Cardoso: “Resulta traumática la destitución de un presidente que tuvo el voto popular”

El ex-presidente Fernando Henrique Cardoso habla sobre el impeachment contra Dilma y la situación en Brasil. (Eduardo Anizelli/Folhapress)
Para el ex presidente y sociólogo Fernando Henrique Cardoso, Brasil es un “gigante a la búsqueda de su lugar en la historia y de poder atender las necesidades de su pueblo”. Así definió su país en la actualidad. Admitió que el gigante “despertó y presiona cada vez más a quienes tienen poder para que respeten sus ansias y derechos”.
En una entrevista con Clarín, que se realizó por mail, el científico y líder político reveló su deseo: “Ojalá que haya líderes capaces de decidir en favor de más igualdad, manteniendo la libertad”. Cardoso, uno de los líderes del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña), abundó en comentarios sobre el reciente juicio político que la semana pasada quitó del poder a la ex presidenta Dilma Rousseff, del PT (Partido de los Trabajadores). “Políticamente, resulta traumática la destitución de un presidente que tuvo el voto popular”, sostuvo.
–Rousseff fue juzgada por un caso dudoso ya que el “delito de responsabilidad” tuvo distintas interpretaciones, según los juristas. Unos dijeron que había delito, otros que no. ¿Por qué no hubo chances de encontrar una aproximación entre PT y PSDB que posibilitara la continuidad de la ex presidenta hasta el final del mandato?
–Yo mismo apelé a ella para que tuviese grandeza, que ofreciera su renuncia si había convergencia en el Congreso para la aprobación de algunas medidas urgentes de reforma. El PT, desde un inicio, menospreció la fuerza de la opinión pública. Apoyado en su alianza con el PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño) y demás agrupaciones, imaginó que los desmanes cometidos serían perdonados, dada su historia. No contó con las consecuencias del agravamiento de la crisis económica ni con los efectos de la revelación de sus esfuerzos indebidos para ganar las elecciones de 2014.
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Aquel año, el gobierno de Dilma se dio la libertad de hacer gastos sin autorización del Congreso y camufló la calamitosa situación fiscal. Cuando ganó las elecciones en 2014 se topó con la tremenda crisis fiscal. El gobierno cambió de orientación y trató de imprimir cierta austeridad –lo que desagradó a sus seguidores–, pero continuó con la práctica de enmascarar el déficit. No hay dudas en cuanto al fundamento jurídico del impeachment. Ni tampoco en cuanto a la pérdida de apoyo en el Congreso y en el pueblo.
Por otro lado, a pesar de que la presidenta no cometió delitos penales ni fue acusada por eso, se benefició sin embargo electoralmente de los desmanes en Petrobras. Cuando algún jurista dice que no hubo delito es porque piensa en delitos del Código Penal. Ahora, el impeachment es otra cosa: es delito de responsabilidad; y la “penalidad” es la pérdida de mandato.
–Tanto el PSDB como el PT son partidos socialdemócratas. ¿Qué los separa y qué les impide hacer una alianza, ya que comparten algunos principios?
–La separación ocurrió, inicialmente, por divergencias políticas. En cuanto el PSDB aceptaba las reglas del mercado, aun cuando las hallaba insuficientes para resolver los problemas de desigualdad y pobreza, el PT, sin explicar, no creía en libre mercado y se inclinaba a una mayor injerencia partidaria y gubernamental.
El PT heredó la visión que liga la clase al partido, el partido al Estado y, una vez controlado éste, el partido lidera las transformaciones sociales, aunque también estaba enraizado en los movimientos de la sociedad.
En cambio, el PSDB cree más en la sociedad que en el Estado, aun reconociendo que sin éste las necesidades de aquella no son atendidas. A medida que el PT se transformó, más tarde, en un partido socialdemócrata, las divergencias se tornaron, y son en la actualidad cuestiones por disputa de poder. En las luchas electorales, el adversario pasó a ser el PSDB. Por eso, el PT intenta caracterizar el PSDB como “un partido de derecha”, en cuánto él vendría a representar la izquierda.
–¿Cómo influyó este hecho en el impeachment de Rousseff? ¿Por qué ambos partidos rechazaron una negociación entre ellos?
–El PT siempre fue poco abierto a las alianzas con los competidores electorales. Prefirió juntarse a aquellos que representan el atraso: los clientelistas, los corporativistas y los sectores tradicionales en el manejo del aparato público local o federal. De allí provienen la generalización de prácticas corruptas con el uso de recursos públicos para el mantenimiento de los partidos aliados y del poder.
“Mensalao”, “Petrolao” y otros escándalos de corrupción marcaron la vida política electoral de los últimos años. Lo que determinó el impeachment no fue el PSDB, que cuenta apenas con 50 de los 500 diputados; fue la movilización popular y el desplazamiento (hacia la oposición) de los ex aliados de Dilma y del PT en el Congreso.
–¿El PSDB está hoy más próximo del PMDB que del PT en términos ideológicos?
–El PMDB es un partido democrático que maduró en el manejo de la administración antes que en propuestas para el país y la sociedad. Es una confederación de líderes e intereses regionales que se unen en el Congreso, donde es mayoritario. Para el PSDB sería más fácil tener semejanzas ideológicas con el PT, a pesar de las diferencias que señalé antes.
–¿Mejorará la situación económica con el presidente Michel Temer?
–El gobierno de Temer será de apenas dos años. Pero hay tareas que deben ser cumplidas con urgencia: hay que dar señales de sobriedad en el gasto público; demostraciones que se hará algo para mejorar las cuentas públicas; demostraciones de que el gobierno sabe de las exigencias del mercado y reconoce la necesidad de sociedades público-privada. Y sobre todo no debe ser permisivo con los desvíos morales. No olvide que el gobierno de Itamar Franco duró dos años. Yo fui su ministro de Hacienda apenas por 18 meses y el Plan Real dio un vuelco en la economía brasileña.
–¿Por qué tanta insatisfacción de los brasileños con los políticos?
–Porque prevalece la sensación de que “los de arriba” sólo cuidan de sus intereses y que hay mucha corrupción. Eso crea un clima de desilusión y vuelve fácil acusar a los “culpables”: la política y los políticos.
–¿Cree que la sociedad brasileña está dividida, polarizada?
–La división que existe hoy es contra o a favor del impeachment. Debe ser 70 por ciento a favor y 20 por ciento en contra, con un 10 por ciento sin opinión. Políticamente, resulta traumática la destitución de un presidente que tuvo el voto popular.
El impeachment y el fracaso del Partido de los Trabajadores en el poder tornaron claro las insuficiencias y defectos del actual sistema político y de sus instituciones de control. Hay responsabilidades específicas, personales y partidarias. Pero también hay fallas de organización que afectan al conjunto del juego electoral–partidario. Por eso la necesidad de reformas.

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