Economía Martes 21 de Enero de 2014
El organismo dirá si la propuesta que presentó Kicillof puede abrir negociaciones. El FMI es imprescindible
Por: Carlos Burgueño
Ma ñana al mediodía el Club de París le dará a la Argentina una primera observación general sobre si la propuesta que se le hizo al organismo internacional puede ser aceptada o no. Ese día, el presidente del Club, Ramón Fernández; Anthony Shark, jefe de Asuntos Multilaterales, y el vicepresidente Arnaud Buiss habrán explicado a la mañana a los integrantes del directorio la oferta argentina para saldar la deuda de algo más de u$s 10.000 millones que ayer el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el embajador ante la Unión Europea, Hernán Lorenzino, le presentaron al organismo. Si mañana todo sale como las partes esperan, el directorio aprobará abrir las negociaciones y comenzará un proceso de discusiones bilaterales que podría demandar todo un año.
La propuesta que llevó el país y que comenzó a ser presentada ayer incluye, tal como anticipó este diario, la aceptación de las revisiones de los números de la economía argentina por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), el pago en un plazo de 24 meses desde la firma del contrato de unos u$s 2.000 millones, y la reprogramación del resto del pasivo por unos u$s 8.000 millones en el plan de pagos máximo que se pueda negociar con el organismo pero comenzando a liquidar a partir de 2016 (esto es, cuando ya el actual Gobierno no esté en funciones). Según los plazos que acepta el organismo, el máximo posible es de hasta 23 años.
Plan de pagos
Sin embargo, éste es un tiempo estipulado sólo para los préstamos comerciales y para países con un historial intachable en las relaciones tanto con el Club de París como con el FMI y el Banco Mundial. Obviamente, no es el caso de la Argentina, menos en esta época de su historia, con lo cual se especulaba ayer dentro de la delegación nacional que lo más probable es que se estipule un plan de pagos de no más de 10 o 15 años.
Ayer, Axel Kicillof (que ya retornaba a Buenos Aires), Lorenzino, el secretario de Finanzas, Pablo López, y el coordinador de la Unidad de Negociación de la Deuda Externa, Adrián Cosentino, cumplieron uno de los requisitos indispensables para que desde el Club de París se los tome en serio: plantear la situación económica y financiera de la Argentina y explicar por qué hacia delante el país tiene y tendrá un nivel de flujo de divisas que le permitirá, ahora sí, no caer más en default.
Según fuentes que estuvieron en el encuentro entre los enviados argentinos y Fernández, Shark y Buiss, hubo mucho énfasis en criticar la herencia recibida de la crisis de 2001, y en marcar el ritmo prolijo y determinado de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina de Kirchner en cumplir con los compromisos de deuda fijados, incluyendo los heredados del default de 2002.
También se mencionaron las varias crisis económicas internacionales, especialmente la generada en 2008, como las causas para que no se llegara a un acuerdo antes con el organismo, y se deslizó también una crítica contra la Unión Europea por su proteccionismo.
También se habló del juicio contra los fondos buitre en Nueva York y se aseguró que en poco tiempo el país firmará un acuerdo con los acreedores ante el CIADI.
Una de las principales novedades de ayer es que se les dejó claro a los enviados de Buenos Aires que la situación del país no será tomada como el caso de un Estado en crisis, sino como la situación de un país como cualquier otro en desarrollo que, para peor, hace más de 10 años que está en default con los integrantes del Club de París. Esto quiere decir que la propuesta argentina que mañana se les presentará a los enviados de los Estados miembros debe cumplir con los siguientes capítulos:
• Si bien se resuelven «caso por caso» y tomando en cuenta las condicionalidades de cada pa ís, hay términos comunes que hay que respetar.
• La aprobaci ón de la propuesta argentina debe ser por consenso de todos los socios del Club de París, sin excepción. Estos son Alemania, Australia, Japón, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Noruega, Holanda, Gran Bretaña, Luxemburgo, Suiza, Suecia y Rusia. Estos 19 estados tienen sus delegados en el consejo del organismo (en general son los embajadores en Francia o los delegados comerciales) y deben votar todos a favor.
Hasta ahora, los más duros contra el país fueron siempre Japón, Gran Bretaña, Suiza y Suecia; y, dependiendo de la situación de la relación bilateral, Estados Unidos, Italia y España.
• Se les dej ó claro a los enviados de Buenos Aires que el país debe tener un programa en curso con el FMI previsto en el artículo IV y que, incluso, debe hacer una carta de recomendación del organismo que dirige Christine Lagarde para avanzar en la firma de un plan de pagos de la deuda en default.
Esto quiere decir que en paralelo a las negociaciones con el Club de París, la Argentina debe profundizar el diálogo con el Fondo, especialmente para que antes de abril, cuando el organismo realice su reunión anual de primavera, ya haya avances serios en la relación con la Argentina y se pueda comenzar a fijar una fecha para que la misión prevista en el artículo IV de la carta orgánica del Fondo venga al país.
La idea preliminar del equipo económico es que esta eventual misión se concrete lo más lejos posible en el tiempo. Sin embargo, saben en el Palacio de Hacienda que no habrá mucho margen de negociación en este punto y que el único lapso que se puede esperar es hasta septiembre, cuando el directorio del organismo financiero internacional vuelva a tratar el caso argentino para verificar si le retira o no la moción de censura hoy vigente.
Para esto Economía debe cumplir con un paso imprescindible: que su índice de inflación IPCNu, que será presentado en febrero, sea creíble
Ayer también se les dejó claro a los enviados de Buenos Aires que todos estos puntos son innegociables, y que el caso argentino será tomado individualmente pero como uno más, lejos de las consideraciones de «tratamientos excepcionales para casos de crisis». Para que esto suceda el país debería haber sido víctima de algún «desastre natural» (como los casos de Honduras y Nicaragua luego del huracán Mith de 1998 o el tsunami que sufrió Sri Lanka en 2004); «serios conflictos políticos internos de larga duración» (como la primavera árabe de 2010 en Egipto y Túnez o el de Liberia de 2008) o «una respuesta a la suba de los precios de los alimentos y el petróleo» (como el caso de Togo en 2008). Si la Argentina hubiera sido considerada dentro de alguna de estas tres situaciones, podría haber evitado, por ejemplo, la consideración profunda de su relación con el FMI. No pudo ser.
El organismo dirá si la propuesta que presentó Kicillof puede abrir negociaciones. El FMI es imprescindible
Por: Carlos Burgueño
Ma ñana al mediodía el Club de París le dará a la Argentina una primera observación general sobre si la propuesta que se le hizo al organismo internacional puede ser aceptada o no. Ese día, el presidente del Club, Ramón Fernández; Anthony Shark, jefe de Asuntos Multilaterales, y el vicepresidente Arnaud Buiss habrán explicado a la mañana a los integrantes del directorio la oferta argentina para saldar la deuda de algo más de u$s 10.000 millones que ayer el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el embajador ante la Unión Europea, Hernán Lorenzino, le presentaron al organismo. Si mañana todo sale como las partes esperan, el directorio aprobará abrir las negociaciones y comenzará un proceso de discusiones bilaterales que podría demandar todo un año.
La propuesta que llevó el país y que comenzó a ser presentada ayer incluye, tal como anticipó este diario, la aceptación de las revisiones de los números de la economía argentina por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), el pago en un plazo de 24 meses desde la firma del contrato de unos u$s 2.000 millones, y la reprogramación del resto del pasivo por unos u$s 8.000 millones en el plan de pagos máximo que se pueda negociar con el organismo pero comenzando a liquidar a partir de 2016 (esto es, cuando ya el actual Gobierno no esté en funciones). Según los plazos que acepta el organismo, el máximo posible es de hasta 23 años.
Plan de pagos
Sin embargo, éste es un tiempo estipulado sólo para los préstamos comerciales y para países con un historial intachable en las relaciones tanto con el Club de París como con el FMI y el Banco Mundial. Obviamente, no es el caso de la Argentina, menos en esta época de su historia, con lo cual se especulaba ayer dentro de la delegación nacional que lo más probable es que se estipule un plan de pagos de no más de 10 o 15 años.
Ayer, Axel Kicillof (que ya retornaba a Buenos Aires), Lorenzino, el secretario de Finanzas, Pablo López, y el coordinador de la Unidad de Negociación de la Deuda Externa, Adrián Cosentino, cumplieron uno de los requisitos indispensables para que desde el Club de París se los tome en serio: plantear la situación económica y financiera de la Argentina y explicar por qué hacia delante el país tiene y tendrá un nivel de flujo de divisas que le permitirá, ahora sí, no caer más en default.
Según fuentes que estuvieron en el encuentro entre los enviados argentinos y Fernández, Shark y Buiss, hubo mucho énfasis en criticar la herencia recibida de la crisis de 2001, y en marcar el ritmo prolijo y determinado de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina de Kirchner en cumplir con los compromisos de deuda fijados, incluyendo los heredados del default de 2002.
También se mencionaron las varias crisis económicas internacionales, especialmente la generada en 2008, como las causas para que no se llegara a un acuerdo antes con el organismo, y se deslizó también una crítica contra la Unión Europea por su proteccionismo.
También se habló del juicio contra los fondos buitre en Nueva York y se aseguró que en poco tiempo el país firmará un acuerdo con los acreedores ante el CIADI.
Una de las principales novedades de ayer es que se les dejó claro a los enviados de Buenos Aires que la situación del país no será tomada como el caso de un Estado en crisis, sino como la situación de un país como cualquier otro en desarrollo que, para peor, hace más de 10 años que está en default con los integrantes del Club de París. Esto quiere decir que la propuesta argentina que mañana se les presentará a los enviados de los Estados miembros debe cumplir con los siguientes capítulos:
• Si bien se resuelven «caso por caso» y tomando en cuenta las condicionalidades de cada pa ís, hay términos comunes que hay que respetar.
• La aprobaci ón de la propuesta argentina debe ser por consenso de todos los socios del Club de París, sin excepción. Estos son Alemania, Australia, Japón, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Noruega, Holanda, Gran Bretaña, Luxemburgo, Suiza, Suecia y Rusia. Estos 19 estados tienen sus delegados en el consejo del organismo (en general son los embajadores en Francia o los delegados comerciales) y deben votar todos a favor.
Hasta ahora, los más duros contra el país fueron siempre Japón, Gran Bretaña, Suiza y Suecia; y, dependiendo de la situación de la relación bilateral, Estados Unidos, Italia y España.
• Se les dej ó claro a los enviados de Buenos Aires que el país debe tener un programa en curso con el FMI previsto en el artículo IV y que, incluso, debe hacer una carta de recomendación del organismo que dirige Christine Lagarde para avanzar en la firma de un plan de pagos de la deuda en default.
Esto quiere decir que en paralelo a las negociaciones con el Club de París, la Argentina debe profundizar el diálogo con el Fondo, especialmente para que antes de abril, cuando el organismo realice su reunión anual de primavera, ya haya avances serios en la relación con la Argentina y se pueda comenzar a fijar una fecha para que la misión prevista en el artículo IV de la carta orgánica del Fondo venga al país.
La idea preliminar del equipo económico es que esta eventual misión se concrete lo más lejos posible en el tiempo. Sin embargo, saben en el Palacio de Hacienda que no habrá mucho margen de negociación en este punto y que el único lapso que se puede esperar es hasta septiembre, cuando el directorio del organismo financiero internacional vuelva a tratar el caso argentino para verificar si le retira o no la moción de censura hoy vigente.
Para esto Economía debe cumplir con un paso imprescindible: que su índice de inflación IPCNu, que será presentado en febrero, sea creíble
Ayer también se les dejó claro a los enviados de Buenos Aires que todos estos puntos son innegociables, y que el caso argentino será tomado individualmente pero como uno más, lejos de las consideraciones de «tratamientos excepcionales para casos de crisis». Para que esto suceda el país debería haber sido víctima de algún «desastre natural» (como los casos de Honduras y Nicaragua luego del huracán Mith de 1998 o el tsunami que sufrió Sri Lanka en 2004); «serios conflictos políticos internos de larga duración» (como la primavera árabe de 2010 en Egipto y Túnez o el de Liberia de 2008) o «una respuesta a la suba de los precios de los alimentos y el petróleo» (como el caso de Togo en 2008). Si la Argentina hubiera sido considerada dentro de alguna de estas tres situaciones, podría haber evitado, por ejemplo, la consideración profunda de su relación con el FMI. No pudo ser.