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Miércoles 29 de mayo de 2013 |Publicado en edición impresa
Editorial III
Un gesto solidario, que es también un gesto de amistad y un mensaje de amor al prójimo: todo esto está contenido en un sencillo café caliente, ofrecido al azar para quien lo necesite y se acerque a pedirlo en un bar en el que algún otro lo dejó pago para quien no puede solventarlo.
Efectivamente, esta iniciativa solidaria del «café pendiente» como se la conoce y que tiene características tan peculiares, nació en Nápoles, Italia, pero muy pronto prendió en otros lugares del mundo, y llegó a la Argentina hace muy poco.
Dejar pago un café para que luego lo tome una persona sin techo o sin ingresos ya es una práctica que se está volviendo común para los bares adheridos en las ciudades de Buenos Aires, La Plata, San Isidro, Rosario o Alta Gracia; en el caso de la capital de Salta, el propio Ejecutivo provincial ha decidido apoyarla a través de una resolución del Concejo Deliberante.
Esta réplica de una idea solidaria comenzó en el país gracias a la curiosidad de la diseñadora gráfica argentina Sol Verdier, quien descubrió la versión italiana, prontamente armó una página en Facebook (www.uncafependiente.com.ar) y buscó ayuda entre los amigos propietarios de bares. En algunos de ellos, incluso se hornean budines, muffins y facturas para que el café pueda ser acompañado con algún otro alimento.
Un logo (una taza de café humeante, en colores mostaza y blanco) ayuda a los clientes a identificar aquellos bares y confiterías en los que funciona esta forma tan sencilla de ayuda y acompañamiento. También, en la Red, por supuesto, se pueden encontrar todos los enlaces del proyecto.
Junto con el crecimiento de esta iniciativa está la otra cara del movimiento: que aquellos a los que está dirigida puedan enterarse, y de eso se encargan los voluntarios que cada día son más, y que se acercan a comedores, iglesias, hospitales o plazas para hacer la difusión con afiches, con la lista de bares disponibles o, simplemente, contando la historia de este «café pendiente».
Para algunos, parecerá simplemente un pequeño paliativo en medio de los muchos males que arrastra nuestra sociedad; en cambio, para muchos otros, entre los que están aquellos que participan activamente de la iniciativa, es otra forma más de estar cerca de los que más necesitan y menos tienen, para los cuales el invierno y el frío son dos enemigos crueles, que sólo pueden ser combatidos con el amor solidario de la gente verdaderamente preocupada por el desamparo del que vive en la calle. Pues, como dijimos hace poco en estas columnas, lo que mata no es el frío, sino la indiferencia..
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En lugar de proponer controles de comprobada ineficacia que ahondan las divisiones, urge rectificar las causas que nos han llevado a esta difícil situación
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Nuestro máximo tribunal ha dado a entender que una justicia demorada en exceso deja de ser justicia en cualquier caso
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Un gesto solidario, que es también un gesto de amistad y un mensaje de amor al prójimo: todo esto está contenido en un sencillo café caliente, ofrecido al azar para quien lo necesite y se acerque a pedirlo en un bar en el que algún otro lo dejó pago para quien no puede solventarlo.
Efectivamente, esta iniciativa solidaria del «café pendiente» como se la conoce y que tiene características tan peculiares, nació en Nápoles, Italia, pero muy pronto prendió en otros lugares del mundo, y llegó a la Argentina hace muy poco.
Dejar pago un café para que luego lo tome una persona sin techo o sin ingresos ya es una práctica que se está volviendo común para los bares adheridos en las ciudades de Buenos Aires, La Plata, San Isidro, Rosario o Alta Gracia; en el caso de la capital de Salta, el propio Ejecutivo provincial ha decidido apoyarla a través de una resolución del Concejo Deliberante.
Esta réplica de una idea solidaria comenzó en el país gracias a la curiosidad de la diseñadora gráfica argentina Sol Verdier, quien descubrió la versión italiana, prontamente armó una página en Facebook (www.uncafependiente.com.ar) y buscó ayuda entre los amigos propietarios de bares. En algunos de ellos, incluso se hornean budines, muffins y facturas para que el café pueda ser acompañado con algún otro alimento.
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Junto con el crecimiento de esta iniciativa está la otra cara del movimiento: que aquellos a los que está dirigida puedan enterarse, y de eso se encargan los voluntarios que cada día son más, y que se acercan a comedores, iglesias, hospitales o plazas para hacer la difusión con afiches, con la lista de bares disponibles o, simplemente, contando la historia de este «café pendiente».
Para algunos, parecerá simplemente un pequeño paliativo en medio de los muchos males que arrastra nuestra sociedad; en cambio, para muchos otros, entre los que están aquellos que participan activamente de la iniciativa, es otra forma más de estar cerca de los que más necesitan y menos tienen, para los cuales el invierno y el frío son dos enemigos crueles, que sólo pueden ser combatidos con el amor solidario de la gente verdaderamente preocupada por el desamparo del que vive en la calle. Pues, como dijimos hace poco en estas columnas, lo que mata no es el frío, sino la indiferencia..
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