La pelea por la gestión económica. | Foto: Cedoc
Mauricio Macri quiere clausurar los problemas en su gabinete económico. Internas, desautorizaciones públicas, debates sobre el esquema de aumento de tarifas, diferencias sobre la forma de luchar contra la inflación o sobre la velocidad del envío de fondos a los gobernadores son algunos de los temas que enfrentaron a los funcionarios encargados de la economía argentina.
Aunque nunca suspendió los encuentros del gabinete económico, el Presidente cambió los almuerzos de los miércoles en los salones de la Casa Rosada y los transformó en desayunos los martes, más formales.
Además, Macri les dio alas a los coordinadores Gustavo Lopetegui (ex CEO de LAN) y Mario Quintana (dueño de Farmacity), quienes en muchos casos son la llave para formalizar las decisiones junto al jefe de Gabinete, Marcos Peña.
En paralelo a entregarle más poder a Lopetegui y Quintana, el Presidente resolvió estar más encima de las diferentes medidas de política económica para reducir la falta de coordinación. Extraña los tiempos en que, en la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta servía de eje del gabinete. Parábolas políticas: Quintana es un íntimo amigo de Larreta desde hace 20 años cuando juntos trabajaron en el Anses y escribieron un libro juntos (“Domando al elefante blanco”) que hizo debutar a María Eugenia Vidal como pasante.
Ministros que desconfían entre ellos, otros que se guardan las críticas hacia el interior de sus equipos y miradas discrepantes sobre el ajuste en el Estado forman parte de las discusiones cotidianas que Macri ordenó alejarlas de la luz pública. Por ello, los almuerzos donde participaba el Presidente y terminaban en tertulias se cambiaron a desayunos de trabajo de corte más técnico donde, además, los ministros llevan asesores con el compromiso de que no haya filtraciones.
Las desavenencias entre el ministro de Energía, Juan José Aranguren y Alfonso Prat-Gay (Hacienda) se hicieron visiles cuando, a mitad de abril, el primero no descartó nuevos aumentos en la tarifa de luz. Rápidamente, tuvo que salir el jefe de Gabinete, Marcos Peña, a negarlo. También el timing de las medidas: ¿por qué anunciar primero aumentos de tarifas en energía y transporte antes de las medidas sociales?
Diferencias. Hace algunas semanas en la presentación del plan monetario del Banco Central, su titular, Federico Sturzenegger, marcó los lineamientos frente a Alfonso Prat-Gay y Pedro Lacoste. Nunca estuvieron de acuerdo sobre la suba de las tasas de interés. Pero nada dijeron. En privado, Sturzenegger se queja de “falta de ayuda” para quitar pesos en circulación que reduzcan la inflación. Prat- Gay se niega: cree que podría dinamitar la reactivación.
El martes pasado, mientras hablaban de medidas para las pymes y para la golpeada industria automotriz (producto de la crisis brasileña), el joven jefe de Gabinete del Ministerio de Producción, Ignacio Pérez Riba, ensayó opciones para mostrar una cartera activa. Su jefe, el ministro Francisco “Pancho” Cabrera (apodado por Macri como “latin lover” tras su viaje a Punta del Este con Juanita Viale), es uno de los más cuestionados. En especial, luego de que trascendiera que al área de Defensa de la Competencia le llevará algunos meses más para ponerse en marcha en plenitud. La herencia kirchnerista, adujo. Pero no fue la única crítica a Cabrera: otro de los ministros salía de su asombro, hace un mes, cuando visitó a las autoridades de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y le reclamaron la falta de un interlocutor.
Uno de los más críticos de las medidas, y quien no suele concurrir a las reuniones, es el titular del Banco Nación, Carlos Melconian. También discuten, pero con menor intensidad, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, y de Agroindustria, Ricardo Buryaile.
Hace pocos días, Prat-Gay se reunió con Rogelio Frigerio (Interior) y Emilio Monzó (titular de la Cámara de Diputados) con un objetivo: que el secretario de Finanzas, el ex diputado kirchnerista Gustavo Marconato comience a liberar fondos retenidos a los gobernadores peronistas para poder articular leyes en el Senado. El ministro de Hacienda, delicado, les dijo que hasta mitad de año había una orden del presidente de mantener una política “fiscalista” estricta. Pero prometió que en el segundo semestre comenzarían a enviarse fondos. Frigerio y Monzó le pusieron un ejemplo concreto de las consecuencias: la velocidad con la que salió la ley antidespidos de la Cámara alta. Las necesidades políticas a veces confrontan con los criterios económicos
Las críticas internas de Melconian
Uno de los más enérgicos críticos del equipo económico es el titular del Banco Nación, Carlos Melconian. Hombre de consulta y amigo personal del Presidente, Melconian era una de las opciones que se barajaron para el Ministerio de Hacienda, pero terminó por quedar al frente de la entidad bancaria. Melconian está en desacuerdo con las formas en que está utilizando el gabinete económico para bajar la inflación: piensa que sería mejor haber subido las tarifas a la vez y, a la vez, lanzar las medidas sociales. “El plan de Alfonso va a fracasar”, se lo escuchó repetir. La frase llegó a oídos del propio Mauricio Macri. Por lo pronto, en el gobierno nacional aseguran que no se meterá en la definición de las políticas económicas: afirman que Melconian ya entendió que su rol está por ahora en el Banco Nación y se limitará a ello.
Mauricio Macri quiere clausurar los problemas en su gabinete económico. Internas, desautorizaciones públicas, debates sobre el esquema de aumento de tarifas, diferencias sobre la forma de luchar contra la inflación o sobre la velocidad del envío de fondos a los gobernadores son algunos de los temas que enfrentaron a los funcionarios encargados de la economía argentina.
Aunque nunca suspendió los encuentros del gabinete económico, el Presidente cambió los almuerzos de los miércoles en los salones de la Casa Rosada y los transformó en desayunos los martes, más formales.
Además, Macri les dio alas a los coordinadores Gustavo Lopetegui (ex CEO de LAN) y Mario Quintana (dueño de Farmacity), quienes en muchos casos son la llave para formalizar las decisiones junto al jefe de Gabinete, Marcos Peña.
En paralelo a entregarle más poder a Lopetegui y Quintana, el Presidente resolvió estar más encima de las diferentes medidas de política económica para reducir la falta de coordinación. Extraña los tiempos en que, en la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta servía de eje del gabinete. Parábolas políticas: Quintana es un íntimo amigo de Larreta desde hace 20 años cuando juntos trabajaron en el Anses y escribieron un libro juntos (“Domando al elefante blanco”) que hizo debutar a María Eugenia Vidal como pasante.
Ministros que desconfían entre ellos, otros que se guardan las críticas hacia el interior de sus equipos y miradas discrepantes sobre el ajuste en el Estado forman parte de las discusiones cotidianas que Macri ordenó alejarlas de la luz pública. Por ello, los almuerzos donde participaba el Presidente y terminaban en tertulias se cambiaron a desayunos de trabajo de corte más técnico donde, además, los ministros llevan asesores con el compromiso de que no haya filtraciones.
Las desavenencias entre el ministro de Energía, Juan José Aranguren y Alfonso Prat-Gay (Hacienda) se hicieron visiles cuando, a mitad de abril, el primero no descartó nuevos aumentos en la tarifa de luz. Rápidamente, tuvo que salir el jefe de Gabinete, Marcos Peña, a negarlo. También el timing de las medidas: ¿por qué anunciar primero aumentos de tarifas en energía y transporte antes de las medidas sociales?
Diferencias. Hace algunas semanas en la presentación del plan monetario del Banco Central, su titular, Federico Sturzenegger, marcó los lineamientos frente a Alfonso Prat-Gay y Pedro Lacoste. Nunca estuvieron de acuerdo sobre la suba de las tasas de interés. Pero nada dijeron. En privado, Sturzenegger se queja de “falta de ayuda” para quitar pesos en circulación que reduzcan la inflación. Prat- Gay se niega: cree que podría dinamitar la reactivación.
El martes pasado, mientras hablaban de medidas para las pymes y para la golpeada industria automotriz (producto de la crisis brasileña), el joven jefe de Gabinete del Ministerio de Producción, Ignacio Pérez Riba, ensayó opciones para mostrar una cartera activa. Su jefe, el ministro Francisco “Pancho” Cabrera (apodado por Macri como “latin lover” tras su viaje a Punta del Este con Juanita Viale), es uno de los más cuestionados. En especial, luego de que trascendiera que al área de Defensa de la Competencia le llevará algunos meses más para ponerse en marcha en plenitud. La herencia kirchnerista, adujo. Pero no fue la única crítica a Cabrera: otro de los ministros salía de su asombro, hace un mes, cuando visitó a las autoridades de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y le reclamaron la falta de un interlocutor.
Uno de los más críticos de las medidas, y quien no suele concurrir a las reuniones, es el titular del Banco Nación, Carlos Melconian. También discuten, pero con menor intensidad, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, y de Agroindustria, Ricardo Buryaile.
Hace pocos días, Prat-Gay se reunió con Rogelio Frigerio (Interior) y Emilio Monzó (titular de la Cámara de Diputados) con un objetivo: que el secretario de Finanzas, el ex diputado kirchnerista Gustavo Marconato comience a liberar fondos retenidos a los gobernadores peronistas para poder articular leyes en el Senado. El ministro de Hacienda, delicado, les dijo que hasta mitad de año había una orden del presidente de mantener una política “fiscalista” estricta. Pero prometió que en el segundo semestre comenzarían a enviarse fondos. Frigerio y Monzó le pusieron un ejemplo concreto de las consecuencias: la velocidad con la que salió la ley antidespidos de la Cámara alta. Las necesidades políticas a veces confrontan con los criterios económicos
Las críticas internas de Melconian
Uno de los más enérgicos críticos del equipo económico es el titular del Banco Nación, Carlos Melconian. Hombre de consulta y amigo personal del Presidente, Melconian era una de las opciones que se barajaron para el Ministerio de Hacienda, pero terminó por quedar al frente de la entidad bancaria. Melconian está en desacuerdo con las formas en que está utilizando el gabinete económico para bajar la inflación: piensa que sería mejor haber subido las tarifas a la vez y, a la vez, lanzar las medidas sociales. “El plan de Alfonso va a fracasar”, se lo escuchó repetir. La frase llegó a oídos del propio Mauricio Macri. Por lo pronto, en el gobierno nacional aseguran que no se meterá en la definición de las políticas económicas: afirman que Melconian ya entendió que su rol está por ahora en el Banco Nación y se limitará a ello.