Siguen llevando muestras de pesar por el fallecimiento del economista Iván Heyn. En esta ocasión, se reproduce el mensaje enviado por Guillermo Moretti (UIA):
Cuando conocí a Iván Heyn, allá por el año 2005, él en su rol de funcionario público y yo en el de dirigente gremial empresarial, nació una relación que transcurrió por diferentes estadios, que pasaron de la fuerte confrontación inicial a una fraterna amistad que en largas conversaciones se fue anudando.
Casi con la edad de mis hijas, disfrutando de sus profundos conocimientos económicos, debatíamos por la actualidad y el futuro de la industria nacional, compartiendo posiciones que tenían el calor y el color de las típicas ideas setentistas, haciéndome sentir tan joven como entonces. Sin embargo, muchas veces me permití hablarle de los que consideraba errores de esa época y la necesidad de que esta nueva generación no los repitiera.
Hoy, luego de transcurridos varios días del lamentable fallecimiento de mi amigo Iván y sumido en el dolor de su partida, me rebela tanta hipocresía social al ver cómo se ensañan contra su persona en temas tan íntimos y privados de su vida.
Esta miseria humana aumenta mi tristeza, pues siento que vale más el fisgoneo a su intimidad que el ocuparse por saber y hacer saber su camino recorrido, sus acciones y proyecciones, su lucha cotidiana por una Argentina más justa.
Quizá por eso el apodo de «economista callejero», pues contrariamente a ser el único que conocí con un posgrado en Industria, no se quedaba detrás del escritorio, sino que caminaba por las cámaras industriales interiorizándose de las problemáticas de cada sector para que entre todos los actores se pudiera viabilizar una solución.
Encontré en Iván un reflejo de la vieja militancia, lo que aplaca mi ira y me tranquiliza, pues racionalizo que, finalmente, serán las ideas las que perdurarán y trascenderán mutando en nuevos jóvenes hasta que todos los argentinos podamos vivir en un país desarrollado y con inclusión social ascendente.
Iván, seguiremos luchando por ello. Descansa en paz.
Guillermo Moretti
Cuando conocí a Iván Heyn, allá por el año 2005, él en su rol de funcionario público y yo en el de dirigente gremial empresarial, nació una relación que transcurrió por diferentes estadios, que pasaron de la fuerte confrontación inicial a una fraterna amistad que en largas conversaciones se fue anudando.
Casi con la edad de mis hijas, disfrutando de sus profundos conocimientos económicos, debatíamos por la actualidad y el futuro de la industria nacional, compartiendo posiciones que tenían el calor y el color de las típicas ideas setentistas, haciéndome sentir tan joven como entonces. Sin embargo, muchas veces me permití hablarle de los que consideraba errores de esa época y la necesidad de que esta nueva generación no los repitiera.
Hoy, luego de transcurridos varios días del lamentable fallecimiento de mi amigo Iván y sumido en el dolor de su partida, me rebela tanta hipocresía social al ver cómo se ensañan contra su persona en temas tan íntimos y privados de su vida.
Esta miseria humana aumenta mi tristeza, pues siento que vale más el fisgoneo a su intimidad que el ocuparse por saber y hacer saber su camino recorrido, sus acciones y proyecciones, su lucha cotidiana por una Argentina más justa.
Quizá por eso el apodo de «economista callejero», pues contrariamente a ser el único que conocí con un posgrado en Industria, no se quedaba detrás del escritorio, sino que caminaba por las cámaras industriales interiorizándose de las problemáticas de cada sector para que entre todos los actores se pudiera viabilizar una solución.
Encontré en Iván un reflejo de la vieja militancia, lo que aplaca mi ira y me tranquiliza, pues racionalizo que, finalmente, serán las ideas las que perdurarán y trascenderán mutando en nuevos jóvenes hasta que todos los argentinos podamos vivir en un país desarrollado y con inclusión social ascendente.
Iván, seguiremos luchando por ello. Descansa en paz.
Guillermo Moretti