoso para las partes. Se lo denomina mecanismo «repo» y fue utilizado varias veces durante el Gobierno de Néstor Kirchner y los primeros años de gestión de Cristina de Kirchner, en circunstancias, como las actuales, donde no existía financiamiento externo. En el caso de Francia, en el acuerdo primario cerrado por el expresidente del Central Martín Redrado en 2007, el monto negociado alcanzaba los u$s 4.000 millones, y fue utilizado por el país para cumplir con diferentes vencimientos de deuda de la era posdefault. Para 2013 el país ya había terminado de girar los pagos para dejar la cuenta en cero, y, según el propio pacto cerrado originalmente entre los dos países, se podría volver a negociar un «repo» similar al anterior. Lo que se discutió en marzo pasado fue un acuerdo global por u$s 3.000 millones, pero en lugar de ser de «libre disponibilidad», se trataría de depósitos para garantizar el cumplimiento de la primera etapa de pagos al contado que la Argentina se comprometía a realizar con los acreedores del Club de París. Esto es, un pago de u$s 650 millones antes de agosto de este año, otros u$s 500 antes de mayo de 2015 y otro similar antes de mayo de 2016. Sería un mínimo de u$s 1.650 millones que el Banco de Francia debería comprometerse a aportar.
El pago de julio pasado fue realizado directamente con reservas del BCRA, ya que en aquellos días Axel Kicillof quería dar una señal de fortaleza propia a los mercados locales y demostrarles a los acreedores externos que el país tenía un compromiso de cumplir con los pagos de los vencimientos de deuda pactadas por el Gobierno. Eran momentos en que la Argentina discutía en el bufete del Special Master designado por Thomas Griesa, Daniel Pollack, una solución al fallo en contra del país que había dictado el juez neoyorquino, mientras el reloj del vencimiento del Discount por unos u$s 539 millones se acercaba. La intención de Economía fue demostrar que el default técnico al que se llegaría desde el 1 de agosto sería una ironía, ya que el país cumplía con sus compromisos y que lo hacía con sus propias reservas. Cumplido ese gesto, ahora la intención es activar el acuerdo con Francia para ayudar a subir las reservas para fin de año.
«Sin el FMI… ¿cómo pagará la Argentina lo que está prometiendo?», había preguntado el 30 de marzo el representante de Alemania a Axel Kicillof, durante las largas y arduas jornadas negociadoras para cerrar el acuerdo con el Club de París. En ese momento fue el propio presidente del organismo, Ramón Fernández, el secretario de Tesoro galo, quien explicaba que «el Banco de Francia está a punto de cerrar un acuerdo con el Banco Central de la República Argentina y tenemos la seguridad de que ese dinero garantizará al menos hasta diciembre de 2015 los pagos comprometidos». Hacía referencia al acuerdo oficializado en junio entre el Gobierno argentino y el europeo por el que volverá a activarse el mecanismo del «repo».
El propio ministro de Economía, Axel Kicillof, les aseguraba, y volvía a repetirlo, que el pago que se concretará en julio por unos u$s 650 millones se hará con recursos propios y sin necesidad de contar con ningún apoyo financiero, incluyendo el que aportará el acuerdo con el Banco de Francia. Aseguraba que el dinero estaba disponible, incluyendo además el pago de u$s 500 millones de mayo del próximo año (con el que se completará el compromiso durante el Gobierno de Cristina de Kirchner). Sin embargo, los acreedores insistían, y en las reuniones privadas donde se evaluaba el miércoles por la tarde parisina si se aceptaba o no la propuesta argentina, la opinión de Fernández resultó fundamental para destrabar las discusiones.
Obviamente, la posición Fernández no obedeció a su propia iniciativa. El titular del Club de París había recibido órdenes expresas del presidente Hollande para que se convierta en el eje fundamental del acuerdo entre el organismo y la Argentina. Para entender esta posición hay que remontarse al 19 de marzo pasado, cuando Cristina de Kirchner fue recibida por Hollande en el palacio del Elíseo, oportunidad en la que ambos jefes de Estado demostraron nuevamente la sintonía que se profesan y negociaron el apoyo irrestricto que los europeos sostendrían en las negociaciones pautadas en ese mismo momento para el 28 de mayo. Al finalizar esa cumbre, el propio Hollande aseguraba: «Apoyaremos a la Argentina, corresponde a nuestros intereses la negociación del Club de París, así podremos tener más flujo comercial entre ambos países». Para entender, hay que leer también lo que afirmó la jefa del Estado: «Si se logra acordar con el Club las empresas europeas podrán invertir y generar trabajo, activar sus respectivas economías. Lo importante es que salgamos del endeudamiento para poder crecer económicamente», sostuvo Cristina de Kirchner.
Por ahora, ya casi en noviembre de 2014, no hubo registro de ninguna empresa europea dispuesta a desembarcar en la Argentina pese a la firma del acuerdo con el Club de París. Al menos ahora se busca que el Gobierno francés cumpla con su promesa. Kirchner y Hollande se volverán a encontrar en Australia, en la próxima cumbre de líderes del G-20 de noviembre.
Por Carlos Burgueño.-
Después del swap con China que se presentó ayer, el próximo objetivo financiero del Gobierno para fortalecer las reservas es avanzar en la activación del acuerdo que en marzo pasado cerraron Cristina de Kirchner y François Hollande en la cumbre que ambos jefes de Estado protagonizaron en París, y que implicaría el fortalecimiento de las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) por unos u$s 650 millones. En ese encuentro, los dos presidentes acordaron relanzar el pacto entre los bancos centrales de los dos países por un total de u$s 3.000 millones, luego que en 2013 el país hubiera terminado de pagar un crédito puente similar por un total de u$s 4.000 millones. En este caso, el dinero negociado como préstamo puente al país de parte del Banco Central de Francia era el paso previo para la firma del acuerdo entre la Argentina y los Estados acreedores del Club de París; y tenía como fin garantizarles a los países firmantes que, al menos en una primera etapa de tres años, el Gobierno tendría el dinero suficiente como para garantizar el plan de pagos negociado. Como el país utilizó u$s 642 millones en agosto pasado para realizar el primer pago acordado con los acreedores del organismo internacional con el uso de reservas, el Ministerio de Economía de Axel Kicillof quiere negociar las garantías pactadas con el Gobierno francés para que ese dinero llegue a las reservas del Central antes de fin de año.
La operación pactada en su momento consiste en que el BCRA ponga como garantía de pago del préstamo los dólares de sus propias reservas que están depositados en el Banco de Basilea. Se trata de un mecanismo habitual entre bancos centrales, que, en teoría, no requiere mayores sofisticaciones financieras para cerrarse ni resulta costoso para las partes. Se lo denomina mecanismo «repo» y fue utilizado varias veces durante el Gobierno de Néstor Kirchner y los primeros años de gestión de Cristina de Kirchner, en circunstancias, como las actuales, donde no existía financiamiento externo. En el caso de Francia, en el acuerdo primario cerrado por el expresidente del Central Martín Redrado en 2007, el monto negociado alcanzaba los u$s 4.000 millones, y fue utilizado por el país para cumplir con diferentes vencimientos de deuda de la era posdefault. Para 2013 el país ya había terminado de girar los pagos para dejar la cuenta en cero, y, según el propio pacto cerrado originalmente entre los dos países, se podría volver a negociar un «repo» similar al anterior. Lo que se discutió en marzo pasado fue un acuerdo global por u$s 3.000 millones, pero en lugar de ser de «libre disponibilidad», se trataría de depósitos para garantizar el cumplimiento de la primera etapa de pagos al contado que la Argentina se comprometía a realizar con los acreedores del Club de París. Esto es, un pago de u$s 650 millones antes de agosto de este año, otros u$s 500 antes de mayo de 2015 y otro similar antes de mayo de 2016. Sería un mínimo de u$s 1.650 millones que el Banco de Francia debería comprometerse a aportar.
El pago de julio pasado fue realizado directamente con reservas del BCRA, ya que en aquellos días Axel Kicillof quería dar una señal de fortaleza propia a los mercados locales y demostrarles a los acreedores externos que el país tenía un compromiso de cumplir con los pagos de los vencimientos de deuda pactadas por el Gobierno. Eran momentos en que la Argentina discutía en el bufete del Special Master designado por Thomas Griesa, Daniel Pollack, una solución al fallo en contra del país que había dictado el juez neoyorquino, mientras el reloj del vencimiento del Discount por unos u$s 539 millones se acercaba. La intención de Economía fue demostrar que el default técnico al que se llegaría desde el 1 de agosto sería una ironía, ya que el país cumplía con sus compromisos y que lo hacía con sus propias reservas. Cumplido ese gesto, ahora la intención es activar el acuerdo con Francia para ayudar a subir las reservas para fin de año.
«Sin el FMI… ¿cómo pagará la Argentina lo que está prometiendo?», había preguntado el 30 de marzo el representante de Alemania a Axel Kicillof, durante las largas y arduas jornadas negociadoras para cerrar el acuerdo con el Club de París. En ese momento fue el propio presidente del organismo, Ramón Fernández, el secretario de Tesoro galo, quien explicaba que «el Banco de Francia está a punto de cerrar un acuerdo con el Banco Central de la República Argentina y tenemos la seguridad de que ese dinero garantizará al menos hasta diciembre de 2015 los pagos comprometidos». Hacía referencia al acuerdo oficializado en junio entre el Gobierno argentino y el europeo por el que volverá a activarse el mecanismo del «repo».
El propio ministro de Economía, Axel Kicillof, les aseguraba, y volvía a repetirlo, que el pago que se concretará en julio por unos u$s 650 millones se hará con recursos propios y sin necesidad de contar con ningún apoyo financiero, incluyendo el que aportará el acuerdo con el Banco de Francia. Aseguraba que el dinero estaba disponible, incluyendo además el pago de u$s 500 millones de mayo del próximo año (con el que se completará el compromiso durante el Gobierno de Cristina de Kirchner). Sin embargo, los acreedores insistían, y en las reuniones privadas donde se evaluaba el miércoles por la tarde parisina si se aceptaba o no la propuesta argentina, la opinión de Fernández resultó fundamental para destrabar las discusiones.
Obviamente, la posición Fernández no obedeció a su propia iniciativa. El titular del Club de París había recibido órdenes expresas del presidente Hollande para que se convierta en el eje fundamental del acuerdo entre el organismo y la Argentina. Para entender esta posición hay que remontarse al 19 de marzo pasado, cuando Cristina de Kirchner fue recibida por Hollande en el palacio del Elíseo, oportunidad en la que ambos jefes de Estado demostraron nuevamente la sintonía que se profesan y negociaron el apoyo irrestricto que los europeos sostendrían en las negociaciones pautadas en ese mismo momento para el 28 de mayo. Al finalizar esa cumbre, el propio Hollande aseguraba: «Apoyaremos a la Argentina, corresponde a nuestros intereses la negociación del Club de París, así podremos tener más flujo comercial entre ambos países». Para entender, hay que leer también lo que afirmó la jefa del Estado: «Si se logra acordar con el Club las empresas europeas podrán invertir y generar trabajo, activar sus respectivas economías. Lo importante es que salgamos del endeudamiento para poder crecer económicamente», sostuvo Cristina de Kirchner.
Por ahora, ya casi en noviembre de 2014, no hubo registro de ninguna empresa europea dispuesta a desembarcar en la Argentina pese a la firma del acuerdo con el Club de París. Al menos ahora se busca que el Gobierno francés cumpla con su promesa. Kirchner y Hollande se volverán a encontrar en Australia, en la próxima cumbre de líderes del G-20 de noviembre.