El Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (CefidAr) presentará el martes próximo un trabajo que estima que la fuga de capitales argentinos asciende hasta u$s374.000 millones.
En Argentina, el cálculo oficial del stock de activos externos se realiza a través del Indec y ascendía a u$s205.000 millones para 2012. Si bien es una estadística ineludible a la hora de analizar la fuga de capitales, su metodología puede implicar una subestimación. En las últimas décadas aparecieron estimaciones alternativas a la oficial, utilizando el método residual, que permite abarcar series de tiempo largas a través de la utilización de los datos del balance de pagos, señala el informe escrito por Magdalena Rua, Jorge y Alejandro Gaggero.
Lo que se realizó fue una nueva estimación del stock de capitales fugados, utilizando este método para determinar la salida anual de capitales, e incorporando su rendimiento financiero acumulado a lo largo de los años mediante criterios sumamente conservadores.
El resultado arroja un stock de u$s373.912 millones para 2012, una cifra muy superior al dato oficial, aunque más baja que la estimación James Henry, economista senior de la Tax Justice Network quien disertará este martes. Según los cálculos del experto, que incorporan los rendimientos que generan año a año los capitales, para 2010 el stock de capitales llega a los u$s400.000 millones y, si la serie hubiese continuado hasta 2012, arrojaría un total cercano a u$s440.000 millones.
Según una estimación en 2008 de Hernán Arbizu, ex ejecutivo de Private Banking de JP Morgan, las carteras de clientes de Argentina de los bancos globales más relevantes en este negocio eran de u$s 85.000 millones: Citibank (u$s 20.000 millones), UBS (u$s15.000 millones), HSBC (u$s10.000 millones), Credite Suisse (u$s10.000 millones), BBVA (u$s8.000 millones), Santander (u$s 8.000 millones), Goldman Sachs (u$s5.000 millones), JP Morgan (u$s5.000 millones), Itaú (u$s3.000 millones) y Morgan Stanley (u$s1.000 millones).
Otra modalidad de fuga son las cajas de seguridad, que alcanzan las 515.000 cajas en las instituciones bancarias del país: o sea, una cada 80 habitantes, más del doble per cápita que en Uruguay, mientras en España habría sólo 15.000 cajas.
El documento de CefidAr remarca que la mayor parte de la fuga correspondería a capitales no declarados. Comparando el stock de capitales fugados obtenido con los datos del INDEC al 2010 (u$s175.024 millones) contra el stock de activos situados en el exterior declarados por los contribuyentes a través de sus declaraciones sobre bienes personales (u$s14.370 millones), concluyen que los residentes argentinos sólo han declarado una décima parte del total de activos que calcula el INDEC.
Además, recalcan la imposibilidad de conocer los capitales ilícitos que se fugan, debido a que el Balance Cambiario sólo registra las divisas de origen lícito a través de las transacciones que se realizan en el MULC.
A su vez, subestiman las cifras de activos externos lícitos, debido a que pueden ser encubiertos declarando otros destinos económicos, como turismo u otros servicios.
Aparte, la manipulación de los precios de transferencia constituye una conocida herramienta de evasión y fuga
por parte de las multinacionales, además de la subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones, ambas involucrando en muchas ocasiones la triangulación de las operaciones a través de guaridas fiscales, revela el documento.
Por otra parte, según El Cronista, en un documento publicado por el Tesoro de los Estados Unidos en 2006 se señala que a principios de la década de 1990 había u$s20.000 millones en Argentina y estima que para 2006 la cifra podía haber ascendido hasta u$s50.000 millones. Esta estimación resulta algo superior a lo informado por las autoridades económicas argentinas al exponer el blanqueo de capitales.
El sistema impositivo opera a favor de la fuga, al estimular el vaciamiento del capital empresario porque incentiva a los dueños a extraer recursos para especular en inversiones financieras o inmobiliarias que están desgravadas en el país o luzcan atractivas en el exterior, concluye el trabajo de CefidAr.