Hace apenas dos meses, mientras el gobierno argentino negociaba contrarreloj y en medio de una maraña de rumores cruzados la segunda versión de su acuerdo con el FMI, el prestigioso economista Guillermo Calvo se animó a abrir desde Nueva York, donde reside, un debate que causó escozor en muchos de sus colegas locales: planteó en una entrevista con un diario nacional que el país debía evaluar «seriamente» la idea de dolarizar su economía, si es que pretendía alguna vez darle una solución definitiva a ese largo historial de inestabilidad cambiaria que -a estas alturas- puede decirse que es casi un karma argentino.
Antes de partir hacia Ecuador (país que, precisamente, adoptó ese régimen en el 2000), el profesor de la Universidad de Columbia habló con 3Días y volvió a la carga con esa idea: «Dolarizar es como la decisión de un borracho empedernido de ir a Alcohólicos Anónimos y dejar de beber el resto de su vida. Lo hace porque no tiene la disciplina de beber con moderación. Es dejar el vicio de imprimir pesos, lo cual no es un sinsentido, dada la historia monetaria argentina».
¿Cómo evalúa la marcha del plan Sandleris que ya tiene más de un mes de vida? ¿Se logró capear la tormenta, finalmente?
-Si la tasa de cambio real y los salarios reales estuviesen cerca de sus valores de equilibrio, el plan del BCRA, de acuerdo a la presentación que su presidente ha hecho recientemente, podría ser sustentable -y, con la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI), poner a la economía en el sendero de crecimiento-.
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¿Cuáles son las dudas? ¿Por qué, a pesar de que se logró frenar por ahora la volatilidad del dólar, que incluso bajó, la incertidumbre persiste?
-Una duda central tiene que ver con el hecho de que el riesgo país está a niveles muy altos todavía. Esto último sugiere que el país está transitando un sudden stop, es decir, un frenazo del flujo de capitales del resto del mundo.
¿Qué significa esto como para que lo entienda el ciudadano de a pie?
-Estudios empíricos de sudden stop que hemos realizado y que cubren los años 1990s y principios del siglo XXI, sugieren que todavía la tasa de cambio podría estar atrasada o en camino a serlo -dado que la inflación le gana a la devaluación-, por lo cual no estaríamos en la situación ideal de equilibrio que supone mi respuesta a su primera pregunta. En ese caso, bajar la tasa de interés podría resultar en una maxi-devaluación o, si se controla la tasa de cambio a punta de mantener una tasa de interés muy alta, como en la actualidad, se podría dominar la inflación, pero a costa de desempleo y subutilización de la capacidad instalada.
¿Pero hasta cuando se pueden sostener estas tasas? Todos los economistas advierten sobre su efecto altamente recesivo…
-Coincido con los pronósticos recesivos si la tasa de interés alta contiene la inflación a niveles bajos, dado que esto resulta en tasas reales de interés exorbitantes. ¿Cuánto va a durar esta situación? Depende de la política. En estas circunstancias hay que ponerse de acuerdo en políticas de Estado y dejar las rencillas partidarias para otro momento.
¿Cómo interpreta el informe elaborado por los técnicos del FMI que se conoció hace unos días y que dice que «la deuda es sustentable pero no con una probabilidad alta»? ¿Quiere decir que el Fondo tampoco nos cree?
-Hay un poco de eso cuando el Fondo dice que los riesgos políticos son altos y que el anuncio prematuro de Mauricio Macri del último arreglo con el Fondo, antes de que se confirmara oficialmente, fue un serio error que contribuyó al aumento del riesgo país y la volatilidad. Pero me parece que el sesgo negativo del informe también refleja el hecho de que la situación de los países emergentes, a los cuales Argentina pertenece, se ha seguido deteriorando y que las chances de sudden stop han aumentado.
¿Qué debería hacer el Gobierno para que el riesgo país empiece a bajar y los mercados vuelvan a confiar en la Argentina? ¿Cuáles son las señales que aún no se están dando?
-Si la Argentina está transitando por un sudden stop, va a ser necesario desarrollar estrategias de ajuste más integrales que las que se han anunciado hasta el momento y, además, comunicarlas clara y razonadamente. Yo todavía no tengo claro, por ejemplo, cuál fue la razón por la cual se limitó tan fuertemente el acceso a los fondos del primer programa con el FMI y ahora tampoco la razón por la cual se ha impuesto un piso a la tasa de interés. Ambas razones parecen candados para evitar que se malgasten las reservas con medidas populistas. Lo primero es raro para un programa que intentaba paliar las restricciones que impone un suden stop, y lo segundo es raro cuando tasas de interés más bajas pudieron haber facilitado la licuación de deudas en pesos. Entiendo que lo segundo pudo haber estado motivado por el temor a que se espiralice la inflación pero, ¿acaso el FMI presupone que las autoridades argentinas no comparten esa inquietud? Con esto no intento poner en duda el profesionalismo de estos programas sino señalar que, si no se comunican bien y razonadamente, pueden generar confusión, dar lugar a interpretaciones que complican la credibilidad de los programas y hasta sugerir que el FMI no confía en las autoridades argentinas, nada de lo cual contribuye a reducir el riesgo país.
¿Cuáles serían las otras estrategias de ajuste que usted sugiere?
-Hay varias opciones. Una de ellas es realinear los precios y salarios tomando en cuenta que, debido al sudden stop, el gasto total debe reducirse y dejar más lugar para las exportaciones. Para que esto no recaiga sobre la inversión y no desaliente el crecimiento, el ajuste debería focalizarse sobre el gasto público ineficiente y, muy probablemente, también sobre el sector de ingresos más elevados.
No parece ser la opción por la que ha optado el gobierno de Macri hasta ahora…
-Otra opción es reducir significativamente la tasa de interés sobre, por ejemplo, las Leliqs y dejar que la tasa de cambio suba todo lo necesario. En ese caso, la tasa de cambio hace gran parte del trabajo, pero se corre el riesgo de que se espiralice la inflación. Por lo tanto, es probable que esta opción también requiera un arreglo de precios y salarios.
¿Y si nada de esto funciona? Porque también es cierto que el Gobierno necesita de mínimos consensos políticos para llevar adelante medidas más duras…
-Estas opciones -y todas las otras que no he mencionado- son políticamente muy complejas y requieren de acuerdos en los que participen la oposición y los sindicatos. Este tipo de arreglos se llevaron a cabo exitosamente en otros planes de estabilización, como el israelí, a mediados de 1980.
¿Usted sigue sosteniendo que la dolarización es una vía que no habría que descartar? Esa declaración suya y la posterior sugerencia de un asesor de Trump en igual sentido causaron revuelo en momentos en que se renegociaba con el FMI.
-Dolarizar es como la decisión de un borracho empedernido de ir a Alcohólicos Anónimos y dejar de beber el resto de su vida. Lo hace porque no tiene la disciplina de beber con moderación. Dolarizar es dejar el vicio de imprimir pesos, lo cual no es un sinsentido, dada la historia monetaria argentina. Pero esta opción es muy dura -como para el borracho abandonar totalmente la bebida-, particularmente, si se hace de forma unilateral y no se tiene acceso automático al crédito de la Reserva Federal de los EE.UU., como lo tiene el sistema financiero norteamericano. El crédito por parte del banco central que imprime dólares es una «cláusula de escape» muy útil para una economía dolarizada, equivalente a dejarle al borrachito tomarse unos tragos cuando está súper estresado. Esa cláusula de escape es la que evitó que, por ejemplo, en 2012 España (una economía euroizada) no haya entrado en default cuando su riesgo país alcanzó niveles muy altos. En este caso, el salvataje provino del Banco Central Europeo que imprime euros.
Al Gobierno se le critica mucho estar focalizado sólo en el ajuste y no plantear una estrategia de desarrollo. ¿Es el rumbo correcto el que eligió Macri -por ahora sin resultados positivos- o la salida de la Argentina no va por ahí?
-El ajuste es la mejor estrategia de crecimiento en este momento. Sin ajuste, el camino a la híper y al default es inevitable, excepto que tengamos la enorme fortuna de que las condiciones externas mejoren sustancialmente, o que me equivoque y la Argentina no esté sufriendo un sudden stop.
Los actos de violencia frente al Congreso durante el tratamiento del Presupuesto, ¿cómo se vieron desde afuera? ¿Fomentan más dudas sobre la gobernabilidad?
-Exactamente, ése es el tipo de hechos que reducen la credibilidad del programa de estabilización y aumentan el costo del ajuste. Desde afuera se los ve como una especie de suicidio colectivo.
¿Cómo nos va a impactar, ya a partir del año que viene, la asunción de Bolsonaro en Brasil? Él plantea una economía más abierta y ya ha dejado en claro a través de su futuro ministro de Economía que el Mercosur y la Argentina no serán su prioridad…
-Como suele decirse «el diablo está en los detalles», acerca de los cuales todavía sabemos muy poco. Pero es bastante claro que la situación desde donde partimos no es muy prometedora. El Mercosur dificulta la apertura comercial porque cualquier tratado más allá de sus fronteras debe consensuarse por todos sus miembros principales. Los resultados lo reflejan claridad: el Mercosur todavía no ha finalizado tratados de libre comercio con dos de las áreas económicas más importantes: los Estados Unidos y la Unión Europea. Además, el comercio intrazona está constantemente jaqueado por la volatilidad de sus monedas que inducen a la imposición de barreras no-arancelarias. Por lo tanto, hay mucho trabajo por hacer y, desde ese punto de vista, es bienvenido que un líder tan importante como Brasil esté dispuesto a revisar este tratado de pies a cabeza. Sólo espero que nuestra Cancillería pueda estar a la altura de Itamaraty.
Dixit
– «Si la Argentina está transitando por un sudden stop, va a ser necesario desarrollar estrategias de ajuste más integrales y comunicarlas razonadamente»
– Una opción es reducir significativamente la tasa de interés y dejar que la tasa de cambio suba todo lo necesario. Pero se corre el riesgo de que se espiralice la inflación»
– (Los actos de violencia por el tratamiento del Presupuesto frente al Congreso) reducen la credibilidad del programa y aumentan el costo del ajuste. Afuera se los ve como una especie de suicidio colectivo»
Antes de partir hacia Ecuador (país que, precisamente, adoptó ese régimen en el 2000), el profesor de la Universidad de Columbia habló con 3Días y volvió a la carga con esa idea: «Dolarizar es como la decisión de un borracho empedernido de ir a Alcohólicos Anónimos y dejar de beber el resto de su vida. Lo hace porque no tiene la disciplina de beber con moderación. Es dejar el vicio de imprimir pesos, lo cual no es un sinsentido, dada la historia monetaria argentina».
¿Cómo evalúa la marcha del plan Sandleris que ya tiene más de un mes de vida? ¿Se logró capear la tormenta, finalmente?
-Si la tasa de cambio real y los salarios reales estuviesen cerca de sus valores de equilibrio, el plan del BCRA, de acuerdo a la presentación que su presidente ha hecho recientemente, podría ser sustentable -y, con la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI), poner a la economía en el sendero de crecimiento-.
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¿Cuáles son las dudas? ¿Por qué, a pesar de que se logró frenar por ahora la volatilidad del dólar, que incluso bajó, la incertidumbre persiste?
-Una duda central tiene que ver con el hecho de que el riesgo país está a niveles muy altos todavía. Esto último sugiere que el país está transitando un sudden stop, es decir, un frenazo del flujo de capitales del resto del mundo.
¿Qué significa esto como para que lo entienda el ciudadano de a pie?
-Estudios empíricos de sudden stop que hemos realizado y que cubren los años 1990s y principios del siglo XXI, sugieren que todavía la tasa de cambio podría estar atrasada o en camino a serlo -dado que la inflación le gana a la devaluación-, por lo cual no estaríamos en la situación ideal de equilibrio que supone mi respuesta a su primera pregunta. En ese caso, bajar la tasa de interés podría resultar en una maxi-devaluación o, si se controla la tasa de cambio a punta de mantener una tasa de interés muy alta, como en la actualidad, se podría dominar la inflación, pero a costa de desempleo y subutilización de la capacidad instalada.
¿Pero hasta cuando se pueden sostener estas tasas? Todos los economistas advierten sobre su efecto altamente recesivo…
-Coincido con los pronósticos recesivos si la tasa de interés alta contiene la inflación a niveles bajos, dado que esto resulta en tasas reales de interés exorbitantes. ¿Cuánto va a durar esta situación? Depende de la política. En estas circunstancias hay que ponerse de acuerdo en políticas de Estado y dejar las rencillas partidarias para otro momento.
¿Cómo interpreta el informe elaborado por los técnicos del FMI que se conoció hace unos días y que dice que «la deuda es sustentable pero no con una probabilidad alta»? ¿Quiere decir que el Fondo tampoco nos cree?
-Hay un poco de eso cuando el Fondo dice que los riesgos políticos son altos y que el anuncio prematuro de Mauricio Macri del último arreglo con el Fondo, antes de que se confirmara oficialmente, fue un serio error que contribuyó al aumento del riesgo país y la volatilidad. Pero me parece que el sesgo negativo del informe también refleja el hecho de que la situación de los países emergentes, a los cuales Argentina pertenece, se ha seguido deteriorando y que las chances de sudden stop han aumentado.
¿Qué debería hacer el Gobierno para que el riesgo país empiece a bajar y los mercados vuelvan a confiar en la Argentina? ¿Cuáles son las señales que aún no se están dando?
-Si la Argentina está transitando por un sudden stop, va a ser necesario desarrollar estrategias de ajuste más integrales que las que se han anunciado hasta el momento y, además, comunicarlas clara y razonadamente. Yo todavía no tengo claro, por ejemplo, cuál fue la razón por la cual se limitó tan fuertemente el acceso a los fondos del primer programa con el FMI y ahora tampoco la razón por la cual se ha impuesto un piso a la tasa de interés. Ambas razones parecen candados para evitar que se malgasten las reservas con medidas populistas. Lo primero es raro para un programa que intentaba paliar las restricciones que impone un suden stop, y lo segundo es raro cuando tasas de interés más bajas pudieron haber facilitado la licuación de deudas en pesos. Entiendo que lo segundo pudo haber estado motivado por el temor a que se espiralice la inflación pero, ¿acaso el FMI presupone que las autoridades argentinas no comparten esa inquietud? Con esto no intento poner en duda el profesionalismo de estos programas sino señalar que, si no se comunican bien y razonadamente, pueden generar confusión, dar lugar a interpretaciones que complican la credibilidad de los programas y hasta sugerir que el FMI no confía en las autoridades argentinas, nada de lo cual contribuye a reducir el riesgo país.
¿Cuáles serían las otras estrategias de ajuste que usted sugiere?
-Hay varias opciones. Una de ellas es realinear los precios y salarios tomando en cuenta que, debido al sudden stop, el gasto total debe reducirse y dejar más lugar para las exportaciones. Para que esto no recaiga sobre la inversión y no desaliente el crecimiento, el ajuste debería focalizarse sobre el gasto público ineficiente y, muy probablemente, también sobre el sector de ingresos más elevados.
No parece ser la opción por la que ha optado el gobierno de Macri hasta ahora…
-Otra opción es reducir significativamente la tasa de interés sobre, por ejemplo, las Leliqs y dejar que la tasa de cambio suba todo lo necesario. En ese caso, la tasa de cambio hace gran parte del trabajo, pero se corre el riesgo de que se espiralice la inflación. Por lo tanto, es probable que esta opción también requiera un arreglo de precios y salarios.
¿Y si nada de esto funciona? Porque también es cierto que el Gobierno necesita de mínimos consensos políticos para llevar adelante medidas más duras…
-Estas opciones -y todas las otras que no he mencionado- son políticamente muy complejas y requieren de acuerdos en los que participen la oposición y los sindicatos. Este tipo de arreglos se llevaron a cabo exitosamente en otros planes de estabilización, como el israelí, a mediados de 1980.
¿Usted sigue sosteniendo que la dolarización es una vía que no habría que descartar? Esa declaración suya y la posterior sugerencia de un asesor de Trump en igual sentido causaron revuelo en momentos en que se renegociaba con el FMI.
-Dolarizar es como la decisión de un borracho empedernido de ir a Alcohólicos Anónimos y dejar de beber el resto de su vida. Lo hace porque no tiene la disciplina de beber con moderación. Dolarizar es dejar el vicio de imprimir pesos, lo cual no es un sinsentido, dada la historia monetaria argentina. Pero esta opción es muy dura -como para el borracho abandonar totalmente la bebida-, particularmente, si se hace de forma unilateral y no se tiene acceso automático al crédito de la Reserva Federal de los EE.UU., como lo tiene el sistema financiero norteamericano. El crédito por parte del banco central que imprime dólares es una «cláusula de escape» muy útil para una economía dolarizada, equivalente a dejarle al borrachito tomarse unos tragos cuando está súper estresado. Esa cláusula de escape es la que evitó que, por ejemplo, en 2012 España (una economía euroizada) no haya entrado en default cuando su riesgo país alcanzó niveles muy altos. En este caso, el salvataje provino del Banco Central Europeo que imprime euros.
Al Gobierno se le critica mucho estar focalizado sólo en el ajuste y no plantear una estrategia de desarrollo. ¿Es el rumbo correcto el que eligió Macri -por ahora sin resultados positivos- o la salida de la Argentina no va por ahí?
-El ajuste es la mejor estrategia de crecimiento en este momento. Sin ajuste, el camino a la híper y al default es inevitable, excepto que tengamos la enorme fortuna de que las condiciones externas mejoren sustancialmente, o que me equivoque y la Argentina no esté sufriendo un sudden stop.
Los actos de violencia frente al Congreso durante el tratamiento del Presupuesto, ¿cómo se vieron desde afuera? ¿Fomentan más dudas sobre la gobernabilidad?
-Exactamente, ése es el tipo de hechos que reducen la credibilidad del programa de estabilización y aumentan el costo del ajuste. Desde afuera se los ve como una especie de suicidio colectivo.
¿Cómo nos va a impactar, ya a partir del año que viene, la asunción de Bolsonaro en Brasil? Él plantea una economía más abierta y ya ha dejado en claro a través de su futuro ministro de Economía que el Mercosur y la Argentina no serán su prioridad…
-Como suele decirse «el diablo está en los detalles», acerca de los cuales todavía sabemos muy poco. Pero es bastante claro que la situación desde donde partimos no es muy prometedora. El Mercosur dificulta la apertura comercial porque cualquier tratado más allá de sus fronteras debe consensuarse por todos sus miembros principales. Los resultados lo reflejan claridad: el Mercosur todavía no ha finalizado tratados de libre comercio con dos de las áreas económicas más importantes: los Estados Unidos y la Unión Europea. Además, el comercio intrazona está constantemente jaqueado por la volatilidad de sus monedas que inducen a la imposición de barreras no-arancelarias. Por lo tanto, hay mucho trabajo por hacer y, desde ese punto de vista, es bienvenido que un líder tan importante como Brasil esté dispuesto a revisar este tratado de pies a cabeza. Sólo espero que nuestra Cancillería pueda estar a la altura de Itamaraty.
Dixit
– «Si la Argentina está transitando por un sudden stop, va a ser necesario desarrollar estrategias de ajuste más integrales y comunicarlas razonadamente»
– Una opción es reducir significativamente la tasa de interés y dejar que la tasa de cambio suba todo lo necesario. Pero se corre el riesgo de que se espiralice la inflación»
– (Los actos de violencia por el tratamiento del Presupuesto frente al Congreso) reducen la credibilidad del programa y aumentan el costo del ajuste. Afuera se los ve como una especie de suicidio colectivo»