Clarín, o melhor jornal do mundo

En medio de la tensión comercial con Brasil, donde nuestro país intenta defender su industria, a contrapelo de lo que ocurría en la década de 1990, que dejó un tendal de desocupados, la Asociación Nacional de Diarios del Brasil (ANJ) decidió otorgar al diario Clarín el premio “A la libertad de prensa 2011”.
El director ejecutivo de la ANJ, Ricardo Pedreira, explicó que se debía “al papel que (Clarín) desempeña en la defensa de la libertad en Argentina (…) a pesar de las presiones ejercidas por el gobierno”. Muy halagado por el galardón decidido a 2352 km de Buenos Aires, el diario de Héctor Magnetto –el ex secretario personal de Arturo Frondizi, nada menos– reprodujo la noticia en su edición de ayer, aunque omitió mencionar que la ANJ fue enemiga de Lula da Silva, a quien el propio diario de la trompetita levanta a la estatura de estadista planetario cada vez que quiere menoscabar a Cristina Kirchner. Es importante refrescar qué dijo Lula el 3 octubre de 2010, mientras hacía campaña para Dilma Rousseff: “Vamos a derrotar a algunos periódicos y revistas que se comportan como si fueran partido político y no tienen el valor de decir que son partido político y tienen candidato.” Se refería, claro, a muchos de los 146 diarios y empresas de comunicación que se agrupan en la ANJ, que en esa ocasión acusó de “lamentable y preocupante” la crítica del entonces presidente del Brasil. La historia finalmente puso las cosas en su lugar: pese al ataque de los medios concentrados durante todo su gobierno, Lula consiguió altísimos niveles de adhesión ciudadana. Algo muy parecido a lo que viene sucediendo en la Argentina con Cristina, según las encuestas.
Lo grave de todo esto, sin embargo, es que un diario como Clarín, que fue desarrollista en otras épocas; y que nació, incluso, para defender la industria nacional, se ponga feliz por el reconocimiento de la patronal mediática que actúa como altavoz de los industriales del cordón paulista, justo cuando los dos países atraviesan una discusión amigable pero tensa sobre su intercambio comercial. Ser enemigo de un gobierno, como Clarín lo es del actual, no debería impedirle tener una visión nacional del conflicto entre ambos países. Su cobertura de los últimos días, donde actúa como vocero de la industria brasileña, no valen un premio de la ANJ. Magnetto & Cía deberían tener presente que la Ley de Bienes Culturales y la pesificación, asimetrica, que les permitió salir del quebranto de 2001, no las pagó nuestro hermano pueblo del Brasil. Mucho menos, la asociación extranjera que precisamente ahora los premia para debilitar la posición del Estado argentino.
El querido Osvaldo Soriano tenía una frase genial, que calza como anillo al dedo para describir la última zoncera de Magnetto. Decía el autor de Una sombra ya pronto serás: “Hay premios que no sólo no hay que ganarlos, tampoco hay que merecerlos.”El director ejecutivo de la ANJ, Ricardo Pedreira, explicó que se debía “al papel que (Clarín) desempeña en la defensa de la libertad en Argentina (…) a pesar de las presiones ejercidas por el gobierno”. Muy halagado por el galardón decidido a 2352 km de Buenos Aires, el diario de Héctor Magnetto –el ex secretario personal de Arturo Frondizi, nada menos– reprodujo la noticia en su edición de ayer, aunque omitió mencionar que la ANJ fue enemiga de Lula da Silva, a quien el propio diario de la trompetita levanta a la estatura de estadista planetario cada vez que quiere menoscabar a Cristina Kirchner. Es importante refrescar qué dijo Lula el 3 octubre de 2010, mientras hacía campaña para Dilma Rousseff: “Vamos a derrotar a algunos periódicos y revistas que se comportan como si fueran partido político y no tienen el valor de decir que son partido político y tienen candidato.” Se refería, claro, a muchos de los 146 diarios y empresas de comunicación que se agrupan en la ANJ, que en esa ocasión acusó de “lamentable y preocupante” la crítica del entonces presidente del Brasil. La historia finalmente puso las cosas en su lugar: pese al ataque de los medios concentrados durante todo su gobierno, Lula consiguió altísimos niveles de adhesión ciudadana. Algo muy parecido a lo que viene sucediendo en la Argentina con Cristina, según las encuestas.
Lo grave de todo esto, sin embargo, es que un diario como Clarín, que fue desarrollista en otras épocas; y que nació, incluso, para defender la industria nacional, se ponga feliz por el reconocimiento de la patronal mediática que actúa como altavoz de los industriales del cordón paulista, justo cuando los dos países atraviesan una discusión amigable pero tensa sobre su intercambio comercial. Ser enemigo de un gobierno, como Clarín lo es del actual, no debería impedirle tener una visión nacional del conflicto entre ambos países. Su cobertura de los últimos días, donde actúa como vocero de la industria brasileña, no valen un premio de la ANJ. Magnetto & Cía deberían tener presente que la Ley de Bienes Culturales y la pesificación, asimetrica, que les permitió salir del quebranto de 2001, no las pagó nuestro hermano pueblo del Brasil. Mucho menos, la asociación extranjera que precisamente ahora los premia para debilitar la posición del Estado argentino.
El querido Osvaldo Soriano tenía una frase genial, que calza como anillo al dedo para describir la última zoncera de Magnetto. Decía el autor de Una sombra ya pronto serás: “Hay premios que no sólo no hay que ganarlos, tampoco hay que merecerlos.”

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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